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El Dragón del Este (re-subido y re-editado) por Cat_GameO

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Capítulo trece


Amor


 


Lo primero que noté en los alrededores de la calle era que había algunos vidrios rotos y dos coches que sonaban con las alarmas. Además, había un par de vecinos del edificio departamental donde Blake vivía. Estacioné el auto enfrente de la entrada y me bajé. Un hombre del grupo cercano se acercó a mí y mostró un rostro fácil de intuir como consternación. Era un sujeto mayor, de unos sesenta años tal vez, pues tenía canas en el cabello castaño. Traía una bata de noche de rayas y su semblante de preocupación me pareció un poco exagerado.


—Buenas noches, jovencito —habló el hombre—, eres tú el que visita muy seguido el apartamento de John, ¿cierto?


Mi reacción fue aguardar. Ni siquiera afirmé con la cabeza. Nunca había visto a este hombre, pero creía que vivía en alguno de los departamentos que quedaban en la pasada hacia la casa de Blake. No le di mucha importancia, ya que el hombre había estado junto a los otros que sí reconocía como vecinos.


—Será mejor que tengas cuidado. Hace unos minutos hubo un robo en las cercanías. Pasa buena noche.


Acepté las palabras del hombre y repliqué con un simple ‘buena noche’; empero, proseguí al interior sin hacer mucho caso al mensaje del vecino. Por fortuna, la entrada principal no estaba bloqueada como de costumbre así que continué. Subí las escaleras y llegué a la puerta del apartamento de Blake. Detuve los pasos y noté algo peculiar. La puerta tenía la cerradura forzada, entonces supuse que habían desactivado el sistema de seguridad interno que se programaba de manera automática.


Antes de entrar, decidí marcar el número de Blake con el teléfono de modelo antiguo. De pronto, escuché un timbre en el interior del domicilio. El teléfono del tono de llamada anticuado sobaba una y otra vez, pero no había respuesta. Colgué y suspiré. ¿Qué ocurría? Había enviado un mensaje previamente a Blake y él había aceptado vernos. Incluso había terminado temprano el encuentro con Cal por lo que había llegado un poco antes de la hora acordada.


De modo inseguro, moví la puerta y ésta se abrió con lentitud. ¿Por qué estaba así? Entré y cerré la puerta detrás de mí, aunque sin capacidad de asegurarla. ¡Por todos los cielos! El sitio estaba hecho un caos. La mesa de centro de la sala estaba destruida, los sillones estaban tumbados hacia atrás y había claras perforaciones de balas. La cocina estaba llena de vidrios de vajillas rotas y botellas de licor.


Di unos pasos en torno a la barra y encontré un detalle inusual. Había un candelabro barato de tres velas en el centro de la barra, un par de platos rotos, una cacerola en el suelo con una pasta regada y pisada. También encontré unas copas de vino rotas y una botella de vino tinto acostada junto a los platos que todavía se mantenía intacta. En la esquina derecha estaba el teléfono celular de modelo antiguo que Blake usaba para contactarse conmigo. ¿Qué mierda había pasado aquí?


Me dirigí a toda prisa hasta la habitación de Blake. El único pensamiento era no encontrar un cadáver. Abrí la puerta que también estaba marcada por cinco hoyos de bala y me adentré al cuarto. La cama estaba desatendida y había una mancha de sangre cerca de la cajonera de ropa al pie de la misma. Caminé hacia el rastro de sangre; no era muy grande… Me incliné y usé la mano para tocar el líquido fresco. ¿Dónde estaba Blake?


Sentí una presión en el pecho, como una especie de consternación. ¿Por qué había pasado esto? Miré el mueble y encontré que el cajón superior estaba abierto. Busqué en el interior, pero sólo había ropa blanca.


—Blake —susurré con miedo—, ¿dónde estás?


Sin previo aviso, un sonido provino de la cama. Era como si algo vibrara con fuerza. Di unos pasos hasta la cama y encontré un celular de modelo actual; éste mostraba una llamada entrante de un número de nueve ceros y un uno al final. Titubeé por unos segundos, pues este era el móvil personal de la oficina de Blake. Si respondía, pondría en riesgo el trabajo de él y, tal vez, encontraría problemas para mi gente. La llamada cesó y, unos segundos después, un mensaje apareció en la pantalla. Mi piel se estremeció y sentí como todos mis poros se hincharon. Era un mensaje dirigido a mí. “Contesta, amante”, leí en mi mente.


