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Piromanía por RLangdon

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El reducido espacio lo incomodaba en demasía, aunado al hecho de que sabía que aquello no podía estar bien, de ninguna manera. Cerrando los ojos, Naruto recargó ambos brazos en la puerta a sus espaldas. Su piel ardía entre cada lasciva caricia del muchacho, y tuvo que flexionar aun más las rodillas cuando Sasuke lo mordió en el cuello.
 
-No- intentó apartarlo, a pesar de que su cuerpo comenzaba a traicionarlo. Lo que en un comienzo era nerviosismo y miedo, se había convertido en una sensación medianamente placentera, satisfactoria. La situación lo ponía aún más al imaginarse que era Menma y no Sasuke quien lo penetraba 
 
Sin embargo se veía obligado a volver a la realidad cuando el muchacho de nívea piel susurraba cosas ininteligibles en su oído momentos antes de morderlo en el lóbulo.
 
-Sin marcas...- fue muy tarde para detenerlo. Sasuke, incentivado por la contradicción en el tono de voz y los constantes gemidos de Naruto, no se abstuvo en lo mas mínimo para repetir sus acciones, con mas premura, ansias y desesperación que antes. Fue descendiendo por la piel trigueña, marcándola a base de mordidas y ligeras succiones que hacían que Naruto se arqueara levemente de vez en cuando.
 
Aceptaba que nunca esperó que aquello fuera tan fácil, que entre más veces tomaba a Naruto, mas lo deseaba. Sabía, a su vez, que no lo dejaría marchar. Por nada lo haría. Ese era el tercer día en que podía saciarse con él, y extrañamente, le seguía pareciendo el primero.
 
La piel de Naruto era exquisitamente suave, todo su cuerpo lo sumía en un inconmensurable éxtasis en el que, ni siquiera era consciente de si mismo.
 
Arremetió una y otra vez, sin importarle en lo más mínimo el frecuente sonido metálico emitido por el choque de la puerta contra la espalda de Naruto, este hincó las uñas sobre sus hombros, apoyando ahora la cabeza contra su cuello para evitar mirarlo a los ojos.
 
Se odiaba. Cada vez le costaba más trabajo estar de aquel modo. Principalmente por las mentiras que había tenido que decirle a su hermano en torno a sus llegadas tarde del colegio. Curiosamente Menma no se inmiscuía, él también se encontraba ocupado en su nuevo empleo. Y Naruto agradecía en demasía ese hecho en particular, por primera vez no resentía tanto el distanciamiento de su hermano en esos últimos días. Lo último que quería era tenerlo cerca y que se diera cuenta de todo. De que le había sido infiel, no una, sino varias veces, y no con cualquier otro de sus compañeros, era con Sasuke, el bastardo traicionero que lo había manipulado para mantener relaciones al término de las clases.
 
Y lo peor de todo es que sería por tiempo indefinido. Naruto había pensado que encontraría la solución a su problema rápidamente, que le tomaría escasos días convencer a Sasuke de que cediera con su depravada y estúpida idea. Sin embargo nada había ocurrido según lo planeado. Sasuke era demasiado astuto y hasta ese momento no había sugerido su casa para intimar. Naruto sabía que de poder entrar ahí, obtendría fácilmente las cintas, buscaría en cada rincón de esa casa hasta encontrarlas y destruirlas.
 
-Te...Termina ya- lo apresuró en un prolongado gemido, presionando la cadera de Sasuke con sus piernas, sintiéndose el doble de sucio de lo que se sentía al tener relaciones con Menma. Al menos con su hermano la relación era consentida, pero con Sasuke no había sido de ese modo, y Naruto temía terminar cediendo totalmente a sus exigencias, no quería sentirse inferior a él de ningún modo.
 
-¿Por qué tanta prisa?- jadeó Sasuke, recargando el brazo contra la puerta mientras con la otra afirmaba mejor el cuerpo de Naruto, penetrándolo hasta el fondo con fuerza, deleitándose con los quedos gemidos que Naruto trataba de ocultar.
 
Sin poder preverlo, Naruto alzó la mirada, las caderas ya le dolían por estar tanto tiempo en la misma posición. Además, por más que lo intentaba, no podía comparar esos encuentros furtivos al apasionado acto que le ofrecía su hermano cada vez que se encontraban a solas. Le dolía muchísimo que Menma empezara a alejarse de él nuevamente, que ya no mostrara el mismo interés de antes, que procurara mantener distancia con él.
 
Eso era lo correcto, si su hermano se enteraba de lo sucedido y de lo que había hecho, seguramente jamás se lo perdonaría. Lo más probable es que Menma se iría definitivamente de su vida, lo repudiaría con toda su alma por haber permitido eso.
 
Mordiéndose los labios, Naruto apretó los ojos con fuerza, sintiendo venirse a Sasuke dentro de él.
 
