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Fuego de Juventud por Mizzy Forte

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Notas del fanfic:

 

Hi, hi!!

Weno etto... una disculpa graaaaaande antes que nada, les juró que luche contra la tentación de publicar este fic, demo no pude resistirlo; saben que no es mi costumbre publicar más de uno a la vez -_-

Todos los personajes son de Masashi Kishimoto-sama y ya que él no se digna a escribir LeexGaara, lo tengo que hacer yo -_-U Se van a tener que conformar con mis garabatos, ni modo xDDD.

Notas del capitulo:  

Hi, hi de nuevo!!

Wow esto es raro, se que les debo un fic, que claro que hago lo humanamente posible por seguir (en eso trabajo dattebayo), Y este pues... es un revoltijo XD Wiiii como saben es un LeexGaara *¬* Pareja principal!! ¬¬ Advertidos..., LEVE: KankuxNaru (porque ya le agarre el gusto), SasuNaru porque... WTF?! (no se porque) y chan chan chan chan...  ?xLee...  ajajajajajaja!!! Pero eso es una sorpresa ^^' Hay más parejas, pero esas a su debido tiempo.

Oh por cierto este fic va para dos niñas muy lindas (me disculpo de nuevo por no dedicarle a cada un fic, pero no creo escribir otro en un buen rato), Sabaku no Curse (Raven-sensei) y Anita (Soriel-san) porque las kero muchísimo y me han apoyado más de lo merezco, ToT (Ojala alguna de ellas lea este fic ^^U) Ánimo y sigan adelante que me hacen muy feliz!!

 

Capítulo 1

"Reencuentros"

 

*

 

                Corría desesperado entre las húmedas calles, agradeciendo infinitamente que en nadie estuviese cerca, cosa algo extraña, considerando que faltaba poco para el amanecer. Miraba esporádicamente tras de sí, cerciorándose de que no le  siguiesen, sabía que de ser así, nunca llegaría con él.  Sentía su garganta desgarrarse por el aire helado que había inspirado en el extenso trayecto que llevaba corriendo, pero no importaba, no importaba si lograba verlo, si conseguía asegurarse de su condición. No obstante, se detuvo en un dado momento cuando sintió su cuerpo temblar frenéticamente, a punto de sucumbir al cansancio. Frunció el ceño, y de su boca escapo una maldición. Faltaba tan poco... ¡No podía darse por vencido ahora! 

 

Miró a lo lejos, y el viento sopló livianamente ondeando sus mechones castaños, logrando reconfortándole un poco. Sí, faltaba realmente poco, ya podía incluso.... ver el hospital. Movió con dolor las piernas, y estaba dispuesto a seguir su arduo camino cuando alguien le interrumpió.

 

- ¿Estás bien? - escuchó repentinamente.

 

                El agotado joven abrió sus oscuros ojos horrorizado ¿Tan pronto lo habían alcanzado? Miró lentamente a su lado, encontrándose con un peculiar muchacho pelinegro. Le vio algo preocupado por unos momentos, pero pudo deducir pronto que aquella persona no era uno de sus perseguidores. Suspiró hondo, y sin contestar estuvo a punto de proseguir su camino. Notando con algo de nerviosismo que el otro aún le contemplaba.

 

Y no era de extrañarse.

 

Pues el agotado joven castaño. Era hermoso. Al principio lo que más le hubiese interesado de él, era la prisa que llevaba, la angustia. Pero ahora, que el cansancio por fin le permitía verlo a detalle había quedado anonadado. Parecía mayor que él, vestido con un pantalón de mezclilla negra y una camisa blanca que se hallaba abierta en los primeros botones, lo que dejaba a la vista un extraño medallón en color plateado.  Su piel era de color medio, la cual quedaba perfectamente con su alborotado cabello; poseía al igual suyo, unos hermosos y finos ojos negros. Eran por ende, rasgos muy fuertes, que le daban un aspecto muy viril ¿Y por qué no decirlo? Muy atrayente.  

 

                Sintió el impulso de acercase, pero en cuando intento hacerlo, el muchacho  castaño retrocedió y emprendió nuevamente su huida. El otro intento detenerlo, pero el extraño se había esfumado en las sombras.  El joven pelinegro permaneció algo pensativo, estando seguro de nunca antes haber visto a alguien como él en la ciudad, miró como pronto amanecería, recupero la compostura y olvidándose pronto del fugaz encuentro se encaminó de nuevo.

