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Siempre ambos por yaoiana

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Notas del capitulo:

Hola a todos y todas, me alegra mucho que el cap anterior les haya agradado.  En este, muchas de sus dudas serán resueltas y esperando de antemano, que también les agrade mucho como se irá tornando esta vida familiar.

 

Muchas gracias por sus gratos comentarios, me suben mucho el ánimo, mil gracias de todo corazón.

Capítulo 11: Realidad

 

 

“ Protégelos”

 

Escuchó nuevamente la voz y cuando se asomó por el aula de clases en su universidad, vio a una serpiente caza almas.

 

−       ¡Maldición!, sabía que no estaba soñando - espetó Moroha para luego llamar a sus primas por el móvil- es una emergencia, las espero en el pozo.

 

Moroha siguió a la serpiente y en efecto la había direccionado hacia el pozo.  Sus primas llegaron treinta minutos después, observando como la criatura volaba alrededor del pozo.

 

−      ¿Habrá pasado algo? - indagó la albina.

 

−      No lo sé, creo que escuché la voz de mi madre, lo mejor es regresar y comprobarlo.

 

−      Bien, vayamos - dictaminó la gemela azabache.

 

Las tres mujeres saltaron al pozo y funcionó el cambio temporal, se transportaron y llegaron a la época Sengoku.  No obstante, cuando salieron, el panorama era algo devastador.  La tierra, las plantas y los animales habían sido afectados por un fuerte ácido o veneno, el cual, aún se podía inhalar.

 

−      ¿Pero qué pasó con este lugar? - preguntó Towa sorprendida.

 

−      No puedo oler nada, el veneno no me deja reconocer otros olores - dijo Setsuna.

 

−      Lo mejor es ir al árbol, siento que allá encontraremos las respuestas- concluyó Moroha.

 

Las tres hanyou corrieron entre las copas de los árboles, donde era menos el efecto del veneno.  Mientras lo hacían, observaban que no quedaba rastros del hermoso lugar que era… ¿quién podría haber destruido aquel lugar? Cuando llegaron, vieron al culpable de todo, aquel gran perro demonio protegía el árbol sagrado y no dejaba que nada se acercara.

 

−      ¡¿Sesshoumaru?!- exclamaron las dos gemelas.

 

−      ¿Pero qué demonios pasó? - gritó Moroha.

 

−      ¡Señoritas! - gritó Jaken detrás de un árbol-  que bueno verlas. No se acerquen al amo, está descontrolado.

 

−      Eso ya lo notamos, ¿qué pasó? - preguntó con obviedad Setsuna.

 

−      Hace dos días, nos atacaron y sellaron al amo Inuyasha en el árbol sagrado, esto hizo que mi amo bonito enloqueciera - llorando Jaken- y desde entonces no ha vuelto en sí y no deja que nadie se acerque al árbol.

 

−      ¿Mi padre está sellado? - indagó preocupada- ¿quién lo hizo?

 

−      Fue una trampa - siguió llorando.

 

−      No entiendo nada - mencionó Towa- pero lo importante ahora es calmar a Sesshoumaru y salvar a Inuyasha.

 

−      Quita el hechizo Moroha, Towa y yo distraeremos a Sesshoumaru.

 

−      De acuerdo- dijo la casi humana con firmeza.

 

Las gemelas se acercaron y de inmediato fueron atacadas por el daiyokai.  Estas se sorprendieron al ver el gran tamaño de su padre y también, por lo enloquecido que estaba, jamás lo habían visto de aquella forma, pero lo que más les daba curiosidad era… el porqué de ese descontrol

 

−      Sesshoumaru, cálmate, somos Towa y Setsuna - gritó la albina, pero la respuesta fue un fuerte y aturdidor gruñido.

 

−      Tendremos que atacar - mencionó la azabache- debemos darle tiempo a Moroha.

 

Atacaron al gran perro, mientras Moroha entre la poca vegetación restante, se movía sigilosa hasta llegar al árbol sagrado. Cuando llegó donde su padre, lo vio diferente, más radiante, más bello y… más gordo, era una fortuna que el veneno no lo hubiera afectado.

Le restó importancia a esto y cuando se acercó a quitar la flecha, una fuerte presión la estaba llevando al suelo.

 

−      Ahh… ¿qué carajos? - expresaba con dificultad sin soltar la flecha. No sabía de dónde provenía aquella fuerza, pero no tenía tiempo de investigar ahora.

 

Vio los ojos de Sesshoumaru sobre ella y supo que sino quitaba la flecha rápido, este la desharía con su ácido. Sacó con fuerza la flecha y la luz sagrada se esparció, quitando el hechizo de su padre.

Inuyasha abrió con pesadez sus ojos y vio a su hija quién le sonreía con calidez.

