Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

2023 por nezalxuchitl

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Recomiendo leer la escena inicial escuchando la version de Moonlight shadow de DJ Mistik (tecleas Vampire hunter D - Moonlight shadow en youtube y te sale) y de resto, electronica dosmilera y las piezas clasicas contemporaneas de Esa Pekka Salonen.

El rayo de luz violeta ilumino las ruinas centenarias desde un angulo que Bram Stocker jamas hubiera imaginado. Fue rápidamente sustituido por luz azul, los haces moviéndose a una velocidad frenética, como las notas musicales, como los brazos de los participantes en el rave.

 

Carfax abbey era el escenario de una fiesta pagana, una celebración que honraba lo etéreo, lo perecedero, los atuendos que mañana serian inservibles luego de haber sido lucidos ahí. Las fotos e historias compartidas apenas serian vistos; una mera formalidad subirlas, darles corazón para demostrar lealtades, filias, trend topics. Mañana seria historia.

 

Winge es uno de los pocos que aun son capaces de disfrutarlo. El aquí y el ahora: no se lo confesaría a su mejor amigo si lo tuviera, pero el realmente lo hace por la experiencia. Durante las cinco horas que la fiesta salvaje durara, el no tendrá que pensar. El alcohol y las drogas están bien, pero lo que realmente lo intoxica es la música, la sensación de libertad. Solo esta ahí, bailando, disfrutando de estar vivo.

 

Rechaza a un chico que intenta bailar con el, un árabe muy rico. Rechaza a una chica que intenta bailar con el, una influencer angloafricana. La música sube, sus brazos lo hacen. Las pulsaciones rapidas y rítmicas de la música electrónica lo complacen, siente el golpeteo en su pecho, como las latidos de su corazón.

 

Ama el lugar: es viejo, triste y olvidado. Ha olvidado su propósito hace mucho, si las piedras tuvieran conciencia, se pregunta si aun recordarían para que fueron erigidas. El moho de la esquina semiderruida de un ábside constantemente iluminado llama su atención. Sin querer recuerda que el peso de las construcciones en arco recae en la piedra central, desafiando toda su lógica infantil. Recuerda que el cemento romano es mas fuerte con el paso del tiempo, su desconocida química molecular endurece con cada siglo que pasa. Recuerda que la cúpula de la mezquita de Agra Sofia resistio las vibraciones de la artillería napoleónica por eso. Recuerda que los artilleros morían por millares debido a la exploscion de las armas hasta que Alfred Nobel invento la dinamita. Recuerda que nadie se lo agradeció y que tuvo que legar su fortuna para limpiar su nombre. Recuerda todo eso en fracciones de segundo, pues la bioquímica de su cerebro, de su familia, es excepcional. Logra deterner la cadena de pensamientos antes de que el siguiente, enojoso a fuerzas porque seria el de los nominados al premio Nobel de la paz se forje en su cerebro. Su mente logra abortarlo y alza la cabeza, sacudiéndola, viendo los jirones de nubes que desfilan rapidos sobre las estrellas, como si ellos también estuvieran de fiesta.

 

Al oeste, los rayos de una tormenta proveniente del Atlantico parecen confirmar su teoría de un rave celestial. O un rage, un castigo por ocupar una tierra sagrada que quizá nunca fue desconsagrada para follar. Para rendir culto a uno mismo. Se deja querer por si mismo y no vuelve a acordarse de nada hasta que un estimulo externo que ha condicionado por eras su cerebelo mamífero lo obliga a reaccionar.

 

El delicioso olor de la tierra mojada. Como primate, es una alarma de que su pelaje se mojara. Çomo humano socialmente privilegiado ha aprendido a disfrutar el olor. La tormenta estará sobre ellos en breve, por lo que el DJ adelanta los mas grandes hits retro. Ama las canciones de Aqua, cuando una de ellas suena el realmente brinca y baila con mas entusiasmo, llevando su mano del corazón al frente, cantando a todo pulmón aunque parezca que sus labios delgados se abren en movimientos silenciosos, movimientos que atraen la atención de mas de uno, pues es realmente bello y sabe sacarse partido.

 

Los truenos, una de las mayores fuerzas de la naturaleza, apenas son oídos en medio de la bacanal. Lo que el hombre crea para el hombre consigue tapar el sol con un dedo, al menos, hasta que es inevitable.

 

El agua helada que cae sobre ellos hace pensar a varios que el sistema antiincendios de la disco se ha activado, y los supervivientes de Paris se alarman. Varios se retiran, chicos y chicas que temen que su maquillaje a prueba de agua les falle y los deje sin filtros ante el mundo. A otros simplemente no les gusta la sensación. A otros les da la oportunidad perfecta de retirarse de un compromiso enojoso por ya cumplido para empezar a prepararse para el siguiente.

 

Diluvia, lo que lo hace dejar de temer por la corriente del Atlantico Norte. Agua evaporada sobre arrecifes de coral, llegada a la tierra en un meteorito gigante que puso la Luna en orbita cae sobre el. El ligero contouring que hizo para ir a la fiesta desaparece, sin que esto afecte su belleza. Las pestañas, largas y espesas, son suyas, los pomulos, como cincelados por un artista clásico también. Ve el agua caerle encima, las gotas golpearlo, el espectáculo volverse mas surrealista. Las luces y el dj tienen que seguir trabajando. El agua cae a raudales, los relámpagos que surcan el negro firmamento finalmente logran opacar lo que el hombre crea para el hombre.

 

No es el único loco bailando en la pista: hay algunos tan drogados que ni cuenta se han dado. Con menos ojos, es mas notorio que hay una mirada que lo incomoda.

 

La ha sentido casi desde que empezó el rave, pero no ha podido identificarla en la multitud: cada que volteaba para el lugar donde provenia, ombligos, glitters y lentejuelas le han impedido ver. No es ninguno de los que baila, le parece, aunque la cortina de agua, prácticamente solida, le dificulta la vista.

 

Ve con aflicción que los elementos de seguridad y protección civil están movilizándose. Horas antes de lo que esperaba, se siente enfadado, defraudado. Brinca y esta a punto de resbalar en las losas mojadas, pero tiene excelentes reflejos. Se agarra a un chico rubio y grande, que le sonríe lleno de extasis y se vuelve para bailar con el. Lo rechaza gentilmente y el chico sigue bailando. Le parece ver una silueta humana en el arco vacio de un ventanal, pero cuando la luz vuelve a iluminar no hay nada ahí.

 

No es posible que una persona estuviera ahí, se dice, por lo que debio ser un espíritu, el fantasma ominoso y molesto de un antiguo monje masacrado. La sensación de opresión y ansiedad vuelven. ¿Y si es el fantasma el que lo ha estado mirando toda la noche? Se da cuenta que esta totalmente borracho por estar pensando esas cosas. Se rie, un fantasma.

 

“Un vampiro mejor, carajo, estas en la jodida Carfax Abbey. En la fiesta mas guay de todo el pre-halloween. Sientete feliz por eso, disfrutalo”

 

Una electrónica un poco mas suave, romántica, lo hace bailar con la lluvia, bailar sensualmente con ella, tocándose. Es tupida pero ya no golpea. Cae sin parar pero ya no golpea. Aun asi, los elementos de seguridad y protección finalmente han conseguido el permiso de las autoridades para terminar la fiesta.

 

Las luces se vuelven todas blancas, estáticas. La música se detiene y un elemento de protección civil da el anuncio, “Debido a la fuerte tormenta se cancela el rave, blablablá” Al menos un suficiente numero de abucheos venga su prematuramente terminada liberación. El sigue bailando en la lluvia; después de todo, su mente “privilegiada” puede ser de alguna utilidad, puede tocar la música y poner las luces. Al publico incluso. Pero ve que se lo quedan viendo como a un bicho raro y cede a la presión social.

Se detiene y ve que los amigos del chico rubio lleno de extasis intentan hacerlo detenerse. Bueno, al menos asi no hablaran de el. Desganadamente, bajo la tormenta que arrecia pasado el ojo se dispone a salir de la iglesia.

 

Sale de la nave principal por un arco lateral aun en pie, cerca de la puerta principal. No tiene porque irse, se da cuenta. Su naturaleza rebelde se impone. Se oculta tras una lapida inclinada. Esta sentado sobre un muerto, trata de alejar la incomodidad de ser irrespetuoso diciéndose que ya Enrique octavo lo fue mas.

 

Tardan horrores en enredar los cables, en recogerlo todo. La lluvia esta helada y ya no habrá mas alcohol para calentarse. Finalmente se marchan y el se queda semi solo en el lugar: hay una pareja hetero que esta fornicando contra una lapida. Regresa a la nave en medio de la lluvia. Gira en medio, como un hada victoriana, con los brazos abiertos. El viento silba por entre las ruinas, los únicos haces de luz que las atraviesan ahora son las de los faroles de los autos que se encienden en el cercano estacionamiento, y se van. Una a una.

 

Los relámpagos son la única iluminación ahora, la lluvia no tiene porque detenerse. Disfruta tener la iglesia solo para el, en la tormenta. Son libres, ambos. Se pregunta que puede hacer sin limitar su proceder. Cierra los ojos y al abrirlos se encuentra en una iglesia medieval. El techo de madera espera la chispa que habrá de ignarlo, los vitrales de colores conducen toda la magnificencia de la luz de Dios. Ha convertido a unos cuantos fiesteros en feligreses, se lo reprocha un poco, pero las inteligencias artificiales son aun mas tramposas.

 

Se da cuenta de un error aun mayor y convierte la iglesia de dia en iglesia de noche, como se debería ver en una calmada vigilia. Sin gente. Solo, como prefiere estar. Se dispone a disfrutar su aventura cuando, desde la puerta del baptisterio, una mirada ominosa lo sigue. Se da la vuelta, con su fantasia desintegrándose, apenas alcanza a ver los negros ojos del demonio, su piel arrugada, verdosa, sus orejas puntiagudas y estiradas hacia arriba.

 

Pero lo vio en su mente o lo vio en la realidad, se pregunta con el corazón acelerado. En las ruinas de la puerta del baptisterio no hay nadie, aunque le seria bien fácil ocultarse. Siente la presencia maligna, o al menos lo cree. La borrachera se le baja con el susto.

 

Decide irse. Alguien, o su condición, lo han arruinado. La pareja del cementerio se ha ido. La linterna de su celular apenas ilumina mas alla del radio de sus pies sobre el césped, lodo y losas: el diluvio ha hecho fallar la iluminación del estacionamiento. A lo lejos, le parece ver una silueta que corre, dirige la luz ahí pero no llega, o no hay nada. Un relámpago ilumina y el examina cuidadosamente la foto que su memoria tomo. Definitivamente, hay una pierna y un pie con calzado deportivo de suela gruesa ocultándose atrás de una piedra. Se apresura a llegar a su auto. No es el único en el estacionamiento, lo que lo pone mas nervioso.

 

Se siente infantil por temerle a un vampiro, a una aparición tanto como a un ser humano del que ya tiene evidencia.

 

¿O no? ¿Y si ha imaginado la pierna para calmar sus temores respecto al demonio? Se maldice a si mismo y apresura el paso. Saca la llave y lo abre antes de llegar. Pero cuando esta abriendo físicamente la portezuela, alguien intenta golpearlo desde atrás. Tuvo la suerte de que un relámpago iluminara la ventanilla del coche, permitiéndole ver al encapuchado con un tubo en alto, tubo que estrello haciendo añicos la ventana al retirar el la cabeza.

 

Eso, definitivamente, era un vivo. Hecho a correr, el encapuchado, cuya capucha en efecto tiene orejitas puntiagudas y alargadas hacia arriba, lo persigue.

 

Habia al menos una persona en uno de los autos del estacionamiento, la vio. ¿Y si es su complice?

 

“¡Se optimista, puede pedir ayuda!”

 

Pero al distraerse resbala y cae. El agresor no lo deja levantarse. Las casas de la moderna y aun céntrica Londres están al alcanze de su vista. ¿Cuál es la posibilidad de que un vecino buen samaritano lo vea, y pida ayuda, o asista? Pocas. Tiene que confiar en sus fuerzas, que no son muchas, contra las del desconocido. Es mas corpulento y fuerte que el, un hombre de complexión regular, estima, pintada la cara de negro y con pupilentes amarillos. Su mirada si es maligna.

 

Sostiene a Emil contra el suelo mojado, la manera en que lo toca es inequivoca. No es la primera vez que lo agreden sexualmente, pero aunque es menos malo que matarlo, su instinto le dice que no baje la guardia. Ha sentido el instinto asesino en su agresor, esta seguro. El hombre le rompe la camisa y le agarra el pecho. Ve su rostro acercarse y ladea la cara, pero el tipo va por su cuello. Siente el besuqueo frio y mojado, el mordisqueo. Le esta rompiendo los pantalones, esta a punto de entrar en pánico cuando la voz de su hermano lo tranquiliza.

Cecil dice: “Tu tienes mas habilidad que el. Dejale creer que el miedo te ha paralizado, que eres presa cobrada y no te moveras. Luego en el momento justo en que se quiera sacar el miembro, aviéntalo con todas tus fuerzas y grita.”

 

Con la tormenta que esta cayendo, no sabe si alguien oirá sus gritos, pero es peor renunciar a esa posibilidad. El tipo ya lo tiene medio desnudo, lo acaricia recio, algo no esta bien. El tipo esta duro pero no parece disfrutarlo, la violencia con que trata a Emil se incrementa, va a culparlo de lo que sucede y eso no terminara bien.

 

Cecil dice: “Crea entonces una distracción. Gime, finge que lo disfrutas, y cuando se distraiga, golpéalo bien recio en el ojo”

 

Emil lo hace. Sabe que su voz es sexy, que es un buen actor. El desconocido lo mira. Pierde la mirada, como si estuviera mas drogado y alza el cuello, como si lo quisiera besar. Entonces muerde furiosamente el labio del tipo, cuando este le suelta los brazos para pegarle, con el celular, que no ha soltado en ningún momento, le pega duro, durísimo, en el ojo. El tipo grita, intenta sujetar, no es un novato de la agresión. Lo patea con todas sus fuerzas, salta como un conejito y huye, medio desnudo, con el celular ensangrentado en las manos.

 

El tipo lo persigue, esta mas furioso que nunca. Si lo alcanza lo matara. Esa ha sido su intención desde el primer momento.

 

Corre con todas sus fuerzas. Cecil corre a su lado.

 

-¡Llama al 911 carajo!

 

Emil marca. Afortundamente su celular lo reconocio aun mojado y ensangrentado.

 

-¡Un tipo quiere matarme!  - grita, en cuanto el aparato le da tono – Cerca de Carfax abbey, estoy por alcanzar una calle hacia el este!

 

-¿Sujeto esta armado?

 

-¡Tenia un tubo y sentí un cuchillo!

 

-Bien, ¿Qué mas…

 

-¡Dile que mande ayuda! – exclama Cecil, llevándolo por mitad de la calle.

 

-¡Mande ayuda carajo! – dice y baja el celular, corriendo con todas sus fuerzas. Luces del alumbrado publico y de las casas apenas se ven con la lluvia. Los semáforos igual. Si un auto viene sin cuidado podría atropellarlo, pero sabe porque Cecil lo lleva por ahí: obligara a detenerse a cualquier auto, y estará salvado.

