El cielo nocturno se veía hermoso, Manjiro veía por su ventana, estaba aburrido.
-Mani deberás dormir, mañana no querrás despertarte - reprendió Emma
-Nee, no tengo sueño- soltó un suspiro, su cuerpo se sentía raro, estaba nervioso como si algo cambiaría el día de mañana, la ansiedad que le daba dormir en ese instante, no podía explicarlo pero se tía que una vez que se durmiera todo iba a cambiar drásticamente.
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~Si fuera un chico, también te protegeria~ abrió sus ojos, se vio a el decir esas palabras, pero en ese sueño era una chica, miro sus manos como si fuera algo completamente nuevo, como si su deseo se volviera realidad.
Esos ojos azules brillaron ante sus palabras, se sentó en la cama con el azul de esos ojos en su cabeza, inconscientemente miro la ventana, el azul del cielo era muy opaco a comparación de los ojos que había soñado.
La puerta se abrió dando paso a un chico de su edad -Hina, ya despierta.... Las palabras quedaron en los labios del recién llegado, cruzo sus brazos -Es un milagro encontrarte despierto a esta hora.
Hinata tomo la almohada de su cama para aventarla a Naoto, su hermano mayor -Cállate Idiota- gruño al levantarse, rasco su panza para pasar al baño.
En el cuarto de aseo había un espejo a cuerpo completo, Hinata se miro en el, su cabello castaño cobrizo era corto, sus ojos color miel, se mantenía en forma y su altura superaba el 1.70.
A diferencia de su género y altura, si se parecía a la chica de sus sueños, no recordaba el rostro del dueño/a de los ojos azules, solo el brillante trébol.
Su cuerpo sintió un escalofrío, algo grande pasaría el día de hoy y eso lo tiene nervioso.
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Ryuguji paso por Manjiro a su casa como todas las mañanas, saludo al abuelo Sano que regaba el jardín.
Shinshiro tenía un delantal mientras acomodaba la mesa -Aun no despierta - informo el Sano mayor mirando al joven rubio
Emma entro en el comedor molesta, se dejó caer en la silla cruzando sus brazos -Yo no despertaré a ese idiota- se quejo -Que lo haga Izana.
Shinshiro se río poniendo el último plato en la mesa -Izana se fue temprano está mañana - rio
Ken nego con la cabeza, el idiota de Manjiro siempre era una odisea despertarlo en las mañanas.
-Yo lo hago- dijo pasando al cuarto del rubio, sin tocar entro encontrando al Sano despierto mirando el techo.
Aún no se alistaba pero estaba despierto, lo cual era sorprendente para Ken -Porque no te has alistado si estás despierto- hablo el alto
-Nee Kenchi no sientes como si algo fuera a pasar- pregunto Manjiro sentándose en la cama, los ojos negros miraron a su amigo
El chico alto se sorprendió, desde el día anterior tenía esa sensación de que su vida cambiaría ese día, no era nervios pero su cuerpo sabía que abría un cambio.
-Tu también sientes - afirmó Ken -Sea lo que sea, estaremos juntos, cámbiate que se nos hace tarde.
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Pero ellos no fueron los únicos Kazutora, Mitsuya, Hakkai, Chifuyu, Kakuchu, Izana, Baji, Kisaki, Shinshiro, Inui y Kokonoi lo sienten en su piel saben que ese día todo cambiará para ellos.
El primer contacto fue para Kisaki, no había dormido nada la noche anterior, esa angustia y ansiedad no lo dejaban dormir, por lo cual se le hizo tarde.
Tomo la mochila y los carteles de su presentación para correr a la escuela y no llegar tarde cuando chocó con alguien, los carteles salieron volando junto con sus lentes.
-Maldición-mascullo molesto, arrodillándose en el suelo, tanteando con sus manos en el suelo para buscar sus lentes
La persona con la que chico hablo -Lo siento no te vi- esa voz hizo sentir al moreno un escalofrío detuvo su vista intentando visualizar a la persona con la que chocó, aunque no lo distinguía más allá de una silueta, el joven recogió los carteles y los entrego a Kisaki, aquí en tuvo que ayudarlo a ponerse de pie.
-Aqui están tus lentes- dijo colocándolos en las manos de Kisaki -De nuevo disculpa- hablo a un aturdido moreno para marcharse, saliendo del trance coloco sus le tes con prisa pero solo vio el cabello negro y la espalda del chico alejarse
-Kisaki estás bien- pregunto alguien tocando su espalda, el Tetta miro a su amigo
Hanma se asustó tomo los hombros de Kisaki -¿Que pasa?- pregunto los ojos del Tetta derramaban lágrimas de forma inconsciente.
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Kazutora llegó tarde como siempre mira aun joven parado en pasillo intentando leer el tablero que muestra el campus completo.
-¿Perdido?- pregunta para pasar a burlarse, pero las palabras se atoran en su garganta al ver que el chico de negros y rosados cabellos voltea a verlo, sus ojos, esos ojos azul intenso, el escalofrío recorre su cuerpo y se ve a el mismo detrás de un cristal donde esos ojos lo ven con pena.
-Si- escucha a lo lejos
-¿Que?- dice aturdido acaba de regresar de un tiempo diferente y el chico frente a el lo mira curioso con una sonrisa
-Si, estoy perdido - sonríe y la calidez llena el pecho de Kazutora, siente que alguien que no sabe que se había ido a regresado -Yo...yo te puedo guiar -Tartamudea -¿A dónde vas?
El chico de bonitos ojos mira la hoja en su mano -Voy al aula 124 en la clase de Mate- responde con un puchero ante la primera clase que tomara
El Hanemiya acompaña al chico a su salón, el pelinegro sonríe en agradecimiento antes de adentrarse.
Y es entonces que Kazutora gime en molestia no le ha preguntado su nombre.
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Manjiro está en su salón está nervioso su pie se mueve constantemente, no puede mantenerlo quiero, no está prestando atención en la clase, nunca entra a la primera clase pero la sensación de que debe estar ahí la siente en su cuerpo.
El sonido del golpe en la puerta lo alerta, pero no solo a él, Ken, Inui, Baji y Mitsuya miran con atención la puerta.
-Llegas tarde- reprende el profesor, una risa, un murmullo y la voz del profesor se escuchó de nuevo -Entra, preséntate y busca un asiento.
El mundo se detuvo, el jadeo salió de la boca de todos haciendo sonrojar al recién llegado.
El chico que entró era de piel blanca, cabello negro y rizado pero lo que más resaltaba eran sus ojos, un azul intenso, tan intenso como el mar mismo.
-Hola - saludo con timidez -Mi nombre es Hanagaki Takemichi un gusto.
De los labios de al menos 5 personas salió un nombre -Takemitchy-
El cuerpo del recién llegado tembló y los ojos se aguadaron, sonrió, como si hubiera llegado a casa.