 

−      Mo… roha… - dijo adormilado el hanyou.

 

−      Hola, pa.

 

−      ¿Dónde? – parpadeando varias veces hasta que vio al gran can-  Sesshoumaru - susurró.

 

−      Está enloquecido, no sabemos qué pasó - respondió su hija.

 

Suspiró, sabía que lo que iba a acontecer, sería algo difícil de comprender para su hija y sus sobrinas, las cuales alcanzó a divisar a lo lejos. Caminó con cuidado ya que tenía adormecido su cuerpo, pero llegó hasta su amante.

 

−      Sesshoumaru, idiota, estamos bien- lo llamó con fuerza mientras acariciaba su vientre y notaba que sus cachorros se movían. Vio al gran perro inclinarse, mirarlo, olerlo y lamerlo, a lo cual, le acarició el hocico y le dio un suave beso.

 

−      Vuelve en ti… Sessho… - susurró con cariño.

 

Como si sus palabras fueran mantras, el mayor se destransformó, lo abrazó y lo besó con necesidad en frente de todos y todas las presentes.  Jamás había experimentado tal angustia, al ver sellado a su esposo, sintió que la vida misma se le había ido.  No dejó de besarlo ni un momento, hasta que alguien aclarándose la garganta, los interrumpió.

 

−      ¿Pero qué carajos está pasando? - gritó sumamente alterada Moroha por la escena.

 

−      Lo mejor es que regresen al palacio y allí hablen, Jaken y yo nos encargaremos de este lugar, junto con Kohaku y los exterminadores - comentó Shippo quien estaba a sus espaldas.

 

−      Cuenten con nosotros - expresó Kohaku más tranquilo al ver que el señor Sesshoumaru se había calmado.

 

−      Te lo encargo - expresó Sesshoumaru quién cargaba a Inuyasha y salió volando.

 

−      Kirara, ve con ellas- ordenó Kohaku y la bestia se transformó para que las tres damas se subieran en su lomo.

 

Mientras iban volando, Inuyasha recostó su cabeza en el pecho de su esposo. Se sentía aliviado de estar en sus brazos.

 

−      ¿Te encuentras bien Inuyasha?

 

−      Sí, me encuentro bien, solo algo adormecido.

 

−      ¿Y los cachorros?- indagó con angustia en su voz.

 

−      Algo inquietos, pero están bien.

 

−      Perdóname, les prometí protegerlos y esto pasó…

 

−      Shhh, estamos bien, mejor cuéntame cuánto estuve sellado.

 

−      No lo sé con exactitud, cuando te vi sellado, perdí mi conciencia.

 

−      Tu forma yokai es más imponente, casi como nuestro padre.

 

−      Supongo que antes no había algo que quisiera proteger con tanto deseo.

 

−      Y… ¿Kagome?- preguntó preocupado de que su esposo la hubiera aniquilado.

 

−      Luego de sellarte, se hizo pedazos, estaba arrepentida - expresó para tranquilizar a su hermano.

 

−      ¿ Y sus restos? - preocupado- no quiero que pasemos de nuevo por esto - tocando su vientre-.

 

−      Shippo y Jaken se ocuparan, confía en su criterio.

 

−      ¿Sabes?... en el fondo siento que nos ayudó - suspirando.

 

−      ¿Lo dices por Moroha?

 

−      Si, siento que Kagome trató de protegernos y las llamó.

 

−      Cuando hablemos con ellas les preguntaremos - acariciándole el rostro- jamás imaginé que como yokai sintiera esto y pudiera decírtelo, pero cuando te vi sellado, me di cuenta de la verdadera desesperación y cuánto te amo.

−      Antes de quedar sellado, mi último pensamiento fuiste tú, en que quiero estar a tu lado - correspondió el menor con un leve beso.

 

Unos cuantos metros atrás, las tres mujeres miraban la cercanía de sus padres de una forma inquieta e incómoda. ¿Qué había acontecido en su ausencia?, ¿ por qué tenían aquella cercanía?, ¿ qué era lo que escondían?

Moroha movía su pierna con un tic de ansiedad, el cual, tenía también nerviosas a sus primas.

 

−      ¡Ya basta Moroha! - expresó irritada Setsuna.

 

−      ¿Cómo pides que me calme?, ¿también lo viste, no? que nuestros padres se besaban.

 

−      También lo vi, pero no quiero suponer cosas que no son - respondió la azabache.

 

−      ¿Por qué andas tan callada, Towa? - preguntó la menor.

 

−      Mmm… solo pensaba en… bueno…

 

−      Dilo- ordenó Setsuna.

 

−      En que se me hace extraño que Inuyasha esté tan gordo - rascándose la mejilla-

 

−      Si, también lo noté - afirmó la gemela.

