De mala muerte
Aphrodita
One Shot / Song Fic...
Siento como tus manos queman sobre mi piel... Tu cuerpo apresando el mío, tu cálido aliento en mi cuello, tus palabras... Siento esa sublime invasión, que me desgarra por dentro, pero que tu te encargas de consolar con suaves besos en mis mejillas. Me siento todo tuyo, y no me importa nada más... Sin embargo despierto...
Confusión... Busco con mi mirada algún rastro tuyo, pero súbitamente recuerdo que ya hace tiempo has partido de mi lado.
Refriego mis ojos, me rehuso a levantarme... Me rehuso a enfrentar un día mas con tu ausencia... Duele, desgarra en el alma... Ya no mas, por favor.
Volteo en mi cama... Pero sé que así los minutos no pasaran más rápidos, por el contrario, serán más lentos... Me duele todo el cuerpo, he dormido demasiadas horas.
Me resigno, observo por la ventana la noche clara y despejada... Poso mi vista sobre el pequeño reloj sobre la mesa... las 22:53... Pronto llegará, no puedo negarme otra vez.
Me levanto con pereza, sin ganas siquiera de caminar. Llego al baño, abro el grifo de agua fría y lavo mi rostro, para ver si con el agua, también se van mis lagrimas y penas.
Regreso al pequeño recuadro de cuatro paredes, que en este tiempo se ha convertido en mi prisión: Mi desolado y desordenado departamento. Visualizo la botella que en la mañana anterior había dejado sobre la mesa, y sin cuestionar el estado del contenido, bebo con la intensión de barrer los recuerdos.
Hace días que no salgo al sol
le dí llave a mi cascarón
voy de la cama al baño
del baño al vino
del vino al dolor
Sé que esta vez no hay solución. Yo solo he cavado mi propia tumba, lo comprendí cuando vi a los ojos de Shiryu... Su asco, su decepción, su desprecio... Realmente le falle a mi mejor amigo, pero aun más preocupante que eso, fue haberte fallado a ti, a mí, a los dos.
Mi Diosa... Como humana que irremediablemente es, ha tomado una clara postura. Y así, yo siento que lentamente voy perdiendo mi fe. ¿Iré al infierno? Lo más probable, soy un hereje, un blasfemo por pensar así de Saori.
De Hyoga no he de quejarme, supongo que estará rebosante de felicidad al poder consolarte... Es lo que siempre ha querido el Cisne y a decir verdad no lo puedo culpar... ¿Cómo culparlo, sí todos? Me atrevo a dudar de Ikki ¿Hemos suspirado por ti? En ese tiempo, me costaba despertar de ese sueño, el verme correspondido... Ahora, me he dado cuenta, he despertado.
Ikki... Ikki es tu niisan... Prefiero no pensar en él, ni en sus palabras.
Me observo... Sonrío cínicamente... Desbastado es poco, me siento y me veo destruido. Estoy dolido, herido, pero por ti, no por mí; jamas me lo perdonaré. Y sé que mi castigo es este, quizás por eso no he luchado como debería haberlo hecho... Tu ausencia es el único camino que encuentro para redimirme.
Medio estropeado y con el hocico herido
son varias lunas dormidas sin vos
casi estoy listo para enterrarnos
casi que no...
Dejo de darme pena y me encamino al baño luego de finalizar la botella de vino que había dejado a la mitad. Debo darme un baño porque pronto llegará él.
Me preparo, no con demasiado entusiasmo... A decir verdad me coloco lo primero que encuentro: un jean, un par de zapatillas, y una camiseta azul Francia. Tocan a la puerta, con un suspiro y desgano como único compañero me encamino a ella para abrir.
- ¿Listo?
Me pregunta Jabu con una sonrisa. No puedo negar, que después de tanto tiempo lo ha conseguido, jamas me creí envuelto en esta situación, ya que en mi larga lista de “Los que jamas tocaría ni con un palo” El Unicornio la encabezaba.
- ¿Debemos ir?
Investigo dejando en claro las pocas ganas que tengo de salir de aquel antro. Jabu observa sobre mi hombro mi departamento, de seguro que ha notado las botellas desparramadas por él, la ropa arrinconada, y el olor a cigarrillo impreso hasta en las cortinas.
- No quiero que te quedes aquí...
Me dice fingiendo interés en mi... Y no es que lo dude, es que es cantado cual es el verdadero interés del rubio ¡Y no lo culpo! Para nada, pero sinceramente el desgano me estaba dominando... No tenia ganas de salir por salir.
- Vamos, te hará bien salir un poco...
Asiento sin saber bien porque acepte ir a tomar un par de tragos con él. Si, era lo mejor y quizás, después, un poco de sexo desinteresado... Tal vez eso pudiese devolverme la paz que tanto necesito, aunque es tu presencia la que proclamo.
