Zeus notó la valentía que mostró el joven Shun de andrómeda. Aunque ya había adquirido Hades ese cuerpo, su rostro todavía mostraba la inocencia que caracterizaba al joven caballero.
Ikki, Hyoga y Shaka se acercaron al cuerpo inerte, pero de éste salió una descarga poderosa, arrojándolos a unos metros, hiriéndolos levemente.
El dios cargó el cuerpo del joven andrómeda, y se fue alejando de ellos caminando.
-¡¿Dónde llevas a mi hermano?!
Ikki se levanta e intenta atacar a Zeus con el puño del cisne, pero Athena se lo impide.
-Ikki. Me duele decirlo, pero él ya no es Shun.
Ikki aún no puede creer lo que está sucediendo, por lo que esquiva a la diosa con intención de atacar a Zeus. Pero éste, que se detuvo en seco, encendió su cosmos hasta hacer volar lejos al fénix, así como algún otro guerrero, piedras u objeto suelto que se encontrara ahí.
-Caballero del fénix: ¿Qué no comprendes que ahora Hades y Shun son uno solo?
Después, volteó hacia ellos, mirándolos comprensivamente.
-Entiendo que les duela su pérdida, pero él aceptó gustoso. Además, no está muerto. No es Shun ya, ni tampoco Hades, sino un nuevo dios. Es difícil de entender, pero es así.
-¿Dónde se lo llevará?- Preguntó Pandora, quien apenas se había enterado por medio de Radamanthys.
-Al Monte Olimpo, donde veremos si la fusión será permanente o, simplemente, morirán.
Todos los presentes se estremecieron. El sacrificio de Shun sería en vano si Hades rechaza el cuerpo.
-Pero, veo que dio un buen efecto a simple vista. Pues, por lo general, la apariencia no se adquiere hasta dentro de unos tres años. Es evidente que andrómeda nació para dar su vida por la humanidad.
Ikki, abrazado por Hyoga y Shaka; llora impotente, pues había jurado proteger a su hermano menor. Mu se encontraba al lado de Shaka, tomándole su hombro, tratando de darle fortaleza.
-Athena, debes venir, ya que fuiste su soberana. Pueden venir dos personas de cada parte para ver como evoluciona su salud.
Pandora, acompañada de Radamanthys, se van adelantando, mientras que los santos de Atenea se deciden en escoger a los acompañantes.
-Ikki, Shaka, ustedes vayan. -Dijo Hyoga.
-Deberías ir tú, Cisne.- Le recriminó el santo de Virgo.
-Ikki debe ir, pues es su hermano. Yo no les sería de gran utilidad. Tú puedes venir a contarnos que está pasando.
Así que, fue decidido: Ikki y Shaka acompañarían a Athena hacia el lugar donde habitan los dioses.
Zeus abrió un portal, que mostraba una luz solar inigualable, pues era clara, límpia, mostrando la pureza inmaculada del lugar.
Todos, excepto Atenea, quedaron sorprendidos. Pandora y el espectro se cubrieron sus ojos, pues no podían concebir la intensidad luminosa del lugar.
Al final llegaron a los aposentos donde instalarían al nuevo dios del infierno, donde Athena y Pandora se encargaron de arreglarlo, mientras que los otros acompañantes eran dirigidos hacia sus respectivas habitaciones.
Una figura femenina se acercaba hacia Pandora, dándole una bofetada.
-¡Debería matarte por ésto, Pandora!
-Mi señora, no fue mi intención.
La atacante era Perséfone, consorte del antiguo Hades. La diosa recién llegada miró con furia a Athena, pero, en cierta medida, la comprendía, pues también, alguna vez, había estado entre humanos, viendo la luz solar.
Las semanas pasaron, y el nuevo dios no despertaba. De vez en cuando se quejaba de dolor, pero esos momentos habían pasado. Ikki y Pandora estaban al pendiente del joven, mientras que los demás solo aguardaban.
Shaka de Virgo iba al santuario cada vez que podía para avisar los que estaba sucediendo.
Hyoga, poco a poco, se estaba sumiendo en la desesperación, pues había perdido al ser que era el centro de su universo.
Ya ha pasado un año desde aquella fusión. Las esperanzas parecen haberse borrado. El antiguo Shun no ha reaccionado. Sigue dormido, tranquilo, como si nada le perturbara.
Uno de esos días, Perséfone salió a toda prisa de la habitación del enfermo, alterada.
Todos estaban impaciente, pues no se imaginaban lo que les diría.
-¡Ha despertado!