 

A menos que sea el de su complice, lo que es poco probable. Le parece oir que la mujer del 911 le sigue hablando.

 

Cecil niega con la cabeza, lo mas importante es correr, correr con todo su aliento. Cuando dos luces simétricas se aproximan de frente sonríe, estira la mano para acariciarlo y se desvanece. El salta para montarse al capo del auto, que esta frenando, para que no lo dañe tanto al impactar, o ir montado en el si sigue adelante.

 

El conductor frena y baja.

 

-¿¡Pero que carajo… - comienza airado, pero se detiene al ver el estado de Emil. Este vuelve a acercar el teléfono a la mejilla.

 

-Aquí estoy! Estoy en la avenida Newham – lee- , enfrente de un Starbucks!

 

-Chico, chico! – lo sacude el conductor - ¿Estas hablando en… alemán?

 

Emil se da cuenta que se comunica en sueco y usa el ingles.

 

-¡El quería matarme! Estoy seguro que me seguía cuando entramos a la calle, no vi a donde se fue.

 

-¿Cuál es tu nombre? – le pregunta la del 911.

 

-Emil. Emil Winge.

 

-Una patrulla esta en camino, Emil. Espera ahí.

 

-¡No! – se mete al auto y le indica al conductor que suba – Mi salvador y yo estamos solos, el podría intentar matarnos a ambos. No se que otras armas traiga. – el conductor se pone nervioso – Prefiero ir a la central.

 

-Si, yo también.  – dice el conductor.

 

Pero el sonido de la sirena se deja oir antes que la luz de su torreta ilumine sus rostros con azul y rojo.

 

***

 

Cecil Winge esta sentado junto al fuego. La chimenea es moderna y limpia, como el resto de su casa. De colores claros y líneas minimalistas, con la belleza y funcionalidad del acero inoxidable a la vista. En un reposapiés redondo, están sus pies en calcetines de invierno y un gato cruza de siames en los mismos colores de la casa, crema y ocre.

 

Esta leyendo un tratado chino de etiqueta de la corte del siglo 8, pero la verdad es que se muere de aburrimiento. La tuberculosis resistente a los antibióticos lo ha hecho retirarse temporalmente y paso de tener un dia en el que no paraba ni dormido a tener todo el tiempo del mundo para el.

 

Sinceramente, habría enloquecido si Norlin, el jefe de la policía, no le hubiese autorizado trabajar semi independientemente en los casos mas extraños que nadie había podido resolver, algunos de los cuales llevaban años acumulando polvo.

 

Algunos eran verdaderas tonterías, como el heredero perdido de los Skarsgard, un perro de pedigrí que en 1999 un japonés había confundido con el suyo y se había llevado a Osaka, dejando a los condes Skarsgard con un pomerano de pedigrí que no entendia sueco ni sabia patinar para los concursos: los perros ya no habían podido ser intercambiados, pero al menos fotos y cenizas brindaron consuelo a sus respectivos dueños, y se dio un golpe de descarte a la teoría del alzhaimer canino.

 

Pero otro, el del cadáver del lago Fatburen, le había supuesto asomarse a lo peor de la condición humana, su resolución, un verdadero hito para la justicia, y a nivel personal, el motivo por el que conocio a Jean Michael Cardell, el amor de su vida, aunque semejante cursilería no fuera propia de una persona razonable.

 

Consideraba ese caso el mejor de su carrera, por encima del de la nueva ley de amortizaciones de las empresas escandinavas, por el que habían cometido la ridiculez de nominarlo al premio Nobel de la paz.

 

Mira la hora en su reloj de bolsillo, una antigüedad Beurling que lleva prendida a una cadena sujeta en dos extremos a su sueter estilo capa, de cuello amplio y con mangas, lo suficientemente espacioso por dentro para quedarle a Jean Michael, si se lo quisiera poner.

 

-Papá debe de estar por llegar, Ausra.

 

Deja de lado el libro y acaricia a la gatita, que le sonríe con los ojos. Nunca había tenido mascota, pero Jean Michael, que adora a los animales, pensó que un gatito le ayudaría con los conflictos que le genero la resolución del caso Fatburen, y vaya si tuvo razón. Cuidar al animal, peinarlo, jugar y hablar con el le revelaron una faceta de su personalidad que desconocia: ni siquiera le importaban las burlas y “te lo dije” de Norlin.

 

La moto de Jean Michael es ruidosa, lo que disgusta a varios vecinos, pero a el le encanta. Trabajo mucho para comprarse ese sueño de todo chico Heavy de los noventa. Jean Michael es cliché en muchos aspectos, pero su cualidad pasada de moda mas importante es la lealtad.

 

Ayudo al muerto que descubrió en aquel lago del cinturón de pobreza cuando no tenia porque hacerlo, fue sus manos, sus ojos y su boca mientras permanecia internado en el hospital, sin saber si lo lograría. Y aun asi, siempre que podía llegaba de buen humor para acompañarlo. Juntos vieron las películas mas infames, en opinión del otro, y leyeron los libros mas extraños.

 

Reavivo en el una preferencia que había tenido en el aletargada desde la adolescencia, despertó en el un deseo que ni con su ex esposa. Lo hizo volver a creer en la humanidad y en el amor.

 

Ruido de la cerradura. Ausra y el levantan los rostros blancos y estiran los hombros. La gata estira el resto del cuerpo y baja de un salto del reposapiés, justo al tiempo que el alto y fornido hombre entra.

 

-¡Anvorgueso! – exclama, agachandose ágilmente para cogerlo en brazos cuando el gato le brinca.

 

Cecil menea la cabeza y alza los ojos.

 

-Jean Michael, eres un experto en ponerle apodos ridículos al gato.

 

-¡Ay, a Anvorguesito, le encanta!, ¿verdad, cara de oso?

 

Se lo pone como fardo bajo el brazo biomecánico y se inclina para besar a su príncipe. La dicha con la que se miran uno al otro no tiene precio.

 

-¿Qué tal tu dia?

 

Cecil se encoje de hombros.

 

-¿Y el tuyo?

 

-Tuve que apalear a unos tratantes de judías armenios.

 

-Y lo dices con un gusto.

 

-Amo las peleas y ellas me aman a mi.

 

Cardell se pone a anvorgueso en el hombro y alza a Cecil de la cinturita para girarlo. Lo vuelve a besar antes de depositarlo en el suelo.

 

-Cordelius nos invito a cenar…

 

Winge lo mira con reprobación.

 

-Abusas de la hospitalidad de mi ex casero.

 

-Bueno, es mi casero ahora.

 

Mikel decidio quedarse con el departamento en el centro de Estocolmo en el que Cecil vivía en sus días como fiscal. El viejo dueño de la mas reconocida fabrica de hilos y cuerdas de Suecia los prefiere sobre sus verdaderos nietos.

 

Tampoco es como que Mikel ocupe mucho el departamento, pero simplemente no pudo decirle adiós al primer hogar donde velo a Cecil, y es conveniente tener un lugar en el centro para quedarse, cambiarse o curarse.

 

-¿Vamos? – pega su frente a la de el con una sonrisa que haría milagros para convencer a cualquiera – Ya estas vestido.

 

El pantalón también es de mujer, de suave tejido de punto. Cecil prefiere la ropa femenina por la mejor calidad en los tejidos y el ajuste, su cuerpo delgado, con la cadera un poco curvada, se encuentra mas comodo en ella.

 

-De acuerdo. – se sienta y alza la pierna – Ponme mis botines.

Jean Michael toma entre sus manos el esbelto pie, lo besa y mira a su dueño prometiéndole que regresaran temprano a casa. Le calza ambos y lo lleva en brazos al auto, aunque ya es perfectamente capaz de caminar.

 

Cecil no protesta, le gusta que Jean Michael lo apapache.

 

*

 

No es ni tarde ni temprano cuando regresan a su casa. Cecil trae la cajita con las sobras que el cordelero les obligo a aceptar y Mikel lo trae a el entre manos. Esta el frio que hiela, los breves segundos que tontean frente a la puerta, besuqueándose, bastan para impregnar el cristal de vapor. Luego, Cardell estrecha bien a Winge para calentar su espalda, sopla en su hombro mientras da vuelta a la llave en la cerradura, y cuando las luces automáticas se encienden, se alegran de llevar toda la ropa puesta, pues en el sillón, acariciando al gato, esta…

 

-¡Emil!

 

-Cecil, Jean Michael – los saluda. Alza al gatito bajo los brazos y lo estruja – Blondi ya esta bien grande.

 

-Otro que les pone apodos a los gatos. – niega con la cabeza Cecil.

 

-¿A que se debe el honor de tu allanante visita? – le pregunta Mikel.

 

No puede decir que este contento de verlo por dos motivos: a corto plazo, pensaba ponerse las piernas de Cecil de bufanda, a largo, Emil siempre termina disgustando y entristeciendo a Cecil con sus malas decisiones.

 

Su cuñado, idéntico a su novio, besa a Anvorgueso y extiende su celular. Un periódico, no, capturas de pantalla de una noticia. “El vampiro sanguinario de Carfax Abbey” “Terror antes de Halloween”

 

-Vaya, da gusto ver que los tabloides ingleses siguen siendo reconocibles.

 

Cardell lee sobre el hombro de Cecil. Emil coge la cajita de sobras que Cecil ha dejado sobre la mesa y se las empieza a comer.

 

-Esta muy rico – dice con la boca llena - ¿Es mil hojas de almendras?

 

-Torta vienesa. – aclara Cecil. Sus largas pestañas baten el aire y termina de leer todas las capturas. Le devuelve el teléfono a Emil - ¿Viniste a decirme que hay imitadores de Hannibal Lecter en todos lados?

 

Emil termina su bocado y se limpia la comisura de la boca con un pañuelo en uno de los muchos gestos que comparte con su hermano. Cardell no deja de fascinarse con el parecido.

 

-Vine a decirte, que yo estuve a punto de ser el crucificado degollado ornamentalmente expuesto tras el altar de la antigua iglesia. – le dice muy serio.

 

Los pares de bellos ojos azules se encuentran.

 

Emil se estremece al recordarlo.

 

-Yo fui al rave esa noche, el hombre, la victima, era un electricista enviado a reparar el alumbrado publico del estacionamiento. Esa noche, crei que la tormenta había descompuesto el improvisado cableado, pero ahora creo que fue intencional. El asesino estuvo viéndome toda la noche, y me da miedo pensar que no me haya escogido entre la multitud.

 

-Emil… - Cecil se sienta a su lado con un gesto compasivo. Emil reacciona como un gato salvaje al que intentas acariciar – Sabes que el delirio de persecución forma parte del cuadro de tu enfermedad.

 

-¡Puta madre Cecil! ¿Te escribieron los de la comandancia de Londres? ¿O esa respuesta de manual la tienen todos los policías para no escuchar a las victimas?

 

Cardell frunce el ceño y Emil lo fulmina con la mirada.

 

-Esta bien – Cecil toma aire con gran ecuanimidad, poniendo las manos sobre su regazo – Cuentame que paso.

 

-… y entonces, al llegar a la estación, estaban tomándome muy en serio, incluso rasparon la superficie del teléfono para obtener rastros de sangre, hasta que verificaron mis datos. En ese momento pase a ser un pobre loco. Un estúpido niño mimado sin otra ocupación que molestar a los policías con sus alucinaciones. Ni siquiera tomaron en serio mi descripción del sospechoso cuando descubrieron la macabra puesta en escena al dia siguiente. Paciente mental es todo lo que soy, si viera al mismísimo Jesucristo parado delante de mi, ni el papa me lo creería.

 

Pausa para observar la expresión de sus interlocutores, pena y duda en el rostro de Cecil, duda en el rostro de Jean Michael.

 

-Clasificaron mi ataque como intento de violación, fue lo único que me concedieron porque no compromete a nada. Dijeron que no había pruebas de que fuera el asesino ni de que hubiera querido asesinarme. Pero yo te juro que sentí su sed de sangre, la reconoci, de cuando me llevaste al pabellón de los peores asesinos, hermano…

 

-Es muy raro que el agresor te tocara sexualmente, pero no pareciera disfrutarlo.

 

-Muuy raro. – corrobora Cardell, que sabe mejor que nadie lo excitantes que son los hermanos Winge.

 

-Creo que era su excusa. – contesta Emil – Su justificante para poder dejarme como obra de arte chocarrera y charcutera: yo debía excitarlo, pero no lo hize, ahí tendría mi castigo…

 

Cecil le concede eso con un gesto.

 

-Mira a la victima: caucásico, cabello negro, ojos azules… Su compañero era anglohindu, mas joven y delgado. Mas atractivo si era eso lo que buscara.

 

-Supones que los rasgos con una clase de mensaje, cuando podrían ser un gusto personal.

 

-Bueno… - interviene Jean Michael, remirando las capturas en el teléfono – antes de que sus tripas estuvieran de fuera, estaba algo tripudo para ser considerado atractivo…

 

-Jean Michael, te olvidas de la diversidad de cuerpos y de que para todo hay gustos. – lo reconviene Cecil.

 

-Y te olvidas que se conformo con el pobre tipo luego de que yo me le escapara.

 

Cecil suspira. Mala señal: Emil resopla y Cardell se prepara para separarlos.

 

-Emil, no dudo que alguien intento violarte, pero, ¿Por qué creer que era el asesino?

 

-¡¿Por qué tenia ganas de matarme?! – le responde con ironia - Por qué no sabes la cantidad de atuendos teatrales de capuchas de orejas picudas, maquillaje negro y pupilentes amarillos de serpiente que ves en un rave aesthetic de Londres, palabra.

 

-¿De verdad esta de moda, o no? – pregunta Cardell.

 

-¡No! – grita Emil y Cecil lo agradece. La pregunta, no el grito.

 

Emil hace cara de dolor, recupera la calma y abre sus límpidos ojos azules.

 

-Cecil, de verdad, no tienes idea de cuanto me gustaría poder distinguir sin lugar a dudas alucinación de realidad. Mi mente es tan buena que me engaña incluso a mi. Pero lo tengo bastante bajo control, es difícil que llegue a confundir cosas, con todo lo que he… aprendido. Mira, casi desde que el rave empezó sentí la mirada incomoda, cuando se trata de lujuriosos no se molestan en ocultarlo, cuando se trata de envidiosos suelen ser malos haciéndolo. Esa mirada no la podía ubicar. – aprieta los labios – Estaba borracho y temia que fuera una aparición, si, tan ridículo como pueda sonar, pero tu hermano es un niño asustadizo. Aun asi me di cuenta de que consideraba eso porque estaba borracho: estaba en mis cabales, ¿te das cuenta? Antes de que pasara, incluso, estaba alucinando voluntariamente…

 

Una risotada seca de Cecil lo interrumpe.

 

-¿Alucinando voluntariamente?! ¿Te escuchas, Emil?

 

-No tiene nada de malo dejar volar la imaginación, si la gente normal pudiera lo haría, ¿Por qué crees que son tan populares los cascos de realidad virtual? Si mi mente supera cualquier tecnología y me jodo por ello, también tengo derecho a disfrutarlo, ¿no?

