Eran casi las siete de la mañana cuando Hanamichi abrió los ojos. El reloj dio la hora de levantarse minutos más tarde con un profundo y estridente sónido. Tenía mucha pereza para apagarlo y solo dejó que sonara mientras el se daba la vuelta, acomodándose mejor en sus caliente cama mientras contemplaba los tenues rayos de sol que se filtraba por el amplio ventanal. Recordó que era sábado, no había necesidad de levantarse tan temprano.
Llevaba una semana viviendo en aquella casa, por un lado la situación era perfecta con su tutor pero no así con Kaede, ya no le insultaba como antes más bien le ignoraba por completo, aún en los entrenamientos.
Nunca supo que más sucedió aquella noche, se había dormido al instante al regresar a la cama pero suponía que algo grave ocurrió entre padre e hijo que hizo que en la relación existiese un gran vació, Kaede ignoraba groseramente a su padre, no le hablaba y escasamente hacía caso de su ordenes.
Se saltó el desayuno y se levantó finalmente pasado el medio día, en la casa sólo halló a la señora Himura realizando las labores diarias, ella le mencionó que James debió salir temprano, aun mantenía unos asuntos pendientes que resolver en la oficina de Tokio y no regresaría hasta muy tarde en la noche. Por otro lado, ese zorro apestoso había huido nuevamente sin ser visto, quizás antes de que su propio padre dejara la casa esa mañana, quien le entendía, pero bueno, era su vida y Hana no tendría por que intervenir en ella.
Almorzó en silencio y tranquilamente, luego no tendría nada mas que hacer así es que se dirigió al salón con el fin de reposar mientras veía la televisión. Estaba en búsqueda de algún programa deportivo cuando oyó el timbre de la casa, la señora Himura se apresuró en abrir la puerta, saludó a alguien con cortesía y luego le permitió el acceso, resultó ser una mujer morena, de cabello negro, alta y muy esbelta, estilizada.
Aquella dama parecía conocer muy bien la casa, no sabía de quien se trataba puesto que nadie le había hecho mayor mención al respecto, se le acercó como atraída con un imán, en sus ojos se reflejaban curiosidad. Él se levantó de su asiento para darle un saludo con respeto, ella lo miraba algo raro, como concentrada en todo su aspecto y en particular en su cabellera color fuego.
-hola jovencito, mi nombre es Kaoru Rukawa- se presentó la señora, si bien se encontraba vestida con un traje que le hacia parecer mayor, a simple vista se denotaba que no tenia mas de cuarenta años.
-Sakuragui Hanamichi, mucho gusto-
-Sakuragui, creo que he oído ese apellido, se me hace familiar- mencionó la mujer, luego tomó asiento frente al muchacho, manteniendo su mirada curiosa sobre su persona.
-tal vez... aunque no lo creo, no tengo más parientes, creo ser el último de la familia con ese apellido-
- lo siento-
Hanamichi movió sus labios, algo imaginó en su mente aunque no estaba seguro en formular la pregunta, la mujer notó su ansiedad, claro, este muchacho le parecía nervioso, es más, creyó que su imagen de mujer seria lo amedrentaba
-adelante Sakuragui, puedes decir lo que quieras- mencionó ante el gesto emitido por él
- es que hay algo que se me hace extraño, supongo que usted es pariente del zorro... Digo Rukawa, lo digo por el apellido-
-pues así es, soy su madre-
Por supuesto que esa mujer tenía unas características muy similares al muchacho de hielo, era muy lógico que fuera su madre.
-ahora conozco a la señora zorro- se dijo, aunque existían muchas cosas que no cuadraban en su cabeza, por ejemplo, que Kaede no llevara el apellido de su padre, esta duda la traía consigo desde el día del incidente, iba a preguntarle cuando el ojiazul llegó de mal humor, James debió dejar estancada la conversación, situación que se mantenía hasta el momento.
En aquel momento la señora Himura apareció llevando consigo una bandeja, con cuidado depositó una tasa en la mesita de centro frente a esa imponente mujer.
-gracias- le dijo la dama a la ama de llaves que prontamente volvió a dejarlos solos, por lo visto esta conocía a la perfección los gustos de la señora. Ella probó su té con elegancia, y con la misma volvió a dejar la tasa en su sitio.
