Ikki no sabía qué decir: Hades, el dios del infierno, estaba en la casa de virgo, y se comportaba como su hermano menor... como Shun.
-¡¿Hades?!
-Sí, soy yo. ¿Por qué?
-Pues... pues...
-Ikki, el señor Hades está aquí para ver a Atenea. Pero, ella está atendiendo unos negocios por lo que le ofrecí mi casa para que pudiera esperarla.
Shaka venía vestido de manera casual, cargando consigo un juego de ropa de entrenamiento nueva. Al parecer, venía del pueblo, pues traía también una mochila cargando de un brazo.
-Shun, le traje un juego de ropa, para que así pase desapercibido.
-Gracias, Shaka.- Respondió Hades de una manera fría y autoritaria, digno de su nuevo status.
Shaka se retiró del lugar, para así dejar a su huésped vestirse, mientras Ikki seguía sin reaccionar.
-¿Puedo vestirme, o te deleitarás con mi imagen?
Ikki no pudo más que irse de ahí, pues así buscaría respuestas más convincentes. Encontró al guardián en su cocina, sirviendo un desayuno para tres: jugo de naranja recién hecho, leche, fruta picada, yogurth y cereal de arroz.
-Ikki, siéntate, por favor.
El joven fénix así lo hizo, y empezó a comer con desgano.
-¿Qué pasa, Shaka?
El santo dorado empezó a explicarle lo sucedido en día anterior, y los planes que tenía para los santos de bronce que Shion les había encomendado: hacer despertar a Shun dentro de Hades.
-¿Cómo haremos eso? Hades y Shun no se pueden separar.
-Lo sé.- Respondió Shaka, mientras dejaba su vaso de jugo sobre la mesa. -Pero, Shion sabe que Shun sigue ahí, aunque el dios y él sean uno. Es como hacer despertar "el lado sensible" de alguien que nunca ha sentido.
-Trataremos de hacerlo.
Minutos después, Hades entró a la cocina, y Shaka de ayudó a sentarse. El joven dios se veía como un pequeño que entrenaba en el santuario, dándole la vestimenta aires de inocencia, haciendo ver, aunque sea de manera similar, al antiguo Santo de andrómeda.
-Shun, ¿le gustaría salir a recorrer los alrededores del santuario?
-Pues...
-La estancia aquí puede ser algo monótona. Y, los caballeros de bronce lo acompañarán.
-Gracias.- Solo eso alcanzó a decir. Se notaba sonrojado, pero lo alcanzó a disimular.
Ikki y Hades salieron hacia unos jardines que se encotraban cerca del salón del patriarca. Hyoga y Shiryu se encontraban ahí, pues por labios del patriarca se habían enterado del plan.
Todo el grupo fue caminando por los alrededores, admirando el esplendor de esa zona de Grecia. Hades, con una expresión fría, lo observaba todo. No decía nada, no se emocionaba, aunque sus ojos, que eran pertenecientes al dios de la muerte, parecían apreciar todo, como si fuera un pequeño, como si fuera Shun.
Llegaron a un campo de flores, donde la joven deidad corrió, sin avisar a los demás, para arrojarse sobre ellas. Como notó que nadie lo observaba, empezó a rodar y jugar entre ella, como si la inocencia fuera la única habitante de su corazón. Pero, al tocar una de ellas de manera intencional, se marchitó. Así intentó con varias flores más, pero todas sufrían el mismo destino: la muerte.
Pero, Ikki observaba discretamente toda la escena, hasta en el momento en donde Hades caía rendido sobre el pasto. Decidió entonces ir por él, y lo tomó del hombro. tratando de consolarlo.
-Súeltame.- Dijo Hades con una voz fría, volteando hacia otro lado.
-Niño, ven, deja eso a un lado. Es parte de la vida.
Ikki levantó a Hades, y lo llevó a caminar hacia un lago, donde pudo admirar la belleza de la tierra, del lugar que quería destruir.
Hades observó con detenimiento, pero se sentía mareado, por lo que cayó inconsciente. Abrió los ojos, confundido. Estaba acostado en la cama de virgo, con algo en la frente. Ikki estaba cuidándolo, viendo que no le haya pasado nada grave.
-¿Por qué lo haces?
-Serás el dios de los muertos, pero tú y mi hermano son uno. Y, mi obligación es cuidar a mi hermano.- Contestó el joven fénix con voz seria, pero que dejaba ver el amor que le profesaba a Shun.
-Gracias.- Contestó Hades con voz fría, algo confundido.