Capítulo 3 "Cristal Sombreante"
-Algo pasaba por la mente de Allen. Esta sensación, era algo que no deseaba sentir. Estaba haciendo daño, pero su cuerpo no respondía a sus deseos, era como si alguien lo estuviera manipulando desde el interior.
-Kanda atacó a Allen con mugen y éste lo esquivó... se desató una batalla campal entre los dos exorcistas.
-Llegó un momento en que el peliblanco parecía haber recuperado el control de su cuerpo, mente... la voz temblorosa, atorada en su garganta, lágrimas que no sabía porqué estaba derramando... cerró sus ojos, y sólo podía ver al samurai cuando lo besó en el tren esa tarde...Kan...da- dice antes de caer al piso.
-El samurai, cansado, toma al exorcista entre sus brazos... este moyashi- lo lleva a una posada cercana.
-La herida del brazo no parecía seria, unas curaciones y unos puntos impidieron que sangraran. Kanda aprovechó de descansar un poco, últimamente estaban de misión a menudo y no dormía lo suficiente... además Allen no tenía buen aspecto.
-Sorprendido de si mismo, comenzó a correr los mechones blancos del chico, su piel había cambiado un poco de color, y se veía más débil de lo normal. Esto lo preocupaba, aunque no lo quisiera aceptar...
-Allen entró en un sueño profundo, había perdido toda emoción, control de si mismo, de su mente, como si estuviera cansado o necesitara una razón poderosa para seguir con esta batalla que se había alargado tanto... algo de pena le quedaba, usó su inocencia para destruir, no para salvar, eso lo hería, así como el samurai cuando lo ignoraba... sus recuerdos mejor guardados se habían puesto en su contra... muchos de la orden sabían sobre Mana, sobre su paso a akuma y su muerte... pero hay algo y es que "lo amaba", se le había olvidado las palabras que él pronunció antes que lo matara... "te amo", era su padre, después de todo. Lo ha acompañado en cada batalla con esa maldición, lo ha acompañado en el dolor que significa ser exorcista.
-Moyashi...
-Recordaba esa voz a la perfección, había herido a Kanda, fue débil.
-Moyashi... yo...
-Esto es como un cristal sombreante... donde luz y oscuridad luchan por permanecer, prevalecer...
-Kan...da- logra pronunciar.
-Yo...
-Lo... siento, no debí involucrarte en esto, estoy bien- abre los ojos y sonrie forzosamente.
-Estás mintiendo.
-Me dejé manipular por un campo destructivo, sobrepasó todas mis barreras mentales, te lastimé- desvía la mirada.
-Es cierto, caíste rápido en la trampa, bajaste la guardia... no lo vuelvas hacer, todavía no hemos encontrado la inocencia, por eso estamos aquí.
-Trataré de no estorbarte.
-No causes más problemas, moyashi.
-No lo haré... sabía que era demasiado bueno para que el samurai lo quisiera... estaba en una nube de fantasía, era necesario regresar a la realidad.
-Pero antes de eso- se acerca hasta el rostro de Allen.
-Allen se sonrojó, estaba nervioso, como en el tren, ¿qué pasa?
-Sin previo aviso, lo besa.
-Allen etrelaza sus brazos por el cuello de Kanda... sencillamente aunque no quiera aceptarlo, lo quería, más de lo que imaginaba, pero tampoco, podía ser capaz de decírselo, estaba atrapado entre sus propias palabras y acciones que eran todo lo contrario.
-Creo que su mayor temor era no volver a sentir esos labios, que una vez probados, no podría dejarlos...
Así pasó toda la noche... sin noticas de akumas o la inocencia...
Al otro día...
-Kanda estaba abrazando a Allen por la cintura, dormidos en la misma cama.
-El ojo anti-akuma de Allen se había activado, demonios estaban cerca, la inocencia, ni rastro.
Kanda desenfundó a mugen y salió a combatir...
Allen que estaba débil, de igual manera activó su inocencia y salió a combatir...
-Por favor Mana, ayudame- dijo en pensamientos.
-Otra batalla, salvar las almas que estaban presas. La herida del brazo de Allen se había abierto, pero esto no lo detendría en el combate, él no podría ser otra cosa que exorcista, aunque perdiera su vida, lo había aceptado.
-Kanda seguía luchando en el otro extremo, pendiente del peliblanco. La última pelea lo había dejado desgastado, mental y físicamente, por lo que era un blanco fácil... no quería perderlo, eso no lo aceptaría.
-Un espejo que estaba en una iglesia, salió volando y se puso frente a Allen.
-El peliblanco le disparó con su cañón y fue regresado... sentía que era absorbido, no era su reflejo que mostraba, sino que una luz amarilla, resplandeciente... como abejas a la miel los akumas rodiaron en un círculo al exorcista... oía una voz que lo llamaba, "destructor del tiempo", cerró los ojos y como una película los recuerdos de cuando llegó a la orden y ese día llenaron su cabeza en un minuto.
Kanda se abrió paso, destruyendo a los demonios que no lo dejaban llegar hasta Allen...
-¡Moyashi, despierta!
-Kan...da- dice.
-El peliblanco pone una mano sobre el cristal y traspasa la capa, como si fuera un telón de teatro, sacando la inocencia que brillaba con todas sus fuerzas. La guarda, pero un golpe lo aturde haciéndolo caer del techo. Rodó hasta llegar al suelo. Toció repetidas veces, derramó sangre, hasta quedar inconsciente.
-El samurai, más que enojado se fue en contra de los demonios a los cuales exterminó en un largo período de tiempo.
-Cansado, llegó hasta Allen, que seguía inconsciente, no daba señales de vida, parecía un muñeco que le habían arrancado el corazón... sólo un charco de sangre cubría la tierra, nuevamente se había descuidado, pero había obtenido la inocencia, así que podría volver a la orden oscura y ahí podrían tratar mejor al peliblanco.
-Sacando los primeros pasajes que habían, tomó a Allen que seguía durmiendo, al parecer, y se fueron hacia la orden... también necesitaba descansar... e intentar decirle a su dolor de cabeza que lo quería, o sino, podría ser demasiado tarde.
-Como cristal sombreante, que lucha contra el mal, lucha contra sí mismo para no dejarse llevar por el poder que encierra esa inocencia, estaba en una batalla, la cual sólo le pertenecía a él... no podía involucrar a Kanda, no quería lastimarlo nuevamente... quería al menos que él siguiera viviendo, para que pudiera encontrar lo que aún lo mantiene con vida.
continuará...