-¿Cómo es que te levantaste tan pronto, Seiya?
-¿Yo? No, por nada.
-Llevas unos días levantándote pronto ¿No será que te gusta alguno de nosotros?
-¡¿Qué?! ¡No digas cosas raras!
-Mmm… Parece que tengo razón.
-¡¿Pero qué dices?!
-Ikki entraba por la puerta con muy mala aspecto.
-¿Cómo estás?
Preguntó Shun. Un simple gruñido tomó forma de respuesta. Seiya le tomó la temperatura y luego se desmayó. Hyoga se llevó, junto a Shun, a Ikki a su cuarto, por lo que Seiya y Shiryu quedaron a solas.
-Dime, dime. ¿Quién de nosotros es el afortunado?
-¿De verdad quieres saberlo? ¿Tanto te interesa?
-Sí, quiero saberlo y me interesa mucho.
-Pues si tanto te interesa te diré que la persona e…
Hyoga entraba tranquilamente con una pequeña sonrisa zorruna.
-¡Maldita sea tu diosa, Hyoga! Siempre tan inoportuno.
-¿Nani? (Que)
-Tranquilo Shiryu, ya te lo diré.
-¿Decir el qué?
-Nada.
Shiryu se levanta y va a su cuarto a leer.
-Creo que voy a molestarle un rato. ¿Qué vas a hacer tú?
-¿Yo? Pu…pues “acosar a Ikki” supongo que ver la tele un rato.
-Bien, que te diviertas.
-“Y no sabes como…” Hum…
Seiya sube las escaleras para ver a su querido amigo dragón.
-¡Shiiiiryuuuu! ¡Amiiiigoooo! ¿Todavía te interesa saberlo?
La puerta del cuarto se abrió y, de un tirón, el pony ingresó en éste.
-Vaya, veo que estás muy interesado- decía Seiya con una leve excitación.
-No te hagas de rogar y dímelo.
-Pues la persona a la que amo… Esa persona e…
La puerta se abrió y Seiya quedó sobre Shiryu en una postura un tanto indecorosa.
-Perdonad si molesto, chicos, pero es que no pensé que a estas horas de la mañana…
-¡No, Hyoga! No es lo que parece. “Que vergüenza”
-Hyoga, siempre tan oportuno. “¡Cierra la puerta, cierra la puerta!”
-Levanta Seiya, me aplastas. “No lo hagas, no lo hagas”
-Perdona, Shiryu. Te lo digo luego. “Te odio Hyoga, haber cerrado.”
El pony apartó a Hyoga de la puerta y bajó a la cocina.
-Si vais a hacer cochinadas poned el pestillo.
-¡Que no hacíamos nada!
-¿Y esa postura que teníais? Era un poco indecente.
-Ha sido tu culpa, por abrir sin picar.
-Seguro que si hubiese cerrado la puerta… “Sexo”
-¡No habría pasado nada! >////< “Maldito salido, que se vaya con Ikki”
-Vale, vale. No me muerdas.
-¿Ha qué has venido?
-Si te digo la verdad, no me acuerdo. Me voy con Seiya.
Hyoga baja las escaleras en busca del pony.
-Seiya, dile a Shun que va a llegar tarde a loquesea que va a hacer.
-Ve tú. Yo estoy trazando un plan…
-¿Un plan? Mejor no pregunto. Por cierto… Para la próxima cierro la puerta.
-Más te vale. Esta ya me la has fastidiado.
-Bueno, me voy a por Shun.
Una vez subidas las escaleras, Hyoga se encontró con Shun.
-Shun, vas a llegar tarde.
-No importa, voy a llamar.
-¡No! Ya le cuidamos nosotros. Tú haz lo que quieras.
-¿De verdad?
-Claro, va ha sentirse como un rey.
-Pero me…
-Sí, te preocupa. Pero nosotros le cuidamos. “Vete de una vez”
-Bueno, gracias. Pero…
-Sí, nada de peleas o estrés. “Largo niñato”
-Vale, veo que lo tienes bajo control.
-Eso es, ahora vete. “¡Pesado!”
-Bueno, cojo mis cosas y me voy.
-“¡Bien, se larga!” Que lo pases muy bien y no te preocupes.
Hyoga estaba por ponerse a bailar, pero Shun estaba presente todavía, por lo que era mejor decisión entrar a ver a Ikki.
-“Que bueno que estás, Ikki. Mala suerte que estés dormido, pues si no lo estuvieses haría que te subiese la fiebre…”
Ikki se movía ligeramente y un escalofrío le recorrió todo el cuerpo.
-Parece que mis pensamientos te han llegado. Tranquilo, durmiendo no te hago nada.
Una vez Shun se fue, Seiya salió corriendo del comedor al jardín, delante de la ventana de Shiryu.
-¡Shiiiiiiiiiiryuuuuu!
El aludido abrió la ventana.
-¿Seiya? -Tú querías saber quien me gusta, ¿No?
-Pues claro.
-Bueno, si lo deseas, tengo una condición.
-¿Qué condición?
-Solo debes decirme quien te gusta a ti.
-¡SE-SE-SE-SE-SE-SE-SEIYA!
-¿Te gusto yo?
-“Sí, pero no gritaba tu nombre por eso”.
-Pues, si me dejas entrar en tu cuarto te lo digo…
Seiya lo decía con sus peores intenciones, pero es que Shiryu es muy inocente para según que cosas, y esta era una de esas en las que lo es.