 

Cecil niega con la cabeza.

 

-¿Y les dijiste a los de Londres que alucinabas voluntariamente?

 

-No. Te lo digo a ti porque no eres imbécil. No te estoy diciendo que escucho al asesino caminar detrás de mi y que cambie de vuelo tres veces para que me perdiera la vista. Te estoy diciendo que temo la posibilidad de que el asesino no me haya escogido ahí, entre el publico, sino desde antes. Y en cuyo caso pueda volver a intentarlo.

 

Cecil sopesa lo que escucho. Asiente.

 

-¿Suficientemente razonable para ti, hermanito?

 

*

 

El brillo de la pantalla se refleja en los anteojos que Cecil usa para leer; cuida sus ojos pues los usa demasiado. Mikel opina que se ve aun mas sexy con ellos, como un profesor.

 

Pone las manos sobre los hombros de Cecil y besa cerca de su oído.

 

-Ya acosté a Emil.

 

-Gracias, Jean Michael.

 

-Se quedo con anvorgueso… - le masajea los hombros – Eso significa que no tengo a quien acariciar…

 

Cecil tenia la expresión concentrada, la que le decía que no obtendría nada de el mientras estuviera absorto en sus pensamientos.

 

Pero nada perdia con intentar.

 

-Dame un momento, Jean Michael – Winge teclea, tomando notas – Los tiempos coinciden, el asesino debio empezar a destazar al electricista después de que Emil fuera rescatado por la policía.

 

-¿Crees que Emil…

 

-Me aterra pensar en mi hermanito en manos de un asesino. Este tipo promete que los horrores se desataran en Halloween, su puesta en escena esta llena de símbolos, pero hay algo que no me cuadra…

 

Cardell aprieta con cariño sus hombros: esa maquina de pensar no va a detenerse. Lo besa en la otra mejilla.

 

-No te duermas muy tarde, ¿si?

 

Cardell suelta el brazo mecanico y lo pone en el soporte junto a la cama. La base esta instalada en el muñon, le gustaría poder sentir su carne.

 

Pero todo su brazo izquierdo quedo hecho mierda en las afueras de un pueblucho en Afganistan, lo mismo que Johan Hjelm. Cuando su primer amor activo la bomba antipersonal, tuvo un segundo de horror antes de que detonara. Un segundo en el que su instinto protector quiso salvarlo, empujándolo con la mano que tenia mas cerca.

 

Los cirujanos plásticos del seguro medico paramilitar hicieron un excelente trabajo en su mejilla izquierda, pero el brazo quedo hecho trizas. El calor del desierto infecto la herida en las horas que tardaron en transladarlo a un hospital que sirviera de algo, contratado por la empresa de mercenarios en Qatar, donde los médicos tuvieron que cortar incluso mas arriba del codo.

 

Mikel nunca olvidaría el dolor que vivio en el helicóptero, los golpes que daba con su cabeza contra la barandilla de metal de la camilla en un intento de quedar inconciente, bien atado con correas a la misma, con los compañeros diciéndole que permaneciera despierto, que permaneciera con ellos.

 

Nunca olvidaría el trauma que le supuso ver volar a Johan Hjelm en mil pedazos, que lo hizo buscar refugio en la bebida. Jubilado anticipadamente por la empresa, que dijera lo que dijera no confiaba en el brazo mecanico, intento ser policía, pero descubrió que repartir cartas y respetar los derechos humanos sobre los de las victimas no iba con el, asi que regreso a los trabajos de su juventud: guardia de seguridad, guardia personal, golpeador a sueldo, sin hacer muchas preguntas.

 

Sus contactos eran poco recomendables, lo menos. Su vida, peligrosa y suicida. Pero cuando encontró aquel cuerpo terriblemente mutilado, al flotar a su lado al despertar de una borrachera de la que ni siquiera sabia como había terminado ahí, jodio a sus antiguos contactos de la policía hasta que le enviaron al detective que no era detective.

 

Su enfado al ver que le habían mandado a un enfermo de licencia dejo de parecerle una burla en cuanto vio la increíble inteligencia del mismo: si no lo había devuelto en el acto dispuesto a golpear a quien se lo hubiera mandado por su linda cara, para cuando salieron de la morgue estaba enamorado.

 

Cecil Winge despertó un sentimiento que jamas creyo poder volver a experimentar. Lo puso en paz con el mundo y con el mismo: la agonía que vivio mientras Cecil estuvo en terapia intensiva habría sido mayor que la de el mismo, si para ese momento Cecil no hubiera estado enamorado de el también.

 

El Cecil que conocio estaba bastante indiferente ante su vida o muerte. El que podía ver a través del plexiglás lo miraba también, deseando poder tocar su mano mientras boqueaba en el respirador.

 

Estaba convencido que la fuerza de voluntad de Cecil había resultado mas decisiva que cualquiera de los tratamientos. Finalmente pudo salir del aislado. Finalmente pudo salir del hospital: el triunfo que sintió al cargarlo de la silla de ruedas al auto fue el mayor de su vida, la alegría de llevarlo en brazos en ese momento solo veria competencia en la que experimentaría cuando lo cargara como su recién casado.

 

Sabe que prácticamente lo son, esposos, pero aun asi, cuando se decida por una petición de mano lo suficientemente romántica, reunirá valor para proponerle matrimonio.

 

*

 

El dulce aroma de los panqueques lo despierta, haciéndole agua la boca. Debe ir al gimnasio para no engordar, ahora que no da tantas palizas como antes porque no puede trabajar de noche. Cecil se le ha acomodado de cucharita, rodeándose con su mano: el calor y el abrazo que comparten todas las noches son tan hermosos que se sorprende de que un bruto como el no caiga muerto de experientar tanta ternura.

 

Besa a Cecil cerca del oído para despertarlo: la piel debajo de la oreja es tan blanca, tan perfumada, que lo que se despierta es otra cosa. La frota contra el trasero enpiyamado de Winge.

 

-Me tarde un momento y cuando subi a la cama, ya estabas roncando, Jean Michael. – le dice, fingiendo dormir.

 

-Conozco tus momentos, son tan largos como mi verga.

 

Se la restriega mas y lo hace sonreír, besándole el nacimiento del cabello.

 

-Eres un vulgar, Jean Michael.

 

-Quiero hacerte muchas bajezas, cariño.

 

Su mano ya esta metiéndose bajo la piyama. El pecho de Cecil ya no es completamente planito; tiene una agraciada, agredecida curvita debajo del pezón. Es demasiado pequeña para llamarla una teta, pero demasiado deliciosa para poder vivir sin ella.

 

Su gemido ronco lo estremece. Es menos ronco que antes, pero igual de sensual. Cecil abre los ojos y vuelve el rostro, buscando un beso. Sus bocas se juntan, Mikel se mueve con mas ardor. Subitamente Cecil rompe el beso.

 

-Emil esta haciendo panqueques.

 

-Tengo mas ganas de comerte a ti. – besuquea su cuello.

 

-No, podría traérnoslos…

 

-No, creo que aprendio la vez pasada.

 

Aun recordaba los ojos muy abiertos y como el rubor arraso su cara.

 

-Pero va a saber que estábamos…

 

-¿Cogiendo como la pareja que somos?

 

¡Si tan solo los besos de Jean Michael le gustaran menos! Estira el cuello y se relaja en la cama.

 

-Pero date prisa. – dice con una sonrisa complacida, los ojos cerrados.

 

Al intentar quitarle la camisa se da cuenta que le falta la mano. Se la pone y deja desnudo el torso sobre las sabanas blancas. Cecil estira las manos, las une arriba, lo ve seductor. Jean Michael le come el pecho, yendo de una microtetita a otra, abarcandolas con su boca, chupando.

 

Cecil baja una mano, displicente, y le acaricia la cabeza. Le gusta la textura recia del cabello de Jean Michael, su abundancia. Alza la cadera en cuanto siente sus manos bajo sus pompas; el resto de su ropa se va, el queda espléndidamente desnudo bajo la luz matutina que se cuela por las persianas,

 

Su piel es tan blanca, tan suave; se la come a grandes bocados, como un hambriento. Finalmente, toma las piernas de Cecil y se las pone sobre los hombros, este las cruza tras su espalda. Gime cuando Jean Michael le roza la erección con su mejilla sin rasurar, repite cuando el lo hace y se embelesa cuando le mete el dedo, que previamente se ha chupado. Mueve el dedo en su interior, pues el le ha dicho que se de prisa, lame la sonrosada erección. Es tan rosa ahí donde la punta se abre formando una V invertida, ese lugar le gusta tanto a Cecil, aunque tiene que lamérselo con cuidado.

 

Sus gemidos roncos suben de tono, lo frota con sus piernas, pidiendo mas. El dedo entra y sale con facilidad de su agujerito suavísimo. Mikel calcula que es momento de tomar toda su polla con la boca, sabe que quiere un dedo mas, pero no va a dárselo, quiere que sienta lo ancho cuando lo abra.

 

-Mmm, Jean Michael – se toca la boca con el dorso de la mano para no gemir, los ojos obstinadamente cerrados.

 

Mikel se come su polla deliciosa con ganas. Es proporcionada y tan suave, lo vuelve loco también. Aumenta el ritmo de las succiones, espiando arriba por si puede mirar su cara, pero como hecha la cabeza contra el colchón, solo ve su barbilla entre sus dos erguidos pezones.

 

“Vamos cariño, déjate ir – piensa – tu dijiste que fuera rápido”

 

-Mmmm! Jean Michael! – si gritito es ahogado.

 

Ha agarrado una almohada y la estruja contra su pecho. Quiere acabar, la lengua de Jean Michael se mueve resbalosa a los lados, abajo, su boca engulle, sin parar. Su culo recibe apenas lo necesario para que no grite de desesperación, muere por algo mas grande.

 

Hecha a un lado la almohada, golpea la cama, sacude la cabeza. Mikel le pone el pulgar en el perineo y aprieta, girando adentro. Cecil grita, respira ahogado, llevándose las manos a la boca. Lagrimas de placer penden de sus pestañas, tiene que exforzarme para no gritar cuando se corre, llenándole la boca a Mikel con lo que el considera sus dulces jugos.

 

Sus labios se despiden de su punta con un ruidito obceno y le alza la cadera. Cecil esta a punto de golpearlo para que le de lo que le hace falta, pero se da cuenta que esta lubricandolo lo mas rápido que puede. Satisfecho, abre y alza sus piernas en lo que Jean Michael se le sube encima, vuelve a abrazar su cadera con ellas, hecha el cuello atrás apretando los labios cuando el finalmente lo penetra.

 

Mikel sonríe satisfecho con su expresión de placer, el mismo ronca demasiado fuerte por el placer que siente, Cecil le pone la mano en la boca. El se la besa y comienza a embestirlo, es tan ligero que lo sacude todo, su cabello se mece, seductor, su rostro se sonroja. Su agujero se aprieta en torno a el, sabe que le encanta su polla.

 

Se embebe de sus gestos, tan estimulantes como lo que siente abajo. La belleza de Cecil le quita el aliento, por mas que la vea. Su cuerpo calido, receptivo le encanta, lo rodea. Piernas cruzadas detrás de su trasero, un brazo arriba y otro abajo. El de abajo, toca su cintura, su costado musculoso. Entre jadeos contenidos, los ojos azules lo miran.

 

Lo ama, lo desea, quiere mas: sabe todo eso con solo un vistazo. Lo besa. Sus labios se unen y luego se separan, jadean muy cerca uno del otro, viéndose, en lo que Mikel se encarga de dar placer a ambos. Cecil lo acaricia, se cuelga a el, pega su pecho y gime quedito en su mejilla. Gime otra, y otra vez, clavándole las uñas, apretándolo en su interior.

 

Lo llena de una manera tan deliciosa que lo ama mas de lo que ya lo hace. Gimotea, sintiendo acercarse el orgasmo, y su música hace que Mikel se ponga aun mas duro en su interior, liberando un chorrito que facilita el fretenico vaivén.

 

-¡Besame! – le pide súbito, los ojos azules espantados.

 

El le impide gritar con su boca, se come su aliento, ahoga sus gritos de placer con la lengua. Lo siente correrse intenso, exprimiendolo. El quiere distrutar un poco mas. Sigue besando a su hermoso, recorre su flanco con ardor, acabandoselo contra el colchón.

 

Algo mareado, Cecil abre la boquita y resiste; su macho se ve tan arrebatador con esa cara de exfuerzo, de dominancia, de placer. Se aprieta para alcanzarlo, mordiéndose el labio inferior, mirándolo, sintiéndolo. Hunde el rostro en su cuello sudoroso y le da de golpecitos en la espalda mientras se corren; Jean Michael puja demasiado fuerte.

 

Luego se quedan quietos, Winge totalmente laxo, Cardell sosteniéndose sobre el, protegiéndolo del frio con su abrazo. Finalmente, se da la vuelta, descansando unos momentos bocarriba. Cecil se acuesta en su pecho, el lo abraza: ama que lo apapachen después del sexo.

 

Se alegra cuando Cecil se incorpora y se dirige al baño, su grácil, esbelta anatomía sin una imperfección a la luz del sol.

 

-Se van a enfriar los panqueques, Jean Michael. – le dice, antes de cerrar la puerta del baño.

 

Mikel se limpia la polla con un pañuelo y se viste. Se lava la cara en el baño de la habitación de invitados, y decentemente presentable, baja.

 

*

 

Emil ama hacer panqueques. Con el tiempo que le han dado, se ha puesto artístico, y los ha cortado con moldecitos de galletas que ni siquiera sabía que tenían. Animalitos y elementos de navidad se mezclan, espolvoreados de azúcar glass y con ojitos de mermelada.

 

El plato donde espolvorea no es el mismo donde acomoda, al finalizar, le saca foto.

 

-Toma Jean Michael, este es para ti, y este, y este…

 

Le pasa una gran cantidad de panqueques, que el agradece con un gesto. Emil es muy tierno, desborda expresividad. Como dos hermanos pueden tener personalidades tan distintas, lo supera. Se sirve café, verifica que este como le gusta a Cecil.

 

-Gracias por el desayuno, Emil.

 

El jovencito le sonríe y continua cortando figuritas. Esta por tomar otra foto cuando Cecil aparece, todavía secándose el cabello con una toalla.

 

-¿Qué estas haciendo? – le dice Cecil, alarmado. Se llega a el y le coge el teléfono. Emil lo mira con la boquita abierta, asustado.

 

-¿Estas loco, Emil? Temes que un asesino te siga y sigues publicando todo.

 

-No le pongo la ubicación… - se defiende Emil – Ni he publicado muchas cosas, ¿Qué daño pueden hacer unos panqueques?

 

Cecil pasa las publicaciones con un índice acusador.

 

-“Durmiendo en las nubes” – le muestra la pantalla, con parte de su cara con los ojos cerrados y de fondo, la ventana del avión - ¿en serio hay quien crea que te puedes sacar una selfie dormido?

 

-Todo mundo sabe que no es cierto, pero asi se ve bien. – trata de recuperar el teléfono, pero Cecil gira noventa grados y sigue con su revisión.

