Acababa de cumplir 8 años cuando mi madre Adelaida se acababa de divorciar de mi padre, recuerdo que nos mudamos a un pequeño pueblo cuyo centro contaba con la plaza y una cancha donde los niños se reunían a jugar, varios almacenes que eran la locura de los adolescentes, una escuela que tenía desde el pre escolar hasta el instituto, varios templos, dos hospitales, la alcaldía y el mercado que era la el centro de las negociaciones, sus alrededores estaban rodeados de montañas, más que todo parecía una villa, eso sí bastante grande y poblada.
Mi madre y yo habíamos llegado hace apenas tres días, el nuevo barrio era bastante tranquilo un lugar muy rural, mi madre me dijo que aquí empezaríamos de nuevo y estaba empezando a creerlo.
Hasta el momento teníamos cinco tartas diferentes en el refrigerador, los vecinos eran muy amables y nuestra llegada parece que llamo bastante la atención, había visto a varios chicos pasar por nuestra casa con balones o en bicicletas aunque hubo uno que me llamo la atención, era un chico delgado, de cabello negro, lo había visto desde mi ventana montando bicicleta al medio día, con el mismo calor demoniaco, aunque a él parecía no importarle, tal vez porque ya estaba acostumbrado al clima del lugar.
Como sea me faltaba una semana para entrar a la escuela y seguro allí habría más chicos de mi edad con los cuales esperaba llevarme bien, no, definitivamente me llevaría bien, tenía que ser positivo como decía mi madre: “Esta era una nueva vida”.
Ese día me levante un poco nervioso mi madre me llevaría a la escuela para terminar mi proceso de inscripción , fue impresionante más que una escuela parecía un campus universitario de esos que aparecían en las películas , fue un poco incómodo, todos se nos quedaban mirando por donde quiera que pasábamos, ya me había dicho que iba a ser más alegre y amistoso pero me sentí un poco cohibido esperaba no me pasara esto cuando entrara a clases tenía que dejar de ser tan tímido en ese entonces yo quería ser como todos los demás, poder hablar sin titubear, ni tener miedo, en pocas palabras, poder encajar.
Después de la escuela fuimos a un McDonald's mi mamá seguía muy emocionada, cada cosa le parecía lo máximo yo estaba un poco agotado, pero antes de volver a casa pasaríamos por donde uno de los vecinos, según mamá tenía un hijo casi de mi edad, quería que lo conociera porque sería quien me acompañaría a la escuela, como esta nos quedaba cerca, ella me permitirá ir en bicicleta con este nuevo amigo, ¿en qué momento conoció a su familia e hizo todos estos planes? ni idea, pero sin duda alguna mi madre cada día me sorprendía más se había vuelto en ese mes una mujer súper independiente y brillante nada que ver con la mujer gris que siempre había sido hasta el momento.
Los Olsen tenían una casa muy bonita muy parecida a la nuestra pero más grande y elegante a mí parecer.
Después de arreglarse el vestido y acomodar mi cabello finalmente mi madre toco la puerta, abrió una señora alta, rubia, muy linda parecida a una de esas muñeca de porcelana que tenía mi abuela en su casa, realmente hermosa.
-¡Hay por Dios Adelaida! – Saludo muy alegre la señora a mi madre!
-¡Beck, cariño!, tanto tiempo
-¡Hay no! hace años que no oía ese apodo, no puedo creer que estés aquí, en mi casa.
-Yo soy la que no puede creerlo, mira, mira te presento a mi hijo Peter
-Santo cielo que guapo, eres el vivo retrato de tu madre tesoro que nadie te diga lo contrario- Me dijo la señora Olsen de rodillas frente a mi lo cual me hizo sonrojar, de cerca era más bonita.
-Gracias – Fue todo lo que pude decir
-¡Hay Dios! – Exclamo encantada la señora Olsen viendo cómo me sonrojaba hasta las orejas- Cuantos años dices que tiene.
- Ocho años – Contesto mi madre poniendo sus manos en mis hombros.
- Dios que desgracia si mi Jimmy tuviera dos años menos podrían ir en el mismo grado, incluso hasta en el mismo salón, lo imaginas igual que nosotras.