 

*

 

Sus horas de trabajo estaban por terminar, cosa que agradecía como nada. Pronto darían las nueve de la mañana y de verdad necesitaba salir, tomar algo de aire, dormir. La guardia de la noche anterior no había sido nada ligera. Miró el reloj en la pared de la pequeña oficina... Diez minutos para las nueve. Suspiro aliviada, y seguido a ello una enorme sonrisa adornó sus labios. Ya casi. Miró todo el trabajo que aún le restaba. Altas, ingresos, certificados; pero no importaba, eso era trabajo que podía hacerse después. Comenzó a guardar alegremente sus pertenencias mientras esperaba que la bendita hora de salida llegará. Terminó pronto de acomodarlo todo. Cuando tomo su abrigo vio que faltaban un par de minutos para que terminará su turno, decidió sin embargo darse el lujo de salir temprano.

 

- ¿Sakura? - se escuchó desde el marco de su puerta.  La pelirrosa volvió la vista, aún con su abrigo y bolsa en mano.

 

- ¿Qué sucede Shizune-san? - dijo algo incómoda ante la idea de más trabajo. La mayor alzó una gruesa libreta a la vez que sonreía.

 

- Olvidaste las visitas de hoy - respondió como si se tratará de una labor divertida. La pelirrosa no pudo evitar una mueca.

 

- Vamos - habló con tono divertido la mayor - Sólo es una persona la que viene de visita hoy -

 

                Sakura caminó hacia ella, tomo con algo de pereza la libreta sin decir nada y siguió hasta la sala de espera. Le molestaba por supuesto que por tareas tan pequeñas como está la retuvieran ahí. En el hospital. Amaba su trabajo, sin embargo, la idea de perder valiosos minutos de descanso, tan codiciados en la vida hospitalaria, la ponían de pésimo humor. Bueno, sólo era una persona, miró tras de sí, algo resentida de que la otra joven no quisiera hacer esa sencilla tarea y dejarla ir a casa. No obstante, hubo algo que le intrigó aún más que la "pereza" de la otra. Y eso era, la peculiar sonrisa en el rostro de Shizune ¿Qué podía estar haciéndola sonreír de aquel modo?

 

La joven Haruno iba a medio camino cuando se digno a ver el nombre escrito en la libreta, la abrió y pronto halló a la única persona anotada en ella ese día. No pudo evitar un sobresalto, detuvo de golpe su andar y  un raro nerviosismo sacudió su cuerpo ¿Podría ser cierto? Leyó  de nuevo;  la fecha, la hora, todo estaba bien, el nombre era legible;  pero parecía tan...  imposible. Alzó los brillantes ojos verdes, viendo que ya había llegado a la sala de visitas. Miró en dirección al sujeto que ya hacía sentado a unos metros suyos, se acercó, y aunque sigilosa, esta vez el sonido de sus tacones resonó fuertemente en la habitación. Sin embargo, el otro aún no le miraba. Aclaró la garganta, y con tono algo temeroso al fin se atrevió a hablarle.

 

- ¿Rock Lee? -

 

El muchacho levantó el rostro lentamente.

 

La joven tardó en reaccionar un poco por la impresión, pero no pudo evitar esbozar una enorme sonrisa. Era... ¡Era Lee! ¡De verdad estaba ahí! Por algunos segundos más le observo asombrada, feliz.  El chico sonrió.

 

- Hola, Sakura-chan -  La sonrisa de la pelirrosa paso a una expresión pura de asombro.

 

La última que lo hubiese visto, el chico tendría 15 años y aunque ciertamente ya no era un chiquillo como tal a esa edad, ella aún lo veía como niño. Sin embargo, ahora el jovencito había cambiado drásticamente. Aún recordaba con una gran sonrisa el peculiar corte de cabello que portaba en honor a su maestro, los ojos grandes e inocentes, la ropa tan pegada que nunca quería quitarse. Ahora, tres años después, Lee era increíblemente diferente.

 

El chico se había olvidado de rendir completo culto al estilo de su maestro, adquiriendo el propio, dejando crecer su cabello algo más, a modo de capas como cuando fuese pequeño; dándole un aspecto un poco agresivo pero claramente atractivo,  su ropa también había cambiado, el verde seguía siendo su color favorito, pero ya no llevaba su viejo uniforme de entrenamiento, cambiándolo por una camiseta de ese mismo tono, y un pantalón y chaqueta algo más oscuros. En su cuello pendían un par de collares, junto a ellos una gargantilla les hacía conjunto, incluso sus ojos habían perdido un poco sus tintes infantiles.