 

-¿Un tiktok con anvorgueso? – lo mira preocupado – Emil…

 

-Podria ser cualquier gato…

 

-No, porque aquí Jean Michael – el aludido dejo de masticar su panqueque – también sube cosas con el gato.

 

-Pero no le puse la ubicación a nada Cecil, esas fotos no dicen nada…

 

-Dicen mas de lo que crees: se acabo. – le pica con ahinco al teléfono – Mientras estes bajo protección… - iba a decir policial – mia, se acabo por un rato.

 

-¡No, no actives “tomar un descanso”! – los hermanos forcejean por el celular - ¡No me quites mis redes! ¡No publicare nada, lo prometo!

 

-Ni siquiera historias.

 

-¿Ni siquiera historias? Esta bien, esta bien. – Emil logra hacerse con su teléfono y lo protege como Gollum al anillo de poder. Verifica que su hermano no le haya desactivado nada y le pasa su plato. Cecil toma los cubiertos y Emil alza el teléfono.

 

-Emil…

 

-Solo voy a fotografiar, no a subir. – protesta sentido – No mires a la cámara, tu come como si nada.

 

Cecil suspira y lo hace.

 

-Estan muy ricos. – le dice a la cámara.

 

Emil sonríe y se sirve su café, con leche. Se sienta junto a Cecil, apoya la cabeza en su hombro y empieza a tomar fotos. Cecil se inclina hacia el y le sonríe a la cámara. Luego come un bocado mientras Emil sigue y luego le da de comer uno mientras Emil documenta. Finalmente le da un beso en la mejilla y Emil se rie como un niño.

 

-¿Me pasas esas fotos? – pide Jean Michael cuando finalmente baja el teléfono.

 

-¡Ven Jean Michael, tomate una con nosotros!

 

-Solo porque no las vas a subir, o tendrías que usar el hastag las bellas y la bestia.

 

-No te subestimes Jean Michael, eres un tipo bien parecido.

 

-Eres muy amable, Emil, pero no lo creo. – se suma a la foto con cabeza de animalito de panqueque en el tenedor.

 

Se toman algunas fotos y al final Mikel besa a Cecil. Retoma su asiento delante de las dos bellezas. Cuando se llevan bien, simplemente son tan hermosos de ver juntos que le duelen los ojos. Es como si la belleza de Cecil se magnificara con la de su pequeño doble.

 

Cecil es el primero en terminar de comer. Revisa su teléfono.

 

-Johan Gustaf ya me ha sellado los documentos para que conduzca la investigación en el extranjero del intento de asesinato de un ciudadano sueco. Jean Michael, espero que no tuvieras ninguna paliza programada hoy porque nos vamos a Londres.

 

***

 

Pasan a dejar a Ausra al cuidado de Norlin de camino al aeropuerto. Jean Michael, que comparte unos, a ojos de Cecil, preocupantes gustos con Emil, le ha comprado una mochila transportadora con varias burbujas transparentes para que el gato pueda ir mirando. Tambien tiene una trampilla por donde se puede metar la mano para acariciarlo y Emil lo acaricia todo el camino en el asiento trasero.

 

Johan Gustaf vive en la tradicional residencia del jefe de la policía, en el centro de la ciudad. Las estrechas y elevadas calles apenas permiten el paso de un auto, y no hay donde aparcar, pero la vista lo compensa todo. Como recibe muchas visitas, Norlin tiene espacio en su cochera para dos autos, una de las antiguas habitaciones de la entrada.

 

Este abre la puerta al interior de la casa y dos gatos salen con el, uno corriendo y otro restregándose en sus piernas. Emil los mira encantado y se acerca al que esta en las piernas de Norlin.

 

-Johan Gustaf, eres un holgazan: desde la pandemia, no dejas de hacer home office.

 

-Con este aparatito – alza su teléfono y le da de golpecitos con el índice – estoy siempre de servicio.

 

Cecil y Johan Gustaf se abrazan. Su relación es muy intima, desde la escuela superior donde se conocieron.

 

-Emil, que gusto verte. – estrecha su mano – Jean Michael – le sonríe. Luego se vuelve a Cecil -Cuando me dijiste que alguien había querido matar a Emil, el primero en quien pensé fue en ti.

 

-Muy gracioso Johan Gustaf.

 

El gatito rubio de las piernas de Norlin olisquea la mochila con la gatita blanca, que se mantiene gacha y expectante en la mochila que Emil se ha colgado como cangurera, pese a que nadie la amenaza.

 

-Tengo que confesarte que se me pusieron los pelos de punta cuando lei el reporte. Me recordó a… ya sabes.

 

-Es demasiado. – dice con gesto de repulsión.

 

-Si alguien puede detener a un asesino de serie, eres tu. ¡Solo no te acabes los fondos de la corona! Aunque siendo el favorito para ganar el Nobel, no te lo reprocharían…

 

A Norlin le encanta hecharle puyas a Winge.

 

-Que ridiculez. Si gano no pienso presentarme, rechazare el premio por carta.

 

Norlin lo mira con curiosidad, asintiendo.

 

-Eres la única persona que piensa en mandar cartas en estos dias, Cecil.

 

-Quieren que un sueco gane el premio porque hace decadas que no se queda en casa. – resoplidito – Pero ya podrían haber nominado a la vendedora estrella de Oriflame.

 

Norlin tiene un brazo sobre el pecho, la mano sosteniendo el codo del otro brazo, en cuya mano tiene apoyada la barbilla. Asiente.

 

-¿Ya llevas tu impermeable? Londres es lluviosa en esta época del año.

 

-Londres es lluviosa siempre. Te encargo a Ausra, ¡no le des demasiados premios ni leche condensada!

 

-Ven Anvorguesito – evita dar una respuesta a Cecil. Mete la mano por la trampilla de la mochila que Emil se ha descolgado

 

-¿Cómo sabes su apodo mas reciente?

 

-Lo vi en tik tok.

 

Cecil mira a Emil.

 

-Gracias, Johan Gustaf.

 

-Cuidate, Emil. – se lo piensa un momento y lo abraza brevemente, frotandole el hombro al final. – Jean Michael – le sonríe coqueto desde abajo, recuerdos vienen a su memoria – ¡Ah! Casi lo olvido. ¿Vas a ver a lord Melville, verdad? Toma, llevale esto. Para su gato.

 

 

***

 

En la fila de seguridad para abordar el avión, Emil va detrás de la pareja para poderla observar. La cadena entre las llaves y el cinturón de Jean Michel forma la misma curva que la cadena del reloj de Cecil, prendida en el lado izquierdo de su sueter como siempre desde que adopto este nuevo uniforme de convaleciente.

 

No lo hacen adrede y eso muestra lo compenetrados que están. Sus ademanes también revelan lo comodos que están el uno con el otro, el interés que se ponen. El lenguaje corporal de Jean Michael habla de siempre estar al pendiente de Cecil, cuidándolo.

 

Por enésima vez, piensa que ya le gustaría tener quien lo cuidara asi, en general, y Jean Michael, en particular.

 

Opina que su hermano no valora a Jean Michael en todo lo que se merece; no es tan inteligente como ellos ni tuvo el privilegio de nacer con sus beneficios sociales, pero es un hombre avispado y luchador que siempre logra salir adelante.

 

O quizá es solo que, como cuando eran niños, el juguete de Cecil le parece mejor.

 

Aleja esos pensamientos que a nada bueno conducen y abre los brazos para la inspección de seguridad.

 

*

 

Temen tardarse mas en el trafico de Londres que en el vuelo, pero los pulmones de Cecil no están para rentar una bicicleta.

 

Apenas iba recuperándose del covid-19 cuando la tuberculosis lo ataco. Secuelas, vulnerabilidad, propensión genética, resistencia a los antibióticos, insuficiencia respiratoria se volvieron parte de su vocabulario. Si no se cuido como era debido el covid, por estar inmerso en el caso que ahora le valia la nominación al Nobel, cuando la tuberculosis ataco fue peor.

 

Poner un alto al mecanismo que permitia a las empresas estafar al gobierno y a sus inversores con plazos y condiciones que no habían cambiado desde que la economía era otra, le había costado su matrimonio también. Emma tuvo razón al decirle que le importaba mas su trabajo que ella. Si opinaba que merecia mas de todo, excepto trabajo con un convaleciente, estaba bien. El prenupcial que había preparado les evito problemas y termino tan razonablemente como un matrimonio puede terminar.

 

Cuando volvió a encontrarse enfermo, y solo, tuvo mucho tiempo para pensar en sus prioridades, en sus decisiones, en si el orden que le habían enseñado sus padres era el mejor. Nunca cuestiono sus métodos de enseñanza, a diferencia de Emil, rebelde desde pequeño. Le parecía razonable ocupar siempre su intelecto en cosas de provecho, hacer cuanto podía.

 

Pero en alguna parte del camino se había olvidado de el mismo. Perdido, y temio que perdería también la vida durante aquella terrible crisis que tuvo solo en su departamento, sin nadie que le pudiera alcanzar el teléfono cargándose sobre el mueble, sin nadie que llamara a la ambulancia por el.

 

Hasta que su querido casero entro. Allanando su morada, rompiendo con todo el respeto escandinavo de no meterse en la vida de otro.

 

Luego mejoro brevemente, pidió ayuda a Norlin para no perderse en el aburrimiento, ni la soledad, que por primera vez le afectaba, y en ese momento conocio a Jean Michael.

 

La grave recaida que tuvo la vivio con el. Y no era por criticar a su ex esposa, pero el desempeño de Jean Michael fue mucho mejor: si ella le había dicho que pudo haber hecho mas por ella, ahora estaba seguro de poder dirigirle el mismo reproche.

 

Jean Michael rompió las reglas por el y por la victima, finalmente el las rompió por Jean Michael, por la victima, por el y por las potenciales victimas del asesino. Con la complicidad de Johan Gustaf decidio que tenia mas razón que la ley.

 

Ahora, el cristal del auto rentado le devuelve su reflejo con los famosos edificios de Londres de fondo. Avanzan a vuelta de rueda, ni un carruaje antiguo tardaría tanto. Y una vez mas se pregunta que hara cuando recupere la salud.

 

*

 

 

El edificio del Almirantazgo británico se alza, blanco y reluciente, a las orillas del Tamesis. Guardias uniformados como antiguos marinos les cortan el paso con viejos rifles con balloneta, hasta que Cecil pasa por el lector infrarrojo el código de acceso que le han enviado a su celular. Los guardias abren el paso y saludan con un taconazo.

 

Emil ya perdió las ganas de fotografiar todo aquello con el tiempo que lleva viviendo en Londres. Al menos, hasta que un teniente los pasa a la sala de espera del primer lord. Las pinturas que hay ahí, monumentales batallas navales y celebres personajes de la historia británica están ahí de mano de maestros muertos hace siglos, pero que siguen sorprendiendo hoy en dia con sus ideas pictóricas. En especial, el vigor de su composición de la batalla central, a espaldas del larguísimo sillón de terciopelo rojo donde Cecil se ha sentado, lo maravilla.

 

Para Cardell ese lujo supera con mucho el que ha visto en el palacio real sueco, por la tele: cortinas de metros de alto, columnas doradas en los remaches. Dar mantenimiento a ese papel tapiz debe costar mas que su primer departamento.

 

Una puerta labrada de manija dorada se abrió y dos agentes de inteligencia británica salieron. El mas alto y viril de ellos los mira con interés.

 

Un joven rubio vestido de azul marino, porque el negro seria demasiado fuerte para el, los hace pasar.

 

-El first lord los atenderá ahora.

 

Parece un poco malhumorado al darse la vuelta, pero gracias a ello sus pompas rebotan.

 

-¡Doctor Winge! – saluda primero el primer lord del Almirantazgo, por protocolo.

 

-Lord Melville. – inclina la cabeza.

 

Cardell no puede menos que maravillarse con la apariencia del first lord: alto y delgado, como Cecil, rasgos finos, aunque menos, cabello negro largo, sujeto en una coleta, modales elegantes. Hasta llegar a los ojos hay diferencia, porque los del británico son grises.

 

-Parece que nuestros hermanos menores no dejan de meterse en problemas, ¿verdad? – habla como si Emil no estuviera ahí, lo que lo hace poner casi un puchero.

 

Conoce al pretencioso hermano del novio de su amigo casi roomie: tiene mas o menos la misma edad de Cecil y es mas o menos igual de aburrido.

 

-Pero que aburrida seria nuestra vida sin ellos.

 

-Aburrida y barata: Henage acaba de mandarme la cuenta de su ultima borrachera en El irlandés. – los ojos grises miran a Emil como preguntándose cuanto de lo que pagara paso por su gaznate.

 

-Ya conoce a mi hermano menor, permítame presentarle a mi pareja en cualquier sentido, Jean Michael Cardell.

 

-Un gusto conocerlo, señor Cardell

 

-El gusto es mio. – estira la mano para estrechársela. Es tan fina como la seda – Ahora que hemos sido presentados formalmente, tendre el gusto de seguirlo en tik tok, digame, ¿Cómo hace que su gato baile tan dócilmente en los videos?

 

-An…usrita es un minino bien dejado.

 

-Una joya entre los gatos. – el primer lord da la vuelta y toma asiento, invitándolos. Caben espaciosamente los tres delante del pesado escritorio - ¿Les ofrezco una bebida, caballeros?

 

El secretario parece verlos como retándolos a que lo hagan.

 

-Estamos bien milord, mil gracias.

 

-Bien doctor Winge, – coge unos papeles y los ordena golpeándolos contra la mesa – pedi que hecharan un vistazo de acuerdo a su solicitud: afortunadamente, no hemos tenido un crimen tan truculento desde 1989, cuando una secta de adoradores del diablo se tomo muy en serio los slashers de la época. En 1993 un dentista en Essex mato de… - lee el dato – 114 puñaladas a su mujer y le saco el corazón, pues en su opinión no le servia de nada. En el 2005 unos extremistas musulmanes crucificaron a un testigo de Jehova que llamo a su puerta y por ahí tenemos algunos casos salteados – sus ojos brillan con la broma – de caníbales que, bueno, tenían que prepararse la comida. Lo siento, parece ser el primer crimen de su hombre… en suelo británico.

 

Cecil alza el cuello. Mikel ve las aletillas de su nariz dilatarse.

 

-Como sabe, seguimos preocupándonos por las naciones de la Mancomunidad, asi que tenemos registro de una serie de atroces asesinatos que ocurrieron entre 2017 y 2019 en el Caribe, principalmente en las islas de Barlovento y Sotavento, San Bartolome y Republica dominicana – Winge asiente, las naciones isla están muy cercanas – Cadaveres teatral y grotescamente colocados, ejecutados al arma blanca. En San Bartolome, incluso – lord Melville arruga el ceño – parece haber indicio de jaulas y caceria humana. Muy escabroso todo. Venezuela, como sabe, es un desastre, pero un agregado informal local nos envio esta información – le muestra las paginas. Preguntar no me cuesta nada, por lo que he preguntado a otros aliados. Pero mi rastro de sangre termina ahí, por el momento. Bien pudiera ser que nuestro hombre muriera en el caos de la guerra o de covid, pero, si sobrevivio y es el mismo, es una pregunta que le toca a usted contestar, doctor Winge.

