- ¿En serio creíste que ella significaba algo para mí? Tú eres mi mundo, la única persona con la que puedo ser yo mismo, Ella no significa nada.
¿Cómo habían llegado a esto? Goten no dejaba de llorar, las lagrimas caían cual cascadas de sus ojos, mojando su rostro sin cesar. Su corazón se sentía apretado, jamás había experimentado tal dolor, ni siquiera en las incontables peleas que había tenido desde niño.
Ver a Trunks de la mano de Mai, no, verlo besarla fue algo que nunca imagino le afectaría tanto. Él sabía que era una fachada, pero no por ello el dolor era menos. Ambos habían llegado a un acuerdo, en que su relación se mantendría en secreto, pues no era algo bien visto y no sabían como reaccionarían sus padres. Mai era sólo una víctima en el juego, una de la cual tomarían provecho.
-Dijiste que no la besarías, dijiste que sólo irían al cine- decía el joven pelinegro entre jadeos, apenas podía articular las palabras. Si, Mai era una tapadera, pero no por eso debía demostrar tanto afecto, no a tal punto de besarla en un sitio oscuro dónde no había testigos importantes.
Trunks se acercó tratando de abrazarlo, ambos estaban en un parque, siendo tan tarde, se encontraba solitario, sólo con esas dos almas en pena.
-Goten, tienes que entender…- pero se quedó mudo, ni siquiera él sabía que excusa dar. Si, Mai era linda y ella pensaba que la relación era real, pero no iba a enojarse por negarse a un beso, aún así Trunks se dejó llevar, y correspondió más de lo que pensaba hacerlo.
- ¡Ha! Ni siquiera puedes inventar una excusa- el joven dejó salir una carcajada forzada, poco a poco las lágrimas iban cesando, dejando sólo el sentimiento de furia, algo que sus ojos reflejaban muy bien.
No quería estar ahí y hacer algo de lo que pudiese arrepentirse, se dio la vuelta para darle la espalda al de cabello lila, pero cuando se disponía a volar, la mano de Trunk lo detuvo, tomándolo por el hombro derecho, forzándolo a un abrazo.
-Pro favor- susurró en el oído del pelinegro, - Por favor, no te vayas, perdóname – y ahora era su turno de dejar caer las lágrimas, unas llenas de culpa y amargura. ¿Cómo pudo traicionar a la persona que más amaba? No, se sentía demasiado mal, no merecía el perdón, pero su egoísmo no quería dejar ir a Goten, rogaba en su mente que le perdonara, que le diera la oportunidad de explicarse, o de siquiera que le correspondiera el abrazo, pero no pasaría, ya que, aunque el amor que el pelinegro le tenía era inmenso, su corazón estaba destrozado.
-No se te ocurra volver a tocarme, ni siquiera a dirigirme la palabra- las palabras salieron en un tono tan frío, que lo hicieron estremecerse. Poco a poco fue soltando al más joven, y sin aviso alguno, se fue, dejándolo sólo en ese parque, entre lágrimas y arrepentimientos.