- no me has dado tu opinión al respecto, imagino que tienes la duda por el apellido de mi hijo- se adelantó a su pensamiento, el muchacho asintió- estaba en lo correcto, siempre sucede con todo el mundo, a muchos le resulta extraño esta situación, sin duda me pregunto el porque James no te ha dicho nada en la semana que llevas viviendo con ellos-
-es solo que por su trabajo no tenemos mucho tiempo de entablar una conversación larga y bueno, con su hijo no cruzo muchas palabras-
-ya veo- sonrió- él me dijo que eras un insoportable que tendría que hacer un esfuerzo sobrehumano para poder convivir contigo, sin embargo, a mi no me parece que lo seas-
-gracias señora, es que con él no me llevo muy bien-
- el tiene un carácter un tanto especial, creo que ha adquirido por la extraña relación que mantengo con su padre-
- yo no entiendo esto-
- esta bien, te explicaré, como James no cuenta con el tiempo para hacerlo me veo en la obligación de contarte, solo para que no vivas por mas tiempo con las dudas- ella se cruzó de piernas relajadamente y comenzó a relatar- yo solo soy la madre biológica de Kaede, un instrumento para que él naciera... Su padre deseaba tener un hijo y bueno, yo me ofrecí a dárselo a pesar de la condiciones que me imponía, el me pareció un hombre encantador, tal vez un excelente marido y padre, solo que nunca llegó a amarme aun cuando yo le di lo que él quería- Hanamichi le miraba un tanto sorprendido, ella hablaba con total tranquilidad- le entregaría a su hijo y a cambio, solo le pedí una cosa, que Kaede conservara mi apellido... Me pareció la mejor forma conservar mis derechos sobre él-
- no lo comprendo-
- no tienes por que muchacho, solo debes saber que el padre de Kaede y yo nunca estuvimos juntos, yo si le amé, creo que aún le amo y lo único que me mantiene atada a su vida es el hijo que tenemos en común-
- ay, no entiendo las relaciones de los adultos- mencionó el pelirrojo algo perplejo por lo oído
La señora sonrió por la expresión del muchacho, sin duda no le parecía un mal chico como se lo hubo descrito su hijo, mas bien le parecía un tanto inocente, algo lento quizás.
-bien como veo que nadie esta en casa, creo es hora que me retire, ha sido un placer conocerte Sakuragui-
-el gusto es mío señora Rukawa-
- una cosa mas- le dijo antes de dirigirse a la puerta- cuando mi hijo regrese por favor dile que me llame a mi teléfono móvil, hace una semana que no hablo con él y ya necesito tener algunas noticias suyas-
- no se preocupe, por supuesto que se lo diré-
Algo más sabía de la vida de ese zorro desconsiderado.
Luego de acompañar a la señora a la puerta creyó que sería buena ida adelantar sus deberes del colegio y no dejarlo para el otro día, tras hacer aquello se acomodó en su cama con un libro en manos, su lectura concluyó ya muy entrada la tarde, luego tan solo dejó el objeto a un lado y se quedó dormido.
Despertó cuando ya era de noche, la habitación estaba en penumbras, le dolía un costado por haber dormido en una posición incomoda, se estiró un poco para relajarse y quitarse la molestia, en ese entonces recordó el encargo de esa señora, de alguna forma tenía que avisarle antes de que se le olvidara.
No iba a perder tiempo, si el ojiazul no estaba en su cuarto le dejaría una nota para que la viera cuando llegara, pensando en ello se dirigió a su habitación la cual parecía estar vacía puesto que no se oía ruido en su interior-
-seguro que aun no llega- pensó antes de girar el pomo de la puerta e hizo ingreso a la habitación a oscuras. Encendió la luz para cerciorarse de cierto detalle, Kaede no estaba solo, ante sus ojos apareció la figura de un extraño sobre el cuerpo de aquel muchacho
-¡FUERA DE AQUÍ!- le gritó el ojiazul visiblemente molesto por la interrupción
Hanamichi prácticamente quedó paralizado por la escena, si bien estos estaba juntos y desnudos, aun no existía penetración, solo se estaban besando. Aun así, el nunca hubo presenciado una situación como esta.
-¡te he dicho que salgas de mi cuarto!- repitió aun en el mismo tono de voz.
-déjalo, quizás este interesado en hacer un trío- le dijo con agrado el hombre a su lado, este mantenía una mirada devoradora en el cuerpo del pelirrojo.
- ni en sueños- le respondió con frialdad
-yo, lo sien...- se detuvo, se iba a disculpar con él solo por la primera impresión, entonces cambio de parecer- no grites, yo solo vengo a decirte que vino tu madre y me pidió que te dijera que la llamaras, y a propósito, no tengo ningún interés de presenciar o participar de las cochinadas que están haciendo-
Tras decir aquello se fue de allí dando un portazo, de la misma forma se adentró en su habitación y se tendió en su cama boca abajo.
Por su parte el "zorro" se encontraba furioso, con intensiones de desquitarse de Sendoh invitó al primer gay dispuesto que encontró en su camino esa noche, sin embargo, la interrupción le hizo cambiar de opinión.
Se levantó de la cama con prisa, recogió las ropas de su amante y se la aventó en la cara ordenándole mancharse en ese preciso instante, luego de prácticamente echarlo a patadas de su casa fue a la habitación del pelirrojo desnudo como estaba.