 

-¿Tuvo oportunidad de analizar la muestra de sangre que tomaron del teléfono de mi hermano?

 

Melville suspira.

 

-Me disculpo por la incompetencia de los servicios policiales de mi país. El agente que tomo el caso la desecho al considerarlo un intento de violación.

 

Emil resopla.

 

-Al considerar que estaba loco como una cabra, porque si creían que el tipo había querido violarme, tendrían que haberlo investigado.

 

-Me disculpo nuevamente y el agente esta bajo investigación por no tomar en serio los delitos sexuales. Aelwyn, envía el expediente al doctor Winge y mantenlo informado.

 

Un clic y una vibración en su celular. Cecil mira la pantalla y ve que tiene otro email. Frunce el ceño pero se recompone al instante.

 

-Como siempre, la eficiencia de la inteligencia naval británica supera mis expectativas; jamas se me ocurriría recurrir al MI6.

 

Lord Melville hace una mueca de desden.

 

-No están a su altura, doctor Winge. Sera un placer apoyarlo con elementos para la operación táctica.

 

-Por supuesto. – dice Cecil, como si no se le ocurriera hacer otra cosa.

 

-Confio que la inteligencia de su eminencia salvara la vida de mas ciudadanos británicos, y salvaguardara la vida de su hermano.

 

-Su excelencia me honra con su confianza.

 

Lord Melville inclina la cabeza.

 

-Aelwyn, envía al doctor Winge un oráculo de plata.

 

Otra vibración en su teléfono, y un código sms que autoriza y ordena la ayuda de cualquier elemento de la marina británica.

 

-Muy agradecido con la generosidad de milord.

 

-Una minucia – hace un gesto displicente con la mano.

 

-No le robo mas tiempo, milord.

 

-Ni yo a usted. Y si su salud se lo permite, me encantaría cenar con usted y el señor Cardell para celebrar la captura del asesino.

 

-Nada me complacería mas.

 

-¿Le parece bien el viernes a las 7 en El perro manchado?

 

Cecil abre los ojos.

 

-No se si lograre capturar al asesino en dos días, milord.

 

-¡Oh!, antes o después, no tiene importancia. Eventualmente lo hara.

 

-Sera un placer, milord.

 

-Finalmente, perdone mis modales, reciba mi felicitación formal por su relación: ¡no hay como tener un verdadero “mate”! ¿Verdad, Aelwyn?

 

El gesto del rubiecito se suaviza por fin, asiente.

 

-Muy agradecido.

 

Cecil se para, sus acompañantes lo imitan. Inclina la cabeza y Mikel lo imita; no le pasa desapercibida la groseria de Emil. Al first lord tampoco, se levanta y se inclina ante Cecil también.

 

Cardell le susurra algo al oído.

 

Un tanto avergonzado, Winge saca un paquetito de su bolsillo.

 

-El jefe de la policía de Estocolmo le envía esto, con sus saludos.

 

La emoción del primer lord es genuina.

 

-Digale al jefe Norlin que muy agradecido.

 

-De su parte, milord. – se inclina por ultima vez y salen acompañados por el secretario.

 

*

 

Una vez de vuelta a la sala de espera, Cecil revisa su correo.

 

-Voy a matar a Johan Gustaf… - masculla.

 

-¿Qué hizo? – le pregunta Mikel, como siempre a su lado.

 

Cecil le muestra la pantalla.

 

-¿Un email de ¡la princesa Victoria!? ¡¿En el que te pide encarecidamente aceptes el Nobel de la paz?! ¿A poco ya ganaste, Cecil?

 

-Esto básicamente lo confirma… Johan Gustaf me saco la sopa y se la conto a quien le convino. Anuncian al ganador el viernes.

 

-¿Entonces el primer lord te pidió la cita para ese dia…

 

-Para estar conmigo en el candelero… - gesto abatido – sabe que no me puedo negar… ya me podría haber dado un oráculo de oro.

 

-¿Eso que es?

 

-Una autorización y orden de ayuda que implica a todas las fuerzas armadas británicas. La de plata autoriza solo sobre miembros de la Marina: teme que me vaya con la jugosa presa a otro lado.

 

-A decir verdad, crei que iríamos con la policía, no con el servicio secreto británico… - se rasca la cabeza Cardell.

 

-La autorización de Norlin es para eso, antes del brexit hubiera sido mas fácil… Lord Melville alardea, pero tiene de que: su servicio de inteligencia es el mejor del mundo. Tenemos los antecedentes, ahora, si se trata del mismo sujeto. – guarda silencio un momento, triste – Tal parece que el covid se llevo a los buenos y dejo a los malos, Jean Michael.

 

-No digas eso. – sabe que lo dice por el.

 

-Bueno, si me apresuro todavía llego a clase de… - revisa su horario – Derecho romano. – parece tan sorprendido como Jean Michael de que se imparta.

 

-No te vas a librar tan fácil, Emil. – Cecil lo azota con la mirada – Vamos a ese cuchitril que has de tener por casa: si he de salvar tu vida va a ser integralmente. Solo denme unos minutos – comienza a escribir con los pulgares – tengo que rechazar a una princesa.

 

 

***

 

Emil vive en el campus antiguo de la universidad Saint James, tal como lo indica el testamento de su padre. Mientras agonizaban por envenenamiento nuclear tras prevenir el desastre en la planta de Örnsköldsvik, sus padres, un talentoso ingeniero y una prometedora física, tuvieron tiempo de regular hasta el mas minimo detalle de las vidas de los hijos que dejarían atrás.

 

Hedvig, la primogenita, graduada en quimica y mayor de edad se convirtio en tutora de sus hermanos. La educacion integral que habian recibido hasta el momento les ayudo, en especial a Cecil, ante el subito cambio de planes de sus progenitores, que consideraron la ciencia demasiado peligrosa en sus ultimos dias.

 

Por peticion de sus padres, Cecil estudio derecho y se convirtio en fiscal. Querian que Emil siguiera sus pasos, les preocupaba el mas pequeño, descarriado y tonto de sus hijos. Si hubieran llegado a enterarse de que los amigos imaginarios de su pequeño eran indicios de esquizofrenia infantil, quien sabe que hubieran hecho.

 

Hedvig corto con la via rapida como solia hacer con aquellas molestias que habia heredado: lo interno en un sanatorio mental cuando con la pubertad, lo que sea que padeciera (los especialistas no se ponian de acuerdo) empeoro sus sintomas. Cecil, quien a pesar de las diferencias de edad habia convivido mas con Emil, tuvo que soportar ver como empeoraba en la institucion, incapaz de sacarlo de ahí.

 

A pesar de ser menor de edad y estudiante, inicio una demanda contra su hermana por la custodia de su hermano. Pero Hedvig se las regalo volandose la tapa de los sesos. En la carta que dejo, declaraba su intencion de no dejarse convertir en un animal, preferia terminar antes que perder la razon.

 

Cecil se entero asi que su hermana mayor habia mostrado indicios de lo mismo que padecia Emil, y que sus padres la habian internado tambien. Un tio abuelo fue nombrado tutor por el medio año que le restaba a Cecil para poder regir su vida y la de Emil y lo primero que hizo fue sacarlo muy traumatizado del sanatorio.

 

Intentaron terapias en casa, el tio abuelo Nick lo ayudo, pues para ese momento estaba en el trayecto final de sus estudios, que sus padres habian dejado cubiertos. El estado tambien aporto una generosa cantidad al fideicomiso de los hermanos; el dia que se graduo, Cecil recibio como obsequio postumo de su padre un antiguo reloj de bolsillo Beurling, pues de su primera preparacion para cientifico, Cecil concervaba el gusto por la mecanica.

 

Emil mejoro, con lo que termino tardiamente su escuela superior y se matriculo en la universidad de su preferencia: primero fue Uppsala, luego, cuando Cecil descubrio que su mejoria se debia a la bebida, se alejo hasta Londres, a donde estaba seguro que su hermano no lo seguiria, catapultado como estaba en su carrera hacia fiscal general del reino y terminando su doctorado.

 

Los hermanos se distanciaron, pues tenian objetivos muy distintos: Cecil, hacer que las empresas contribuyeran sin privilegios; Emil, empezar la borrachera en jueves y terminarla en lunes.

 

La pandemia los hizo parar, aunque no pudieron estar juntos por las restricciones durante la primera etapa, la mas grave, cuando Cecil enfermo. Emil se encontro con un detox forzozo porque no podia conseguir alcohol, y las drogas no alejaban a las alucinaciones como si lo hacia el alcohol.

 

Despues de esto, mas tranquilos, reanudaro el trato, si bien con mas bajos que altos y discrepancias, pero cuando la falsa alarma de la muerte de Cecil se difundio, Emil fue el primero en llegar hecho un mar de lagrimas.

 

Hacia el fin de cada curso, Emil aplicaba su estrategia de estudiar tres dias para pasar lo minimo para permanecer en la matricula, garantizando asi el dinero de sus padres ahora que era mayor de edad.

 

La vida nocturna universitaria si que le gustaba: habria tenido roomies de haberlo permitido el testamento de su padre, pero no era como que no pudiera dormir la mona en la habitacion de James y Stephen, sus amigos irlandeses.

 

*

 

Su habitación estaba del lado norte del pasillo. Estaba en el tercer piso de cinco, una mansión de la época georgiana originalmente concebida para alojamiento de estudiantes: cada puerta era elegante, y al interior, había espacio suficiente para cama, orinal, librero, escritorio y una ventana. El baño estaba disimulado como un biombo para respetar la estética protegida por la unesco y un estudiante gordo hubiera tenido problemas para ducharse ahí. La otra pared del añadido espacio de baño recupera el librero, aunque no se ven muchos libros ahí.

 

Botellas, vasos, platos con restos de botana, secadora de pelo, productos de belleza y un tarro con un órgano salpicado por fuera con glitter lila. Hay ropa y zapatos por todos lados y un joven pelirrojo, muy bello, en la cama con mas botellas.

 

Emil se avergüenza de que se le ve la puntita de la polla por entre lo alto del muslo del short y se acerca a jalárselo. Lo sigue jalando de la camisetita.

 

-James, despierta.

 

-Bueno, si cualquiera puede entrar a dormir la mona en tu cuarto, tengo motivos para preocuparme si un asesino te sigue. – Cecil examina la habitación.

 

-James… no entra cualquiera, Cecil, James y Stephen tienen copia de mi tarjeta de acceso y yo de la de ellos.

 

-Lo que les da acceso a todos sus acompañantes, también. – dice, señalando con el pie un condon usado que ha caído de la cama.

 

-James tiene novio, no se acuesta con cualquiera.

 

-Es bueno saberlo. – examina la ventana - ¿Y Stephen?

 

-Alguien tiene un crush con el pero no andan… creo.

 

-¿Por qué tienes un riñon con brillitos?

 

-Es de Stephen, se le olvido… y se nos cayo el glitter.

 

-Ese chico no va a despertarse, supongo que podemos hablar en su presencia.

 

-Si…

 

Cecil busca donde sentarse, pero la silla tiene manchas de licor y ropa sucia encima.

 

-¿Duermes mas aquí, en su habitación, o en la banqueta afuera de los bares?

-En la banqueta casi nunca me quedo, lo creas o no designamos un conductor o el novio de James, Hen, nos trae.

 

-¿Y el pretendiente de Stephen?

 

-Es amigo de Hen, se llama Jack y esta por graduarse de la naval también… ¿Sabes que no tendrías que hacer estas preguntas si alguna vez vieras mi instagram?

 

-Veo tu instagram, pero no tengo tiempo para tus cincuenta publicaciones diarias. Llevame al cuarto de tus amigos.

 

-Esta aquí enfrente… - Emil arrastra las palabras y los pies.

 

Abre la puerta de enfrente, la del lado sur del pasillo. Una mitad de la habitación esta llena de libros, especímenes, botellas y batas mugrientas. La otra mitad esta llena de ropa, accesorios, productos para pelo y piel y botellas. Esta habitación si tiene un baño, con una antigua tina de patas y una cocineta. Cecil abre la puerta del refrigerador y le sorprende encontrar frutas, verduras y leche de soya fresca.

 

-¿Le están guardando la comida a alguien mas?

 

-Si vieras mis publicaciones, sabrias las recetas de mis licuados detox.

 

Cecil lo ve de hito en hito:

 

-¿Tu haces detox?

 

-Claro, no quiero arruinar mi salud ni arrugarme…

 

-Quince wiskis y rebanadas de pepinos para los ojos, que contraste Emil.

 

Emil sigue haciendo gestos, el recuerda los logotipos de los envoltorios de comida para llevar que vio.

 

-¿Piden mucho de comer?

 

-Preferimos beber, pero si, a veces pedimos italiana o fusión asiática…

 

Cardell revisa todas las ventanas, sacando medio cuerpo por las que puede.

 

-Hay seguridad en el campus aunque, bueno, Hen y Jack nunca tienen problemas cuando vienen a vernos.

 

-Este restaurante se ve mejor – dice Cecil, alzando una cajita de la mesa.

 

-Si, Hen nos invita de lugares caros para molestar a su hermano.

 

-La bebida se las entregan a domicilio. – dice viendo que el bote de basura es en realidad una caja vacia de brandy.

 

-Si, la licorería tiene sus propios repartidores, son los mismo tres desde que les compramos, por si los vas a corroborar.

 

-Tal como me dijo Johan Gustaf, pareces estar muy seguro aquí, Emil.

 

-Da gusto ver que tu secretario se hace cargo de supervisarme.

 

-La falta de agradecimiento es una característica muy tuya, Emil. Recuerdame como funciona eso de emborracharte para no alucinar? ¿El dia del ataque estabas ebrio pero alucinando voluntariamente?

 

Emil pone aun mas cara de culpable disgusto.

 

-El alcohol me ayuda a que las alucinaciones espontaneas no se presenten… Veo doble como todos los demás y no recuerdo mucho de lo que hago.

 

-¿Cuánto alcohol necesitas ya para conseguir eso?

 

-Me tomo una botella al dia. – mira sonrojado para otro lado. Los tenis de Jean Michael son los elegidos.

 

-¿Incluidos los días de detox?.

 

-Lunes y miércoles no tomo, a menos que… tenga problemas.

 

-Si, que empiece a ver o oir cosas, sin querer. Como si dejaras la tele prendida en el otro cuarto.

 

Cecil asiente. Mikel mira serio al hermanito de su novio.

 

-¿Y los días de fiesta?

 

-Hasta caer borrachos.

 

-¿Y la alucinación voluntaria?

 

Emil aprieta los labios. Sube la mirada por los jeans negros, por la camiseta gris, por la chaqueta decolorada. Le da mas pena admitirlo delante de Jean Michael que de Cecil.

 

-Laminitas de lsd.

 

-¿Laminitas?

 

-Yo las conozco. – dice Jean Michael – No son tan malas, si están bien hechas. – ha seguido la mirada de los ojos azules que no le pertenecen y se acerca al bolso en la puerta abierta del armario. Busca y saca un estuchito de plástico para guardar dulces, o pastillas. Jala una laminilla que parece de dulce y corta un pedacito. – Esta bien. – le dice a Cecil – Si al rato veo elefantes rosas tenme paciencia.

