Era un olor a vainilla el que ornamentaba la noche cálida de verano.
La luna llena era observaba por un apacible muchacho de ojos verdes.
De complexión delgada y fina, el joven reposaba al borde de una ventana, perdiendo sus esmeraldas en el mar nocturno por sobre la antigua casa japonesa.
Su cabello caía graciosamente por sobre su nuca y sus manos abrazaban sus piernas, como un niño buscando protección.Todo había pasado muy rápido, y el chico no había podido asimilar nada.
Y pesar que sólo habían sido tres días...
··· Día 1
-Idiota -Si, esa fue la palabra que coronó la situación-. ¿Cómo demonios vas a pelear herido? Los ojos miel del muchacho fulminaron al chico de cabello azul y mirada seria.
-Ren... Horo... No peleen... Ni siquiera están entrenando entre ustedes-terció pacíficamente un chico con cabello castaño y semblante relajado.
-Cállate Yoh… -dijeron ambos-
Y si ese es el problema, idiota, ¿Por qué no pruebas tu estupidez conmigo?
La situación se salía de control, y Lyserg no podía permitir más retrasos en su entrenamiento.
-Me voy –dijo secamente.
-Oh… Vamos… Lyserg no tienes por que ponerte así…
-Y ustedes no tienen porque ponerse así tampoco… Sólo me atrasan… Y… no me divierten
Fue un frío general el que aterró a todos los presentes. ¿En verdad el había…?
Lyserg caminó distante junto con su pequeña hada. Había tenido suficiente, siempre era Ren y Horo, Horo y Ren. Yoh en medio…
-Ambos son unos idiotas…Se sentó en una banca vacía, en algún desolado parque al que no tenía idea de cómo haber llegado.
Ahí estaba, lo reconocía, ese olor…Percibió en sus orbes verdes las lágrimas, nostálgicas, refrescantes en tan calurosa oscuridad.
Cubrió con sus manos el rostro lloroso, evitando llorar más.
De pronto, sintió como una lanza le apuntaba de manera amenazante.
-¿Por qué dejaste el entrenamiento?
-Ren, deja eso…
-Pelea conmigo.
-Ren, basta…
-Pelea
El rostro triste de Lyserg fue sustituido por una mueca de incomodidad, y sólo se dio media vuelta, caminando en dirección a un farol solitario, en medio de aquel parquecillo.
-¡No me vas a dejar aquí!
Lyserg sólo pudo escuchar eso, pues al intentar escapar una mano atrapo su brazo de manera agresiva.
-Ren, sólo déjame… Yo no quiero pelear. Yo sólo quiero que me dejes en paz ¿Entiendes? Déjame...
-Eso difiere bastante de lo que yo quiero, Lyserg.
Lyserg no comprendió estas palabras. Pero no importaba.Ren dejó caer la lanza estrepitosamente, y con la mirada fija y decidida se abalanzó sobre Lyserg, abrazándolo inesperadamente, y apoyando su cabeza sobre la de su acompañante murmuró:
-Yo sólo quiero que no llores…
Detrás suyo, un joven de cabello azul y raíces negras observaba la escena, confundido. Sólo dio media vuelta y se alejó…