El chico del violín
"El 14 miembro ¿Ya lo haz visto?"
"¿Él chico del violín?"
"Realmente es muy sexy ¿No crees?"
"Ahh me gusta cuando toca el Violín..."
Henry había perdido la cuenta de cuantas veces había escuchado las mismas frases una y otra vez. A decir verdad las había leído en Internet en las comunidades en inglés y en youtube donde habían puesto videos de su debut en el video de Don't don e inclusive un video viejo de cuando aún vivía en Canadá. Cuando recién llegó a Korea el país lo recibió con una fría brisa silenciosa y con mucho trabajo. Pues durante casi un año había estado preparándose para su debut, el día en el que todos escucharían todas las cosas que su violín tenía por decir.
Él único problema era, que no podía entender absolutamente nada de lo que la gente hablaba a su alrededor y aquello se había convertido en una verdadera frustración para él. Sobre todo porque no podía expresarse en Chino y el inglés no era realmente un idioma que todos pudieran entender en Seoul, así que el violín se convirtió en su único medio de comunicación verdadero, con él podía mostrar sus sentimientos, podía decir lo que salía de su corazón y en cierta forma así es como siempre había sido, desde la primera vez que había tomado el delicado instrumento cuando apenas era un niño y vivía en Toronto.
Sonrió despacio llevándose el violín al cuello para disponerse a tocar, recostó su cabeza suavemente disfrutando de la suave brisa que entraba en ese momento por la ventana del octavo piso del edificio de la SM. Aquella era una tarde calurosa, pero en aquella altura el viento que corría libre por la ventana era una bendición. Estaba allí de pie en medio del enorme ventanal disfrutando de la panorámica de una ciudad agitada que se movía como una marea de caras vivientes, la ciudad que algún día conquistaría con su inseparable confidente y amigo.
Habían trabajado fuertemente las últimas semanas, Henry había tenido la oportunidad de acompañar a los miembros durante la preparación para el video, vio como transformaron su imagen con una increíble habilidad que no pudo más que admirar a las estilistas cuando terminaron el trabajo. Luego las habilidosas manos de aquellas mujeres habían peinado su cabello, maquillado su rostro y escogido una ropa adecuada, al final se había convertido en toda una estrella sin ningún esfuerzo, mirándose al espejo y a pesar de tener un aspecto más agresivo, el brillo inocente del joven que había dejado Toronto un año atrás continuaba ahí.
Aquel sería un gran día sin duda, iban a gravar la parte del video que le correspondía, la que él había compuesto con tanta dedicación un mes atrás. Iba a ser conocido por miles de personas una vez el video fuera emitido por las cadenas de televisión y la canción fuera escuchada en las emisiones de radio, no podía evitar estar más que nervioso, no podía evitar que sus manos temblaran ligeramente cuando puso el instrumento en su cuello para comenzar a tocar.
Al principio no había salido muy bien, le costaba acostumbrarse a las miradas de todo el staff expectantes sobre él y a las cámaras que hacían paneos y se movían a su alrededor. Tocar exigía concentración, pero quizás lo más importante era la inspiración, sentir el sonido en el cuerpo, dejarse llevar por la melodía y expresarla como si fueran palabras.
Pero parecía imposible teniendo a tantas personas a su alrededor, por lo que el director decidió cortar con la escena y continuar haciendo otras tomas en donde él no saliera para no retrasar la agenda. Henry salió del escenario con la cabeza baja, sentía que los ojos le ardían, de repente era un niño en un país extraño que no conocía lleno de personas que no podían entenderle. Aligeró el paso para huir del bullicio de la gente del staff que corría como loca de un lado para otro, "Un poco de Maquillaje para Yesung" gritaba una mujer "De nuevo el Close-up* de Siwon" Gritaba el director, en realidad no entendía muy bien que estaban diciendo.
Henry finalmente llegó a la parte de atrás en donde un par de Utileros* estaban recogiendo unos cables regados por el suelo y hablaban tranquilamente. Se detuvo frente a la gran barricada que lo separaba de la calle, sabía que no podía salir, la grabación era un secreto así que buscó el lugar más apartado y se sentó en un tronco de madera caído que había sido parte de la decoración del Set* para unas tomas que finalmente habían sido desechadas. Se sentó allí lejos de la vista de todos, en realidad quería volverse invisible en esos momentos, desaparecer parecía una buena opción estando allí mientras todos corrían ocupados y se preguntaba si, en una próxima oportunidad lo podría hacer bien.
