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'La Dama Gorda' se va de marcha por Aeriel

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Notas del fanfic:

¡Hola! Hoy vengo con este oneshot  ;D Veréis, pensaba publicarlo el día de mi cumpleaños (el pasado día 15), pero me resultó imposible y éstos días tampoco he podido ponerme a ello... psche ú.ù ¡Pero os prometí que subiría todos y cada uno de los fics que hice especialmente para ése día, y yo siempre cumplo mis promesas (ñ.ñ)!

Mañana (domingo) por la noche publicaré uno de los drabble y el lunes subiré el otro, ¡y habré terminado!

Jejejejejejejeje. ¡Ahora, a disfrutar!

Besitos*

PD: Los personajes que aparecen en este escrito (véanse los datos del fanfic para saber quiénes) son propiedad de su autora, J.K.Rowling (asesina ¬¬), y distribuidores (cómplices, que están en el ajo, vamos ¬¬). Yo sólo los utilizo para entretenimiento y los meneo a mi antojo. Pero mirad el lado positivo, ¡al menos los míos están todos VIVOS (aunque siempre hay excepciones xD)! ¬¬¬¬ (ahí tenéis un spoilerazo xDD)

Notas del capitulo: ¡A leer!  ;D
 

 

- Oneshot -

 

Pareja:

 

HP/SS

 

Tipos de letra:

 

- Normal: Narración y conversación.

- Cursiva: Pensamientos del personaje en cuestión.

 

Advertencias:

 

Lemmon y Chan=Adulto/Menor (¿realmente es necesario advertirlo? xD)

 

Resumen:

 

¿Una noche planeada... o improvisada?

 

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‘La Dama Gorda’ se va de marcha

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A altas horas de la madrugada (no sabía muy bien la hora exacta), Harry se despertó con algo de hambre. Sin hacer ruido, se levantó, cogió su capa de invisibilidad y bajó hacia la Sala Común. Atravesó el retrato de ‘La Dama Gorda’ y continuó caminando en dirección hacia las cocinas. Cuando llegó frente al cuadro de las frutas, le hizo cosquillas a una pera y el cuadro se movió dando paso a la entrada. Se adentró en el interior de las cocinas y el elfo Dobby apareció con un ¡Plof! frente a sus narices.

— ¡Harry Potter, señor, cuánto tiempo! - exclamó feliz el elfo -. ¿En qué puedo ayudarle?

— Quisiera... Tengo un poco de hambre... ¿Tienes un trozo de pastel de calabaza? Y tal vez un vaso de leche... - pidió Harry.

— ¡Claro, señor, ahora mismo! - el elfo desapareció. A los pocos minutos apareció de nuevo con todo lo pedido -. ¡Aquí tiene, Harry Potter, pastel de calabaza y un vaso de leche!

— Estupendo, Dobby - dijo el moreno sentándose en un taburete frente a la encimera donde el elfo le había colocado las cosas.

— Todo por el señor Harry Potter, señor - hizo una exagerada reverencia el elfo -.Si desea alguna cosa más sólo tiene que pedirlo.

— Eso es todo, Dobby, gracias - le sonrió agradecido el moreno.

Con un nuevo ¡Plof! el elfo desapareció.

Minutos después y con el estómago lleno, Harry se levantó, pero antes de salir, se metió bajo la camisa del pijama un par de mandarinas y un plátano. Por si acaso, se dijo. Tras salir de las cocinas, se puso de nuevo la capa de invisibilidad por encima y vagó por los pasillos teniendo cuidado de no tropezarse con la Señora Norris.

Al llegar a la altura del retrato que daba paso a la Torre de Gryffindor, vio algo que le hizo tensarse.

— No puede ser... - murmuró incrédulo.

Se negaba a creer que algo así le estuviera pasando a él. Nunca había tenido mucha suerte en la vida, pero aquello era...

Sin querer, se le fue resbalando la capa de invisibilidad y quedó al descubierto, aún con la incredulidad pintada en su rostro. Genial, ¿y ahora qué?, pensó evitando soltar un gemido de frustración.