Miré la ventana adornada con cortinas blancas, luego la sala y por último el clóset. Abrí la puerta del clóset, pero no había nadie. Nuevamente el teléfono comenzó a vibrar y ese número extraño apareció. ¿Alguien de la agencia de Blake había hecho esto? Pero, analicé con rapidez, no tendría sentido que la propia organización del gobierno se deshiciera de Blake por una relación como la nuestra. A menos de que Blake hubiera encontrado algo sumamente confidencial y ahora ellos tenían miedo de que él pudiera haber revelado algo y que me hubiera contado algún secreto a mí.


Salí de la habitación. Tenía que buscar algún tipo de pista. Sin embargo, detuve el andar en la sala. ¡Mierda, mierda, mierda! Si el mismo gobierno había hecho esto, entonces ellos podrían deshacerse de mí también. Intenté sacar el teléfono al llevar mi mano hasta la chaqueta; empero, sentí un estruendo acompañado de un objeto duro y caliente que perforó mi hombro. Era una bala de algún tipo de rifle de asalto. Caí al suelo, ignoré el dolor y me cubrí detrás del sillón más cercano.


Ahora sabía que una de las ventanas estaba abierta o rota y que el estruendo que había movido mi cuerpo provenía de algún edificio cercano. Era probable que algún francotirador me acechaba. ¡Maldita sea! Tenía que salir de allí cuanto antes. Pero, si me movía, recibiría unas cuantas balas más. Aunque esta vez en el corazón o la cabeza. Además, no podía llamar a Charles, ya que existía la posibilidad que hubiera algún micrófono, cámaras y hasta un tipo de dispositivo de rastreo remoto para intervenir en las señales telefónicas.


Por unos segundos miré en dirección a la salida. El camino estaba muy desprotegido. Debido al silencio del arma, suponía que había sido modificada. Era obvio que nadie escucharía los balazos. Si me movía, yo quedaría como una víctima… un cadáver más de un simple accidente.


¿Había sido una trampa?, ¿o Blake estaba involucrado en esto? Contemplé la barra y acepté que era posible que Blake había preparado una cena romántica. Blake no era capaz de hacer algo así para dañarme. Eso era lo que me repetía para creer en nuestra relación. Debido al auto-convencimiento, acepté que había sido un idiota al haber desconfiado de él y de dudar de sus deseos.


Otra vez enfoqué la cabeza en la situación actual. Tenía que salir cuanto antes. El dolor en mi hombro izquierdo se había acrecentado, pero no era una prioridad detener el sangrado. Necesitaría un salto directo hasta la entrada, luego algún otro brinco acrobático para abandonar el apartamento y conseguir refugio. Además, la huída no se terminaba ahí. Al salir del edificio, ellos tendrían un blanco fácil y en el pequeño transcurso entre la puerta y el auto me aniquilarían. ¡Rayos! Hasta este momento comprendí que incluso aquello que habían dicho los vecinos sobre el supuesto robo parecía muy sospechoso. Del mismo modo, nunca había visto a ese hombre que se había acercado a mí en la entrada principal. “Será mejor que tengas cuidado”, repetí en la mente las palabras del hombre. ¿Había sido un mensaje en código?


Hice un intento y alcé un poco la cabeza. Sin embargo, me cubrí a toda prisa al escuchar otro impacto de bala en el cojín del sillón. Estaba atrapado… y los hijos de puta lo sabían… ¡Por eso no disparaban a discreción! Era como una especie de conejo encerrado en una jaula sin poder escabullirse. No tenía otra opción.


—Un par de balas más no me matarán —susurré para mí y sonreí. Luego saqué la pistola… Aguardé antes de actuar como un idiota y no me moví.


No, no era prudente. Volví a mirar la barra. Tendría más posibilidad si creaba una distracción. Bien, eso les daría. Gateé en el perímetro del sillón, luego me hinqué sin descuidar la cabeza para así saltar y rodar hasta detrás de la barra. Las balas se impactaron en el suelo, pared y parte de la barra. Afortunadamente, ninguna entró en mi cuerpo. Ahora llegar a la entrada sería un poco más difícil, claro, sin un encubrimiento. Me moví a toda prisa, tomé la botella de vino entera y saqué el encendedor. Lancé la botella rumbo a la entrada para estrellarla, después busqué en los cajones bajos de la cocina y encontré cinco botellas más. Menos mal que Blake gustaba del alcohol como yo. También las arrojé contra la pared de la salida. A continuación prendí el encendedor y dejé el seguro activo del gas para que la flama no se apagara.