Miró su violín con soslayo, era la primera vez que le temblaban las manos de esa manera, inclusive sintió rabia y ganas de tirar el instrumento lejos, pero luego se lo llevó al cuello avergonzado por aquellos pensamientos, la música era su vida.
Cerró los ojos y dejó caer el arco delicadamente sobre las cuerdas del violín y estas emitieron un sonidito suave y ronco, luego movió los dedos para definir la nota y movió cadenciosamente el arco como si estuviera acariciando a un amante. El sonido brotó puro y limpio del instrumento, un sonido melancólico tan nítido que inundo todo a su alrededor y de repente todas las voces y el ajetreó se enmudecieron para dar paso al lamento de las notas que se desprendían con finura del Violín. Movió su cabeza de un lado a otro siguiendo el lento compás de la música como meciéndose en una cuna imaginaria, perdiéndose en una infinita fractal de sentimientos y notas musicales.
Cuando creyó que había pasado un tiempo infinito y cuando culminó con la última nota, abrió los ojos y lo que vio lo hizo ruborizar instantáneamente, frente a él estaba Hangeng quien lo miraba fijamente y esbozaba una sonrisa.
Hangeng estaba de pie y parecía haber estado esperando mientras él terminaba de tocar, quizás para decirle algo importante, a lo mejor se había entretenido allí tocando y el director lo buscaba. Su corazón se agitó de inmediato y se llevó el violín al pecho con una actitud defensiva. Pero lo único que hizo Hangeng fue aplaudir ligeramente mientras decía:
- Simplemente hermoso - La sonrisa era amplia en sus labios y aunque Henry se tranquilizó, ahora sentía hasta las orejas coloradas con el cumplido, bajó la cabeza y no fue sino hasta cuando le respondió con un "Gracias" que salió de lo más profundo de su corazón, que calló en cuenta de que le estaba hablando en Mandarin. Volvió a sonreír y recordó que con Hangeng era con el único con quien podía hablar en su propia lengua.
- Lo siento - Dijo el pequeño Henry - ¿Me llama el director? ¿Necesitas algo? - Agregó como un conejito asustado. Pero el mayor se acercó a él y se sentó a su lado, luego le pasó un brazo por la espalda como el abrazo protector de un hermano mayor.
- No... aún no han terminado de filmar a KangIn - Le explicó - Henry bajó la cabeza nuevamente.
- Lo siento - Murmuró, de nuevo sus ojos ardían y se volvían vidriosos.
- ¿Por qué? - Quizo saber Hangeng y lo miró con seriedad.
- Estoy retrasando el proceso... todos están cansados y yo no pude... hacerlo bien - Agregó escondiendo su cara detrás del violín.
- Tonto - Musitó Hangeng y le dio un par de palmaditas en la espalda - ¿Cómo puedes decir eso con todo el talento que tienes? - Soltó una risita como una lluvia de rocío cristalina. Henry lo miró de reojo. Sus mejillas estaban de nuevo rojas. - Los chicos pueden parecer testarudos y gritones a veces... también un poco pesados... pero son grandes personas, se sienten admirados hacia ti, todos tienen muchas expectativas, yo las tengo también... pero eso no debe hacerte sentir presionado, cuando lo sientas en el corazón y te fluya realmente, harás el mejor performance de tu vida te lo aseguro y ese violín sonara tan hermoso como justo hace unos momentos cuando tocabas -
Luego de decir esto, Henry sintió ganas de abrazarlo y recostar su cabeza en su hombro, aquellas palabras realmente lo habían hecho sentir bien, sentirse protegido por alguien cuando sientes que no tienes a nadie es una sensación indescriptible. Eso era justamente lo que ahora sentía.
- Gracias - Musitó bajito, pero no se atrevió a abrazarlo o a dejar caer su cabeza sobre el hombro de Hangeng. Sólo disfrutó un par de segundos más la cercanía con su cuerpo, antes de que el director llamara a Hangeng para continuar con la grabación.
Henry le sonrió con timidez mientras lo veía alejarse hacía el set y jugueteó con el arco entre sus dedos. Aquella había sido verdaderamente la primera vez en que se había sentido así cerca de él, la primera vez en que había reparado en la bonita sonrisa que tenía Hangeng y en que sus palabras siempre lo hacían sentir feliz así dijeran cualquier tontería.
Continuará...