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HEAVEN PEACH por nekocherry

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Notas del capitulo:  

Mi primer historia en esta sección, espero les guste. Se que no se ve nada yuri en este momento, pero esperen un poco, prometo que en capítulos siguientes se notara mas.

 

HEAVEN PEACH

_________________

I

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Alessa Rilleburg llevo su delgada mano, aquella en la que llevaba el pequeño reloj  de carátula nacarada regalo de su abuela, frente a su rostro, tapando ligeramente su boca que se abrió para generar un largo bostezo. 

 

Miriam Smith, la joven maestra novata que en ese momento les daba unas cuantas recomendaciones a las chicas que formaban parte de su clase de arte, se puso nerviosa. El bostezo de Alessa, de la hija de una de las familias más poderosas e influyentes del país, la puso, sin duda a temblar. Discretamente se apretó las manos, respirando hondo, tratando de no tartamudear como era su costumbre y continuo con lo que hacia.

 

Intento no mirar la banca numero tres, que estaba en la segunda fila, justo delante de ella. Siguió hablando y explicando, tratando de no ver a la chica de cabellos oscuros que parecía mirarla con aquellos felinos ojos. Trato con todas sus fuerzas de no reír nerviosa al verla volver a bostezar, obviamente aburrida.

 

Se lo habían advertido justo antes de que entrara al aula, que en aquel grupo iba Alessa Rilleburg. Pero ella, con toda la confianza en si misma había dicho un sonriente "no hay problema", y según sus cálculos, no lo había. Era tan solo una chica de diecisiete años, normal, y hasta cierto punto, común y corriente. Pero el punto es que no era así y ella lo sabía. Esa chica, hasta cierto punto común y corriente había hecho despedir fácilmente a cuatro de los profesores de arte. Ella era el reemplazo numero cinco.

 

"Cálmate, es solo una clase...... Cálmate, es solo una clase...... Cálmate, es solo una clase....."se dijo a si misma, como una especie de mantra, tratando de tranquilizarse. Inhalo y exhalo discretamente, controlando su respiración agitada. Para su sorpresa, las siguientes palabras salieron normales. Sonrió, renovada con el nuevo aire de confianza que había adquirido y continuo con su explicación, cuando termino, retiro la pequeña manta color blanco que estaba sobre su escritorio, pero al hacerlo una de las frutas que estaban ocultas hasta ese momento cayo al suelo.

 

El ruido sordo de la artificial fruta contra el suelo se escucho por toda el aula. Miriam se quedo sin saber que hacer, mirando a las chicas delante suya como si fuesen extrañas. Sin querer, soltó una risilla nerviosa y de forma rápida se agacho para buscar aquello que le había robado la tranquilidad.

 

Su mano se movió nerviosa bajo sus pies, buscando la fruta. La encontró varias veces, pero por su nerviosismo las soltó unas tantas mas, haciéndola sufrir. Cuando por fin la sostuvo, la apretó con fuerza, clavando sus perfectamente manicurazas uñas rosa pálido en la cera que simulaba ser una banana, y con más fuerza de lo que debía la dejo sobre el frutero de color verde mar. En respuesta, el racimo de uvas y lo que era una naranja resbalaron de su lugar y trataron de llegar al suelo.

 

Como pudo, y mas nerviosa que nunca se lanzo sobre el frutero, tratando de recuperar a las malditas piezas que habían salido de su lugar. Una risita, desde el fondo del aula la hizo sudar. Cuatro intentos después las cosas estaban como debían desde un principio. Los azulados ojos de la maestra miraron al frente para ver a su auditorio. Algunas chicas sonreían, algunas otras habían empezado a platicar entre ellas. Solo Alessa seguía mirándola fijamente, sin perder detalle alguno de sus movimientos.