Ya veo, así que esta señora y mi mamá se conocen de sus épocas de escuela.
-No digas tanto Beck, recuerdas cuando prometimos que nuestros hijos se casarían.
-Hay Dios, solo éramos unas adolescentes, nunca se nos pasó por la cabeza que ambas íbamos a tener hijos varones Jajajaja- Estallaron ambas mujeres en risas
Ya en este punto de la conversación me sentía como mosco en leche.
-Tenemos tanto que ponernos al día, así es, ¡ah! – Se detuvo de pronto la señora Olsen percatándose por fin que aún seguía con ellas – Querido si vas por ese pasillo al final encontraras el jardín trasero, allí está mi hijo Jimmy, seguro que ustedes dos se llevaran súper bien.
¿Eh? Acaso quiere que valla y me presente yo mismo, de solo pensarlo me sudan las manos, pero al ver a mi madre en busca de ayuda esta solo me mira con una gran sonrisa como alentándome, bueno yo suponía que si mi madre podía , yo también debía dar mi mejor esfuerzo.
-Permiso – Me trague el nerviosismo y fui a la puerta que me indicaron mientras escuchaba decir a la señora Olsen lo majo que era entre otros cumplidos que me hacían sonrojar en mi camino, a medida que me alejaba dejaba de escucharlas y solo me quedaba mi nerviosismo, cuando llegue a la puerta que da al patio, lo pensé un buen rato antes de entrar, pero reuní el valor necesario y con el corazón martillándome entre, es decir, que es lo peor que podría pasar “ que le caigas mal a ese chico” me decía mi subconsciente pero tengo que ser positivo, esta es una nueva vida, voy a cambiar, voy a cambiar y con ese mantra vi a Jimmy, el hijo de la señora Olsen estaba sentado en una mecedora con un libro en las manos , aunque no lo estaba leyendo solo parecía estar allí sentado viendo por largo, me acerco hasta quedar parado a su lado entonces el voltea a verme.
A decir verdad, nunca había conocido a nadie con ojos bicolor, nunca, me le debí quedar viendo muy raro porque después de unos segundo de repararme frunció el ceño y siguió viendo hacia adelante, decir que estaba apenado era poco, debí haber dicho algo como ¿hola? o ¿qué bonitos ojos? ¡No, que idiota! Que idiota , de alguna manera siento que lo eche todo a perder, el corazón me latía a mil, me sudaban las manos y seguí allí parado como un idiota, solo mirándole , cuando me di cuenta de esto de inmediato aparte mi vista hacia el frente, hacia los árboles, las flores, la cerca, a cualquier lugar menos hacia él y entonces lo vi , había un pequeño gatito atrapado en una madeja de alambres, por estar nervioso no me había percatado de sus maullidos de inmediato corrí para ayudarlo .
-¡Hay! – No pensé que el animalejo me fuera a aruñar, pero eso no me detuvo después de forcejear un buen rato con el pequeño finalmente logre sacarlo aunque el gusto me duro poco cuando sentí a Jimmy quitármelo de las manos y estrellar la cabeza del gato contra el suelo mientras con una piedra empezó a golpearlo en la cabeza , decir que no sabía lo que estaba pasando fue poco , era algo surreal, cuando la sangre empezó a brotar y la cara del gato empezó a perder formar fue una locura finalmente hubo un extraño sonido de algo quebrándose y pude ver como os ojos del gato parecían haber estallado y su cerebro empezar a pegarse en la piedra, en ese instante me sentí fuera de mi cuerpo podía sentirme correr pero no sabía hacia donde lo único que podía ver era los maullidos y la sangre del gato, lo siguiente que supe era que estaba llorando con las manos en la boca frente a las señora Olsen y mamá, ambas se veían extrañadas.
-Cariño, estas bien ¿Qué sucede?
Cuando iba a responder la pregunta de mi madre lo único que salió de mi boca fue vómito, un sentimiento nauseabundo que salía desde el fondo de mi estómago hasta mi garganta y que no podía detener pude sentir la comida licuada salir por mi boca y mi nariz, la señora Olsen y mi madre se veían aterrorizadas, pero yo simplemente no podía parar hasta que sentí que no podía respirar y me desmaye.