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Ladrones de órganos por Paz

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Notas del capitulo: Una nueva continuación....
 

Ladrones de órganos

Basado en Slam Dunk de Inoue Takehiko, cuyos derechos de autor le pertenecen

By Paz

Capítulo 7: Un descuido imperdonable

 

 

Una chica distrae a Yohei hablándole, mientras tanto Hanamichi sin sospecharlo se aleja unos pasos con la intención de entrar en calor, mientras lo hace creer ver alguien que se parece a la descripción, la recuerda muy bien "Muy corpulento, de unos veinticinco años, ojos verdes, con un piercing en la ceja izquierda y otro en el labio inferior"

Es corpulento, le ha visto cruzar una calle cuando ya le daba la espalda, sin dudarlo se apresura a llegar lo más cerca que pueda estar de él sin llamar su atención, necesita verle de frente para confirmar que es la persona que busca.

De improviso se da la vuelta y le enfrenta.

-¿Me estas siguiendo? -pregunta alzando los puños.

-No..., solo llevamos el mismo camino. -dice con gesto conciliador al ver que se ha equivocado de persona, no es quien creía y para calmar sus recelos continua andando con despreocupación por delante de él, cuando llega a la esquina se para en el bordillo, mirando hacia derecha e izquierda, con la clara intención de cruzar, es entonces que le ve no le cabe ninguna duda, ojos verdes, un piercing en la ceja izquierda y otro en el labio, solo le falta ver su mano, pero la lleva metida dentro del bolsillo de la cazadora. Esta frente a él, en el otro lado de la calle, con intención de cruzar hacia donde él está, parado, si cruza sabe que le perderá de vista.

Se queda quieto, esperando, justo cuando está a su altura se mueve de pronto, chocar contra él fue como hacerlo contra un muro, ni siquiera se inmutó en cambio él perdió el equilibrio y dio con sus huesos contra el duro piso.

-Estas bien, chico? -dijo una voz suave y cálida.

Hanamichi sacudió la cabeza como si deseara despejarse, luego alzó la mirada y la posó en el rostro que se inclinaba hacia él, y la mano que se ofrecía para ayudarle a levantarse.

-Gracias... -se agarró de ella, fijándose en la mariposa qué tenía tatuada- Fue mi culpa... me dio un mareo...., creo que es porque... -apartó la mirada como avergonzado de lo que estaba por decir.

-¿Cuándo fue la última vez que comiste? -no dudo que ese era su problema, se le veía pálido como si no hubiera comido en días.

-Anoche... -reconoció apareciendo un intenso rubor en sus mejillas.

-Ven, te invito... -sin darle tiempo a aceptar o negarse le agarró del brazo y lo llevó con él, entrando en uno de los establecimientos de comidas que encontró en una calle transversal.

-Me llamo Isobe... -se presentó cuando el camarero  se alejó tras hacer el pedido.

-Sakurai -dijo Hanamichi acortándolo.

-Eres de aquí? -preguntó mirándole con curiosidad.

-No... -pareció dudar- ... de Aimori... -bajo la mirada como avergonzado.

-Pero, vives aquí? -insistió, sin apartar la mirada de él, su ropa se veía nueva y no parecía que viviera en la calle, y aunque se le veía pálido, podía ser que esa fuera su naturaleza.

-No... yo... me pelee con mi madre y le dije que me iba con mi padre. -respondió sin titubear, como si no le resultara sospechoso su insistencia- Ellos están separados, sabes? A veces tengo la sensación que soy un estorbo para mis padres.

Les trajeron diversos platillos. Isobe observó que se echaba sobre ellos con voracidad, le miró comer con durante unos minutos, a ese ritmo pronto habría terminado.

-Y qué ha dicho tu padre al verte? -preguntó interesado, echándose hacia delante para oírle mejor, con el sonido de la música y lo despacio que se expresaba le costaba bastante seguirle.

-No le he visto, me dijo su casero que se fue de viaje a Australia... por motivos de trabajo, supongo... esta empleado en una multinacional. -explicó.

 -Volverás con tu madre y todo arreglado. -dijo intentando animarle.