Lo había hecho de nuevo. Otra vez le había permitido profanarlo a su antojo. Y ahora no solo eso, sino que también portaba marcas de él. Tendría que esconder de alguna manera esas mordidas en su cuello, esos ligeros pero visibles arañones en sus caderas.
 
Maldito.
 
Mil veces maldito...
 
-Bésame- sonrió el Uchiha al bajarlo. Naruto abrió grandes los ojos por la petición. Hasta ese momento Sasuke no le había pedido aquello, él nunca le permitía que lo besara. Simplemente no le gustaba, quería al menos mantener sus labios intactos, poder besar a Menma sin sentirse sucio o culpable de ello. Sin pensar que ya lo había hecho con Sasuke anteriormente.
 
Dudó al notar la sonrisa altanera y prepotente de Sasuke.
 
-Hazlo- repitió, endureciendo la mirada. –Ya te lo había dicho, Naruto. A menos que quieras...
 
-Está bien- lo interrumpió Naruto, terminando de subirse los pantalones. Acarició fugazmente la extensión de su cuello, la piel irritada le quemaba ante el mínimo tacto. Absolutamente no podía permitir que Menma viera aquellas marcas.
 
Cerró lentamente los ojos, resignándose una vez más a la situación, doblegándose ante el Uchiha. Los labios ajenos no tardaron en impactar sobre los suyos, con tal fuerza que la espalda de Naruto volvió a chocar contra la puerta tras él.
 
Los brazos de Sasuke lo retuvieron de la cintura, y sin que pudiera evitarlo, el beso fue quitándole el aliento, un beso que se tornó húmedo, fogoso y lujurioso en cuestión de segundos. Naruto quiso morderlo pero se reprimió rápidamente de hacerlo.
 
**
 
Miraba detenidamente la pasta precalentada dentro del plato. Por vez primera no tenía apetito. Se había duchado por casi una hora, frotado con fuerza la esponja por cada parte de su cuerpo, y sin embargo, nada bastó. Las marcas no habían desaparecido, se había lastimado para nada y aún se sentía sucio, temía que Menma lo odiara. Prefería cualquier cosa a soportar el abandono de su hermano, era su única familia, y además...lo amaba.
 
Naruto se disponía a tomar el tenedor cuando escuchó el sonido de las llaves. Momentos después entró Menma, pasando de largo hasta su dormitorio, sin tomarle importancia, ni dirigirle la palabra.
 
Conteniendo el aliento, Naruto cerró fuertemente los ojos. Pensando que su hermano se había enterado de todo, que sus preocupaciones estaban por volverse ciertas, lo perdería y todo por una estupidez.
 
-Naruto.
 
Abrió los ojos de golpe cuando lo escuchó hablar. Su voz fría, apática como de costumbre. Su corazón dio un salto una vez que abandonó el banquillo para acudir al llamado. Aun si Menma lo odiaba, no podía evitar sentirse como un idiota enamorado.
 
-¿S-Si?- tartamudeó al verlo sin su camisa. Menma se contemplaba atentamente en el espejo roto. Su marcado torso estaba totalmente al descubierto. Naruto separó más los labios al notar ligeras salpicaduras de sangre en el pantalón de mezclilla. Lo vio ponerse las oscuras muñequeras que le llegaban hasta los codos. Inmediatamente después, Menma se giró hacia él.
 
-Entra.
 
-Aquí está bien- respondió Naruto, sin atreverse a mover, observando todo desde el umbral de la puerta. Apenas tuvo tiempo de abrir más los ojos cuando Menma se aproximó a grandes zancadas hacia él. Asustado, Naruto solo atinó a cerrar los ojos, esperando un golpe que nunca llegó.
 
Abrió el ojo derecho y Menma le devolvió la mirada con extrañeza. Inclinando ligeramente la cabeza.
 
-Hace calor, quítatelo.
 
Naruto negó una sola vez al sentir la mano de Menma sobre su chamarra. Sabía que tenía razón, estaba consciente de que el clima no ameritaba ese tipo de prendas, pero era su única alternativa para ocultar las marcas que había dejado el bastardo sobre su piel.
 
Escuchó el sonido del cierre y su corazón se aceleró aún más. Temeroso, Naruto detuvo las manos de su hermano. Lo miró fijamente y sin poder contener un titubeo, decidió cuestionarlo, desviarse del tema un poco.
 
-¿Por qué tienes sangre en el pantalón?
 
Los ojos de diferente color se entornaron ligeramente. Y ante su evidente descuido, Menma chasqueó la lengua, reparando en la tela azul marino, justo arriba de las rodillas.
 
Y como si la pregunta no hubiera tenido lugar, arrinconó a Naruto contra la pared, colocando las manos a los costados de su cabeza, complacido al ver las pestañas de su hermano menor oscilar en nerviosismo. Le encantaban aquellas reacciones, su estado de sumisión y sobre todas las cosas, adoraba la inocencia que destilaba Naruto ante él.
 
