Una poción indeseada
Capítulo 2: El chico que descansaba bajo el haya…
Hacía ya un mes des de la noche de Halloween, todo un mes, y aún lo recordaba como si hubiera sido ayer mismo (por lo menos lo que lograba recordar…). Había sido una noche extraña, pero más extraño fue descubrir lo que “realmente” había sucedido. Desde la explicación (sacada con amenazas y un exhaustivo interrogatorio) de Pansy, Draco no había dejado de buscar a ese chico, porque sabía que era un hombre, por la forma en que lo había besado, y cogido, y tocado… No se lo podía sacar de la cabeza y lo más frustrante es que en todo un mes, no había descubierto nada, todo un mes de su vida malgastado para nada!!
El rubio se empezaba a desesperar, nunca se había sentido así y ni tan siquiera sabía quien era el besador nocturno… tenía que encontrarlo, pronto, o se volvería completamente loco.
“Haber, pensemos con calma y como el buen slytherin que eres… pongamos las cartas sobre la mesa…”
Primero de todo, según lo contado por Pansy y su profesor de pociones avanzadas, Severus Snape, el funcionamiento de la poción era sencillo y muy eficaz. Para sorpresa de todos, lo había creado la propia rubia, sacando la idea de un libro muggle (cosa que se ganó una buena reprimenda por parte de Snape, una, por haber intentado algo tan peligroso, y dos, por haber utilizado algo muggle para hacerlo, o como decía ella, inspirarse). El libro ese se llamaba La bella durmiente y se ve que es muy conocido en el mundo no-mágico. La poción era bastante complicada, ya que combinaba una poción “cumple-deseos” (recordad, les dijo Snape en una clase, que no quiere decir que cumple deseos, sino que crea las condiciones que uno desea… algo que ni él, ni tan solo Granger, había entendido) y otra de amor, pero su funcionamiento (y lo que nos interesa) era sencillo. Lo que hacía ésta era que aquel que la tomara, cayera en un profundo sueño hasta que alguien, su amor verdadero (una cursilería de Pansy), le besara, pero no terminaba aquí la cosa, sino que antes de que cayera dormida crearía la situación perfecta para que esa persona la encontrara, y, en el caso de Draco, fue cerca del lago, en el haya en que había descansado, por eso había tenido los mareos y calores… El único fallo de la poción es que te dejaba agotado, por eso, aunque te besaran, seguramente te dormirías enseguida, que es lo que le pasó a él, ya que, muy lista la chica, se había dejado de echar la sabía del sauce boxeador (el componente energético de muchas pociones, solo hacía falta ir a ver a ese árbol para comprenderlo…). Conclusión: que quien le besó le quería de verdad, que el sitio era visitado frecuentemente por esa persona y que para Pansy aún no había habido suficiente castigo.
Todas las otras pistas que tenía ya eran mucho más ambiguas. Sabía que era un hombre, más bien un chico (descartamos a los profesores) y era poco probable que fuera de menos edad que él (o eso esperaba), tenía los ojos verdes, pero no un verde común, sino un color que igualaba o superaba a las esmeraldas más puras que él hubiera visto, y que brillaban como otros no hacían… esa era una buena pista, pero no se podía pasear por el colegio comprobando a todo aquel que tuviera los ojos de ese color (aunque empezaba a pensar que no era tan mala idea…). También recordaba un peculiar olor, bastante dulzón, y estaba seguro que el besador había bebido cerveza de mantequilla, pero aún era más imposible ir oliendo a todos los de la escuela, y en la fiesta seguramente todo el mundo bebió cerveza…
El disfraz de esa persona tal vez era la mejor pista que tenía… sabía que era blanco, y juraría que había visto unas alas blancas, pero había intentado reconstruir esa noche tantas veces que tal vez su imaginación le estaba jugando malas pasadas creando imágenes que nunca existieron. Pero era blanco, y eso ya era algo, porque que el supiera, en slytherin nadie se disfrazó de ese color o de alguno claro (así que descartados) y el blanco era un color que poca gente se atrevía a llevar (según él, le queda bien a poquísimas personas, y menos a hombres), y si era un ángel, aún reducía más su campo de búsqueda. El problema es que ni mucho menos sabía como había ido vestida toda la gente del colegio, ni tan siquiera sabía la mitad de su curso… así que volvía a estar en las mismas.
Cansado de pensar en tantas cosas ya recordadas muchas veces durante ese mes, Draco decidió volver a ir a la haya… Tal vez encontraría a su persona especial ahí, apoyada en el tronco de ese precioso árbol, recordando también esa noche, pensando en él tal y como el mismo hacía…
Pero después de atravesar las puertas del castillo y llegar a la haya, simplemente encontró otra vez a Potter… por Merlín!! Últimamente hasta lo encontraba en la sopa! Cada vez que iba a su árbol, suyo y de su amor, se encontraba a ese estorbo de chico que siempre iba de héroe, y desde que había derrotado al Lord Oscuro aún más (en su opinión, evidentemente). Aunque eso si, se comportaba de una forma extraña, acostumbraba a ir solo más a menudo, sin sus lapas de amigos, aunque tal vez solo era porque esos dos se habían echo novios (para alegría de todo el colegio, la verdad es que sus estúpidas discusiones empezaban a ser insoportables…), y cada vez que se cruzaban, Potter simplemente le ignoraba, o más bien se iba, dejándolo a él sin poder decir nada, aunque tampoco tenía nada que decir ¿no?. La verdad es que eso, en parte, era una suerte, sobretodo cuando lo encontraba en el lago, porque cuando se acercaba, Potter se iba y le dejaba el sitio a él para recordar… aunque sin saber porque, interiormente, le molestaba. Habían sido siempre enemigos y era como si ahora nunca hubiera habido nada entre ellos, era aburrido y monótono, ya no se herían pero tampoco era una relación de respeto y mucho menos de compañerismo o amistad, era simplemente nada, y eso lo entristecía…
Sin saber porque se había quedado a unos diez pasos de la haya, simplemente observando a Potter y su respirar acompasado… y lo vio suspirar… y sonreír… ¿qué estaría soñando? ¿Por qué sonreía? ¿Y porque estaba pensando en Potter y su sonrisa? …
Confundido y bastante aturdido por sus propios pensamientos, y culpando a su misterioso besador de ello (por tenerlo noches sin dormir), se empezó a alejar del lago.
Cerrando las puertas dejó tras de sí a un chico que escondía unos ojos esmeraldas brillantes bajo sus parpados caídos por el cansancio y su desordenado flequillo, donde también se encontraba la cicatriz en forma de rayo que lo hacía ser Harry Potter, el-chico-que-vivió-y-venció.
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FIN DEL CAPÍTULO ~
Byby of Riku Lupin