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Sustitución por vegenisennawa

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Notas del capitulo:

Hola a todos:

Tanto sin actualizar. XDDD

Bueno, gracias a todos los que han leido y dejado comentarios.

Continuamos!!!

  Aunque no existía la luz del sol en ese lugar, las luces naturales que llegaban a escaparse a esa zona del Hades lo hacían ver hermoso. Las flores se movían al compás del viento que anunciaba muerte, pero no perturbaba a la serenidad que esa parte emanaba.

   En medio de ese jardín se alzaba una pequeña roca, anunciando que algo vivo se levantaba ahí. A un lado, un hombre con rostro sereno mueve sus delicados dedos sobre un pequeño instrumento de cuerdas, haciendo que su alma vibre al ritmo de la música hermosa y nostálgica que interpretaba.

    Sus cabellos se enredaban con el viento, mientras que de sus ojos brotaban lágrimas en recuerdo de su amada. Respiraba profundamente, tratando de recordar sus rasgos, sus labios, su aliento; intentando recuperar esa sensación de paz que tanto anhelaba. Tan cercana y lejana a la vez, su amor no era olvidado, pero sus heridas trataban de sanar, siguiendo su vida sin mirar atrás.   Se recostó, usando la roca como cabecera. Ahora se siente tranquilo, pues Eurídice se encuentra en el paraíso. A lo mejor, ha encontrado quién la adore allá. ¿Debería hacer lo mismo?

   Sumergido en esos pensamientos quedó dormido, mientras que sus dedos abrazaban su instrumento musical. No se había percatado de que una sombra lo observaba detrás de la muralla de rocas que protegían ese lugar. Dormía profundamente, soñando el día en que volverá a ver a su ángel. 

   El ser oculto se acercó galantemente hacia Orpheo, clavando su arpa a un lado de él. Pasó sus largos dedos sobre las cuerdas, haciendo que tocara una romántica y tranquila melodía. El hombre comenzó a acariciar el rostro del santo de Atenea, buscando algo que le indicara proseguir.

   El caballero de plata sonrió dormido, haciendo que el espectro se estremeciera. Comenzó a acariciar su rostro, pasando sus manos por su cuello. Observó sus labios, tan lindos y tersos, que no resistió a besarlos, buscando el ángulo correcto. Siguió dando ósculos por su cuello, saboreando su aroma natural. Por instinto, quitó con delicadeza el peto y las hombreras que protegían al ateniense para no perturbar su sueño, deleitándose al ver tan asombrosa figura.

   Sin querer presionó una de las cuerdas de la lira, haciendo que Orpheo abriera los ojos. El espectro no notó eso, y siguió retirando el resto de la armadura, mientras observaba con placer insospechado el pene y el escroto de Orpheo.

   El ateniense se sentía raro, como si alguien lo estuviera utilizando. Trató de levantar su torso, pero se sentía muy débil para hacerlo. Solo alcanzó a divisar a su molestia.

-¡Pharaoh!

-Calla, mi rehén hermoso. Disfrútalo tanto como lo hago yo. 

   El espectro egipcio comenzó a masturbar frenéticamente el órgano reproductor de Orpheo, disfrutando el cómo el caballero trataba de escapar. La música proveniente del instrumento del guerrero de Hades hacía que el ateniense fuera sedado, lo que lo dejaba a merced de Pharaoh.

   La erección de ambos era inminente. Orpheo no comprendía por qué su cuerpo reaccionaba tan favorablemente ante tales caricias. No le agradaba nada el músico de Hades, pues siempre estaban en competencia.

   Pharaoh se quitó la parte inferior de su armadura, dejando expuesto su pene erecto. Sin delicadeza abrió sus piernas, viendo la parte trasera de Orpheo. Sin miramientos, lo introdujo con rapidez, rasgando las paredes estrechas del ano, haciendo que gritara, acabándose la voz en esa señal de alarma. El espectro se sintió satisfecho al oírlo, estocándolo con fuerza, penetrándolo con dureza. Cuando eyaculó, se retiró de lugar, acomodándose su armadura, juntando su arpa; dejando a un hombre destrozado por dentro.