 

−      Yo igual - comentó Moroha.

 

−      Esperemos, pero estemos abiertas a toda posibilidad - cerró Towa la conversación, pero en el fondo, percibía que era más complejo el asunto, porque la energía que percibía de Inuyasha, era de otro ser.

 

Después de cuatro días, lograron llegar al palacio.  La mayoría del tiempo, Inuyasha estuvo descansando en sus brazos.  Estaba preocupado por él y sus hijos, no sabía si luego del sello los había afectado, pero era de urgencia que Chiyako los revisara.  También estaba el hecho de que en algunas semanas, su esposo estaba programado para dar a luz, por lo cual, debía estar preparado.

Esperaba que sus hijas y sobrina, se comportaran a la altura de la situación, sino, debía retirarlas del  castillo… su esposo y sus nuevos cachorros eran su prioridad ahora. Cuando pisaron la entrada, Mikado y los sirvientes los recibieron con gusto, pero la yokai, con el cariño que ya le tenía a Inuyasha, reflejó preocupación en sus ojos.

 

−      ¡Por kami!, ¿el señor Inuyasha se encuentra bien? - observándolo en los brazos del lord.

 

−      Solo necesito descansar y….

 

−      ¿Y un jugo doble de leche y naranja? - preguntó risueña la mucama.

 

−      Si - expresó con júbilo.

 

−      Mikado, llama a Chiyako y organiza cuartos para nuestras invitadas.

 

−      De inmediato, amo - comentó la sirvienta al ver a las jóvenes.

 

−      ¡Espera Sesshoumaru! - exclamó Moroha- necesito saber qué está pasando, ahora.

 

−      Tu padre necesita descansar, en la noche hablaremos los cinco - respondió en forma de orden y continúo con su camino de llevar a su esposo a la recamara.

 

−      Sessho, no debes ser tan estricto con ellas, están confundidas- suspirando.

 

−      Deben reconocer que están en nuestros dominios, bajo nuestras normas y eso las incluye a todas.

 

−      ¿Crees que todo saldrá bien?- preocupado.

 

−      Saldrá como tenga que salir, ellas deberán aceptar nuestras decisiones, como nosotros aceptamos que se hubieran marchado.

 

−      Tienes razón… espero que lo comprendan de la mejor manera.

 

Luego de tomarse el jugo, vio como Inuyasha caía nuevamente a los brazos de Morfeo. Le acarició el vientre y sintió a sus hijos moverse levemente, en el fondo, sabía que sus cachorros le habían ayudado a proteger a Inuyasha mientras estaba sellado.

 

−      Bien hecho, hijos - susurró y sintió un fuerte movimiento que le sacó una sonrisa.

 

Escuchó los golpes en la puerta y cuando salió, vio que la demonia verde ya se encontraba dispuesta para la revisión.  No fue necesario despertar a Inuyasha para el chequeo, del cual, los cachorros salieron en óptimas condiciones.

 

−      Dos semanas, lord Sesshoumaru.

 

−      ¿Nacerán en dos semanas?

 

−      Así es, me quedaré ese tiempo en el palacio, si usted me lo permite, para organizar todo y evitar algún contratiempo.

 

−      Concedido - expresó el  mayor.

 

−      Ahora, déjeme revisar su ojo - dijo la mujer mientras Sesshoumaru se retiraba el parche-  veo que ha sanado, aunque la cicatriz quedará.

 

−      Puedo ver perfectamente y no me molesta la cicatriz, es un recordatorio - tocándose.

 

La demonia se marchó del recinto, dejando a la pareja sola, preparándose para lo que se avecinaba en la noche.

***

El menor, ante el olor del festín, no pudo evitar levantarse con hambre… pero esta se disipó cuando vio en el comedor a su hija y a sus sobrinas, la conversación que nunca quiso tener, llegó más pronto de lo que se esperaba.

Sintió la mano de Sesshoumaru bajo la mesa, sintiendo que este le brindaba de su cálida fortaleza… estaba decidido, lo entendieran o no, él seguiría con su esposo y con sus cachorros.

 

Moroha lo miraba molesta, Towa ansiosa y Setsuna… fría, sin duda era la que más se parecía a Sesshoumaru.

 

−      Tomaré la palabra, porque Sesshoumaru puede ser fuerte diciendo las cosas y queremos que todo quede claro - pronunció en un tono bastante serio, que también sorprendió al inuyokai- así que espero que no me interrumpan y al final hacen sus preguntas.

 

Las mujeres se miraron entre sí y asintieron, al parecer, el asunto era más complejo de lo que creían.