Y esta noche salgo a robar besos nublados
de mala muerte
y como siempre termino buscándote
equilibristas de cuello roto
Si, he adivinado bien. No hay que ser muy lucido, o muy erudito en la materia. Jabu me ha robado un beso y yo se lo he permitido; ahora lo tengo sobre mi cuerpo, ambos acostados en mi cama, y siento, sus ávidas manos, recorrer con pasión mi cuerpo sobre la tela de mi ropa.
Sin control sobre mi cuerpo y sobre mis verdaderos deseos, permito que el Unicornio me despoje de mis prendas, quedando desnudo y a su merced. Abro mis piernas, mecánicamente, sin pensar demasiado en ello, asombrosamente estoy muy excitado, aunque solo mi cuerpo experimenta aquello, la información aun no ha llegado a mi cerebro pues yo no siento nada.
Cierro mis ojos cuando siento la desgarradora invasión, admito que Jabu no fue muy cuidadoso, menos paciente... Y en la obscuridad que me sumerjo, tu rostro se presenta, nítido, claro, y de repente, son tus manos las que toman mi cintura, son tus besos, los que siento en mis labios y en mi cuello, son tus palabras, que en susurros llegan a mi oído.
Tu cuerpo... Es tu cuerpo, tu aroma, tu candor... Te recuerdo, como de inocente puedes tornarte en un segundo en un verdadero demonio sexual ¡Y solo yo te conozco así! Solo yo he descubierto esa pasión, ese fuego recorrer tus venas.
Sin embargo abro mis ojos, y allí veo una cabellera rubia, cuando debería ser esmeraldina... Vuelvo a cerrar mis ojos, intentando retenerte en mi memoria, volver a la magia, pero por mas esfuerzo que haga es inútil, no hago mas que sentir a Jabu moviéndose frenéticamente sobre mi.
Intento concentrarme en la persona con la que estoy realmente, pero una pregunta invade mi mente ¿Estarás tu, con otro hombre?... Sacudo mi cabeza, Jabu a notado mi creciente desinterés, y con vehemencia busca mi propio placer, masturbándome.
Le permito aquello, y entre sonoros gemidos, algo exagerados, me descargo sobre el vientre de ambos, quizás buscando así exorcizar mis fantasmas, ¡Qué se vayan! Acompañados de mis gemidos exageradamente escandalosos...
No paso mucho, hasta que sentí el líquido espeso del rubio en aquella cavidad que no hacia mucho te pertenecía absolutamente y exclusividad. He quebrado esa barrera, y una lagrima de pesar desciende por mi mejilla, pero rápidamente la hago desaparecer, deseando que también lo hagan esos sentimientos que me carcomen por dentro.
¡Pero no quiero!
Me rehuso a olvidar lo que siento por ti, me rehuso a olvidarte. Aunque los días se me hagan eternos, aunque me duela el recuerdo, tu ausencia... No me importa, prefiero tenerte presente, me da miedo olvidarte, le temo a la soledad aunque en mis pensamientos aquello suene patético... ¡Haberse visto!, un Santo que ha enfrentado a Dioses, temerle a algo así; pero es cierto, no lo puedo evitar.
Se hacen lungas las tardes sin tu voz
barro tus sombras y vuelven a entrar
brilla tu ausencia
se trepa a mis sábanas
y empieza a ladrar
Nuevamente, no sé si es un recuerdo o un sueño, pero invade en mi mente, aquella fatídica tarde en que todo acabó para mí, para ti, para nosotros. Recuerdo tus pupilas, cargadas de bronca, dolor, impotencia.
- ¿Cómo pudiste?
Me preguntaste con un desgarro de voz, y no supe que responderte ¿Qué podía decir en un momento como ese, ante semejante pregunta? Mi garganta se hizo un nudo.
- Shun... Yo...
Tus manos cubrieron tu acongojado rostro bañado en amargas lagrimas de decepción. Lo sé, sé que te he hecho daño, y eso es lo que nunca podré perdonarme.
No pude mas que tomar la decisión de marchar, deje la mansión y detrás a mis amigos, hermanos, a mi amor... No solo te dejé a ti, sino a todos. A veces no se que me duele mas, si el daño que te provoque, o la soledad en la que estoy sumido.
Tal vez lo mejor sea tratar de olvida pero ¿Cómo? Si es tu recuerdo, doloroso, pero tu hermoso recuerdo al fin, el que aun me mantiene con vida, a flote.
Despierto, aparentemente fue un sueño... Despierto sobre el pecho de Jabu, quien dormita profundamente, con su boca levemente entreabierta, dejando escapar su cálido aliento algo dulzón por las bebidas que ingerimos en la noche.
Dice un tango sabio que
"hay que saber olvidar"
pero ninguno se atreve a explicar
un corazón en llanta no entrega el cuello así
nomás...
Ahora, completamente despierto, sé diferenciar perfectamente que lo que me invade es un recuerdo... Aunque intente evitarlo, acude a mí sin que yo pueda detener esas cataratas de imágenes.