Respiré de manera profunda. Había una posibilidad alta de que me mataran y otra, menos alta, de salir con vida de este sitio. Para lograrlo quizás tendría que aceptar un par de quemaduras o balas. Arrojé el encendedor en dirección a la entrada y escuché al fuego nacer con prontitud. Salí del escondite y corrí a toda prisa rumbo a las llamas que todavía se elevaban casi un metro. Servirían de distracción para esconder mi imagen. Salté el fuego y salí del apartamento con una embestida contra la puerta y el barandal de las escaleras. Había sentido otro balazo en el hombro izquierdo cerca de la espalda alta, mientras que una parte de la chaqueta arrojaba humo por el contacto con el fuego. Era una fortuna que no hubiera más quemaduras.


Me di cuenta de que la visión se nublaba y tenía que encontrar otra salida. Me acerqué con cautela hasta la escalera de bomberos de la parte trasera del edificio. Era mi mejor opción. Abrí la ventanilla de emergencia y conseguí dejar la construcción. Intenté bajar a toda prisa, pero el brazo izquierdo no respondió debido a las dos balas en el hombro. De pronto, caí directo sobre un cúmulo de bolsas de basura que amortiguaron el impacto. Me puse de pie sin perder tiempo y corrí por el callejón. Todavía me sentía vulnerable.


Al llegar a la calle principal, tomé un taxi y abordé el vehículo en la parte trasera. Suspiré con profundidad y le indiqué al taxista que condujera a toda prisa fuera del vecindario. El hombre obedeció. Pisó el acelerador y manejó en torno al bulevar más próximo. Finalmente, me relajé un poco.


Pude notar que la sangre ya había cubierto casi toda la parte superior izquierda de mis ropas y la manga de la chaqueta. Ignoré el dolor que punzaba y las nauseas debido a la pérdida de sangre. Mi mente se enfocó en Blake. ¿Estaba vivo?, ¿o lo habían matado ya? Cerré los ojos y sentí las lágrimas caer por el rostro. ¿De qué manera iba a contactar con él ahora?, ¿cómo aseguraría que saldría con vida de esta situación?, ¿qué podía hacer yo al respecto? Por unos minutos sollocé en silencio y me sentí impotente.


—Oye, chico, ¿estás bien? —la voz del taxista me regresó a la realidad. Miré el retrovisor y descubrí a un hombre de ojos azules claros y tez bronceada. Ya se veía de edad adulta—. ¿No quieres que te lleve al hospital? Hasta yo puedo ver la sangre.


Negué con la cabeza. Busqué el teléfono y me percaté de que mi cuerpo temblaba. Había perdido el celular durante el primer balazo y no lo había recogido de la sala del apartamento.


“Mierda”, pensé con desesperación.


—Lléveme al este de la ciudad, a la colonia Margaritas, por favor —mi voz salió con un poco de dificultad.


—Está bien —el chofer aceptó y tomó el camino hacia el bulevar Cóndor.


En el trayecto, hice un esfuerzo mayor por mantenerme despierto así que contemplé los edificios del exterior. Las heridas eran más profundas de lo que aceptaba y si las balas no eran retiradas en unas horas más, habría una infección y los tejidos del hombro perderían movilidad sin una reconstrucción correcta. Otra vez cerré los ojos y me cuestioné. ¿Había perdido a Blake para siempre?


—Chico, ya estamos aquí —sonó la voz del conductor.


—Al número quinientos setenta y cinco —ordené.


El taxi arribó frente a la casona de fachada blanca, aunque no pudo entrar por el camino de pavimento de piedras decorativas que conducía hasta el porche de la casa. Hice un esfuerzo al sacar un par de billetes de la cartera y pagar, luego bajé del carro y anduve con lentitud hacia la casa de Charles. Toqué la herida frontal del hombro para detener el sangrado y me detuve una vez quedé frente a la puerta elegante de color blanco que hacía juego con el resto de la casa.


Toqué el timbre y aguardé unos minutos. La puerta fue abierta. Charles y Charlie me recibieron. Ambos me ayudaron a entrar y me bombardearon con preguntas.


—¿Dónde está tu auto, jefe? —preguntó Charlie


—¿Heath, qué mierda pasó? —dudó Charles.