-Ya me gustaría..., pero... -dio un sorbo a su bebida una vez que hubo llenado su estomago, su mirada parecía decir que ya había dicho demasiado.

-Pero... -le animó a seguir hablando.

-Ella salía con un tipo y él no quiere saber nada de mí. -dijo con un leve encogimiento de hombros.

Isobe comprendió lo que callaba, su madre le había dejado en la calle, al no encontrar a su padre, quedaba desprotegido, aunque con esa altura, no creía posible que alguien se atreviera a enfrentársele.

Hanamichi mientras hablaba dirigía miradas discretas a su alrededor, esperando ver a alguno de sus guards de corps. Interiormente se sentía inquieto porque no conseguía ver algún rostro conocido en aquel abarrotado local.

-Buscas a alguien? -preguntó Isobe que no había dejado de notar sus continuas miradas.

-Creí ver a un compañero de Aimori... debió ser un error.

-A lo mejor ha venido a ver la nueva actuación... -apuntó Isobe empezando a recelar de su acompañante.

-Si era quien creo, solo es un loco de la informática -dijo riendo- Te agradezco todo esto... -miró el exceso de platos vacíos que había amontonado en el borde de la mesa. No sé cómo pagarte..., se jugar al basquetball, si quieres puedo hacerte una demostración, soy un buen deportista.

-No te preocupes... solo es una minucia..., yo suelo comer el doble de lo que tú has consumido ahora.

-¡Ah!! -le miró dándole la razón- Gracias. Disculpa..., tengo... ausentarme un instante... -levantándose y dirigiéndose hacia los aseos.

Isobe sacó un sobrecito de su bolsillo, volcando su contenido en la bebida del chico cuando nadie miraba hacia él, luego hizo un gesto hacia uno de los camareros que se apresuró a acercarse.

-Pide que lleven mi coche por la puerta de atrás. -dijo cuando estuvo frente a él.

Isobe no podía saber que un par de ojos muy atentos había seguido todos sus movimientos y que también le vió hablar con el camarero.

~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

Un chico alto, de cabellos negros y mirada azulina estaba siguiendo con atención cada uno de los movimientos que se llevaban a cabo en esa mesa, viendo como Hanamichi hablaba y comía, preguntándose como podía mostrarse tan amistoso, cuando bien sabía que se trataba de un desalmado. Más él estaba ahí para prevenir cualquier emergencia, y esta se presentó cuando imprudentemente Hanamichi abandonó su lugar en la mesa, yendo al servicio y dándole sin saberlo la oportunidad para que le echaran droga en la bebida, ahora se preguntaba como lo había hecho con él, cuando en ningún momento se levantó.

Cuando quedó solo le vió llamar a alguien, se le acercó uno de los camareros, al que hablo apenas unos segundos. Viendo a su vez que este hablaba al oído de otro chico que se apresuró a salir, pasando a su lado sin saber que seguía sus pasos.

Se fijo que hacia un gesto con la mano en alto y señalaba hacia una callejuela, al momento un coche se apartó del bordillo de la acera y si situó frente a una puerta metálica, no tuvo ninguna duda que iban a intentar algo contra Hanamichi. Volvió a entrar al local, en ese instante tuvo la certeza de que corría un gran peligro y él no disponía ni de vehículo ni de móvil para llamar a Satou.

Volvió al interior del local, confirmando sus sospechas, Hanamichi se resistía con escasa energía a ser sacado del lugar, los dos tipos eran tipos eran bastante corpulentos y prácticamente le llevaban sin que sus pies tocaran el suelo hacia la puerta trasera, volvió a salir mirando alrededor en busca de ayuda. Su mirada se posó en una bicicleta de reparto que estaba apoyada en la misma callejuela donde en ese instante sacaban a Hanamichi y lo introducían de un empellón al interior del coche que ya estaba en marcha. No lo pensó más se apoderó de la bicicleta y comenzó a pedalear lo más rápido posible para no perderles de vista.