 

Retrocedió dos pasos, chocando contra la pizarra a sus espaldas, de nuevo, río nerviosa y se dirigió a la salida del aula, tambaleándose graciosamente sobre su bacón derecho cuando bajo la escalinata, azotando sin querer la puerta antes de desaparecer como un rayo rumbo al aseo femenino. Fue hasta ese momento que Alessa le quito los ojos de encima.

 

Suspiro aburrida abriendo su cuaderno de dibujo. Busco una hoja en blanco y cuando la encontró se dispuso a dibujar. Odiaba dibujar, pero mas odiaba dibujar frutas. Que sentido tenia?.....para ella, las frutas solo servían para comer. Como se supone que debía ayudarle una naranja a aprender a dibujar una rostro humano?

 

Sin exteriorizar ninguno de sus pensamientos continúo dibujando. Sus marrones ojos iban del frutero a su cuaderno y viceversa. Borro la pera que había dibujado cuando noto que no era igual, es mas, jamás iba a serlo. Entre mas tardara en terminar su dibujo menos parecido a la realidad iba a ser. La luz cambiaba tanto que cuando ya había terminado, la iluminación era distinta y tenía que empezar todo de nuevo.

 

Así estuvo un momento hasta que la campana que daba anuncio al término e inicio de las clases sonó. La profesora no había vuelto, y no era de extrañar. Todas las chicas se quedaron quietas en su asiento, sin saber muy bien que hacer. Todas querían salir y ninguna se animaba a dar el primer paso. Solo Alessa, después de guardar sus cosas en su bolsa azul marino, fue la que se puso de pie y camino hasta la puerta, antes de cerrarla tras de si, escucho el ruido de las bancas moverse y el de sus compañeras imitándola.

 

- Alessa, espera!....

 

De forma lenta y elegantemente actoral se dio la vuelta mirando tras de si. Por el pasillo lleno de jóvenes chicas vestidas de la misma forma, caminando con paso apresurado venia Claudine Roswell, la chica con la que acostumbraba estar en su tiempo libre.

 

- por que te saliste de esa forma del aula de arte?...

 

- por que la clase había terminado...- respondió con sencilla naturalidad.

 

Claudine sonrió ante la respuesta de su amiga aunque no compartía su punto de vista. Ella era de las que prefería quedarse hasta que regresara el profesor (por muy tarde que fuera) a atreverse a hacer algo como lo que siempre hacia Alessa.

 

- vamos a la cafetería?...- pregunto, cambiando de tema.

 

-...si...

 

A pesar de ir vestidas de igual forma, tanto Alessa como Claudine no podían ser más diferentes. Alessa tenía el cabello negro, lacio y hasta media espalda. No usaba maquillaje aunque si, incoloro brillo para labios. Su cuerpo delgado y elegante la hacia ver mas alta que cualquiera. Eso, aunado a su grácil andar la hacia merecedora de muchas miradas.

 

Claudine en cambio era rubia. Su cabello era rizado, hasta sus hombros. Siempre lo peinaba en una coleta alta, atada con algún listón, a juego con el color de sus pendientes. Ella si usaba maquillaje. Se rizaba las pestañas y les ponía mascara color negro para hacerlas ver como las naturales de Alessa. Se ponía un poco de labial de un rosa ligeramente pálido y brillante, casi a juego con el color de sus mejillas.

 

Llegaron a la cafetería. Ninguna de las dos había hablado en el trayecto a ese lugar. Claudine se adelanto y tomo una charola color plata, dirigiéndose al pequeño mostrador en donde hacían su pedido, Alessa la siguió en silencio.

 

- menú cinco...- fue lo único que dijo a la chica detrás del mostrador mucho antes de que esta formulara la clásica pregunta de "su orden por favor".

 

Aun en silencio, fueron a sentarse a una de las numerosas mesas que había en una pequeña terraza. Desde ahí se tenía una vista fantástica del resto del colegio. Una vista que encantaba a Alessa.

 

- no me digas que de nuevo vas a comerte eso?...