A toda prisa, fui sentado en el sillón y sentí la respiración agitada. Cerré los ojos y dejé que ambos retiraran la chaqueta y rompieran la playera desde la manga. En realidad no recuerdo qué tanto decían los dos, pero sabía que poco a poco mis sentidos se apagaban. También era consciente que mi cuerpo era invadido por un frío inusual causado por la anemia de las heridas, así que creo que comencé a alucinar.


 


***


 


La alucinación inició de una forma bizarra, puesto que al abrir los ojos vi una habitación espaciosa. Era como una sala con sillones elegantes de un color rojo oscuro. La sala tenía una elevación que conducía a un área frente a unos ventanales y un piano. Cuando me puse de pie, sentí una punzada leve de dolor en el hombro, a pesar de que no había sangre. Asimismo, portaba ropajes blancos de telas frescas. Proseguí por la sala y me pareció agradable la luz que entraba por los ventanales. Éstos permitían ver un jardín bellísimo y una piscina. Las paredes blancas causaban una iluminación espectacular y hacía que los cuadros en las paredes resaltaran. Las pinturas parecían de dragones y otros monstruos mitológicos.


Caminé por la elevación y contemplé el exterior. En este instante descubrí a tres personas en el jardín. El primero era un hombre alto de cabello rubio-cenizo y largo hasta los hombros. Estaba de espaldas y vestía una playera blanca y unos pantalones color café. Junto a él se encontraba un niño de cabello negro y corto, de tez pálida, que también estaba de espaldas. Él portaba unas bermudas y una playera blanca. Cerca de la piscina estaba otro niño de cabello largo y rubio-cenizo muy claro. Él sí miraba hacia el interior, así que pude notar sus ojos de color verde cristalino, su rostro era en exceso agraciado y femenino y su tez demasiado pálida como la mía. Ese niño también portaba ropajes como el otro, casi como si estuvieran uniformados.


De pronto, el niño rubio levantó el brazo y ondeó la mano como en un saludo. Sonreía y sus movimientos eran acompañados por un eco que aparecía distorsionado como si estuviéramos bajo el agua. Apenas percibía las palabras del eco y podía distinguir una en específico: ‘papá’.


Cerré los ojos y sentí que caía por una especie de pozo, hasta que alcancé algo suave que chocaba contra mi espalda. Abrí los ojos y encontré un techo blanco con un abanico prendido. Me incorporé y el dolor llegó como un estruendo en el hombro izquierdo y el pecho. Ya no traía las ropas casuales. Ahora había un vendaje en mi torso, hombro y brazo derecho, y sólo portaba ropa interior. Supuse que Charles y Charlie habían llamado a nuestro doctor de cabecera para sacar las balas y reconstruir tejidos y me habían dejado en una habitación de la casa.


La puerta de la derecha se abrió y Charles apareció con una charola llena de alimentos. Se acercó a la cama y colocó la charola sobre una especie de mesa de cama que acomodó frente a mí.


—Come —Charles habló con seriedad—, necesitas reponer fuerzas.


Acepté las palabras de Charles y tomé el pan tostado para comenzar a ingerir alimentos. El silencio fue abrumador, pues no sabía cómo explicar los últimos acontecimientos.


—Heath —por fortuna, Charles rompió la quietud—, me vas a contar todo, te guste o no. ¿Qué mierda pasó?


—Fui a casa de John… —Claro, a nadie le había revelado el nombre real de Blake así que todavía usaba su apodo para hablar sobre él con Charles—. Y…


—¿Y? —vi que Charles se sentó en la cama y me encaró.


Agaché el rostro. Si decía lo qué había ocurrido, entonces revelaría demasiado del trabajo de Blake… y Charles era muy bueno para las deducciones. Sin embargo, sentía una desesperación, ya que deseaba saber si Blake seguía con vida. Levanté la cabeza y miré la entrada de la habitación. Charles volteó hacia el mismo punto. Se puso de pie, llegó a la entrada, cerró la puerta y regresó a la cama.


—Creo que los jefes de John lo ven como una amenaza y saben de mi relación con él —inicié la revelación—. Cuando llegué al edificio departamental, noté algunas cosas extrañas. Pero… cuando entré a su apartamento… —Suspiré y miré de frente a Charles. —Todo estaba destruido. No había ningún cuerpo… sólo un rastro de sangre pequeño en la habitación y sus dos teléfonos. Su teléfono personal, el que usa para el trabajo, sonó y, como no contesté, enviaron un mensaje. Decía: ‘contesta, amante’. No me odies, Charles, pero… ¿qué más podía hacer? John…es para mí muy importante.


—¿Sus jefes te dispararon?