El trayecto se le hizo interminable, sentía que sus pulmones estaban a punto de reventar por el esfuerzo que estaba realizando, sus pantorrillas empezaban a acalambrarse y sentía que cierta preocupación porque si el se derrumbaba perdía a Hanamichi. El dolor en su costado era continuo, pero se obligó a sí mismo a dar un último esfuerzo, y cuando llegaba al límite volvía a animarse nuevamente pidiéndose otro más, y otro hasta que finalmente vió que el coche hacia señales con las luces evidenciando que iba a detenerse.

Vio que sacaban a Hanamichi como si estuviera inerte, supuso que la droga le había hecho efecto y estaba inconsciente. El lugar era una vieja fábrica abandonada, no conocía el lugar donde estaba, afortunadamente vió una vieja placa indicando la calle donde estaba ubicada.

Al parecer se sentían seguros en aquel lugar porque no se veía vigilancia alguna, se deslizó pegado a la pared, sus zapatillas de deporte no hacían ningún ruido y sus pasos eran sigilosos.

Iban bastante por delante de el, veía sus siluetas en la oscuridad del largo pasillo, eran dos y sostenían a Hanamichi por los brazos, su cabeza colgaba hacia delante y sus pies iba dejando un rastro irregular en el polvoriento suelo.

Escuchó un golpe metálico y una maldición, pensó que le habían descubierto y se pegó contra el muro, donde las sombras eran más intensas.

La acústica del lugar llevó con nitidez sus palabras hasta él.

-Qué ha sido eso?

-Pesa como un demonio... -farfulló- se me ha caído el móvil. Posémosle un momento en el suelo, necesito encontrarlo.

-Búscalo después, el "Doctor Muerte" ya ha sido avisado y bien sabes como se pone cuando se le hace esperar.

Kaede trago saliva con dificultad, tenía que encontrar el modo de detenerlos, pero cómo se preguntó mientras reanudaba sus pasos tras ellos intentando no hacerse notar. Inadvertidamente, al dar unos pasos golpeó un objeto que se atravesó cuando daba uno de los pasos. El sonido apagado repercutió como si hubiera sido un trueno. Una vez más, sigiloso como un gato se pegó contra la pared.

-Que ha sido eso?

-No lo se. Tal vez ratas.

Kaede miró el brillo metálico que había junto a su pie derecho, con cuidado se agachó y lo recogió. Había dado una patada al móvil que ese tipo había perdido. Deseo con fervor que tuviera batería suficiente y más aún porque hubiera cobertura en aquella zona totalmente descampada y en los límites de la zona industrial posiblemente.

Al fondo, se veía una luz amarillenta y supo que era allí por donde habían desaparecido, porque cuando levantó la cabeza, tras recoger el móvil ya no estaban a la vista.

La puerta estaba entreabierta, cauteloso se aproximo, poniendo cuidado en escuchar lo que pasaba al otro lado de la misma.

Allí todo parecía estar tranquilo. Intentando no mover la puerta para evitar cualquier chirrido, se deslizó por el hueco, la habitación se veía vacía. Estaba pensando que se había equivocado, iba a retroceder sobre sus pasos para no perder más tiempo allí cuando escuchó un apagado sonido que provenía de su derecha. Se acercó, una gastada cortinilla de tela ocultaba otra habitación que también estaba desierta, pero a través de la puerta abierta le llegaba con nitidez la conversación que llevaban a cabo del otro lado.

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-Atarle a la camilla. -el hombrecillo vestía una bata que algún día debió ser blanca, pero entonces amarilleaba por el constante uso, salpicaduras de sangre se distinguían con nitidez. Cuando le vió ya atado se acercó y comenzó a tocarle brazos y piernas, palpó su torso con expresión satisfecha- Un buen ejemplar, si señor. A él que vamos a hacerle.

-Por lo que me dijo juega al basquetball. -dijo como si eso explicara su buena forma física- Nadie va a molestarse en buscarle... puede sacarle todos los órganos que necesite.

-Magnifico... magnifico... -exclamó frotándose las manos con exultante satisfacción- Preparar las neveras, le cogeremos los riñones, el hígado, los pulmones y el corazón, ah!! y no nos olvidemos de los ojos, después podemos relajarnos por una temporada. Una magnifica cosecha.