— Vaya vaya, ¿a quién tenemos aquí? Al señor Harry me-paso-las-normas-por-el-forro Potter - se oyó una voz, que no podía ser otra que la de su ‘querido’ profesor de Pociones.

Lentamente, Harry se dio la vuelta quedando de cara a Snape. Aquello era todavía peor. ¿O quizás...?

Entonces, su profesor fijó sus negros ojos en un punto bastante estratégico del cuerpo del moreno, quién tragó saliva con fuerza, y siseó con un deje de ¿lujuria? en su voz -. ¿Debo suponer que sus saliditas nocturnas van a la par que su libido o hay alguna otra razón por la que su hombría esté levantada a estas horas?

— ¿Qué quiere de...? - notó que la fruta que se había guardado de las cocinas se le había colado en un no muy buen lugar y se sonrojó furiosamente -. Esto... puedo explicarlo.

— Pues explíqueselo al Director, porque YO no tengo tiempo... aunque unos cuantos puntos, 50 puntos menos para Gryffindor más exactamente, no me quitarán ni un segundo - se dio la vuelta para irse, pero en ése momento algo tiró de él por detrás.

— ¡Profesor, no se vaya! - imploró Harry.

— Merlín, ¿qué quiere, Potter? ¡Métase en su Sala Común y déjeme tranquilo! - trató de soltarse el mayor, pero Harry no se lo permitió.

— Créame que eso haría y más que encantado, ya que me estoy cayendo de sue...

— ¿Podemos avanzar hasta la parte en la que me dice la razón de su extraña forma de actuar? - le interrumpió de malas maneras Snape.

— Es que... es... Profesor Snape... - no sabía por donde empezar.

— ¡Por todos los Magos, haga el favor de dejar de balbucear y decirme qué le pasa! - hizo que el moreno se sobresaltara.

— El... el... ¡El cuadro de la Dama Gorda está vacío! - exclamó con cara de pánico.

— ¿Cómo dice? - alzó una ceja Snape.

— La Dama Gorda no está... - murmuró Harry mirando hacia el suelo.

— ¿Me está tomando el pelo? Porque si me está tomando el pelo, debo decirle que ni Dumbledore le salvará de la maldición que le mandaré y...

— ¡Mírelo usted mismo! - gritó indignado el moreno.

— A mi no me de órdenes, señor Potter, ¿acaso se cree con el derecho de ordenar a todo el mundo o algo así? Sólo por haber salvado al mundo del Señor Tenebroso no crea que... - siguió con su perorata el profesor de Pociones.

— ¡Por Merlín, mire! - explotó Harry.

— Miraré porque estoy cansado de tanta payasada y tan pronto como lo haya hecho, le enviaré directo a la Enfermería para que le miren ésa cabecita suya, ya que parece que tiene dificultades con respecto a ‘ciertas normas y actitudes’ para con el Colegio y los maestros. Es más, yo mismo me encargaré de que entienda que... ¡¿CÓMO ES POSIBLE?! - la cara de Snape era todo un poema.

— ¡Ja, se lo dije! - sonrió triunfal.

— No se haga el chulo conmigo, señor Potter, o le maldeciré de igual manera - le dijo duramente el mayor.

— ¡Pero se lo dije! - volvió a mostrar su perfecta dentadura.

— Potter, me está haciendo perder la paciencia... - comenzó a enfadarse Snape.

— ¿Y que hará si la pierde? ¿Me quitará más puntos o...? - dijo Harry con un tono aburrido, mientras metía sus manos en los bolsillos de su pantalón de pijama. Aquél movimiento hizo que la fruta cayera al suelo con estrépito.

— No quieras saberlo, niño impertinente - le atravesó con sus ojos negros el profesor, ignorando la fruta esparcida por el pasillo.

— Pero es que QUIERO saberlo, murciélago grasiento - le miró desafiante el menor.

— ¿Me ha llamado lo que creo que me ha llamado? - sorprendido no estaba. Quizás, más bien, se negaba a creer que hubiera oído semejante cosa.

— ¿El qué, murciélago grasiento? ¡Ups, he vuelto a hacerlo! - con fingida timidez, Harry se llevó las dos manos a la boca.