 

El nivel de desaprobación del rostro de Cecil alcanza nuevos records.

 

-Tomas la droga para cortar el efecto antialucinaciones porque el que tomas el alcohol. ¿Quieres o no quieres alucinar, Emil?

 

-No quiero alucinar sin que yo quiera.

 

-Destruyes tu vida, Emil – deja salir el aire abriendo los brazos, extendiendo las alas de su sueter – Arriesgas tu salud, ¿Por qué?

 

-Solo quiero ser normal y divertirme.

 

-Pues no lo eres. Vive con ello.

 

-Wow, deberías sacar tu podcast de autoayuda.

 

-Emil, no vas a tener veinte años por siempre, ¿Qué vas a ser cuando tengas mi edad? ¿Un chavorruco de los que ahora te burlas?

 

-No se si voy a durar tanto.

 

-Ni yo, pero no puedes seguir asi… - un gesto raro en la cara de su hermano. Un gesto que tarda en reconocer aunque lo ha visto muchas veces en el espejo – te estas destruyendo – dice entre lagrimas - ¿Crees que quiero volver a verte como cuando te visitaba? ¿Vale la pena joderse el cerebro asi por unos raves?

 

Emil abre la boquita y la mueve, sin saber que hacer. Jean Michael le alcanza un pañuelo a Cecil. Lo abraza: eso es lo que quiere, lo que no tendrá.

 

-No salgo con nadie para que no se enteren de que estoy loco. – la voz sale casi sin que el la reconozca, amarga – Stephen se dio cuenta porque es medico pero los otros no saben. James cree que le juego bromas. Pero es mi razón la que me las juega a mi.

 

-Emil… - Cecil deja los brazos de Jean Michael para ir por Emil, pero este lo rechaza.

 

-Tu que vas a saber, si nunca en tu vida has alucinado. Si eres perfecto, cuerdo, amado…

 

-Emil…

 

-Dejame en paz. Nunca debi haberte molestado.

 

Emil coge una botella y trata de irse, pero Cecil se la quita.

 

-No, Emil.

 

Su gesto es molesto y temeroso, a Mikel le recuerda a Ausra cuando conoce a un nuevo gato. Agarra un carton de jugo de arandano y se va a prender la tele.

 

*

 

-No se si dejarlo aquí. – dice Winge a Cardell.

 

-Si es verdad que lo busca un asesino, vendra a buscarlo aquí: podemos pedir el cuarto a los amigos y esperarlo. – ve la cara de asco con que los ojos azules miran la habitacion – Te pondre sabanas limpias.

 

-¿Tu que opinas, Jean Michael?

 

-Creo que tu hermano es mas del tipo que violan o secuestran.

 

-Sin embargo, el asesino que estamos buscando es muy… atipico.

 

-Si ese dia habia una fiesta loca ahí, yo simplemente escogeria. Creo que su objetivo era poner una puesta en escena ahí, no tendria sentido llevar la carne si estaba en el supermercado.

 

Cecil asiente, meditando sus palabras. Escribe al secretario del first lord para que se apresure a hacerle llegar el perfil criminalistico del asesino.

Mira la cama, incluso inmunda tiene ganas de tenderse un rato.

 

-Yo ya no tengo edad para irme de bares, Jean Michael.

 

Cardell sonrie.

 

-¿Alguna vez tuviste edad para irte de bares?

 

-No realmente. Emil, nos vamos. Exactamente el mismo recorrido que hiciste ese dia para llegar al rave.

 

Emil hace puchero: esta horroroso y no quiere que lo vean por sus lugares asi.

 

*

 

Se fue derechito. Cecil le pide que le describa el trafico, el escenario, las luces. Atardece, la melancolia parece inundar las ruinas. Todavia se ven rastros de la tiza policial, Mikel ha visto en redes que la gente se ha estado tomando fotos ahí, imitando a la victima.

 

Pasa mas tiempo en redes que Cecil, el si sigue activamente a Emil: le gusta mas el Emil de tiktok que de instagram. Conoce sus gustos, han intercambiado comentarios, mensajes privados; en linea, es capaz de ocultar su condicion: la foto que compartio donde decia estar con Rigo, el famoso tocador de bongoes, fue celebrada a ocurrencia por sus seguidores, en tanto que otros sostenian que el espiritu de Rigo estaba presente.

 

La selfi de aquel chico sonriendo con unos bongos etiquetados con su precio le dio mucha tristeza. No quiso mencionarselo a Cecil para no entristecerlo, pero ahora se preguntaba si habria hecho bien.

 

Era obvio que ese niño necesitaba una intervencion desde hacia tiempo.

 

Las ruinas se ven tenebrosas, hermosas, como una portada de disco. Proyectar una pelicula de terror ahí estaria genial, luego se reconviene porque hace nada alguien encontro un final digno de una ahí.

 

-Jean Michael, ¿podrias subirte ahí? – Cecil le señala el ventanal vacio que Emil le ha señalado.

 

Cardell se acerca y no le cuesta demasiado subir. Las irregularidades de las ruinas le ayudan.

 

-Emil, tomame una foto.

 

Cecil niega con la cabeza.

 

-Baja rapido. Escondete.

 

Emil esta atento

 

-¡Es asi como lo viste pasar?

 

Emil asiente.

 

Lo hacen correr por el estacionamiento, por las ruinas, simular un ataque. Cuando terminan, suda a pesar de que el frio esta calando.

 

-Tengo hambre. – dice.

 

-Emil, ¿en alguno de los lugares que frecuentas sirven de comer?

 

*

 

Es un pub muy ingles. De hecho, es una vieja hosteria medieval, según la publicidad. Mucha gente disfrazada asiste, aunque nadie se mete con los que van de modernos como ellos.

 

-¿Qué me recomiendas? – le pregunta Cardell a Emil

 

-Vino de los elfos… ah, torta de carne. Le ponen cosa de ciruelas.

 

-¿No que te tomabas una botella al dia? – le pregunta Cecil al ver que vacia la copa que el mesero ha puesto con la cartulina con el codigo QR para acceder al menu.

 

-El vino no cuenta.

 

Cecil pide una ensalada de las hadas con salmon encantado, alzando la ceja, Emil pide un potaje potable chico y una botella de vino de los elfos.

 

-Para que lo prueben – dice, al ver que lo ven feo.

 

-¿De que tamaño es la porcion de carne con ciruela?

 

-Como asi… - calcula el mesero.

 

-Traigame tres y no sea tacaño con el pan.  – dice, cerrando la app y bajando el celular.

 

-Esto es como El señor de los anillos con La hogera de las vanidades. – dice Cecil, admirado.

 

Emil rie.

 

-Me gusta venir aquí, ni siquiera tengo que alucinar… ¿Sabes, Cecil? hay algo que no te he dicho… tu me salvaste. Estaba a punto de entrar en un ataque de pánico del que no hubiera salido cuando tu apareciste a mi lado y me tranquilizaste, siempre tan calmado y sabiendo que hacer. Se que estabas en mi mente – añade con una sonrisa en la que la timidez y la amargura comparten espacio – pero, si Stendhal no hubiera escrito Rojo y negro no estaría en tu mente, ¿verdad?

 

Cecil sonríe y estira la mano para tocársela sobre la mesa.

 

-Es verdad…

 

El estridente timbre de llamada del teléfono rompe el momento. Cecil ve incrédulo y luego molesto su celular.

 

-Me esta llamando el primer ministro…

 

*

 

El mal humor de Cecil solo empeoro con el salmon escamado luego de rechazar la petición del primer ministro de aceptar el Nobel. Sus dos acompañantes no decían ni pio, Mikel apenas tuvo tiempo de zamparse sus tres porciones antes de que Cecil azotara ligeramente la mesa con la servilleta y pidiera la cuenta. Emil se acabo el vino de los elfos y los condujo por los bares que suele frecuentar, esta vez, desafortunadamente, sin poder tomar un trago.

 

Al encontrarse frente a la verja del campus Mikel propone:

 

-Vamos a un hotel.

 

Cecil asiente.

 

-Solo entremos por el equipaje.

 

-¿Me van a dejar solo? – pregunta Emil, atemorizado.

 

-¿Dónde están tus roomies?

 

-James se queda donde Hen y Stephen esta estudiando.

 

Cecil calcula: aparentemente, se queda solo mas tiempo del que pensó.

 

-Vendras con nosotros al hotel, era mi intención desde el principio.

 

*

 

En el trayecto, Cecil dormita, su pecho sube y baja profundamente. Van los dos juntos en el asiento de atrás, Jean Michael voltea a verlos frecuentemente por el retrovisor. Su hermano esta cansado, sabe que no esta bien, aunque se empeñe en tener una voluntad de hierro. Timidamente, roza con su dedito su mano. Vuelve mas atrevida su caricia al ver que no molesta.

 

Emil se tiende en la cama apenas llegar a la habitación. Ha visto que a sus espaldas, el recepcionista hecha una mirada envidiosa y aprobadora a partes iguales a Jean Michael cuando los conduce a los dos a la habitación. Le da pena interferir con las actividades ¿conyugales? De esos dos.

 

Le gustaría dormirse entre ambos, pero no como ese recepcionista piensa: el calor cariñoso de un hermano, el abrazo amoroso de un amante.

 

Pero han pedido una habitación con una cama matrimonial y una individual, como la que tomaría un matrimonio con un niño grande.

 

Jean Michael se ducha, para no oler mal. Espera a Cecil en la cama, mirándolo trabajar en la computadora.

 

-Es tarde, cariño. – le dice con dulzura.

 

-Scotland yard me mando por fin el perfil del asesino, estoy comparándolo…

 

Los dos se acercan.

 

Hombre caucásico, de mediana edad, educación superior, culto, pudiente. Probable problema religioso en el pasado, quizá un ex sacerdote o amish. Conocimientos anatómicos avanzados pero no médicos. Soltero. Relaciones estables poco probables. Posible doble vida. Quiza un agente inmobiliario o turístico.

 

-No parece mucho… - dice Emil, decepcionado.

 

-Con menos que eso tu hermano atrapo a Johannes Balkan.

 

-¿Saben que es lo peor de perseguir criminales? Que tienes que esperar a que cometan otro para poder atraparlos.

 

*

 

Por la mañana, un correo del comité del premio Nobel. Luego la llamada que espera.

 

-Johan Gustaf, eres de lo peor.

 

Emil se admira de que se llamen por llamada tradicional, no por videoconferencia.

 

-Necesito que aceptes, Cecil. Magnus Ullholm quiere mi puesto, pero aunque es imposible que se lo den a un imbécil corrupto como el, me he ensuciado el impoluto rabito al corretear en el campo contigo y necesito puntos.

 

-Es una ridiculez. – resopla Cecil.

 

-Imaginate que es como aquella vez que nos vestimos de conejitas por perder esa apuesta.

 

Mikel alcanza a oir y quiere esa foto.

 

-Como si necesitara que mi rostro se volviera conocido ahora.

 

-Para eso tienes a Jean Michael.

 

-Al menos no sugeriste que volviera a disfrazarme de conejita.

 

Esta vez, Emil oye y para las orejas.

 

-Si lo hicieras, tendríamos que investigar una violación bien consumada.

 

-Tarado.

 

-¡Ponte orejitas para mi! – pide en tono chillon.

 

Cecil le cuelga. Se acuerda de algo y le marca ahora el.

 

-¿Cómo esta Ausra?

 

-¿Nunca ves tiktok, verdad?

 

 

*

 

 

Los tonos ocres predominan en el café en el que esta almorzando. Es un café viejo, decorado hara unos cuarenta años. Viejas fotos de celebridades que en su momento visitaron el café comparten lugar con cuadros de plantios y granos de café sobre los paneles de madera calida que recubren las paredes.

 

Le gusta ese lugar porque es acogedor, los cuadros le recuerdan los países centro y sudamericanos donde tan a gusto vivio. Es un lugar tranquilo, además, años atrás quedaron las pretenciones de fama y ahora sirve de paso a oficinistas de la gran mancha trabajadora que se expande por los antiguos suburbios de Londres.

 

Hay varios hindus en el barrio, la gente de color también le gusta. Pero la dueña es una vieja blanca, que le gusta poner el noticiero.

 

Por un momento lo ve, al chico del rave, con el rabillo del ojo. Voltea tan rápido que le duele el cuello, pero en la barra solo están sentados dos oficinistas hindus. Entonces lo vuelve a ver, en pantalla.

 

-Disculpe, ¿puede subirle? – pide a la vieja.

 

El letrero informativo no ayuda un carajo: “Jubilo en Suecia”: que ahorquen a los que dictan los canones del periodismo actual.

 

Afortunadamente la BBC todavía es la BBC y repite el nombre. En pantalla, van pasando videos de viejas apariciones publicas de Cecil Winge.

 

“… el ex fiscal general del reino de Suecia, quien perdió a sus padres trágicamente joven. Olof y Ulrika Winge fueron los héroes que, en 2003 impidieron que una segunda Chernobyl se suscitara en la planta nuclear de Örnsköldsvik, cuando por inuniformidades naturales en la actividad radiactiva, el reactor se calentó mas de lo debido, fundiendo los controles digitales para su regulación. La temperatura del reactor tuvo que ser controlada de manera manual, y los esposos Winge fueron expuestos a una dosis letal de radiación. Pero perder a sus padres de manera tan trágica no hizo mella en el joven estudiante, quien se graduo con honores en la escuela superior Lejon de Estocolmo, para transladarse posteriormente a la universidad de Uppsala para cursar sus estudios de derecho…”

 

Los ojos de Tycho Ceton vibran, atentos. Siente una gran excitación al volver a encontrar la pista de su presa, pero duda. Juraria que el joven que lo cautivo en el rave era mas joven, aunque el maquillaje y la noche prestan juventud y belleza a cualquiera.

 

“… y en 2019, obtuvo su segundo doctorado en Desmantelacion de redes de crimen organizado, orientado sin duda a la cruzada que había emprendido contra los delitos al margen de la ley, iniciada en 2017 con el caso de las patatas de Akland y que culmino en 2022 con la firma del tratado internacional de Suecia, Noruega y Finlandia para reglamentar bajo un mismo estatuto a las empresas que operan en dichos países. El doctor Winge, quien fue una victima de la primera cepa de covid-19 no pudo asistir a la firma de legislación por motivos de salud, y mucho se especula si acudirá a la premiación en Oslo, pues padece de graves secuelas debidas a esta enfermedad.”

 

Bueno, el chico que persiguió corria como campeón olímpico, claro que, por la propia vida… Tycho sonríe y brinda con su café.

 

En la tele pasan a otra noticia y en su celular se pone a buscar lo que encuentra del tal Winge. Su única red publica es LinkedIn, donde colgó el anuncio de su retiro temporal en 2022.

 

Bueno, casi dos años es bastante tiempo para recuperarse. Una experiencia cercana a la muerte cambia la vida, no le sorprendería nada que pasase a apreciarla de la manera que lo vio hacerlo en Carfax: esa pasión, esa energía, esa belleza…

 

Activa para que le aparezca cualquier notificación sobre Cecil Winge en la red. De inmediato le aparecen mas reportajes, felicitaciones que no le dejan ver nada de sus perfiles… su café se enfria sin obtener nada sustancioso.