-Ha despertado y te ha escuchado -aviso Isobe al ver como el pelirrojo luchaba contra las correas que le mantenían sujeto a la camilla.

-Sujetar su brazo mientras le inyecto un relajante. Esto le mantendrá dormido mientras preparamos todo para la operación. En poco más de quince minutos tendré todos los órganos cortados y listos para su traslado. Hay que darse prisa para que sean llevados a su destino.

-Que hacemos luego con el cuerpo.

-Podéis tirarlo al vertedero, ya no será útil a nadie. -dijo con sorna el hombrecillo frotándose una y otra vez sus manos sudorosas por la emoción.

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Fuera, en la otra habitación, Kaede temblaba con lo que estaba escuchando, llevado por una inspiración había puesto a grabar todo lo que allí se dijo en su walkman, luego pensando que debía apresurarse antes que Hanamichi sufriera la perdida de alguno de sus órganos, salió de allí buscando un lugar donde su voz no fuera trasmitida como un eco hasta esos desalmados.

Marcó un número y espero con impaciencia.

-Satou... soy Kaede... tienes que venir pronto... tienen intención de matarle... le van a quitar todo... -se atropellaba hablando- Tienes que venir para impedirlo...

-Tranquilo... dime donde estas... iremos enseguida....

-Es una vieja fábrica... Esta todo abandonado... pude seguirles... pero no se donde estoy... espera vi un cartel.... -le dio el nombre de la calle- es todo cuanto se. Hay un descampado alrededor.

-Cuántos son?

-Tres, dos matones y uno al que llaman "Doctor Muerte"

-No te expongas a un peligro, no te acerques a ellos. La policía ya esta intentando identificar el lugar, pronto estarán ahí. Quédate tranquilo... los muchachos ya se dirigen hacia esa calle, no les resultara complicado encontrar donde estáis. Apenas te corte me pondré en camino...

-De acuerdo... -ya más tranquilo cerró el móvil, escuchó sonidos de pasos, se acercó a la puerta asomando con prudencia la cabeza, les vió alejarse tranquilos por el pasillo, recordó que había visto un armario desvencijado en la segunda habitación, se quedaría allí atento a lo que se decía en el improvisado quirófano, si Hanamichi corría peligro él intervendría, no iba a permitir que le hicieran daño.

Una luz muy potente iluminaba el cuerpo de Hanamichi, el hombrecillo con unas tijeras estaba cortando las perneras del pantalón hasta alcanzar la cinturilla.

-Magnifico... magnifico...  -exclamaba cada vez que exponía su cuerpo a su mirada- Un admirable ejemplar... si señor... admirable... -seguía hablando en voz alta mientras seguía cortando la tela hasta que dejo al chico totalmente expuesto a su mirada- Le cortaré aquí.... -marcó una raya oscura en su piel - y aquí... romperé sus costillas para acceder al resto de sus órganos. Cuando acabe contigo solo serás comida para los perros, pero entretanto sin saberlo has hecho feliz a mucha gente. -pensó que con el dinero que iba a recibir por cada uno de esos órganos, podía hacer el viaje con el que siempre soñaba, sabía que luego en el mercado negro sus órganos se venderían por millones y él no los vería ninguno de esos billetes, pero se daba por satisfecho con lo que iba a obtener con esa abundante cosecha..

Oírle expresarse en esos términos le enfureció y cuando vió que alzaba la mano y que empuñaba un bisturí, lo vió todo rojo y sin pensar actuó instintivamente, su mano se cerró sobre una barra metálica y llevado por el furor entró.

-No... -gritó mientras abatía el objeto contra el hombrecillo sin ningún tipo de remordimiento.

Al escuchar la brusca intrusión el hombrecillo se volvió, solo para vislumbrar durante un segundo un objeto que contundente le golpeó en la cabeza, abriéndole una brecha y cayendo al suelo sin sentido.

-Hanamichi.... -le llamó sacudiéndole por los hombros en un vano intento para despertarle.

