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Un minuto de silencio por bourocks

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Notas del fanfic:

 

 

Lo acavo de hacer...  es bastante corto, sin pies ni cabeza, gracias si pasan a leer.

Notas del capitulo:

 

 

Eso. 

El reloj digital de la mesita de noche anunciaba las 4:30 A.M y aunque todo el apartamento estuviese en la absoluta oscuridad, el chico recostado en la enorme cama aún tenía los ojos abiertos, como dos cristales.

Su cuerpo pequeño y casi frágil parecía inversamente proporcional con la inmensidad de la imponente cama matrimonial.

Ladeo su rostro hacia la ventana, que con las cortinas abiertas, mostraba una espectacular vista de una de las capitales más increíbles del mundo. Tokio se extendía ante sus ojos como un montón de estrellas en el firmamento.

 

Suspiró cansado… esa se estaba a punto de transformar en otra noche sin dormir.

 

Desde ese día su vida se había transformado en un mero trámite casi tan monótono como la fila para pagar las cuentas. Solo debía estar tirado en la cama, no había necesidad de salir o de hacer otras cosas, lo único que quería era estar ahí, degustando el impregnado aroma de Akira en las sábanas.  

 

Desde que el que fuese su novio por casi dos años le había dejado argumentando “deterioro de la relación” Takanori se había limitado a recostarse abrazando la almohada que siempre usaba Akira y quedarse allí, con la mente colapsada de tanto forzarla a pensar en que había fallado.

 

Sus días eran solitarios, su vida era casi la de un ermitaño y a él le gustaba.

Hace casi tres días que no comía y el dolor de su estómago era solo comparable con el de su corazón.

 

Sin embargo, aquella noche había tomado una decisión, no iba a esperar toda la vida que Akira le llamara, es más, estaba seguro que lo dejaría de amar cuando el tiempo lo estimara correcto. Se auto consolaba a si mismo de esta manera, auto-convenciéndose de la superioridad de la mente al corazón.

 

Sin embargo, sus ojos se humedecían cuando recordaba los sueños que se habían roto, las promesas que habían jurado…

 

“Cuando seas viejo, yo te voy a abrazar hasta que mueras, moriremos juntos mi amor”

 

“Deberíamos ir a América, allá todo debe ser increíble… ¿te imaginas un beso en la punta de la Estatua de la Libertad?”

 

La boca del estómago se le encogía al pensar cuanto tiempo de penas y desesperanzas le quedaban y no podía evitar sentirse patético por haberse enamorado. Su cabeza colapsaba y unas horribles náuseas le invadían.

 

- - -

 

Meses después, Takanori había regresado a su trabajo como vendedor de historietas justo en el centro de Shibuya, se notaba más recuperado y algo más feliz.

Akira no tendría otra oportunidad y él intentaría rehacer su vida, consiguiendo una linda novia o algo…

Nunca le iría a dar lástima al que fue el verdugo de todas sus ilusiones.

Siempre despreciaría al chico que ahora mismo se presentaba ante sus ojos, ese mismo a quien aún amaba casi con estupidez, más que locura.

 

“-Cuanto tiempo…”

 

“-¿Qué quieres?”

 

“-Que me perdones”

 

“-No lo haré, así que ya te puedes largar”

 

“-Por favor… deja que te explique mis razones… “

 

“-Me interesan mucho menos que tú”

 

“-No me hables así por favor, perdóname… pero tú no entiendes lo que es tener que decirle a tus padres que la “chica” de la que les haz hablado por dos años es en realidad un hombre”

 

Y así, Akira había arruinado aún más el concepto de sí mismo en la cabeza de Takanori, ¿era posible amar de esa manera a un idiota tan egocéntrico, cobarde y egoísta?... no, no lo era.

 

“-Pues ya no les tendrás que decir mentiras…”

 

“-Takanori… ya basta… mírame a los ojos… yo aún te amo…”

 

Por favor ya no me busques más… déjame vivir en paz y morir en soledad.

 

- - -

 

Luego de ese fallido intento, Akira continúo buscando y  acosando al más bajo, para que le perdonase o al menos, lo intentara. Takanori nunca accedió, porque conocía al peliteñido casi como la palma de su mano, solo lo quería consigo como un trofeo una pieza valiosa de la colección, nada más. Sabía que si demostraba flaqueza, Akira se regocijaría, porque para él, Takanori era mucho menos que un simple juguete.

Pero Matsumoto Takanori nunca le daría ese gusto de ver sus ojos húmedos rogando por unas migajas de amor, jamás le daría el placer de ver esa húmeda ilusión de volver a ese amor casi de cuento de hadas.

 

 

Años después, era simple deducir que el chico aún no olvidaba al ya casado Akira, que si le fuese posible por su orgullo, lamería el suelo de Suzuki, pero esos lejanos recuerdos de noches de sexo, así como tardes de azúcar, nunca regresarían…

 

Porqué para Takanori, era mucho más simple consumirse en su adicción a las drogas, con la esperanza de alguna vez terminar con todos esos recuerdos por una “accidental” sobredosis de heroína en sus venas.  

 

            

 

*  *  *

 

“Un minuto de silencio por los sueños irrealizables, un minuto sin hablar por aquellos que esperan libertad, por aquellos que no ven el amanecer; Un minuto de silencio por aquellos que no están también. Un minuto sin hablar para poder entender aquellos que han perdido los corazones en algún lugar.

 

Pero por sobre todo, un minuto de silencio por Matsumoto Takanori.”

 

 

Sollozó Takashima, el mejor amigo de Takanori, apretando el ya húmedo papel donde estaban anotadas cada una de las palabras que debía decir en honor al que sintió casi su hermano.

Levantó la mirada para ver el triste espectáculo del cementerio en otoño y al único testigo de su llanto, el hombre encargado de enterrar el cajón de caoba en donde descansaba el cuerpo de Matsumoto, el hombre le devolvía la mirada con su rostro de impaciencia. Takashima asintió y la tierra húmeda comenzó a esconder bajo cinco metros a su mejor amigo.

 

El chico había avisado a todos los conocidos de Takanori sobre su muerte, aunque extrañamente ninguno había llegado.

 

El único a quien no había podido informar fue a Suzuki Akira, quien estaba de luna de miel con su tercera esposa en América.

 

Fantasear con un final más apropiado para Takanori hubiese sido inútil, ya que en el momento exacto en que una persona le son arrancadas sus ilusiones, el destino traza la corta línea hasta su patética muerte.

 

Todo se resumió a eso, un minuto de silencio interrumpido por un perro que aullaba melancólico.

Notas finales:

 

Si, Ruki murío de sobredosis. 

 

Gracias por leer.  


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