—No lo sé. Al regresar a la sala me dispararon una vez y caí detrás de un sillón que me sirvió como barricada. Me tomó mucho tiempo salir de ahí y no pude regresar por el auto. Quizá hasta se deshicieron de él. Pero… —Agaché el rostro y me percaté de que mis ojos se llenaron de lágrimas. Proseguí con un tono quebradizo—: pero… quiero creer que él está con vida.


Por unos minutos no hubo respuesta por parte de Charles. Se levantó y escuché que dio unos pasos de aquí para allá, luego se quedó parado al pie de la cama.


Por mi parte, yo comprendía que mi relación con Blake debía terminar por completo. Si intentaba buscarlo, metería al grupo a un campo que nos destruiría como narcotraficantes y que acabaría con la vida de absolutamente todos. Ni aunque ahora tuviera cierto poder, jamás sería capaz de oponerme y enfrentar al grupo de personas más poderoso del planeta; la esfera política.


—Heath —Charles pronunció con un suspiro hondo—, si los jefes de John quisieran matarte, entonces lo hubieran hecho ayer por la noche. Tal vez te dejaron con vida porque, por ahora, eres de valor. Nuestra organización tiene un uso para ellos. Sin embargo, no seguirá siendo así si tú no cortas relación con ese hombre.


Comencé a llorar en silencio. Usé la mano derecha para cubrir mi rostro. Ni el dolor físico era capaz de contrarrestar la opresión que se incrustaba en mi pecho. Dolía tanto aceptar que la relación con él había llegado al final. Y yo, de iluso, había alimentado las fantasías del futuro junto a él.


—Heath —Charles volvió a hablar—, dime algo.


Calmé el llanto, pero fui incapaz de contemplar a Charles.


—Dime… —Charles caminó de vuelta a la cama y se sentó. Lo percibí por el colchón al moverse un poco. —Se honesto. —Tocó mi rostro y lo levantó con cautela. —Anda, responde, ¿realmente amas a ese hombre? ¿Realmente deseas construir un futuro junto a él?, ¿estás seguro de que él vale la pena el sacrificio y el peligro que representa la relación?


Otra vez las lágrimas cayeron por mis mejillas y cerré los ojos para dejar de ver a Charles. Asentí con suavidad y dejé a mi voz salir. En verdad tenía pavor de tan sólo pensar que Blake pudiera estar muerto o tan siquiera visualizar los horrores por los que debía pasar en estos momentos. Aunque había estado en exceso molesto con él por las pocas acciones afectivas, ahora era claro que para él lo nuestro no había sido como algo pasajero. Analizaba a toda prisa. Charles tenía razón, sobre el tipo de función que yo tenía para los jefes de Blake. Y, tal vez, por eso no me habían matado ni perseguido. No era capaz de comprender del todo las cosas, y suponía que Blake había tenido que ver en esto.


—Ya, entiendo. —Charles soltó mi rostro, pero no se movió de su sitio. Agregó—: entonces sí lo amas. Sin embargo, tú no estás seguro de que él podrá responder igual. Voy a ser lo más honesto posible, ¿de acuerdo?


Contemplé a Charles con duda, pero no repliqué. Las lágrimas todavía rondaban por mi rostro, aunque mis lamentos ya no se hacían presente.


—Si tú decidieras ayudarlo, correríamos un riesgo que podría acabar con la organización. Para lograrlo, podríamos llegar a un acuerdo y hacer algunos pactos que nos dejarían muy vulnerables ante el gobierno. Imagina que consiguiéramos información respecto a John y supiéramos que está bien y que puede seguir con su vida una vez nosotros hagamos pactos con sus jefes. Al haber hecho esto, nuestro grupo sería la perra del gobierno. Seríamos la primera organización en caer ante cualquier conflicto que no fuera conveniente para los que controlan al país. En este panorama, pelearíamos contra nuestros enemigos usuales, contra las fuerzas armadas, los grupos secretos y de más hijos de puta que el gobierno controla. Claro, al hacer todo esto, John estaría sano y salvo. Aunque, después de que hayamos salvado su pellejo, imagina esto. Quiero que hagas un análisis lógico, honesto y profundo. Imagina que ante su libertad, John decidiera dejarte. No sé, Heath, no puedo asegurar que así será. Pero imagina esta posibilidad… que es una de las peores de todas para ti. ¿Qué harías?


