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Por ellos. por NNK

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Notas del capitulo:

Espero que les guste la historia y puedan seguir esta historia.

 

Capítulo I: 6 de Julio 2025.

 

Cuando me muera debes ir con tu mejor traje.

¿Morir? Tú no vas a morir.

Daniel se observo en el espejo con los ojos hinchados y enrojecidos mientras dejaba de recordar, jamás pensó volver a ocupar ese traje de negro, hizo el nudo de su corbata, tragando saliva para tratar de eliminar ese nudo de su garganta, acomodo la cortaba entre el cuello de su camisa y se puso el saco encima, abrochando los únicos dos botones de su saco. Una vez listo, bajó para tomar el frasco de perfume y echarse un poco en el cuello y traje. Se giró para salir del baño y caminar hacía el armario, abrió las puertas, concentrando su mirada en la foto que descansaba en el lado derecho de la puerta. Sonrió al verse junto a Adriel, sintió que el nudo en su garganta no le dejaba respirar, así que despidió tomar su abrigo y cerrar el armario para ir a comer junto a su esposo.

Camino por el pasillo central de su casa y se detuvo con una sonrisa al ver a su esposo cocinar unos panes tostados con un café, cerró sus ojos aguantando esas lágrimas que querían volverlo a hacer recordar todas esas malas decisiones de las cuales tanto se arrepentía en ese momento.

— ¿Vas a desayunar antes de que vayamos al funeral de Adriel?—preguntó David, con una expresión de tristeza que quedó oculta mientras bebía de su café.

 —No quiero comer nada, termina tu café, té esperaré en el auto—comunicó con un tono de voz angustioso, suspirando para evitar llorar, mientras tomaba su abrigo.

—Daniel—llamó David al verlo irse hacia la puerta principal. Daniel tomó el picaporte de la puerta y se giró a ver a su pareja—Tranquilo, no es tu culpa—comentó, observando que su esposo asentía y abría la puerta para dirigirse al auto.

¿Vas a manejar tú? Mejor me voy solo, quiero vivir

Lo mismo pensé yo cuando me obligaste a subir a tu auto, cuando solo llevabas cinco minutos con la licencia de conducir.

Fue culpa tuya, tú me obedeciste.

Daniel entró en el auto, dejando su abrigo en el asiento de atrás, puso su cabeza sobre el respaldo y descanso, tratando de olvidar los recuerdos que más le dolían de Adriel, se sorprendió abriendo sus ojos, cuando la puerta del copiloto se abrió dejando entrar a su esposo David, quien se acomodó, limpiando un par de lágrimas y mirándose al espejo del auto para ver que no le hayan quedado rastros. Daniel prendió el auto y se puso en marcha al cementerio para despedir a Adriel.

— ¿Te vas a ir a trabajar luego del funeral?—preguntó David, ya en mitad del camino—Porque yo me iré con Francisco a mi trabajo.

—No lo tengo decidido, pero creo que sí—comentó Daniel, concentrado en el camino.

Estaciono el auto al llegar al cementerio. David fue el primero en bajar del vehículo, quien se adelantó al funeral al ver a Francisco. Daniel bajó también y se puso su abrigo para protegerse del frío de otoño. Camino hasta la entrada del cementerio y fue hasta donde se encontraba su esposo saludando a sus amigos, se acercó al lugar, viendo como algunas miradas de descontento al verlo.

Pablo, su hermano mellizo fue el primero en acercarse, detrás de él a los pocos minutos, Alejandro el mejor amigo de Adriel. Se mantuvo neutro, mientras su nudo en la garganta se intensificaba, tuvo el impulso de huir, pero nadie le iba a impedir despedirse de Adriel, aguantó las lágrimas al ver el ataúd, mientras escuchaba el llanto de su familia. El cuerpo de Adriel se encontraba allí y él no podía acercarse a decirle adiós como correspondía. Vio como algunos invitados trataban de consolar a los familiares, algunos se encontraban llorando entre ellos, observo el ataúd una vez más, avanzó unos pasos, pero toda su vista quedó bloqueada, cuando Pablo se puso enfrente.

Un rostro similar al suyo al igual que sus ojos, le observaban con molestia y tal vez algo de odio, no podía decirlo con claridad. Recordó la voz de Ariel una vez más, sintiendo como su estómago se revolvía de angustia.

Woo, son iguales ¿Con cuál de los dos estaba hablando hace veinte minutos?

— ¿Qué estás haciendo aquí? No eres bienvenido en este funeral—le hizo saber Pablo con una mirada angustiada y su tono de voz quebrado.

—No me trates así, soy tu hermano y uno de los amigos de Adriel—comentó, tragando saliva para eliminar ese nudo en la garganta que le consumía cada segundo.

— ¿Amigo? Un amigo no lleva a la muerte a otro amigo—comentó Pablo, sorprendiendo a su hermano menor.

—La muerte de Adriel no es mi culpa—se defendió, tratando de creer en las palabras que le había dedicado su esposo aquella mañana.