-No te muevas- advirtió, hurgando entre los bolsillos. Naruto tragó pesado, sentía las piernas temblarle, sabía que estaba a nada de ser descubierto y no quería que eso pasara. Le había fallado a Menma no solo como su amante sino también como hermano.
 
-Menma...- estaba por confesar lo sucedido cuando el mayor procedió a deslizar la cadenilla alrededor de su cuello. Naruto parpadeó al sentir la frialdad proveniente de la circunferencia metálica que ahora le rodeaba la nuca.
 
Miró hacia abajo y se encontró con un dije extraño y puntiagudo. Lo tomó entre sus dedos, sin comprender aquello.
 
Con un suspiro, Menma se apartó de él.
 
-Es un kunai- aclaró. -Los ninjas los usaban en sus batallas. Lo vi en una vitrina y me gustó para ti.
 
-Ah...- los ojos azules se empañaron sin que Naruto se diera cuenta. Sentía un nudo atravesándole la garganta y uno más en el estómago. Era como si le hubieran dado un puñetazo, dejándolo sin aire, sin palabras, sin nada. 
 
Dolía...
 
Sus labios temblaron un poco, pero logró mantener la compostura.
 
Comprendió entonces que estaba demasiado enamorado de él, no quería hacerle daño de ninguna manera, tenía que apartarse, aún estaba a tiempo.
 
El semblante inexpresivo de Menma adquirió matices de súbita confusión cuando Naruto se arrancó el collar y se lo entregó. Lo observó, rehusándose a tomarlo de vuelta. Sus cejas se contrajeron levemente. Entonces Naruto dejó escapar un suspiro que él no supo interpretar.
 
-No lo quiero- tajó el rubio, con tal indiferencia que no pudo menos que terminar por confundir a Menma. –No...no me gusta.
 
-No me importa- arguyó él, cruzándose de brazos, esperando que con eso Naruto se dignara al menos a dejárselo. –No te lo pongas, no lo uses si no quieres, solo quédatelo.
 
-No- volvió a decir Naruto, dejando caer el collar al suelo antes de decidirse a salir del apartamento, primero despacio y después...
 
Después corrió tan rápido como sus piernas se lo permitieron.
 
**
 
Menma simplemente no lo entendía. No comprendía qué había hecho mal hasta el grado de que Naruto actuara de aquella manera.
 
Estaba tan furioso que no lo pensó ni un segundo en arrojar el collar en el primer cubo de basura que se encontró al paso. Ahí iban parte de sus ahorros a la basura. Había creído que sería buena idea obsequiarle algo a Naruto, dejarle en claro que no lo tenía por un simple objeto sexual. Después de todo a él no se le daban esas cosas, acababa de ratificarlo con eso.
 
Un esfuerzo extra no significaba nada al fin y al cabo.
 
Las penetrantes miradas siguieron cada uno de sus movimientos hasta que se adentró en el callejón. Menma observó de nueva cuenta la tarjeta de aquel extraño antes de guardarla dentro del bolsillo.
 
No se dejó intimidar por el hostil ambiente que se respiraba en el inmueble. Caminó resueltamente, con la espalda erguida y la mirada fija en la puerta de madera hasta el fondo.
 
Iba a medio pasillo cuando ocurrió.
 
Alguien le metió el pie, haciéndolo caer de bruces en el suelo. Las siniestras carcajadas no se hicieron esperar, una seguida de otra.
 
Lentamente se incorporó, escuchando atento las venenosas palabras provenientes del sujeto de relamido cabello platinado. Todos ahí vestían capuchas oscuras. Había cinco tubos metálicos a los costados de la oscura alfombrilla que guiaba a los recién llegados hasta la única puerta del lugar.
 
Sus dedos acariciaron la cintilla de tela que unía un tubo con otro. Lenta y metódicamente sacó la navaja de su bolsillo. Cortó la extensión de la tela y alzó el tubo con la mayor de las calmas.
 
Algunos arquearon una ceja con expectación, mientras que otros dejaron de reír al verlo aproximarse hacia el tipo que no dejaba de reír como idiota.
 
Menma sonrió a medias antes de golpearlo en la cabeza, con tanta fuerza que escuchó el crujido producido cuando el metal impactó contra el duro cráneo del tipo.
 
Las risas se apagaron. La sangre humedeció la alfombrilla y el sujeto dejó de moverse.
 
Siguió caminando rumbo a la puerta, indiferente, arrastrando los pies, a la espera de cualquier otra reacción. Sin embargo nada más ocurrió. La escena pareció no haber tenido lugar.
 
Golpeó la puerta tres veces y el hombre enmascarado abrió prontamente, instándolo a pasar.
 

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