 

-Disculpe, ¿podria calentármelo? – pide a la vieja con una sonrisa.

 

-Por supuesto, pastor.

 

 

***

 

Cecil no deja de hablar por teléfono y redactar correos, lo que le da la oportunidad de platicar con Jean Michael.

 

Se le acerca con timidez: se le da mucho mejor interactuar en línea, pero seria ridículo escribirle un whatsapp si lo tiene al lado.

 

-¿Ya viste el reel de Anvorgueso?

 

-¡Si! Norlin lo consiente un monton.

 

-No había visto ese gato pardo de cola larga que se ve ahí al fondito.

 

-Yo tampoco. Debe ser de algún vecino, Norlin los deja entrar a comer.

 

-Me gustaría tener un refugio para gatos. O un café de gatos.

 

Emil se relaja y Mikel lo ve con cariño.

 

-Pues ahí tienes, con tus recursos lo puedes hacer.

 

-Ou… - Emil se sonroja y hace puchero – Mi padre especifico que tenia que estudiar derecho. En la universidad de mi preferencia.

 

-Bueno, te dio alguna libertad…

 

-Supongo que no creyo que fuera capaz de entrar a la misma universidad que Cecil.

 

-Pero, ahora que eres mayor de edad, puedes decidir que estudiar, ¿no?

 

-Si, pero no tendre el dinero de mi fideicomiso.

-Bueno, no creo que tu hermano te diga que no te paga los estudios. Mas con el dinerito del premio, que nos va a caer muy bien.

 

-Yo veo a Cecil rechazándolo para alguna organización…

 

-¿Tu crees? – pone cara compungida Mikel – Norlin había dicho una vez de poner un refugio para gatos, propongamosle entre todos eso a Cecil.

 

-Ujum – los dos lo ven y dicen al mismo tiempo – pero no ahora. – y se rien.

 

Emil se le restriega sin querer en el hombro. Teme haber ido muy lejos cuando lo mira, asustado, pero solo hay bondad en el rostro de Jean Michael.

 

-¿Has visto los cafes de gatos en Japon?

 

-Si claro, muero por ir a uno.

 

-¡Yo también!

 

-Cuando todo esto se resuelva, deberíamos de ir los tres.

 

Emil asiente.

 

-Tambien quiero disfrazarme de gato para Halloween.

 

-¿Ah si?

 

-Si, pero ahora no se si podre… y James quiere que sea un gatito sexy para ir el de zorrito sexy, pero yo no quiero un disfraz sexy, quiero un disfraz de verdad, pedir dulces…

 

Cecil le conto que solo una vez sus padres los llevaron a pedir dulces, antes de morir. Emil era muy pequeño y debe atesorar el recuerdo.

 

-Pues si fingimos que eres retrasado, nadie veria raro que fueras…

 

Emil lo ve travieso.

 

-Trata de convencer a Cecil de que se finga retrasado.

 

-Mejor me corto yo mismo las bolas.

 

-¿Crees que le moleste si ponemos algo? – Emil quiere alejar la imagen de las bolas de Jean Michael.

 

-Si es bajito no.

 

-¿Qué quieres ver? Una serie?

 

-No, porque luego me pico y podríamos salir en cualquier momento.

 

-Vamos a ver una película. – Emil abre Netflix en su celular para tener excusa para estar cerca de Jean Michael. Y la excusa para usar el celular la tiene con no molestar a Cecil, listo.

 

-¡El diablo viste a la moda!

 

A Cecil le sorprenden los gustos cinematográficos de Jean Michael. A el no.

 

-Me gusta Emily. ¿Crees que fue ella la que al final recomendó a Andy?

 

-Creo que lo hizo Miranda, pero quien sabe. El que me caga es Nate, ¿sabes? Con el tiempo me fui dando cuenta de lo toxico que era.

 

-Y tanto.

 

-¿Sabes? Antes, cuando uno veía las películas en la tele, casi nunca veias los principios. Veo el principio de esta película y todavía me sorprendo.

 

-Me paso asi. Vi esta película en la tele, primero, como a la mitad. Entonces me gusto y le pedi al tio abuelo Nick que me la comprara en disco. Fuimos a Bloomigdales por ella.

 

-A veces se me olvida que te ves mas joven de lo que eres. – lo valora con una sonrisa Jean Michael y el se sonroja – Cecil también se ve joven.

 

-Es un fenómeno.- dice, haciéndose bolita.

 

-¿Cómo?

 

-Es un fenómeno, que la gente de la generación de Cecil y la mia, parezcamos no envejecer.

 

-¡Ah, si! Las teorías de que es porque no les da la luz…

 

-Creo que la de Cecil es la primera generación donde se nota el cuidado de la piel desde la juventud. Cecil me enseño a cuidarme la piel, es muy pulcro.

 

-¿Ah si?

 

-Si, yo me la cuido mas… por las borracheras que me pongo.

 

-Bueno – le palmea la mano – Pues ahí tienes un motivo mas para dejarlas.

 

 

***

 

 

Cecil suspira pesadamente frente al antiguo y bien iluminado portal de “El perro manchado”, restaurante cerca del Tamesis de larga tradición marinera, donde, justamente, comenzaron sirviendo pudin “Perro manchado” a los capitanes en tierra que lo extrañaban.

 

Se ve muy guapo. Emil lo ayudo a peinarse y maquillarse, por las ojeras, la enfermedad y el puntito de vanidad que siempre ha tenido se dejo. Incluso por cortesía con su anfitrión, pues sabe que lord Melville va a ir guapísimo y la intención de la cena es publicar las fotos para que la posición de Melville resalte.

 

Jean Michael le pone el abrigo en los hombros tras entregar las llaves al valet parking y silba al ver el esplendido lugar.

 

-Esto parece como Suecia mas bonita.

 

-Oh, Jean Michael – toma su brazo con cariño – ellos eran una potencia marítima cuando nosotros nos ahogábamos en la mugre en Estocolmo.

 

-Tienes razón, no es muy justa la comparación a menos que retrocedamos a cuando ellos eran unos monjes pardularios y nosotros los vikingos que veníamos a saquearlos.

 

Las ultimas palabras son escuchadas por el hostess, que repara al ver el atuendo de Cardell: se ha puesto su saco formal, una camiseta blanca, le quito la cadena a los jeans y se dejo los tenis. Tambien se peino con mucho “mousse” para atrás y se negó a que Emil le aplicara una bb cream incolora.

 

-Yo no voy a salir en las fotos. – dijo.

 

Cecil lleva un traje gris oscuro de Armani atelier, hecho a la medida, que le queda un poco grande al haber sido hecho a la medida que tenia antes del covid y la tuberculosis. El traje que debio lucir en la firma de la nueva legislación de amortizaciones y que ahora lucirá en la premiación del Nobel, pues no piensa ir a Suecia a cambiarse por esa tontería.

 

Igual, tampoco es que tenga muchas ganas de usar el traje negro de su boda.

 

Los zapatos son de Jimmy Cho y parecen de hombre, pero mas comodos. Se sujeto el cabello con una cinta blanca como su camisa y la corbata es negra porque le parecio chabacano ponerse una azul como sus ojos.

 

-Mesa 7. – dice, y siente una gran satisfacción cuando “la perra”, que hace un momento ninguneo a Jean Michael con la mirada, se da cuenta que debe conducirlos a la mesa del primer lord del Almirantazgo. Alguien con mas peso que el rey, ahí.

 

De costado, se vislumbra la cadena de su Beurling, que causara sensación.

 

-Agua.  – pide y un engomado mesero se la sirve de la botella que esta a su lado.

 

-¿Vino? – le pregunta Jean Michael y el asiente, con lo que la botella elegida de su lado es otra. – Esta muy bueno.- le dice cuando se quedan a solas.

 

-Me alegro, cariño. Mas tarde lo probare.

 

Con la medicina, Cecil solo se permite una copita de vez en cuando.

 

-Cecil, nunca he asistido invitado a una cena elegante.

 

-Jean Michael no te preocupes. Mientras no te comportes como Jack en Titanic estaras bien.

 

El mundo de Cecil aun lo deslumbra. A el se lo ve tan natural ahí, el se siente como un perro en una cristalería. Pero Cecil lo ama, lo hace sentir seguro; sabe que no le da demasiada importancia a las reglas, pero las sigue como había seguido todas en su vida.

 

El fist lord aparece con su esposa, una rubia bajita y menudita enfundada en un vestido azul ceñido, con un buen trasero respingon. Por el trasero lo reconoce, el secretario malhumorado que ahora esta de mejor humor, con mas cabello y con labial rojo. La sorpresa hace que se le quede viendo descortésmente un momento.

 

-Si, encantado. – dice, estrechándole la mano enguantada en blanco.

 

Se sirve otra copa de vino para disimular.

 

-Espero no haberlos hecho esperar. – dice, ajustándole con cariño el pequeño bolero plumoso a su esposa.

 

-En absoluto. – Cecil ya sabia del travestismo de la esposa, como el no le toma importancia, no se le ocurrio mencionárselo a Jean Michael, a quien ahora ve divertido lo asombra.

 

-Permitame felicitarlo por su premio. – Melville sonríe detrás de la copa.

 

Cecil disimula lo mejor que puede mirando levemente a un lado y otro mientras exhala.

 

-Nuestro buen amigo Johan Gustaf me convencio.

 

-Si, yo sabia que Norlin haría la magia. ¡Por la paz! – propone un brindis y todos brindan - ¿Le molestaría que lo compartiera en redes, doctor?

 

-En absoluto.

 

Lord Melville le pasa el teléfono a lady Melville, mueve su silla mas cerca de Winge y repiten el brindis, convertido esta vez en publicación. Lady Melville, originalmente un muchachito gales, sigue tomando fotos para armar un reel y postearlo también. Le muestra un momento la pantalla a su esposo.

 

-Ah, lo etiquete, ¿le importaría?

 

-Por supuesto que no. – Cecil autoriza la etiqueta desde su teléfono. Aparece en sus redes también.

-La paz, esa esquiva victoria. A veces, me pregunto que haremos cuando la consigamos.

 

-Tener una vida pacifica. – bromea Cecil, notando internamente que lo ha tomado como sinónimo de aburrido.

 

-Tan agudo como siempre, mi querido Winge. – el first lord le palmea el muslo, pues están muy cerca.

 

Mikel se mosquea y ve que la rubiecita también.

 

-¿Ordenamos? – propone Cecil.

 

Su teléfono no deja de vibrar con notificaciones, asi que las desactiva por completo. La platica sige, ni el ni la rubiecita participan mucho. Le sorprenden las consideraciones sobre la belleza que esta haciendo: siempre había pensado que entre mas afeminado mas hermoso, pero lo que tiene delante de los ojos se lo niega: la rubiecita es bella, sin duda, y sin duda podría pasar por una mujer, en tanto que Cecil… no esta seguro, teme que a sus ojos no, por mas imparcial que trate de ser. Cecil es bellísimo, pero si parece un hombre. Incluso maquillado, aunque, tal vez, maquillado de mujer seria distinto… le gusta ver a Cecil en lencería de encaje negro, agradece la mesa que tapa la evidencia de lo mucho que le gusta, trata de imaginárselo vestido de mujer, con un vestido como el del secretario y guantes…

 

No le termina de cuadrar, cree que aun si no lo conociera detectaría que no es mujer. Al imaginar a Emil, en cambio... ¿hay algo mucho mas femenino en su actitud? Porque físicamente, apenas se diferencian… sin embargo, esos milímetros hacen la diferencia.

 

El first lord es otro ejemplar digno de estudio: es guapísimo, que duda cabe, pero no lo ve convincente vestido de mujer. A un incauto tal vez si, pues sus rasgos son hermosos y el condicionamiento del maquillaje femenino grande, pero… Al verlo junto a Cecil, tan parecido, se suscita un curioso fenómeno: tan pronto le duelen los ojos de ver tanta hermosura junta, como con Emil, como le sale el instinto de demostrarle que es su pareja.

 

Es un caballero refinado y elegante, del gran mundo. ¡Un noble, ni mas ni menos! Sin duda una mejor pareja para Cecil que el… sospecha que el derrotero de los pensamientos de la rubiecita es el mismo, pues aunque vestida de esposa, no deja de ser el ayudante de su marido. Le tuvo atenciones al sentarse y al llegar la cena, pero la mayor parte del tiempo ha estado embelesado con Cecil, su Cecil, tomando foto tras otra, y entiende porque esta mosqueada.

 

Tambien entiende que no tiene ningún motivo para hacer lo que va a hacer, pero jala a Cecil y le planta tremendo besazo delante del otro.

Cuando se separan, ve primero los ojos agradablemente sorprendidos de su amor, luego los sonrientes de la rubita, que se lo agradece, y por ultimo los ligeramente “¿Qué onda?” del first lord.

 

-Lo siento milord: no podía pasar ni un minuto mas sin besar a este hombre a quien amo tanto.

 

-Oh, Jean Michael… - dice en un tono ronco que pretende ser regaño pero esta tan complacido que no puede ocultarlo. Sabe que si hubieran estado solos habría rematado con un “eres un tonto”.

 

-¡Por el amor! – propone el fist lord y besa a su esposa después del brindis. Ellos también vuelven a besarse.

 

Luego, todos comen antes de que se enfrie.

 

*

 

Cecil se pone su abrigo mientras el le chifla al valet parking para que vaya por el coche. Lord Melville convierte en abrazo el apretón de manos con el que se despiden.

 

-Me alegro muchísimo de verlo tan mejorado de salud, Winge.

 

-Yo también, milord.

 

-Que pase buena noche. – dice y protege la cabeza de su esposa al subirla al Mercedes que su chofer conduce.

 

-Por fin se fue. – dice Cecil, bajando la sonrisa – me duelen las mejillas de tanta foto: me ha hecho posar como caballo de pueblo.

 

Cardell rie.

 

-Creo que en las ultimas no pudiste disimular del todo tu gesto.

 

-Es un excelente político y un amigo, pero tan vanidoso. Emil y el harian buenas migas. – el coche llega - ¿Crees que se encuentre bien?

 

Mikel trata de protegerle la cabeza como el first lord a su esposo, pero Cecil se mete solito con movimientos autosuficientes. Conforme recupera la salud no se deja apapachar tanto en publico.

 

-Por supuesto. – da la vuelta para subirse del lado del conductor y arrancan.

 

-No ha posteado nada. – lo busca directamente, ignorando las toneladas de basura en sus buzones.

 

-Tu le dijiste que no lo hiciera.

 

-¿Y desde cuando obedece Emil?

 

-Bueno Cecil, unas cuantas horas no es mucho.

 

-Espero que no este borracho.

 

-Eso si.

 

A pesar de que es un poco riesgoso, Cecil se inclina para rozar el hombro de Jean Michael con su cabeza.

 

-Jean Michael, estuviste esplendido.

 

-Bueno, ya sabes tengo facilidad de palabra.

 

-La cena debio parecerte aburridísima y aun asi te comportaste con decoro toda la noche.

 

-La cena estuvo bien, Aelwyn es un gran conversador.

 

Cecil rie.

 

-Me gusto cuando me besaste.