El momento crucial en esta historia. Nunca, lo comprendo ahora, nunca debí haber ido a la habitación de Ikki, pues en mi interior intuí cuales serian las consecuencias de mis actos, pero iluso, creí que era un buen momento para poner el broche final a esa situación que me estaba matando en vida.
- Ponny... ¿Por qué te pones así de pendejo?...
Me reprocho Ikki mordiendo apenas mi cuello.
- Ikki... No puedo... Yo... No puedo...
Me encontraba tan confundido, tan vencido por la pasión del Phoenix, no sé si el hecho de que ustedes fuesen hermanos influyó en algo... Pero me costaba horrores volver en si, escapar de los brazos de tu niisan, de sus besos cargados de fuego.
Y siempre lo supe ¿Eh? Era solo sexo... Pero con mi cuñado. Por eso comprendí tu dolor, por eso partí y no luche por ti “Si hubiese sido cualquier otro, pero no... Tuvo que haber sido con Ikki Kido”.
- Ya Ponny...
Insistió el peliazul derribando todas mis barreras, para luego acotar hiriente.
- Ya te dejaste... ¿Ahora te vienes a hacer el amante fiel y devoto con mi otouto?
Al ver que yo aun seguías rehusándome me tomo de los brazos con toda su fuerza.
- Eres una lacra... Al igual que yo... Así que ahora no te vengas con esto...
En parte era cierto, fue muy hipócrita de mi parte dedicarle un sermón a tu niisan respecto a lo que estabamos haciendo, pero había sido solo una vez, un pequeño desliz... Yo hubiese preferido dejarlo allí, olvidarlo, enterrarlo en la memoria, pero tu niisan se las ingeniaba para desenterrar aquellos deseos dormidos que yo guardaba celosamente.
- No me importa Ikki... Se terminó...
Afirme usando toda mi voluntad, aquella que creía dormida en presencia de aquel hombre infernal... Pero este, en vez de soltarme, me acuso de cosas que eran ciertas, no las pude negar.
- ¿Cómo crees que se sentiría Shun al saberlo?... ¡¿Eh?!... –Me sacudió fuertemente y yo le permití ese trato –Acaso ¿Crees que yo soy feliz haciendo lo que hago? ¡No tienes una puta idea de cómo me siento cada vez que lo veo a los ojos!
Comencé a llorar, quizás fue una actitud poco madura pero fue lo único que me nació en ese momento.
- Lo siento...
Me exprese estúpida e innecesariamente, en aquel marco no había palabras que valiesen la pena profesar
- ¿Tú lo sientes? Te dejaste coger por mí ¡Y tú lo sientes!
No entendí bien cual era el punto de aquellas palabras, pero en ellas noté la profunda culpa de Ikki, su dolor, su tormento, similar al mío, pero desde otra perspectiva por el lugar que ocupaba como hermano.
Nos empezamos a insultar, como siempre, surgieron los reproches, reclamos, preguntas retóricas, hasta que terminamos en la cama. Yo desnudo, y el sobre mi cuerpo.
Inexplicable hasta para mí.
Siento el movimiento de Jabu, que interrumpe mi masoquista intención de mantener ese recuerdo en mi mente. Su cuerpo moviéndose para apresarme entre sus brazos.
- Seiya... ¿Qué sucede?
Inquiere al notar la humedad en mis mejillas.
- ¿Por qué lloras?
Aunque hasta él supo que aquella era una pregunta innecesaria con una respuesta muy evidente. No pude responder, en parte porque no quise, no tenía caso.
Acaso ¿Es verdadero interés lo que veo en los ojos del Unicornio? Apenas reflejados por la tenue luz de la mañana que sé cola por la ventana entreabierta.
Y esta noche salgo a robar besos nublados
de mala muerte
y como siempre termino llorándote
equilibrista de cuello roto.
Observé las pupilas de Jabu, que curiosas intentaban descifrar que pensaba, que transmitían las mías.
- Jabu... Gracias por todo...
Digo sinceramente sin poder y sin querer evitar esa sonrisa que se plasma en mi rostro. Noto que quiere decirme algo, pero no lo dejo pronunciar palabra alguna.
- Pero necesito estar solo...
- Seiya...
- Quiero estar solo...
Reafirmo cerrando por un segundo mis ojos. Un suspiro de resignación escapa de sus labios al mismo tiempo que se incorpora en la cama para llegar a sus prendas.
- Si así lo prefieres...
Con suma lentitud se viste, para luego marchar por mi puerta sin voltear a verme una sola vez siquiera.
Solo otra vez... Tu no estas, y ese es mi castigo, y como todo hombre y Santo soportaré sobre mis hombros, sin ayuda, esa sanción.
Hasta que la piadosa muerte, me acune en sus fríos brazos, calmando mi agitado corazón.
FIN
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