 

−      Cuando ustedes se marcharon, todos debimos continuar con nuestras vidas, ustedes lo hicieron y Sesshoumaru también, sin embargo, yo no pude - comentó con nostalgia- estaba perdido y no quería seguir viviendo, hasta que Sesshoumaru vino y me dio una segunda oportunidad, ayudando a supervisar estas tierras…  fue difícil, muy difícil comprender las normas yokai y sé que Setsuna y Towa lo comprenden porque tampoco quisieron someterse- expresó y vio como las gemelas asentían- por mi terquedad, hice algo que me puso en riesgo, a mí, a Sesshoumaru y a nuestro linaje, la única solución fue comprometernos como compañeros.

 

−      ¿Entonces estás con Sesshoumaru por obligación? - preguntó molesta Moroha.

 

−      No me interrumpas Moroha y no quiero reclamos morales - gruñó el hanyou-  al principio fue así, pero pasaron muchas cosas que cambiaron eso, una de esas razones, es esta - acariciando su vientre- estamos esperando dos cachorros, sus hermanos.

 

Un fuerte golpe se escuchó y todos vieron como Moroha caía desmayada por la sorpresa.  Entre Towa y Setsuna la auxiliaron, pero Sesshoumaru impidió que Inuyasha se levantara, aún había cosas por decir y no debían detenerse ahora.  Cuando Moroha después de tomar un vaso de agua se repuso, siguieron con la conversación, ahora un poco más incómoda.

 

−      Antes de que continúes- mencionó la albina- cuando Moroha intentó sacarte la flecha, sentimos una presión asfixiante… ¿eran los… cachorros? - preguntó con dificultad.

 

−      Así es - respondió Sesshoumaru.

 

−      ¿Cómo puede ser?, es decir, ¿cómo pueden ser tan fuertes sino han nacido?

 

−      Al parecer son yokai completos - respondió el daiyokai- por eso también hemos pasado por ataques, porque los demás demonios temen por el renacimiento del  linaje inuyokai.

 

−      Así que el único motivo por el que se juntaron, ¿fue por el egoísmo de traer de nuevo su linaje? - preguntó mordaz Setsuna.

 

−      No - dijo con frialdad- también porque mi yoki se vinculó con Inuyasha, y ustedes dos saben qué implica eso - expresó con seriedad mientras miraba a sus hijas, dándoles a entender que no abordaría más el tema ni daría explicaciones. Observó cómo sus hijas compartían miradas de asombro, mientras que la menor las miraba a ambas sin entender.

 

−      Tsk, ¿ eso qué significa?- preguntó Moroha

 

−      Significa, que por toda la existencia ese demonio sólo podrá considerar a su vínculo, incluso, después de la muerte - explicó Towa a su prima.

 

−      Ahh… - pensativa- ¿es decir que Sesshoumaru amará por toda su existencia a mi padre? - preguntó a Towa.

 

−      Si - respondió Sesshoumaru- les estamos revelando la verdad, pero eso no implica que necesitemos su aprobación - dijo con algo de recelo.

 

−      Sesshoumaru - riñó Inuyasha- no seas tan duro con ellas - negando con la cabeza- queremos que ustedes compartan nuestra felicidad, así como nosotros respetamos su decisión de marcharse a la época actual, les pedimos que respeten también la nuestra y si es posible, compartirla - expresó sereno Inuyasha- necesitaremos de su ayuda, no tanto por los cachorros, sino por las cosas que se pueden avecinar y una de ellas, es que debemos proclamar las tierras del sur como nuestras - dijo con firmeza- acabaremos con el reino de ese maldito yokai que casi nos destruye - gruñó.

 

−      Tal como dice Inuyasha, tenemos cosas más complejas, el nacimiento de SUS HERMANOS - hizo hincapié en la palabra-, dominar las tierras del Sur y mantener el control sobre las del Este y el Oeste.  Ojalá se quedaran y pudieran participar, pero sino, no olviden que este siempre será su hogar - expresó con sinceridad mientras sentía la mano de Inuyasha sobre la suya, al parecer, había manifestado bien sus palabras.

 

−      Lo siento pa, es solo que…  creí que amarías por siempre a mamá - dijo algo apenada Moroha.

 

−      Y siempre lo haré- sonrió con calidez Inuyasha- Kagome fue parte importante en mi vida y nunca la olvidaré, juntos te trajimos al mundo y verte siempre me traerá su recuerdo… pero la vida debe continuar, y sabes que la vida de los humanos es un suspiro al lado de nuestro linaje… también ustedes lo vivirán, ver partir a los seres humanos que quieren, pero tener que seguir existiendo por ellos y su recuerdo - les dijo a las mujeres presentes.

 

Yo me quedaré un tiempo para apoyarte, pa - expresó la menor mientras iba y abrazaba con cuidado a su padre- ¿pero no tendré que cambiar pañales o 


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