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Sustitución por vegenisennawa

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Notas del capitulo:

Hola:

Aprovechando de que no tengo clase, escribo el siguiente capítulo.

^^

Han pasado ya cuatro meses desde que Hades despertó. Ya podía moverse con facilidad, y controlaba algunos de sus poderes, aunque a veces causaba ciertos estragos en el palacio de Zeus.

Mientras, en el santuario de Atenea, los trabajos para restaurarlo estaban en su punto máximo. Los santos dorados arreglaban sus respectivas casas, Saori y Shion el salón del patriarca y el altar, los santos de plata los alrededores y los de bronce, junto con los aspirantes de caballero; ayudan a traer provisiones y herramientas necesarias para ese fin.

La fundación Graude los apoyaba con recursos monetarios, para así cooperar con la señorita Kido.

En el inframundo, también todo se está poniendo en orden: los jueces Minos y Aiacos revisan los estragos ocurridos con la confusión de almas. Hypnos y Thanatos revisaban los muertos recién llegados, mientras que Lune los terminaban de juzgar.

Por extraño que parezca, no aparecieron las almas de los generales marinos de Poseidón, pues también habían sido resucitados.

Ikki ayudaba en los trabajos de restauración del santuario, aunque sentía nostalgia por los años anteriores, cuando su hermano, aunque no estuviera de su lado físicamente, sabía que estaba al lado de Seiya y sus amigos.

También, Shaka y Hyoga lo extrañaban. Ambos sentían algo más que amistad por el antiguo caballero de andrómeda.

Ikki, en la casa de virgo, resguardaba la armadura que antes erade su hermano, pues quería encontrar a la persona indicada para que volviera a ser usada. Pero, esa era una difícil empresa.

Mientras, en el olimpo, Hades caminaba por uno de los jardines, que se veían más hermosos que los que se encontraban en los Elíseos. Usaba su antigua túnica negra con la que había poseido a Shun la primera vez. Su rostro reflejaba indiferencia a su alrededor, como si él solo valiera la pena en este universo

Hades/Shun

Por decisión propia, vendó sus manos con tela de seda negra, solo dejando desnudos sus dedos. Quería perder contacto con el mundo lo más posible, para así evitar que Shun volviera a controlar su voluntad. Pero, ya había pasado mucho tiempo, por lo que esa situación era improbable.

Se encontró con Perséfone, que se encontraba sentada bajo la sombra de un árbol. Su perfil era encantador, tanto como para derretir a un glaciar. Pero, al parecer, Hades era inmune a los sentimientos y emociones humanas, por lo que, simplemente, caminó hacia ella sin cambiar su expresión.

-Mi señor.- Respondió la diosa, al mismo tiempo que se levantaba.

-No es necesario, Perséfone.- Hades hizo un ademán de que no se levantara, y solo entrecerró sus ojos. Su voz era melodiosa, aunque no dejaba de ser fría e imponente.

-Tengo que decirte esto: ya no siento nada por ti.

La diosa de la primavera se encontraba en pleno invierno. No podía creer que le estuviera diciendo eso.

-Pero, no te dejaré desamparada.

-Eso no me importa, Hades.- Respondió indignada la diosa. -Tengo poder y riquezas. Soy una diosa, ¿recuerdas?

-Lo sé. Pero, algo en mí dijo que no debía engañarte, que no te ocultara nada.

-Pues, creo que has cambiado. Es raro ver un rastro de gentileza en ti.

-Hasta luego.

Hades tomó la mano de la diosa, y la besó delicadamente. Nunca más se volverían a ver.

Pero, una sombra los estaba observando, y siguió a Hades durante el transcurso de su caminata. El dios ya se había dado cuenta, pues no era amenaza para su seguridad.

Se detuvo a pensar, y a ver sus manos. Sí, en definitiva, el cuerpo era suyo, pero se sentía extraño, pues no actuaba como debiera.

Un pajarito color azul se posó en su hombro de manera serena, cantanto al lado de Hades, que cerraba sus ojos para concentrarse en la música que proveía la ave. Por extraño que parezca, mientras tenía cerrado los ojos, sonrió de manera sincera e inocente, dando aires de que Shun, y no Hades, se encontraba ahí.

Hades acarició al ave, que se dejaba sin temor, sin saber que era el dios de la muerte quien lo estaba tocando.

-<Debo recuperar a Orpheo.>-Pensaba Hades para sus adentros, pues siempre le había gustado las melódicas notas que interpretaba el caballero ateniense.

Después, el pajarito voló, que cayó estrepitosamente muerto en los pies del dios. Quedaba confirmado: es el dios de la muerte maquillado con dulce inocencia.

Hades volvió a adquirir su expresión de indiferencia, levantó a la pequeña ave, se acercó a un árbol, y cavó un agujero con sus propias manos, para así terminar su labor.

De ahí, siguió caminando, percatándose de que era vigilado. Con un movimiento rápido de su mano, lanza una energía oscura hacia la dirección de la sombra que lo seguía, recordando a la tormenta de la nebulosa de Shun.

Hades caminó hacia la sombra, sujetándola del cuello, mirándolo de una manera cruel.

-¡¿Qué es lo que pretendes, Radamanthys?!

-¡Usted no es el señor Hades! ¡Usted es un impostor!- Le respondió el espectro, escupiendo al dios en la cara.

-¿Eso crees?- Hades sonrió de manera cruel, y con su mano libre, tocó la frente del espectro, haciéndole ver todos sus temores y debilidades multiplicados por mil veces. Radamanthys se veía realmente afectado, y, cuando fue liberado, cayó de rodillas, apoyándose en sus brazos, respirando agitadamente.

Hades lo seguía mirando con crueldad, haciéndole saber que él es Hades, dios del inframundo, y terror de las almas en pena.

- ¿Te ha quedado alguna duda, Radamanthys?

Radamanthys, que ya estaba repuesto, reflexionó, pues nadie, más que él, podía hacer eso con tal facilidad, así que se incó, y miró al suelo, avergonzado.

-No, mi amo. Soy ahora su fiel servidor.

-Eso espero, Radamanthys.

Con un ademán, hizo que el espectro se levantara.

- Necesito que tú y Pandora me escolten hacia la tierra.

-Como usted diga, amo.

Notas finales: Gracias por leer, y disculpen los errores, es que no me adapto al solaris. XD

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