— Lo lamentará... - Snape entrecerró los ojos molesto.

‘Ooohh, sí...’, pensó Harry con una más que satisfecha sonrisa adornando su rostro.

— Querría decir algo más antes de lamentarlo del todo... - dijo, entonces, el moreno -. Verá, estaba pensando... Yo no le soporto a usted, y usted no me soporta a mí...

— Creo que eso es más que obvio, pero no veo a donde quiere ir a parar.

— Pues lo que quería... quiero decir es... ¿le importaría dejarme dormir en sus habitaciones por esta noche? Al fin y al cabo, no nos soportamos y...

— Eso ya lo ha dicho. ¿Por qué razón pensaba que la respuesta iba a ser SÍ? - se cruzó de brazos el hombre.

— ¿Lo pensaba? - le miró inocentemente Harry.

— No hace falta que le recuerde que es usted pésimo para la Oclumancia, ¿verdad?

— Bueno... - bufó el gryffindor -. ¿No me va a dar una oportunidad o qué? Sólo será por ésta noche y le juro que no le molestare. Dormiré en el sofá.

— Eso se da por supuesto.

— Entonces... - haciéndole chiribitas los ojos.

— Ni una noche más, Potter... ¿me ha oído? - le advirtió Snape.

— ¡SI SI, LO JURO! - gritó el menor saltando de lado a lado del pasillo.

— ¿Qué diantres hace? ¡¿Es que quiere despertar al Colegio entero?! ¡Serénese y sígame sin hacer ruido!

— Si, señor - le hizo un saludo militar, a lo que el pocionista elevó los ojos al cielo y negó acto seguido con la cabeza.

— ... una completa locura... lamentaré hacerlo... No debería... pero, claro, el insolente siempre se sale con la suya... Tsk, realmente... - masculló el profesor a cada paso que daba.

Harry iba tras él con una amplia sonrisa en sus labios. Ésa noche él no pensaba ‘dormir’. Bueno, un poquito quizás sí, pero sería tras... En fin, no iba a adelantarse a los acontecimientos. Si todo salía bien...

Demasiado pronto llegaron a los aposentos del profesor, y entraron.

En completo silencio, Snape fue hacia un sofá de piel de color verde, agarró un libro de la mesilla y se dispuso a leerlo. Harry miraba la escena incrédulo. Era tarde. Debían ser las dos... quizás las tres de la madrugada, ¡y su profesor se ponía a leer un libro como quién lo hace a las cinco de la tarde!

— Esto... ¿qué hace? - se atrevió a preguntar Harry.

— ¿Qué le parece que hago? - ni levantó la vista del libro ni cerró éste.

— Eeuuh, ¿leer? - respondió el gryffindor.

— Vaya, y yo que pensaba darle una segunda oportunidad, y va y la acierta a la primera... - soltó con ironía.

El moreno se permitió poner los ojos en blanco. Luego suspiró y se dejó caer sobre el sofá a un lado del mayor.

— ¿Qué cree que hace, señor Potter? - ahora sí, dejó el libro a un lado y le miró intensamente.

— ¿Qué le parece que hago? - se burló Harry devolviéndole la mirada.

Habiéndole echado una mirada de advertencia, Snape se levantó y a grandes zancadas salió de la estancia para meterse en otra, cerrando la puerta de un sonoro portazo. Pasados unos minutos y dándose cuenta de que su profesor no aparecería de nuevo, se levantó también y anduvo hasta la puerta por la que éste había desaparecido. Tocó. Una. Dos veces. Tres. Iba a tocar una cuarta cuando...

— ¡¿Qué demonios quiere ahora?! - la puerta se abrió levemente, dejando entrever a su profesor vistiendo un oscuro pijama.

— ¿Dormía? - preguntó Harry con inocencia fingida.

— ¡Al menos lo intentaba! ¡¿Me va a decir que quiere?! - preguntó Snape exasperado.

— Si se lo digo... ¿me lo dará? - su voz sonaba... ¿cómo decirlo? ¿sugerente?