 

-Ya somos dos.

 

-¿Sabes? Anteriormente, algunas veces, tenia la impresión de que lord Melville me coqueteaba.

 

-¿Tu crees, cariño?

 

-Si.

 

Lo voltea a ver: tan ingenuo para algunas cosas.

 

-Tenia mas ganas de cogerte que yo, lo que ya es mucho decir tras dos días de ayuno.

 

-Ay, dos días Jean Michael…

 

-Tu y tu hermano no son normales en ese sentido.

 

-Eres un jarioso, Jean Michael.

 

-Pues… si, pero es la norma. Mas con un bellezon como tu.

 

Cecil sonríe complacido. Tiene esa mirada un tanto felina, esta recargado en el asiento de una forma que le da esperanzas.

 

-¿Y si pasamos primero a otro hotel?

 

-Estoy preocupado por Emil – se endereza – Vayamos primero al nuestro – lo ve con esos grandes ojos azules – después, podemos escaparnos al baño del lobby.

 

-Wow, el ex fiscal general del reino queriendo cometer actos de publica indecencia en otro país.

 

-No es publica Jean Michael, cerraremos el baño.

 

***

 

Dejan juntos el auto en el estacionamiento subterraneo y suben. En el elevador, Mikel quiere besar a Cecil, pero este esta intranquilo. Pasa la tarjeta-llave de la habitación y le angustia no ver a Emil en su cama.

 

-¿Emil? – se asoma en el baño.

 

Cardell ve la ventana abierta y se llega a ella con paso decidido y gesto serio.

 

-¿Jean Michael? – la angustia en la voz que ama le acelera el corazón.

 

-La abrieron desde dentro. Tal vez este en el lobby.

 

-O se haya ido de borrachera, lo llamare.

 

Cecil se aterra cuando el teléfono revela su ubicación, tirado entre la cama y la ventana.

 

-Llama a sus amigos.

 

-Hola? James, esta Emil contigo? “No, quien es?” Soy Cecil, su hermano. “Ah, me dijo que estaba viendo películas con Jean Michael en el hotel”

 

Cecil cuelga con pánico. Alza el teléfono y llama al otro amigo.

 

-Hola? Stephen? Esta Emil contigo? “No, estoy aquí, con James”

 

El terror en los ojos azules le duele a Mikel. Y también esta preocupado por su cuñado.

 

-¿Crees que se haya ido a beber? Lo teníamos en abstinencia. “Es posible. Voy a preguntarle a los demás. Haz un grupo de whats y haznos administradores a los tres” Si, gracias.

 

-Voy a buscarlo al lobby, hay que aplicar la navaja de Occam.

 

-Ve, voy a activar el oráculo de plata, tu llama a la policía.

 

-Revisa su teléfono – le dice Jean Michael ya cruzando el umbral.

 

Cecil empieza a recibir notificaciones del grupo. Coge el teléfono de Emil. Se pregunta como hara para desbloquearlo cuando el teléfono lo reconoce. Con un ligero click se abre. Revisa sus mensajes, el ultimo era justo a James, diciéndole que ya iban a empezar El bebe de Bridget Jones.

 

“Jaja el ruquito es sentimental”, era el mensaje anterior de James

 

“Maraton de Bridget Jones con mi crush”, el mensaje sorprende a Cecil aun en medio del pánico.

 

“huy si, Hen dice que se ha arreglado por horas”

 

“Ya menos, Jean Michael se quedo conmigo, Cecil va a cenar con tu cuñado”

 

“Uta, que aburrimiento”

 

“Sigo encerrado en el hotel.”

 

“Vamos a chupar”

 

Los mensajes de un monton de gente que no conocía se montaban uno sobre otro en lo alto de la conversación que bajaba. Ninguno tenia noticias. Unos estaban preocupados. Otro dijo que lo buscaran en alcoholicos anónimos.

 

Reviso Instagram y Twitter, X, Facebook, por ver si había hecho planes por otro lado. Tik tok. Su correo. Sus fotos. Se le rompió el corazón al ver que lo había recortado de una de las fotos que se tomaran en el desayuno con panqueques. Lo había recortado a el y se había encerrado en un corazón con Jean Michael, puesto chispitas a la foto y el letrero “As sweet as love”

 

Habia disfrutado tanto ese desayuno; sintió que su hermanito, el que tanto quería, estaba de vuelta ahí. Pero aparentemente solo era para conseguir fotos con que alimentar su fantasia. La tristeza lo invade, creía que Emil y el estaban volviendo a conectar…

 

El instinto asesino lo hace voltear justo a tiempo. Un hombre de complexión media, tirando a lo bajo y flaco, encapuchado, con un pasamontañas que solo deja ver un par de ojos amarillos, los pupilentes que ha descrito Emil. Lleva una cuerda larga con un peso en un extremo que pretende usar como arma. Cecil le arroja el teléfono a la cara y corre. El asesino lo rechaza con un pezazo que rompe toda la pantalla. Cecil se encierra en el baño y llama a Jean Michael.

 

-Quiere matarme, esta aquí, me encerre en el baño! – dice y cuelga, marcando de inmediato al 911

 

La puerta es de conglomerado de viruta, al primer golpe, resiente. El asesino golpea con un objeto contundente y metalico, probablemente la lámpara de noche. Emergencias ya esta en camino, también los marinos que solicito antes. Llama de nuevo a Jean Michael

 

-¡Lastimalo, necesitamos su adn!

 

Espera que el siguiente golpe haga trizas la madera. Pero no sucede. Con el corazón acelerado abre la puerta; si tiene un arma de fuego, tampoco es como que vaya a defenderlo bastante. No se ve nadie en la habitación. Jean Michael no ha llegado. Se arma con la secadora y sale dando un portazo, que rompe la madera contra la pared. Corre hacia la ventana, que ondea al viento. Jean Michael rompe la puerta y sigue en carrera loca hacia el. Lo toma en sus brazos y lo revisa:

 

-¿Estas bien?

 

La angustia en sus ojos lo enternece, pero no hay tiempo para eso. El destello de las patrullas que se aproximan hace cambiar de dirección a la figura que corre en la calle. Un monton de marinos con pintura de guerra entran por la puerta. Otros están rodeando el edificio.

 

-¡Jean Michael atrapalo! – se lo señala.

 

Al ver que estará a salvo, Mikel salta por la ventana. Hace señas a unos marines, que lo siguen.

 

-¡Busquen a mi hermano! – les enseña su fondo de pantalla, una foto de los dos el dia de los panqueques – Posiblemente ese tipo lo secuestro, o este ebrio.

 

Un marine toma una foto del objetivo y la comparte. Tres se quedan con el para su protección. La policía sube.

 

 

***

 

Emil pide palomitas y jugo a la habitación. Le da tanto gusto que Jean Michael se haya quedado con el para protegerlo: mas tarde se sentirá horrible por la traición a Cecil, ahora quiere gozarlo.

 

Tampoco es como que haga algo muy malo, se justifica, solo fantasear un poco con el  novio de su hermano, con lo que nunca tendrá, un novio atento y amoroso que prefiera quedarse con el tranquilo en casa que ir de fiesta. Que lo acepte como es.

 

Que este dispuesto a ver una trilogía de películas románticas.

 

“Maraton de Bridget Jones con mi crush”, le escribe a James, tan emocionado de llamarlo su crush.

 

“El ruquito es romántico”, le contesta.

 

Emil hace puchero. James es de la opinión de que lo que le atrae de un cuarenton manco es que sea de su hermano y lo llamo perverso. El no sabe que Jean Michael es el único que lo trata normal, a pesar de saber que esta loco.

 

Tenerlo bajo control no es estar curado: un dia lo locura se lo llevara, un enfermero lo sacara al patio para que le de el sol y el aire y el no se dara cuenta de nada.

 

Pero ese dia todavía esta lejos. Al lado de Jean Michael se siente feliz, seguro; le permite acurrucarse en su hombro a pesar de que han prendido la tele y no tienen necesidad de estar cerca para ver la pantalla del celular.

 

A su lado, se olvida incluso de la obsesion en línea, que es otra manera de lidiar con sus demonios.

 

Le parece escuchar un ruido fuera de la ventana, pero no le toma importancia, quizá fue un pájaro, hay un árbol cerca de la ventana.

 

Bridget Jones se da cuenta de lo mucho que exageraba sus problemas cuando las chicas de la cárcel le cuentan como sus novios las golpeaban y las prostituían. Luego Mark Darcy llega a rescatarla como caballero en brillante armadura, ocultando que ha movido cielo y tierra para que ella no se lo agradezca.

 

-Creo que eso demuestra pureza de sentimientos, Jean Michael. El no quería que ella se sintiera obligada, si ya no sentía nada por el.

 

-Si, debio haber tenido muchas ganas de reconquistarla, pero no iba a aprovecharse de algo asi.

 

-Un hombre que vale la pena. – dice con un ligero rubor.

 

-¿Sabes que otra peli me encanta con Colin Firth? La chica con el arete de perla.

 

-¡Es buenísima! La pasión que se siente cuando el se acerca por detrás para que comprenda que colores conforman el cielo nublado, grrr, mejor que el porno.

 

-¿Tu ves porno, Emil? – Jean Michael lo ve con divertida duda.

 

-Oh… un poco.

 

-Cecil es bi, ¿y tu?

 

-No me gustan las chicas porque descubren mas rápido mi condición. Aunque si me gustan algunas. Los chicos por otro lado, solo quieren coger.

 

-Necesitas un hombre, Emil.

 

Emil se hace bolita incomodo. Seguramente no fue su intención, pero el comentario de Jean Michael esta en el limite.

 

-Voy al baño.

 

Se refresca la cara con un poco de agua. Es peligroso jugar con fuego, su corazón va a salir lastimado porque jamas se atrevería a quitarle algo tan valioso a su hermano, y si Jean Michael resulta ser un cerdo como todos los dos habran perdido.

 

Le parece ver algo en el reflejo de la ventanita del baño. Se queda muy quieto, atento. Ahí esta de nuevo: unos dedos enguantados de negro, apenas las puntas, buscando como abrir la ventana desde afuera.

 

-Jean Michael… - llama en un susurro inaudible pero aun asi el llega.

 

-¿Qué pasa, Emil?- lo rodea con sus brazo, le alza la cara - ¿Estas bien?

 

-Vi una mano. En la ventana.- dice con un hilito de voz.

 

-Quedate aquí – Jean Michael sube de un salto al retrete y se asoma.  Abre la ventana y asoma la cabeza.

 

-No hay nadie, Emil. No parece probable que alguien pudiera acercarse, tampoco.

 

Emil lo sabe. Recuerda la vista frontal del edificio. Se lleva las manos a la cara.

 

-Perdoname Jean Michael: debi haberlo alucinado. Ya llevo varios días sin beber y comienzo a resentirlo.

 

-¿Y no hay ningún medicamento que funcione, algo que aplaque tus visiones como el alcohol lo hace?

 

-No… ningún tratamiento ha servido, hasta ahora.

 

-Pues a probar mas. Alguno tendrá que servir.

 

Emil sonríe. Recuerda esa cara de determinación cuando le dijeron que el respirador no estaba ayudando a Cecil.

 

-Tienes razón Jean Michael, alguno habrá de servir.

 

-Buscare.- le dice.

 

El asiente y regresan a ver la película. Sin embargo, se siente intranquilo. Escucha mas ruidos, pasos. Se dice que hay otros huéspedes en el pasillo, se dice que la acústica le juega trucos. No quiere alarmar en falso a Jean Michael otra vez.

 

Cuando mas insistente es el sonido en la ventana, Jean Michael también voltea.

 

-¿Lo oiste?

 

-¿Qué?

 

-Como si rascaran.

 

-Si.

 

-¿Por qué no me dijiste? – le reclama.

 

-Pense que estaba alucinando.

 

Jean Michael se pone el dedo sobre los labios y se acerca a la ventana. Saca su teléfono.

 

-Cecil, ahí hay alguien. Manda a la gente de la marina. Si. Ire a revisar. – le dice, Emil asiente, asustado.

 

Jean Michael sale de la habitación y el esta tan asustado que se le resbala el teléfono. Se acerca a la ventana, por mas que mira no alcanza a ver la banqueta, el pequeño rellano decorativo en el que un asesino intrépido podría caminar.

 

La abre y se asoma. Esta inclinado cuando oye la puerta abrirse.

 

-Que lindo culito. – le dice el asesino.

 

No había oído su voz, hasta ahora. Esta tan tenso que girar el cuello es doloroso. Esta ahí, con su misma capucha picuda, sus ojos de víbora, su paquete marcado y su cuchillo.

 

No lo piensa mas y sale por la ventana. Esta alto, teme hacerse daño, camina por el rellano, espera que Jean Michael aparezca pronto.

 

-Aca! – le llama desde el techo.

 

Emil sube trabajosamente, el asesino va a la saga. Corren por el techo.

 

-Hagamos un poco de parkour.- le dice al ver que el edificio esta por acabarse y hay una brecha.

 

Emil asiente y el lo coge de la mano. Saltan juntos. Emil esta aterrado.

 

-Se me cayo mi teléfono.

 

-No te preocupes, están rastreando mi gps, la ayuda viene en camino.

 

-Nos esta siguiendo – llora Emil.

 

-Peor para el. ¡Salta, Emil! – lo vuelve a agarrar de la mano.

 

La persecución continua hasta que llegan a una avenida. Es muy ancha para saltar. No hay tiempo para volver, el asesino esta cada vez mas cerca.

 

-Tenemos que saltar a la avenida, Emil.

 

-¡Esta muy alto, nos mataremos!

 

-No, salta, Emil!

 

-¡Tengo miedo!

 

-Saltare primero y te recibire, ok?

 

-Ok

 

Lloroso y asustado, Emil ve a Jean Michael caer de pie, como los gatos.

 

-¡Salta!

 

Aun tiene miedo, pero el asesino ya esta tan cerca que vuelve a olerlo.

 

-¡Salta!

 

Salta en brazos de Jean Michael. Pero de alguna manera atraviesa su cuerpo y pega contra la acera.

 

 

*****

 

Continuara...

 

 

Notas finales: Este relato es un fanfiction, una adaptacion a los tiempos contemporaneos de las secuelas de la novela 1793 de Nicklas Natt och Dag, 1794 y 1795. Es un relato yaoi BL slash mXm o como gusten llamarle a la literatura creada por y para mujeres con hombres dandose como protagonistas.
 
Escribo estos relatos por puro amor al arte, no obtengo ningun beneficio economico. Los publico en platafomas gratuitas por si alguien mas que haya leido las novelas, se quedo con el gusanito de darles otro final a los protagonistas, de ver desarrollarse mas fascetas en ellos.
 
1793 es una joya, seria inutil agregarle algo mas que mas detalles yaoi que pudo haber entre los protagonistas. Las secuelas no me encantaron, por lo que decidi hacer mi version. Le di un giro translandola a la modernidad porque me parecio un reto interesante. 
 
Espero publicar las partes 2, 3 y 4 de este relato en esta temporada de frio. 
 
Tambien voy a publicar otro fanfiction con estos mismos personajes, situado en y en la 1793.
 
Gracias por leer.
 
Slàn!

Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).