—Claro que lo es, no pudiste quedarte callado sino que seguiste hasta que Adriel se enfado tanto que condujo más concentrado en la discusión que en el camino—acusó Pablo, sin importándole que su hermano haya liberado esas lágrimas reprimidas que tenía en sus ojos.—Y no voy a descansar hasta saber que paso con Adriel, solo allí dejaré de culparte.

— ¡Fue un accidente, esas cosas ocurren!—exclamó Daniel, dolido, llamando la atención de algunos invitados al funeral que le miraron con desaprobación. Daniel, volvió a liberar lágrimas, viendo que Alejandro terminaba de acercarse.

— ¿Qué creen que están haciendo en el funeral de Adriel?—les preguntó Alejandro a ambos hermanos—Dejen de pelear ¿Creen que él estaría feliz con esto?—volvió a cuestionar, viendo la mirada de enojo de Pablo y la de Daniel que le desviaba la mirada. —Daniel, vete de aquí.

Alejandro se sorprendió al ver que Daniel le dirigía la mirada con lágrimas en sus ojos, bajo la mirada aun sabiendo que a Adriel le hubiera gustado que Daniel estuviera con todos allí, tragó saliva y enfrentó la mirada de su amigo una vez más.

—No te culpó del accidente, pero vete de aquí—pidió en un tono parecido a la súplica—La familia de Adriel no te quiere aquí, no después de todas las veces en que lo desilusionaste—comentó Alejandro, viendo que Daniel negaba con la cabeza—Por favor, respeta la decisión de la familia.

— ¿Y qué hay de lo que piense Adriel?—preguntó Daniel con rencor, al saber que estaba quedado solo al mismo tiempo que perdía la batalla.

— ¿Qué importa lo que piense Adriel? Está muerto, él ya no piensa, Daniel—murmuró Pablo, en un susurró que hizo que ambos hermanos lloraran al enfrentarse a esa verdad.

—Pablo, regresa con Sergio—ordenó Alejandro, mirándolo con molestia. Pablo se giró y obedeció, no sin antes susurrarle a su hermano “Vete de aquí, por favor”—Si no te quieres ir, al menor espera en el auto, Adriel hubiera elegido esa opción—comentó Alejandro, antes de marcharse siguiendo a Pablo.

Daniel observo el ataúd y regresó a su auto bajo la mirada aliviada de algunos invitados, abrió el auto, escuchando las palabras que decían sobre Adriel, se sentó en el asiento, sintiendo un leve dolor en el corazón. Miró el funeral recordando la voz de Adriel.

Estoy triste, no puedo creer que se haya fallecido el profesor y este traje no me gusta.

¿Estás triste por el profesor o por qué el traje no te gusta?

Un poco de ambos. ¿Ya terminaste de limpiarte el zapato, para divorciarte del Rey?

Calla, no es culpa mía pisar caca de perro, mientras caminábamos.

Pues que risas me sacaste al ver que se te quedaba el pie atrás.

Silencio, sin respeto, uno no se ríe en un funeral.

Observo bajar el ataúd sintiendo que su tristeza incrementaba, libero lágrimas mientras llevaba sus manos al pecho. Pablo fijó sus ojos en él y no lo soportó más, prendió el auto, observando de reojo que su hermano mayor corría hacia el auto, pisó el acelerador con una mano en el manubrio y la otra limpiando esas lágrimas que no le dejaban ver el camino.

No pises el acelerador tan a fondo. Así vas a terminar atropellando a alguien.

Piso el acelerador, esquivando cada auto que se le ponía en el camino, zigzagueando por los distintos carriles de la calle, sólo quería desaparecer y olvidarse de ese dolor que lo consumía cada vez más.

¿Quieres dejar de correr como un niño? Wilsen dice que aún no empieza las carreras de motos

Apresúrense abuelitos, hay que tomar buenos lugares, si no, no podremos ver bien a Wilsen.

¿Cómo te atreves a llamarnos abuelos? Tú eres dos años mayor que nosotros.

Pues Alejandro es mayor que yo.

Te voy a matar.

Esperen, no corran, Alejandro déjalo, es el único que se sabe el camino.

Escucho una bocina a sus espaldas, observo por el espejo retrovisor, reconoció el auto de su hermano mayor, aceleró aún más, no quería que nadie le pidiera detener el auto para que se calmara. Siguió zigzagueando, tratando de perder a su hermano de vista.

¿Si el auto está así de machucado en la parte de copiloto que puede significar?

Fue arrollado por un camión.

No es cierto es un bus

Calla, no sabes lo que dice, niñato de primero.

Basta Adriel, no pelees con Daniel, recuerda que es nuevo y si Daniel, no sonrías porque has perdido, Adriel tiene razón

Toma esa, mocoso de primero.

Adriel ¿Qué te acabo de decir?

Piso el frenó en cuando vio que el semáforo daba rojo, pero no se dio cuenta cuando el camión aceleró, golpeándolo en la parte del copiloto, arrastrándolo primeramente, sintió vidrios en su cabeza al mismo tiempo que daba vueltas, escucho la bocina ensordecedora del camión, cerró sus ojos quedando en absoluta oscuridad.

Adriel y Daniel formaran el grupo de víctimas fallecidas.

Notas finales:

Gracias a todos por llegar hasta aqui. Nos vemos en la siguiente publicación.


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