La primera palabra que llegó a mi mente fue ‘nada’. Sin embargo, unos segundos después pensé en la venganza. Una parte de mí no aceptaría que para Blake yo sólo había sido un amante más y sin un valor superior al del placer de tener una relación sexual sin ataduras.


—¿Vengarte? —Charles continuó—, ¿lo buscarías para luego matarlo?


—Esa fue la segunda opción que pensé —revelé como en un trance sin comprender del todo el objetivo de la explicación de Charles.


—¿La segunda?, ¿y la primera?


—Nada.


—¿Cómo nada? Explícate, por favor.


—Sí, la primera palabra que pensé fue ‘nada’. No haría nada contra él, Charles. Si obtuviera su libertad y decidiera irse, rehacer su vida lejos de mi, entonces que lo haga. Él es libre de elegir lo que desea. No es un objeto de mi propiedad.


Charles sonrió como un padre orgulloso y tocó mi mano con suavidad.


—Ya veo, eso quiere decir que sí lo amas, Heath. Aunque una parte de ti todavía considera los deseos como líder del narcotráfico… Es normal, esa parte de la venganza es una que no podemos ignorar en este oficio. Si es así, por lo tanto… podemos ayudarle.


No pude evitar volver a sollozar, pero esta vez no escondí mi rostro y sólo lloriqueé como un niño pequeño. Charles estaba aquí, junto a mí, hablando de algo que yo había creído imposible de plantear. Sin importar el daño que causaría a mi grupo y la cadena que estaba a punto de poner sobre el cuello de todos mis hombres, me sentía lleno de energía y de una extraña libertad. Era como si alguien hubiera retirado una roca de algún costal invisible que cargaba constantemente. Y, lo peor del caso, Charles me apoyaría.


—Tranquilo —susurró Charles—, ya, no llores. No te voy a abandonar en algo así de importante y valioso para ti. Y de cualquier manera encontraremos la forma para volver a liberar al grupo del comando de ellos. Así que no llores más. Come, por favor. Y descansa. Ah, cierto… —Charles sacó dos teléfonos de su bolsillo de la camisa que portaba, luego los colocó en el buró junto a la cama. —Te dejaré esto aquí. Por mi cuenta, jefe, yo voy a comenzar las investigaciones. Primero necesitaremos información para asegurar que siga con vida. Por ahora descansa. Ya hablé con Princesa sobre su cumpleaños y me dijo que te perdonará si le envías un regalo caro y bonito en las próximas semanas. También mantendré la investigación respecto a Rhys Connor y vendré a informarte de lo que sea necesario. Diane o Charlie vendrán por la charola de comida en una media hora, así que no te agobies más.


—G-Gracias —repuse como un niño pequeño lleno de felicidad, como si hubiera recibido el mejor regalo de toda la vida.


Charles se levantó y salió de la habitación al cerrar la puerta. A pesar de que no tenía mucho apetito, decidí comer un poco. Luego, una vez que Diane recogió la charola de alimentos y retiró la mesa de cama, regresé la cabeza a la almohada, cerré los ojos y me quedé profundamente dormido.


Hasta que hubo un sonido pequeño en la habitación, desperté. Hice caso omiso de la oscuridad en el sitio. Moví el cuerpo con cuidado y tomé los dos celulares. Uno era mi nuevo teléfono personal que Charles había restaurado junto a mi número usual. Tenía algunos mensajes de mis camaradas más cercanos. Todos eran mensajes de buenos deseos. Supuse que Charles había informado de algún tipo de accidente y había inventado algo creíble para no preocupar al resto del grupo ni revelar información. Empero, noté que mi teléfono tenía el ícono de silencio en la parte superior, entonces el sonido no había provenido de éste.


Por unos minutos no hice nada. Se suponía que Blake era el único que me contactaba al móvil de modelo antiguo… Sin embargo, se suponía que la forma de comunicarnos con el otro teléfono que él había mantenido en su posesión estaba descartada. Así que me armé de valor y miré la pantalla pequeña del celular. Había un ícono de un sobre sin abrir; era para indicar un mensaje sin leer. Suspiré y presioné el botón con el símbolo de ‘OK’ y abrí la aplicación. Lo primero que noté fue que en realidad había dos mensajes extras al resto, pero uno ya había sido leído. Así mismo, ambos provenían de distintos números. El primero decía: ‘Lo siento, no pude verte para la cena ni avisarte para evitar cualquier problema. Descuida, estaré bien’. Sonreí como un idiota, pero también me sentí alterado. ¿De verdad Blake había tomado el riesgo para contactarme? Seguido, abrí el siguiente mensaje y lo leí en voz alta.