Al ver que no lo conseguía dio un empujón a la camilla apartándole del potente foco y arrastrándolo hasta una esquina que aparecía despejada, en el intento arrastró una mesilla metálica la que contenía unos contenedores de color azul y anaranjado que se volcaron cayendo con estrepito al suelo. El sonido repercutió durante unos segundos que le parecieron eternos.

-No te preocupes, no les dejaré acercarse a ti -dijo como si él estuviera oyéndole, al mismo tiempo que amontonaba todo aquello que le parecía útil para ser usado como arma arrojadiza.

Fue en ese instante que las voces que desde fuera preguntaban qué ocurría y el apresurado sonido de pasos se interrumpía apenas llegaron a la puerta de la cámara donde estaba ubicado el seudo-quirofano.

Isobe miró con asombro lo que aparecía ante sus ojos, el "Doctor Muerte" derrumbado en el suelo con una brecha en la cabeza, las neveras desparramadas por el suelo, inservibles ya, la mesa metálica que las contenía había sido desplazada y aparecía medio derrumbada contra otro mueble, un chico moreno, de fríos ojos azules les miraba con la clara intención de no dejarles acercarse, mientras con su cuerpo protegía la camilla donde el pelirrojo continuaba anestesiado, al ver la ropa cortada por el suelo, no tuvo dudas que estaba completamente desnudo y que el "Doctor Muerte" se vió sorprendido mientras ejecutaba esa tarea.

A la derecha del chico moreno, se veía una mesilla metálica con una pila de objetos de los más variopintos, pronto supieron porque estaban allí.

Cada vez que intentaban acercarse con excelente puntería el chico les lanzaba cualquiera de aquellos objetos que estaban al alcance de su mano, manteniéndoles a raya. Su actitud era firme, sus ojos tenían tal frialdad que no auguraban nada bueno, sistemáticamente conseguía lo que se proponía, impedirles acercarse.

Kaede continuaba frenando los continuos movimientos con que pretendían aproximarse a Hanamichi, tendrían que agarrarle a él primero si deseaban llevar a cabo sus planes y no estaba dispuesto a dejar que lo consiguieran, contaba además con una baza a su favor, la policía tenía que estar al caer, a menos que llegaran antes los inútiles amigos que Hanamichi se había buscado para hacer de señuelo.

-Yo te conozco... -dijo de pronto Isobe- ¡¡¡Agggghhhh!!!.

Rukawa tomó el objeto más contundente y se lo lanzó, por más que intento esquivarlo no lo consiguió y el resto de sus palabras se perdieron cuando dio un grito de dolor, cayendo hacia atrás. No dio contra el suelo porque inesperadamente se le echaron encima varios chicos, inmovilizándole en segundos, el otro individuo recibió igual trato.

Kaede se relajo, no le importó dar la espalda a lo que pasaba tras él, se inclinó sobre la camilla echando su brazo alrededor de su pecho, mientras su otra mano acariciaba su rostro, atusando una y otra vez su cabellos, apartándolos de su frente.

-Ya estas a salvo... -musitó, luego comenzó a soltar las correas que le inmovilizaban.

Satou se le acercó, se quitó su chaqueta echándola sobre los hombros de su hermano.

Kaede se sentó en el suelo, sosteniendo en su regazo a Hanamichi, negándose a soltarlo, sintiendo su mejilla apoyada en el hueco de su hombro y su suave respiración en su cuello.

Cuando la policía llegó se encontraron a los matones que habían sido reducidos, el "Doctor Muerte" no estaba malherido y en aquellos instantes se recuperaba para encontrarse con que le estaba esposando.

Una ambulancia pedida por Satou llego poco después, los camilleros recostaron a Hanamichi en la camilla, cubriéndole con una sabana y una manta, para luego trasportarlo al hospital donde trabajaba Satou. Kaede viajaba junto a Hanamichi, nadie le impidió subir cuando lo hizo.

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-Eres un irresponsable... -dijo Satou que había estado preocupadísimo por él cuando supo que nadie sabía decirle de su paradero.

Todos se movilizaron inmediatamente cuando dieron la alarma. Buscándole por los alrededores convencidos que no podía estar muy lejos y preguntado a todos con los que se cruzaban si habían visto a un pelirrojo. Algunos recordaban haberle visto, pero nadie supo decirles algo en concreto.