 

Si bien su aspecto era algo sorpresivo, lo era aún más su presencia en ahí. Hacía ya mucho que Sakura no lo veía, y el último lugar en el que esperaba hallarlo era en un hospital. Era bien sabido por los cercanos al muchacho de gruesas cejas, que nunca le habían gustado esos lugares, sobre todo desde su última experiencia. Hasta donde la chica sabía, Lee solía regresar una vez por año a la ciudad, por razones  que ella desconocía. Pese a ello, el trabajo en el hospital no le había dado pausa a poder buscarlo, ni siquiera verlo. Sakura, aunque feliz por tener la oportunidad de hablar con él de nuevo, no podía pasar por alto un viejo temor.

 

- Me da mucho gusto verte - dijo el chico al ponerse de pie, regalando una tierna sonrisa y un adorable sonrojo -

 

- "A mí también" - pensó Sakura - ¿Te quedarás mucho tiempo? - cuestionó ilusionada.

 

- No lo creo - dijo mirando una pequeña bolsa en sus manos -  ¿Qué habitación es? - murmuró recuperando una extraña tranquilidad en la voz. La chica entristeció al escuchar eso, le hubiera gustado poder convivir un poco más con el otro, pero era comprensiva, y sabía entender lo difícil que seguramente le era permanecer ahí.

 

- 645 - respondió entendiendo de inmediato a quien buscaba. El joven hizo una pequeña reverencia y siguió su camino.

 

Después de todo, Lee parecía seguir siendo la persona tierna y amorosa que tanto adoro antes, sin embargo aquella tristeza en los negros ojos del jovencito, no parecía ser momentánea, sino  el producto de mucho dolor resguardado en él, muchos recuerdos. Suspiró, porque ella sabía la razón de aquella melancolía. Pero esa, era una larga historia. Le dirigió una última mirada a Lee, antes de que este desapareciera en los pasillos, observaba mientras se guardaba un lamento. Ahí iba, el muchacho que había amado siempre...

 

*

 

Lee entró al pasillo que su amiga le indicará, borrando la felicidad de su rostro en cuanto ella dejase de verlo. Camino entonces con desgano por el extenso pasillo, por supuesto que esa actitud no era la que siempre llevaba, no le gustaba estar de aquel modo, pero era inevitable. Miraba cuidadosamente las puertas que iba encontrando, temeroso de equivocarse, 643... 644... 645... Había llegado.

 

Se detuvo entonces antes de girar la perilla, primero cerciorándose del número, ajá 645, sí, era correcto, no hubiera tolerado equivocarse de habitación y encontrarse con algún desconocido. Acto seguido dio dos pequeños golpes en la puerta y segundos después la abrió con cuidado, algo en ese lugar le hacía volverse extremadamente cuidadoso, temeroso. No obstante terminó de convencerse y entro en la habitación.

 

Un chico miraba por la ventana. Un jovencito en pijama, de rubios cabellos y ojos azulados que brillaban intensamente. Este miró tranquilamente hacia la puerta al escucharla abrirse, su rostro no tardo en cubrirse de consternación, misma que permaneció en él largos minutos, al principio creyó que era su hiperactivo cerebro que le hacía una jugarreta. Estudió a detalle al recién llegado... Esos ojos, esas cejas, el cuerpo tan esbelto, ¡Sí! ¡Sólo podía ser él!

 

- Lee...  - dijo apenas audiblemente.

 

El pelinegro sonrió.

 

- ¡Lee! - el rubio corrió hacia el mayor, se detuvo a escasos pasos de él.

 

- Hola Naruto - musitó el mayor.

 

- Pero cejudo... ¿Qué rayos te paso? - cuestionó boquiabierto el chico Uzumaki al ver al "cambiado" Lee.

 

El mayor río.

 

- Mira quien lo dice -  Pues Naruto tenía el cuerpo cubierto de vendas y apósitos. El menor bufó ante la expresión divertida que el pelinegro quería guardarse al verlo prácticamente convertido en momia.

