Esperanza…
Capítulo 1. Descubrimiento Deplorable…
Ed caminaba por las calles de Munich con pesadez, ese día había tenido mucho trabajo, estaba realmente agotado, lo único que quería era descansar. Atravesó rápidamente la calle, buscó las llaves en su abrigo y abrió la puerta de la casa que compartía con Aru y Heid. Buscó el interruptor y prendió la luz. No había ruido alguno… ¿ no había nadie en casa?
Subió las escaleras y se dirigió al dormitorio de Al, lo abrió y comprobó que no había nadie. Cerró la puerta y se dirigió al de Heid. Giró la perilla y se quedó perplejo ante lo que vio…
Aru y Heid estaban tumbados en la cama, desnudos. Las sábanas estaban revueltas y la ropa de ambos estaba regada por el piso. Dirigió una mano a su boca para acallar un grito y sintió como una lágrima calienta bajaba por su mejilla, su cabeza comenzó a dolerle de una manera atroz. Cayó de rodillas con sus manos en la cara, negando con su cabeza. El ruido había despertado a los otros.
-¡Nii-saan! –Al gritó con terror en su voz, e instantáneamente jaló la sábana para cubrir su cuerpo desnudo. Ed se acercó cabizbajo y le dio una cachetada llena de rencor a su hermano, volteando, por la fuerza, la cara del menor.
Ed lloraba sin control cuando sintió un golpe en el estómago que lo hizo desplomarse nuevamente al piso. Giró su cabeza para ver que le había provocado tal dolor, y se encontró con la mirada asustada de Heid, quien había hecho un esfuerzo por vestirse.
Ed se paró con la mirada fija en el piso y se dirigió tambaleante aún por el golpe a la puerta. Lo único que quería era salir de ahí, escapar de la cruel verdad que había descubierto.
Casi había llegado a la puerta cuando Heid lo paró con su brazo. –Ed….yo lo….siento…..nunca quise…llegar a esto…..no supe lo que hacía….- Ed no dijo nada, se limitó a quitar el brazo de su supuesto amigo y salir de la habitación.
Heid volteó a ver a Al, quien se había medio vestido y ambos bajaron desesperadamente las escaleras buscando al rubio al que habían traicionado.
Ed estaba sentado en el sillón con una mano en la frente deteniendo su cabeza. La otra, sobre su estómago, al notar eso, Heid apretó la quijada con culpabilidad. Respiraba con dificultad mientras mojaba su camisa con sus saladas lágrimas. Heid rompió el silencio…
-Ed, yo…nosotros…jamás quisimos esto….
-¿Cómo pudieron…?-preguntó Ed con dificultad, un nudo en su garganta le impedía hablar. Acto seguido, dirigió su desesperada mirada hacia su hermano, quien al sentirla, la bajó por la vergüenza.
-Ed, escucha por favor….
-¿¡Qué quieres que escuche?! ¿¡Qué tu y mi hermano se cogieron mientras yo me partía el lomo trabajando?!-soltó Ed por fin, con amargura y rencor en su voz, para después acercarse a ambos para soltar otra cachetada al menor de los Elric.
-¿¡Por qué Alphonse?! –preguntó desesperado Ed.
Heid enfureció con esto, y con un ademán, empujó a Ed lejos de Al. Ed lo miraba con odio.
-¡Deja de pegarle a Alphonse! ¡El que tuvo la culpa fui yo! – acto seguido, le propinó semejante puñetazo en el estómago a Ed, que el rubio cayó al piso semi-inconsciente, agarrándose fuertemente la parte afectada y tratando de recuperar el vital gas que había sido expulsado de su cuerpo tan violentamente. Heid empezó a gritarle a Ed.
-No es nuestra culpa habernos enamorado el uno del otro, tu mismo lo has dicho, Al y yo somos iguales! ¡No tienes derecho a reprocharnos el amor que tenemos el uno por el otro!
Era el colmo para Ed, ahora le decían que no si interpusiera entre una relación que él mismo consideraba enferma. Se sentía traicionado, engañado, apuñalado por su misma sangre. Quería morirse.
Se levantó, haciendo un esfuerzo enorme, Heid reaccionó e intentó ayudar a su amigo.
-Ed perdóname yo….no se que estaba pensando al golpearte de esa manera….déjame ayudarte por favor…
Ed se giró molesto, harto, furioso. Sus ojos dorados, siempre brillantes y sonrientes, estaban enrojecidos por la ira y el llanto. Aún cuando difícilmente podía respirar, empujó a Heid lejos de él con las pocas fuerzas que le quedaban, y se dirigió a la puerta, sollozando y aspirando desesperadamente para intentar recobrar el oxígeno que tanto le hacía falta. Agarró sus llaves, abrió la puerta y la cerró con un portazo, escuchando como su pequeño hermano le gritaba desesperado para que regresara al igual que Heid.
No los escuchó.
Fingió no hacerlo.
Quería salir de ahí. Estaba deshecho. Caminaba abrazando su abdomen y con la cabeza agachada. Lloraba. Lloraba como nunca lo había hecho. Su vista se nublaba. Sabía que tarde o temprano se desvanecería, pero siguió caminando.
En esos momentos, sólo quería ver a una persona….
-Roy….-pronunció con las últimas fuerzas que tenía antes de caer.
Esperaba azotar contra el piso, pero algo suave amortiguó el golpe. Pero ya no pudo saber quien había sido, su cuerpo ya no respondía.
Antes de desvanecerse, creyó escuchar que alguien lo llamaba….
-Hagane no…-