Cuando recibió la llamada de Kaede sintió alivio, a pesar que su hermano seguía en peligro estaba convencido que llegarían con tiempo para salvarle. Sin embargo, nadie conocía la zona y se perdieron un par de veces antes de dar con la calle mencionada por Kaede. Encontrar la fábrica fue un juego de niños, destacaba allí como un farolito encendido, en medio de un descampado, llegar hasta ellos fue también sencillo porque los gritos y el estruendo que escuchaban era suficiente para guiarlos hasta donde estaban los chicos, al llegar vieron que se trataba de Kaede que había intervenido aún cuando le pidió que se mantuviera apartado. Sabía que gracias a su valiente actuación había salvado la vida de su hermano.

-Qué culpa tengo yo de que me perdierais? -preguntó a su vez, olvidando en los brazos de su kitsune el miedo que pasó. Oírles decir con tanta frialdad lo que iban a hacerle le ponía los pelos de punta- Por cierto, ¿cómo me encontrasteis? -preguntó.

-Fue gracias a Kaede, él me llamó, estaba tan angustiado que no conseguía entenderle.

-Pero... pero... -se volvió alzando la cabeza para mirarle- tu estabas dormido, ¿cómo pudiste?

-No tomé la bebida que me diste. Tú viste el vaso vacio y supusiste que la había bebido...

-¿Por qué hiciste tal cosa? -sorprendido.

-Porque te ví muy nervioso y supuse que intentabas hacerme alguna jugarreta. -Dijo dándole golpecitos con los nudillos en la cabeza- Te seguí y me aseguré de no perderte de vista, te ví como seguías a un tipo y luego veías a ese desgraciado, le identifique al instante. Me sentí asustado cuando ví como te arrastraba hasta aquel local. Y luego tú comiendo como si nunca hubieras probado bocado y hablando y hablando... ¿que le estabas contando?

-Nada importante... -todos le miraron esperando que siguiera hablando- de acuerdo, le hice creer que estaba desamparado, sin familia, bueno, no exactamente. El caso es que funcionó. Se lo creyó todo.

-¡¡Idiota!! ¿Por qué te levantaste? Le diste la ocasión para que te echara unos polvos en la bebida.

-¡¡¡Oh... lo hizo así!! Lo siento... he sido un estúpido -se lamentó, luego alzó la mirada como si se sintiera tímido- pero los han agarrado, verdad?

-Si los tienen a todos. Ese Isobe es un tipo listo, ha dado varios nombres y también los han detenido. Sin embargo, ninguno de ellos eran importantes solo intermediarios. De lo que la policía esta seguro, es que no volverán a intentarlo por un largo tiempo, los jóvenes podrán sentirse tranquilos. -dijo Satou.

Hanamichi ocultó un bostezo entre los brazos de Kaede, la anestesia todavía seguía actuando en su organismo.

-Dejémosle dormir... -dijo Satou.

Mito y su guards de corps se inclinaron ante el lecho de Hanamichi y murmuraron con expresión sentida.

-Disculpamos... nos descuidamos y pudiste... -ninguno dijo más.

-No os preocupéis más, no ha pasado nada, chicos..., vamos Yohei, alegra esa cara larga que traes. Ven mañana a verme... seguro que estaré más despejado. -Volvió a ocultar un descarado bostezo- No te vayas... -retuvo a Kaede agarrándole de la muñeca, ahora era él quien no quería quedarse solo- Quédate conmigo.

Kaede miró interrogativo a Satou que asintió al tiempo que corría las cortinas dejándoles aislados del exterior del cuarto.

-Te quiero Hanamichi... tienes que prometerme que nunca, nunca más intentarás otra locura como esta.

-Te lo prometo... -en aquel instante hubiera prometido cualquier cosa, se abrazó a él sintiéndose confortado con su presencia- Te quiero Kaede -dijo antes de dormirse.

Kaede le mantuvo en sus brazos, como si pensará que si lo soltaba podía perderle, besó su frente y él también se dejo llevar por el sueño.

Continúa en el próximo capítulo

Paz


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