 

Despertó de la ensoñación en la que estaba, mirando lo que había en su charola: un cocktail de frutas y una pequeña y hermosa taza con un té, igualmente de frutas. Y miro lo que había en la de Claudine: un té dietético y una gelatina igualmente dietética.

 

- que hay de malo?...- pregunto únicamente por llevar la contraria y no por que le interesase la respuesta.

 

- que no te preocupa la azúcar?....digo, si es lo único que vas a comer en el día esta bien....pero si comes de mas puedes engordar, no?...

 

- no importa...- respondió, tomando entre sus finos y largos dedos el tenedor color plata que estaba sobre una servilleta, pinchando con este una rebanada de melocotón. Por eso le encantaba el menú cinco, por su cocktail de melocotón.

 

Claudine tomo la taza que estaba en su charola, dándole un muy ligero sorbo - de nuevo asustaste a un profesor...- comento, esperando esta vez no ser ignorada.

 

Alessa sonrió ligeramente, tanto, que cualquiera no habría notado el cambio en su sereno rostro. La forma en que había actuado su profesora si que la había divertido. Siempre pasaba lo mismo, todos los profesores que llegaban parecían empeñados en querer impresionarla. Pero la profesora Miriam si que se había llevado las palmas.

 

- yo no hice nada...- respondió después de un rato, bebiendo un poco de su té.

 

- si que lo hiciste, probablemente la profesora no regrese....cuando podré tener una clase decente de arte?...

 

Alessa llevo una nueva rebanada de melocotón a su boca escuchando la queja de Claudine, la forma que la rubia tenia para decirle que ya dejara a los profesores en paz. Y contrario a lo que pudieran creer ella no tenía la culpa, todo era por su tío abuelo, el director del colegio al que asistía, era él el que suplantaba a los profesores, por su culpa todos pensaban que era ella la que decidía quien se quedaba y quien no en ese lugar.

 

Todo empezaba como una inocente platica por saber como iba en el colegio y terminaba en una especie de informe sobre el desempeño laboral de los profesores del colegio. Alessa no defendía a ninguno, pero tampoco los acusaba, tan solo decía "no lo se". A la siguiente clase es cuando ella se enteraba que su profesor había sido reemplazado. Y obviamente todas iban contra ella. Comentarios como "no levantes la voz, que Alessa se molesta y nos transfieren de colegio" era lo que escuchaba a menudo, pero ignoraba todo eso, de dar un informe detallado de su vida escolar a su abuelo, ella seria la única que asistiera a clases en ese lugar.

 

Se sobresalto cuando escucho el tono de su móvil. Fue en ese momento también que reparo que después de su último comentario, Claudine se había soltado hablando algo que ella no había escuchado. Hurgó entre sus cosas hasta que encontró su móvil, un bello aparato nuevo, color naranja, casi del color del melocotón. Iba a desplegarlo para contestar, pero no lo hizo. En vez de eso se quedo mirando fijamente la pantalla azulada y el nombre que en ella aparecía.

 

- no piensas contestar?...- escucho, mientras de forma rápida colgaba y acallaba aquel ruido.

 

Lo puso sobre la mesa e ignoro el aparato completamente, al igual que a Claudine. Tan solo esperando. Medio minuto después, la melódica canción volvió a sonar, esta vez más audiblemente que las otras veces. Discretamente Alessa apretó el mango del tenedor que tenia entre las manos, furiosa pero sin aparentarlo.

 

- Alessa, no contestas?...

 

Antes de que la tonada se repitiera levanto el móvil y contesto -...diga....- murmuro segundos después, mirando a otra dirección, sintiendo su estomago revolverse.

 

- por que colgaste, Alessa?...- pregunto una voz masculina al otro lado de la línea.

 

- lo siento...estaba en clase...- mintió con facilidad, mientras en su mente hacia una rápida lista de los posibles culpables de aquella llamada.