—Por favor —susurraba—, no vayas a intentar una estupidez como buscarme. La situación es crítica y probablemente muera. Éste es el último mensaje para ti, Heath, por eso quería decirte que me siento agradecido de que nos hayamos conocido… pero también muy decepcionado. —Suspiré levemente y con el corazón palpitante. Proseguí—: Sé que no fui la mejor persona para ti. Quiero que sepas que, si algún día nos volvemos a ver, me encantaría regresar contigo y hacerlo todo de nuevo. Besarte cada que llegues a casa, abrazarte con ternura, tomar tu mano cada que necesites mi ayuda y demostrarte que te amo. Y, sin importar que actualmente esté en este lío, haré lo posible por resolver el asunto y regresar para estar junto a ti. Sé que has de desear ayudarme, pero no vale la pena. Todavía tengo una manera para salvar mi vida y limpiar mi nombre. Para ello necesito hacer esto yo solo. Te quiero, de verdad, te quiero y te deseo. Y aunque suene como las cursilerías que tanto detesto, quiero que sepas que si sobrevivo, me encantaría intentar todo junto a ti… incluso formar una familia contigo. Estuvimos un poco tiempo como una pareja formal, pero nos conocemos desde hace más de un año, y por eso siento que a tu lado toda esa ilusión podría convertirse en una realidad. Perdóname, de verdad, perdóname por no haberte contactado antes de que esto pasara. Y si fuiste herido, no te preocupes, que me encargaré de cobrar venganza por ti.


Cubrí la boca para lamentarme con fuerza. No lo podía creer. No podía asimilar que Blake dijera todas estas cosas y que ahora me revelara sus sentimientos de aquella manera. Continué leyendo con la voz quebrada.


—Destruye este teléfono, ya que es obvio que buscarán algún registro extra y harán una investigación profunda para encontrarme. No quiero que tomes ningún riesgo. Deshazte el chip cuanto antes. Espero que nos volvamos a ver, Heath.


De inmediato, obedecí. Abrí la parte trasera del teléfono, retiré la pila y luego el chip. Con facilidad partí el objeto a la mitad. Salí de la cama y me dirigí al baño privado de la habitación. Prendí la luz del baño y busqué con movimientos torpes en las puertas debajo del lavamanos. Encontré una especie de objeto pesado y metálico como un trofeo y lo tomé. Con fuerza, rompí el celular y arrojé los pedazos a la taza del baño. Sabía que no era bueno para el sistema de drenaje, pero no podía darme el lujo de esperar.


Cuando bajé la palanca del inodoro, me di cuenta que la única forma de comunicación con Blake se había ido.


Regresé a la cama al salir del baño y apagar la luz. La puerta de la habitación se abrió y alguien se acercó hasta mi posición. Era Charlie. A pesar de que no había mucha iluminación, a excepción de lo poco que entraba a través de las cortinas de la ventana, lo pude reconocer por su aroma a colonia fresca que solía usar, así como su playera tipo tanque.


—Jefe, ¿estás mejor? —Charlie preguntó con un tono seco.


—Sí, ya el dolor ha bajado mucho —repliqué al quedar acostado con las sábanas encima.


—Mi padre me contó una cosa y no le creo —Charlie prosiguió—.  Sé que es una mentira lo que les dijo al resto de los líderes del grupo.


—Es la versión oficial, Charlie, y la que debes aceptar.


Honestamente no quería ser grosero con Charlie, pero estaba en un estado entre tranquilidad, preocupación, satisfacción y emoción después de la lectura de los mensajes de Blake.


—Ya, claro… eso quiere decir que no confías en mí como confías en mi padre.


Hubo un silencio prolongado. Entonces, de manera sorpresiva, Charlie retiró las cobijas y se colocó cerca de mi cuerpo. Una de sus manos tocó mi rostro y la otra mi abdomen bajo.


—¿C-Charlie? —dudé con sorpresa.


—¿Cómo se llama? —Charlie preguntó casi en mi oído. Su mano bajaba más y tocaba la parte elástica de mis bóxers justos que traía puestos—. Anda, dime. ¿O es que no confías en mí, Heath?


—C-Charlie, por favor… —Toqué el rostro del otro joven y conseguí que me contemplara en la oscuridad. —No es que no confíe en ti.