-supongo que te ha gustado lo que viste- le dijo a medida que se acercaba a la cama, Hanamichi mantenía oculta su cara en la almohada- vamos respóndeme - insistió ante el silencio
A fuerzas lo obligó a voltearse, el muchacho a notar su desnudez solo atinó a cubrirse el rostro con las manos
-no vas a responderme,¿ eh?- continuó, con sus manos descubrió sus ojos y retuvo las suyas para evitar que se volviera a esconder- pues yo si creo que te gustó y creo que también te gusta lo que tienes en frente, después de todo se trata de una parte de James Connor ¿no?-
-zorro estúpido, que te hace creer que me gustan los hombres, que te hace creer...- recapacitó un poco pensando en lo que el ojiazul le ha dicho- ¿Qué mierda me estas queriendo decir?-
-¡ja!, no te hagas el inocente...-
- yo no soy un maldito gay como tú, a mi me gustan las mujeres, me gusta Haruko y no vengas aquí a meterme quien sabe que cosas en la cabeza, y por favor ve a vestirte que el cuerpo masculino no tiene atractivo alguno para mi, lo único que me provocas es lástima-
El pelirrojo forcejeó hasta que el otro le soltó, se sobó las muñecas, de verdad aquel chico tenia mucha fuerza a pesar de parecer algo débil a simple vista aunque muchas veces comprobó lo contrario cuando recibió uno que otro golpe de su parte durante sus continuas peleas.
- se que mientes - le reprochó el ojiazul
- el único que miente eres tú, ¿no se suponía que estabas enamorado de Sendoh?, y ahora te veo con otro-
-eso no es de tu puta incumbencia y no me recuerdes a ese imbécil que seguro en este momento si esta con alguien disfrutando del sexo y no tiene al lado a un idota que pudiera interrumpirle-
-estas despechado zorro... Dime, ¿acaso el te abandonó?, ¿te dejó por otro?,¿o qué?-
- no te importa- le respondió con frialdad, dio media vuelta para salir del cuarto.
Hanamichi aun tenía ciertas dudas con respecto a lo que quería decirle y se interpuso en su camino, evitando en todo momento mirar a su parte baja.
-antes de irte quiero que me expliques lo que me quisiste decir- exigió amenazador.
- eres un torpe, aun no te haz dado cuenta pero pronto lo harás, eso, si es que no eres tan idiota como pareces-
Hanamichi perdió la paciencia con sus palabras y sin medir consecuencias de sus actos le propinó un fuerte puñetazo, Kaede volteó a un lado.
Por supuesto James presenció aquello, acababa de llegar cansado a casa con la idea fija de retornar a su cuarto y dormir ya que lo necesitaba, en eso estaba cuando oyó los gritos de los jóvenes
-Hanamichi, Kaede ¿qué esta sucediendo aquí?- les llamó la atención con voz dura.
El pelirrojo quedó estático ante la repentina llegada de su tutor, en cambio el otro muchacho, al incorporarse del golpe, se dirigió a la puerta deteniéndose a murmurar algo muy bajito a los oídos de su padre.
Hanamichi no alcanzó a oír aquellas palabras, pero lo que fuera hizo que el rostro de James palideciera. No sabía que hacer o que decirle, era mejor callar la insinuación del muchacho para no sacarle de quicio mas de la cuenta, sabía que si su tutor llegaba a enterarse de aquello le provocaría una severa reprimenda al muchacho y no seria él, el culpable de arruinar la poca relación que mantenían.
- será mejor que te duermas, estoy muy cansado y fastidiado por todo, mañana hablaremos los dos con respecto a esta situación-
Tras decirle aquello al pelirrojo cerró la puerta de la habitación tras de si dirigiéndose a la de su hijo, el chico se encontraba vistiéndose.
-Kaede- le llamó con voz seria
El joven volteó observándole con un toque de odio, sin embargo, no le dijo nada, aun mantenía los recuerdos de aquella cachetada que le dio cuando tuvo el atrevimiento a levantarle la voz.
- no voy a tolerar comportamientos como el que cabo de ver y no vuelvas presentarte en esa facha frente a Hanamichi, el no es como tú-
No hubo respuesta, mantuvo el silencio como otras veces en esta semana, luego tan sólo dio media vuelta dándole la espalda y se recostó en su cama cubriéndose por completo.
James no sabia que hacer con este muchacho, lo estaba sobrepasando.
Fue hacia la sala, no sin antes pasar al bar y coger un vaso de whisky, se sentó en el sillón. Si bien Kaede antes era algo incontrolable jamás se comportaba tan hiriente como lo era ahora, y todo comenzó a suceder desde la llegada de Hanamichi. Al principio pensaba que solo se trataba de unos celos infundados por perder su cariño de padre a manos de otro, pero ahora creía algo muy diferente, ¿acaso su hijo sabia algo de su pasado?...