 

- perdona...te distraje entonces?....- pregunto la voz, a la par que se escuchaban unas voces de fondo -...lo siento, pero es que no podía pasar mas tiempo sin escuchar la hermosa voz de mi querida prometida...

 

Alessa sintió ganas de vomitar cuando escucho lo de "mi querida prometida". Joshua Pelham era con quien estaba hablando y era el mismo Joshua Pelham con el que estaba comprometida, atada ya de por vida. Apretó ligeramente su teléfono móvil, sintiendo unas enormes ganas de lanzarlo por la terraza y dejarlo que se hiciera añicos, lo que fuera por no escuchar la voz de ese sujeto. Mas sin embargo no hizo nada, tan solo se quedó ahí sentada, inmóvil, tan solo escuchando.

 

- no dices nada?...te molesta el que te haya llamado de improviso?...

 

- está bien....no importa....- fue todo lo que dijo.

 

-y yo que pensé que estabas enfadada conmigo....crees que podamos charlar un momento?....hay muchas cosas que me gustaría decirte...

 

- lo siento, tengo que colgar....estoy en clase....- repitió, como una maquina, tratando ya de apartar el aparato de su oído, de acallar aquella voz que entraba directamente a su cerebro.

 

- esta bien, entiendo....disculpa....te veo en la tarde entonces....

 

- si - respondió de forma rápida, colgando, sin dejar lugar a una posible despedida.

 

- quien era?....- escucho la voz de Claudine, después de unos minutos. No contesto, si no que siguió viendo su móvil, esperando a que Joshua llamara de nuevo, pero no lo hizo. Dejo su móvil a su derecha, pensando en cambiarlo de nuevo. Esta era la tercera vez que se comparaba uno y la tercera vez que ese molesto sujeto conseguía su nuevo numero.

 

- Alessa?...

 

- perdón era...una persona de servicio de mi casa...- respondió sin mas, mirando de reojo su móvil.

 

- le das a las personas de servicio de tu casa el numero de tu móvil? - la voz de Claudine sonaba impresionada y ligeramente aterrada.

 

- solo para emergencias...

 

- y era una emergencia?....paso algo?....- insistió la rubia.

 

-....algo así....- fue todo lo que dijo, guardando de nuevo su móvil en su bolsa - en que estábamos?...- pregunto intentando cambiar de tema.

 

Claudine se quedo callada un momento mas mirando a Alessa antes de retomar lo que había dejado inconcluso. Esta vez Alessa si la escucho, aunque no estaba totalmente centrada en la conversación con su compañera. En ese momento, de lo que mas tenía ganas era de ocultarse, como cuando era pequeña y rezar por que jamás la encontrasen.

 

 

 

 

 

 

Con paso elegante y altivo, escuchando únicamente el sonido de sus bajos tacones contra el suelo de concreto de la fachada de la escuela, Alessa se dirigió al lexus de color blanco que venia cada tarde a las tres para recogerla y llevarla a su casa. Como cada tarde, uno de los choferes de su familia ya estaba abajo esperándola.

 

El joven chico uniformado, apenas vio acercarse a la hermosa chica de cabello oscuro abrió la puerta, esperándola. Cerro la puerta con firmeza cuando hubo entrado y con paso rápido se dirigió a su lugar, encendiendo el motor del auto.

 

- oye - pronuncio Alessa, mirando hacia el frente, haciendo coincidir su mirada con la del chofer a través del espejo retrovisor - llévame al centro comercial...

 

- como mande, señorita...- murmuro el chico, cambiando el rumbo.

 

Alessa se recargo en el asiento, abriendo la ventanilla en la que estaba, dejando que el aire entrase. Necesitaba distraerse y no pensar en nada, y lo que mas la reconfortaba en situaciones como esa era una buena tarde de compras en el centro comercial.

 

 

 

 

 

 

Poniendo su cabello detrás de su oreja derecha, Alessa tomo el pequeño pendiente que estaba en la caja color ámbar que usaba para guardar su joyería y se lo puso. Lo regreso a su posición inicial y tomo su cepillo, pasándolo por su cabello alisándolo aun más de lo que ya era.