-Vale, sube.-Pobre, tan inocente y enamorado de un pervertido.
Seiya entró corriendo, tropezando con Hyoga, que iba a preparar algo para Ikki, cayéndose en las escaleras un par de veces y cerrando, para finalizar, la puerta del cuarto de Shiryu.
-Ahora que estoy aquí, mejor te lo demuestro.
-“¿Demostrar?”
Seiya se le acercaba lentamente y le besaba, luego, bajó su mano hasta la entrepierna del dragón. Simplemente la dejó ahí, hizo un poco de presión, pero eso fue suficiente para que el dragón acabase desmayado. (Mucho para el inocente).
Ya era la hora de comer, pero Shun no había vuelto y Shiryu no se había despertado. Seiya comió solo puesto que Hyoga subiría para ayudar a Ikki.
-Que lastima, ahora mismo podríamos esta comiendo juntitos… O se la podría estar comiendo, mejor dicho.
En el cuarto del dragón.
-¿Ahora somos pareja? Espera… Me ha tocado el paquete… Me ha besado…
Y al recordar esto se desmayó de nuevo. Ese tipo de emociones no eran buenas para el inocente Shiryu.
Tanto tiempo se pasó Shiryu desmayado, que para cuando despertó ya era la hora de cenar. En la mesa estaban Shun, Hyoga y los otros dos santos, Ikki parecía no tener intención de bajar.
-¿Cómo se encuentra Ikki?- Shun siempre preocupado.
-Mucho mejor. Tiene mejor cara. Bueno, en lo que ha estado despierto.
-Espero que mañana ya se le haya pasado.
-“Tranquilo, yo me encargaré de eso”. Espero, me aburro sin no me peleo con él.
-Ni que solo quisieras que se recuperase por eso.
-Bueno, es que si está gritándome eso es síntoma de que está perfectamente.
-También. Eso le pasa por dormir siempre con la ventana abierta, algún día tenía que pasar algo para que se asustase.
-Vamos, es tu hermano, no seas malo con él. Dentro de lo que cabe si duerme con la ventana abierta es por qué tiene calor. No hace nada malo.
-Uy, Hyoga, cuanta preocupación por Ikki.- Shiryu.
-Bueno… Es que… “Está tan bueno y…” Es que… Él… Es igual…
Decía mientras miraba hacia otro lado poniéndose rojo.
Una vez la cena terminó, Ikki bajó para encontrarse a Hyoga jugando con las cerezas.
-“Voy a conseguir ponerte cachondo.”
No pensaba más que en eso. Mientras, los santos de bronce, Pegaso y Dragón, estaban cómodamente sentados viendo un programa, en concreto una serie de detectives.
-Seguro que ha sido la mujer.
-No, el mayordomo. Siempre es el mayordomo.
-Y la mujer, que siempre está casada por el dinero y luego le pone los cuernos.
Decían una y otra vez, por cada pista que aparecía las mismas frases tomaban forma y coherencia en sus gargantas y oídos.
Más tarde, no mucho más, Ikki, Shun y Hyoga entraron en el salón a ver la televisión con ellos, pero Hyoga e Ikki ya estaban con una de sus batallas. Pero una de piropos, batalla rara, puesto que solo sabían insultarse. Shiryu e Ikki hablaron en la cocina sobre el sueño y el extraño comportamiento que se traía el Fénix. Y ya todos se fueron a dormir, por aquella noche, había mucha aventura.
Y al desayunar, otra vez en la cocina, Shun, Shiryu y Seiya. Más tarde bajó Ikki.
-Hola niisan. ¿Cómo te encuentras? ¿Estás mejor?
-Sí, mucho mejor, gracias a… a… Oh, ¿Hay café?
Al momento baja Hyoga con muy mala cara, como si pasase por lo mismo que Fénix.
-Esto me pasa por cuidarte toda la noche.
-¿Cuidarme? Lo que digas, la cosa es que me fue bien, estoy perfectamente, pero veo que te lo pasé. Ahora te voy a “cuidar” yo.
Decía Fénix animadamente, con claras intenciones impuras. Lo cogió y se lo llevó al cuarto, del que no salieron en ningún momento.
-Ikki tendría que salir a que le diese el aire.- Decía Shun.
-No creo que ahora esté por eso precisamente.
-¿A que te refieres?
-No, que debe tener la boca ocupada…
-¿Cómo?
-Nada… Esto… Ya le digo algo… “No vaya a ser que Shun entre sin picar y…”
Shiryu sube las escaleras hasta llegar a los cuartos. Para darse cuenta de que la puerta está abierta de par en par. Se acerca poco a poco y cuando dice…
-Hyoga, vengo ha…
No acaba de hablar que se desmaya ante tu puerta.
-¡Seiya, llévate a Shiryu! ¡Creo que ha muerto!
Seiya llega corriendo y se lleva a Shiryu literalmente arrastrando hasta el cuarto del Dragón. Donde poco a poco le iría haciendo cosquillas hasta despertarle.
-Shiryu, no es tan malo hacer esas cosas. No tienes por qué tener vergüenza. Mira, yo te lo demostraré. Ven, acércate un poco.
Shiryu, muy a sabiendas de las intenciones del Pegaso, intentó huir del cuarto, pero el pequeño fue más rápido y consiguió atraparlo entre sus brazos, besando su cuello, rozando su piel con la lengua. Pero para el mayor eso era demasiado y como no… El Dragón… ¡Se rindió y se unió a la fiesta del orgasmo!