—¿Entonces? ¿Por qué no me dices la verdad?, ¿crees que no seré capaz de aceptarlo?, ¿o tal vez no hay ningún nombre y sólo se trata de un acuerdo muy secreto con algún otro grupo de narcos? —Charlie acercó el rostro a mi clavícula y besó mi piel. Ya había colocado su rodilla cerca de mi entrepierna. —Si es así —dijo al separar los labios de mi piel—, entonces, ¿puedo proseguir? Seré cuidados, Heath, ya que no quiero que tu hombro se lastime.


Sentí que Charlie mordió mi piel y metió la mano debajo de mi ropa interior. Intenté hacerlo a un lado, pero todavía no recuperaba la energía usual y estaba demasiado extrañado por las acciones del otro joven. Mordí mi labio inferior para evitar a mi voz salir.


—C-Charlie —conseguí hablar sin gemir ante el tacto de Charlie en mi cuerpo—, por favor… d-detente.


Charlie obedeció la petición, aunque no se retiró. Levantó el rostro y me besó en la boca. Por lo menos su mano se movió fuera de mi entrepierna. Ahora tocaba mi estómago. Al no obtener una respuesta a su beso, Charlie usó la otra mano y abrió mi boca. Luego prosiguió el beso y, en estos instantes, sentí su lengua invadir mi interior.


Sin importar el dolor en la herida de mi hombro, empujé levemente el cuerpo de Charlie hacia un lado. Esto tomó por sorpresa al muchacho, ya que logré liberarme. Salí de la cama y contemplé a Charlie.


—Charlie, te estoy diciendo que no —hablé con un tono seco.


—Mis suposiciones son correctas —Charlie dijo al girar por el colchón e incorporarse frente a mí—, ¿verdad?


Noté una sonrisa en su rostro gracias al pequeño rayo de las luces nocturnas que pasaba por una apertura de las cortinas.


—Si te doy una orden es para que la obedezcas —repuse con el mismo tono seco—. Incluso tu padre sigue mis comandos sin reprochar.


—Lo único que quiero es la verdad —Charlie recriminó al sujetar mis hombros e ignorar que me lastimaba—, eso es lo único que te pido, Heath. Dime, ¿cómo se llama?


—C-Charlie, d-duele. —Intenté retirar su mano de mi cuerpo. Sin embargo, me jaló en dirección a él, sujetó mi cintura y volvió a acercar su rostro a mí. —No, Charlie, por favor.


—¿Por favor? Yo debería ser quién usara esta frase. ¿Qué no lo ves? Estoy enamorado de ti. Pero tú sólo me has ignorado una y otra vez. Y, después del incidente, es más evidente. Veo que no confías en mí.


Agaché el rostro. Charlie tocó mi mentón para buscar besarme. Puse la mano sobre su boca y negué con la cabeza.


—Lo siento, Charlie, de verdad. Lo único que yo siento por ti es… un cariño de compañeros… casi como hermanos. Y, sí… tienes razón, hay una persona. Tu padre sabe de esto. Entiende, no es que no confíe en ti, es que la situación entre él y yo es riesgosa debido a nuestras posiciones. ¿Me prometes no decirle a nadie?


Retiré la mano de su boca.


—Esto debes tenerlo bien claro, Heath: nunca te traicionaré. Incluso si no me quieres del mismo modo que yo a ti… No es el fin del mundo. Por lo que me conformo con tu confianza. Ni siquiera le contaría a mi padre tus secretos más oscuros. —Charlie soltó mi cintura y se sentó en la cama. Agregó—: anda, dime, ¿cuál es su nombre? Por ahora con esto bastará.


—Su nombre es Blake Just —revelé con un suspiro profundo. Lo menos que podía hacer era decirle la verdad, pues ya había roto su corazón. Creía que merecía aquel secreto como mínimo.


—¿Es el mismo al que mi padre llama John?


—Sí. John es un álias. Su nombre real es Blake Just.


—Bien. Lamento haberte besado así, pero… por lo menos me has contado la verdad. —Charlie se puso de pie y besó mi mejilla como la última vez… con una ternura palpable. Prosiguió—: no te molestaré por ahora.


—¿Por ahora? —dudé perplejo.


Charlie sonrió y guiñó el ojo.


—Sí, por ahora. Ya veré cómo conquistarte si es que ese tipo no te corresponde o te hace daño. Nos vemos más tarde, jefe.


Y, sin otra palabra más, Charlie salió de la habitación. En aquél momento no podía saber cuánto daño le causaba a Charlie, a pesar de que también era consciente de que no podía hacer más para remediar la situación.


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