 

Sus ojos miraban fijamente el espejo, mas precisamente a la chica sentada delante de ella, la que imitaba sus movimientos. Cuando hubo terminado de peinar su cabello, se puso de pie y se miro atentamente. Aliso su falda escocesa, a cuadros rojos y verdes, al igual que su pequeña playera de color blanco, de mangas largas y de cuello redondo. Ajusto su pequeño reloj y miro la hora. 7:52 pm. Joshua no tardaría en llegar.

 

Como una respuesta al pensamiento que cruzo su mente, el ruido de un auto fuera la hizo mirar hacia la ventana. Lentamente se dirigió hasta ella y abrió mínimamente la cortina, espiando. Delante de la puerta de su casa se detuvo el mustang rojo de Joshua. Lo vio bajar y entregarle las llaves a uno de los chicos de servicio, que se encargaría de llevarlo al garaje mientras el la "visitaba".

 

Lo vio acomodarse el cuello del traje color gris que llevaba. También vio el enorme ramo de rosas rojas que traía. Cerró la cortina, alejándose de la ventana cuando escucho que llamaban a su cuarto y abrían la puerta sin esperar a que ella dijese algo.

 

- Alessa, Josh esta aquí

 

Sin decir ni una palabra, Alessa siguió a su madre hasta la sala, Joshua ya estaba ahí. Lo vio ponerse de pie y sonreírle, ella no le devolvió el gesto. El castaño Joshua Pelham se acerco hasta Alessa poniéndose delante de ella, tendiéndole la mano.

 

- que hermosa estas...- le dijo, mientras estrechaba su mano y se quedaba con ella mas tiempo del debido.

 

Alessa lo miro fijamente. Vio sus perfectos dientes blancos que asomaron ligeramente cuando le sonrió. Su rostro varonil y de quijada marcada. Su castaño cabello cayéndole sobre la frente, sus ojos vedes. Odiaba a ese hombre, al que en menos de un año se convertiría en su esposo. Tomo el enorme ramo de rosas que le tendió cuando por fin soltó su mano y, después de entregárselo a una de las sirvientas, acompaño a su madre y a su futuro esposo a la sala.

 

Se sentó al lado de su madre, Joshua se sentó delante de ella y espero paciente a que empezara aquello. Joshua le había pedido al padre de Alessa el permiso para visitarla tres veces por semana cuando no pudo dejar de pensar en ella. El señor Rilleburg se había tomado toda una semana para pensarlo antes de aceptar.

 

Alessa nunca estaba a solas con Joshua. Su madre, su hermana y en muy raras ocasiones, su padre, se quedaban acompañándolos por una hora. En ese tiempo quien los acompañase y Joshua hablaban, ella tan solo escuchaba. Rara era la vez en la que le preguntaban algo, en esas ocasiones ella nunca respondía, tan solo sonreía. Lo mismo sucedió cuando Joshua se le "declaro". El había pedido una cita con su padre y este, a la hora de la cena le había dicho que a ella le convenía casarse, tener un futuro seguro. Y después de esa noche habían empezado los preparativos de la boda.

 

Discretamente consulto su reloj. Eran casi las nueve de la noche. Se quedo mirando la manecilla que marcaba los segundos, siguió el mecánico recorrido que hacia desde el nueve hasta el doce. Como si de una maquina se tratase, Joshua se puso de pie cuando la manecilla en el reloj de Alessa marco las nueve en punto, ni un segundo mas, ni un segundo menos.

 

Ella y su madre lo imitaron. De nuevo, Joshua le tendió la mano, ella hizo lo mismo, y otra vez, sintió como el se quedaba con su mano mas tiempo del normal. Siguió a su madre, acompañando ambas a Joshua hasta la puerta. Alessa se dio la vuelta cuando su prometido desapareció.

 

 


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