   Al caminar por las afueras del jardín, fue interceptado por uno de los jueces, que había observado todo.-Pharaoh, estás detenido.-¿Por qué, Minos?-Por violar a Orpheo.


   Orpheo se sentía sucio, dañado en su estima. Se odiaba, quería morir. Su conciencia no le permitía tener tranquilidad. Lloraba amargamente, y no se sentía digno de respirar. Pero, lo peor para él era que su cuerpo reaccionaba favorablemente ante a esas caricias, y que no hizo nada para evitarlas. Sí, estaba inmovilizado por las notas que el arpa en forma de arco emanaba, pero pudo haberlo evitado de otra forma. En el fondo, le había gustado.

-Eurídice, amor… ¡Llévame contigo! ¡Aún cuando mi cuerpo sea consumido por las llamas del infierno!

   Un ángel con toga griega le besó en los labios, acariciando la cara del caballero ateniense, que pudo reconocer en su rostro la mirada de su dulce Eurídice.

-Calma, mi leal caballero. Yo estoy bien, y no me has hecho mal de ninguna manera. Sigue con tu vida. Yo estaré bien.

   Sin más, el fantasma se desvaneció, dejando a Orpheo confundido.


-¡Amo Hades!

   Pandora entró a la sala del trono de manera impulsiva, tratando de encontrar una voz que le ayudara en su dilema. Pero, nunca se dio cuenta que el dios no se encontraba en su trono, sino en una pose comprometedora.

-¡¿Cuántas veces te he dicho que toques la puerta antes de entrar?!

   Dos siluetas se trasparentaban por la cortina, dejando ver que eran seres de perfecta fisonomía. El que estaba encima traía el pelo largo, delatando que era el dios del inframundo.

-Lo siento, mi señor, Thanatos e Hypnos requieren una audiencia.

-¿Para qué?

-Pharaoh ha violado a Orpheo.

-Sal y diles que los atenderé en 15 minutos.

-Claro, mi señor.

   Pandora salió presurosa hacia la entrada del recinto, cerrando la puerta tras de sí.

-Creo que será para otro momento, Radamanthys.

-Comprendo, mi señor.


   Orpheo se levantó, se vistió con su armadura, y salió corriendo de ahí. Quería hablar con Pharaoh, arreglar sus diferencias. Comprendió que sentía algo por ese músico, y necesitaba saber si él sentía lo mismo. Debía apresurarse, pues sabía que si lo descubría, sería juzgado.


   Los gemelos de la muerte traían sujeto al espectro musical, que tenía la mirada avergonzada. Sabe muy bien que no tiene perdón lo que le hizo al joven, pero no pudo frenar sus impulsos animales.

   Hades ya lo esperaba en su trono. Ya no sentía la inseguridad que sus emociones le causaban. Las cadenas solo eran un recordatorio de su vida pasada, por lo que las portaba con cierto orgullo. Su faz era temible, aunque no dejaba de emanar esa belleza casi irreal que le ha caracterizado.

-Pharaoh de Esfinge. ¿Por qué te atreviste a dañar moralmente a Orpheo de Lira?

-Amo Hades: siempre he sido opacado por ese santo ateniense, por lo que quise vengarme. Pero, de una extraña forma, quedé embelezado por su carisma. Lo amo ahora. Por eso, acepto su castigo.

   Hades iba a hablar, cuando entra de repente Orpheo. Todos quedan sorprendidos, pues el santo se veía agotado. Su cara decía cansancio, pero sus ojos emanaban furia.

-Señor Hades, si me permite hablar, abogaré por Pharaoh.

-¿Estas seguro?

-Sí. Me emancilló, hizo con mi orgullo trizas… Pero, en el fondo, creo apreciarlo. Por lo que le pido que me deje demostrarle el cariño que él me demostró.

-Así será, Orpheo.

Notas finales:

Espero que les haya gustado.

Que tengan felices fiestas decembrinas!!!

Nos vemos!! ^^


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