— Potter, no estoy para adivinanzas... - se masajeó las sienes, intentando evitar el dolor de cabeza que, estaba seguro, le vendría en breve -. Es demasiado tarde para sus niñerías y debo recordarle que tanto usted como yo tenemos clases mañana. Por lo tanto...

— Quiero una noche caliente con usted... - susurró el moreno, con sus verdes ojos refulgiendo cual esmeraldas.

— ¿Q-q-qu-qué ha dicho? - el mayor tragó saliva sin salir de su asombro.

— Lo que ha oído - dijo el gryffindor con el mismo y sugerente tono de voz.

Sin saber cómo, de repente Harry se enredó al cuerpo de su profesor, sintiendo como éste respondía a la perfección al beso. El beso que sorpresivamente había hecho caer las defensas del pocionista.

A trompicones llegaron hasta la cama y Snape tiró al moreno de cualquier manera sobre ésta, que se dejó hacer más que encantado. De hecho, le excitaba ésa agresividad. Su sangre comenzaba a arremolinarse en una delicada zona... Lo sentía...

Gimió quedamente a la vez que su profesor levantaba la ceja y sonreía de medio lado ante aquella actuación.

Sus manos no pararon quietas ni un minuto. En poco tiempo ambos quedaron desnudos uno sobre el otro. El mayor tomó ventaja de su fuerza y se apoderó del miembro del más joven que, sin esperárselo, gritó extasiado y se derrumbó sobre la cama gritando que quería más, que no se detuviera, que siguiera hasta el final...

— Eres delicioso... - dijo Snape, encandilando a su alumno con su grave y sexy voz, al tiempo que introducía un dedo por la virginal entrada del más joven.

— Hazlo... sólo hazlo¡MMH!... - pudo articular Harry, aún retorciéndose sobre las sábanas.

El profesor accedió, metiendo un segundo dedo y, al cabo de unos segundos, un tercero, que se unió en el movimiento circular de ensanche. Cuando ya no pudo más, ya que lo deseaba tanto, sacó los dedos y metió su miembro en su lugar. De una sola y profunda estocada. El grito que salió de la boca del moreno provocó un estremecimiento en Snape que, aferrando las caderas de éste, comenzó un vaivén de gemidos y bendiciones a Merlín y a todos los Magos y Brujas del mundo entero.

El salvaje y apasionado beso que compartieron mientras ambos tenían el mejor orgasmo de su vida, les hizo darse cuenta de que jamás podrían sentir lo mismo estando con otra persona. Estaban seguros de que el Destino les había unido... ¿o quizás no fue el Destino, propiamente dicho?

Permanecieron echados sobre la cama, sopesando la situación, manteniendo una lucha interna. Y llegaron a la conclusión de que realmente no importaban los factores que les rodeaban. El Colegio. Dumbledore. Snape siendo profesor. Harry siendo su alumno. Si estaban hechos el uno para el otro... ¿qué más daba?

El silencio no duró mucho.

— Ahora, dígame, señor Potter, ¿cómo consiguió que la Dama Gorda abandonara su puesto de guardia? ¿De qué manera la sobornó? ¿Qué le prometió?

— ... una cita con Sir Caddogan... - murmuró muy bajo Harry, pero lo suficientemente alto como para que el mayor le oyera.

Éste soltó una carcajada que resonó por toda la estancia.

— Simplemente brillante - le plantó un tierno beso en la frente.

Harry, por toda respuesta, le sonrió cálidamente, mientras se acurrucaba entre sus brazos.

Todo iba bien.

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~0~ FIN ~0~

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N/A: ¡Espero que hayáis disfrutado con la lectura! (¿Os habéis percatado de un ligerísimo (ni lo parece, la verdad xD) spoiler del 7º Libro? Lo puse porque... bueno, creo que eso es lo que realmente merece Harry, jajajajajajaja Broma, broma. Seamos serios... jajajajaja)

¡Gracias por leer!  ^__~

Besos*

Notas finales:

¿Qué tal? jejejejejejejeje

Sólo una cosita: el día que lo escribí sufría de bloqueo mental, por lo que no quedó muy allá. ¡No seáis muy crueles conmigo!

Besos*


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