 

- ¿Otra pelea? - cuestionó el pelinegro con tono divertido. El rubio no respondió, no era asunto de Lee. Ya no.

 

- ¿Y cuándo llegaste? - cuestionó el rubio con agrio tono, tratando de cambiar el tema.

 

- Anoche. Fui a buscarte a tu casa, en la escuela, y en ese restaurante que te gusta, ahí me dijeron que estabas en el hospital  -

 

                El  menor estaba realmente sorprendido por aquello, no era la primera vez que terminaba en los hospitales, pero sí era la primera que Lee iba a visitarlo. Un mal presentimiento. El rubio se sentó de nuevo y observó fijamente al pelinegro quien comenzaba a incomodarse por ello.

 

- Es hoy... ¿Cierto? -

 

El mayor le observó algo sorprendido ¿Naruto sabía que día era ese?

 

- Hoy es el aniversario.... De esa persona.... ¿Cierto? - agrego el joven Uzumaki mirando a un lado suyo un poco molesto.

 

- Sí - El menor se recostó nuevamente. Ya le parecía raro verlo ahí. El año pasado, y el antepasado habían sido iguales, a Naruto le enojaba sumamente aquello. Cada año, Lee se culpaba por lo ocurrido, y sabía que siempre lo haría.

 

- ¿No has ido aún, eh?  -

 

- No, aún no - El rubio se sentó de golpe.

 

- Anda,  ve - el pelinegro le observó algo triste, pero Naruto sabía a la perfección, lo mucho que Lee anhelaba ir - Ve y de paso me traes algo de comer  - finalizó con la traviesa sonrisa zorruna. Lee sonrió también, y esa expresión tan linda le gustaba a Naruto, le hacía recordar mejores tiempos. Asintió mientras salía. El rubio dejo de esbozar su alegre expresión en cuanto le vio salir.

 

Un año más...

 

*

                Lo primero que Lee hizo fue ir por algo de comer para el chico, sabía que su otra tarea no le demoraría mucho, o eso supuso, por lo que le pareció fácil ir y pedir algo para su rubio amigo.

 

Cruzo el pasillo con un gesto incómodo.  Quizás era su imaginación jugándole una mala pasada, pero el aire parecía ser más denso, más irritante. A medida que avanzaba su pecho se contraía y una ansiedad horrorosa se agolpaba en él.  Incluso sintió su cuerpo sacudido por pequeños temblores ¿Siempre tenía que pasar esto cuando se dirigía a aquel lugar? ¿Siempre su corazón tenía que latir con tanto nerviosismo como rabia, cómo si quisiera salir de su pecho? Sus acelerados pasos al fin cedieron cuando encontró la habitación.

 

A-17...

 

Ya no poseía el característico número, sin embargo a Lee, no le hacía falta. Imposible le hubiese sido olvidar la justa ubicación de ese lugar, no importaba que el tiempo hubiera hecho de sus estragos y ahora la habitación luciera totalmente diferente, diferente color, diferente puerta, pero, él sabía que era ahí. ¿Por qué? Porque simplemente el aura del lugar no había cambiado ni mínimamente desde su última estancia. Ahí su mar de tormento había comenzado, sin embargo, nunca pudo abandonar del todo aquel lugar. Año con año en su búsqueda para confrontarse  con su pasado, volvía, y lo haría sólo hasta que la muerte llegase por él un día. Estaba por abrirla, cuando alguien le detuvo.

 

- ¡Lee-san! ¡Espera! - el chico volvió la mirada.

 

- ¿Sakura-chan? -

 

- Lee-san, no puedes entrar ahí - afirmó la chica recuperando el aliento.

 

El joven miró a la puerta de nuevo, casi queriendo ver  a través suyo. Observó algo serio a la pelirrosa. Pidiendo, no,  exigiendo una explicación. 

 

- Hay un paciente ahí - dijo en tono neutral la joven. Sin embargo, a Lee le llamó la atención de sobremanera el tono en las palabras de la chica, cierta frialdad al decirlo, determinada a no dejarlo pasar. Lee por su parte pudo discutir, quizás incluso debió. Él estaba en su derecho de entrar,  era casi egoísta con respecto a esa precisa habitación y no pudo evitar sentirse furioso porque alguien ocupase ese lugar. La chica Haruno adivino rápidamente ese pensamiento.

 

- La habitación no te pertenece Lee - dijo con un tono autoritario su amiga. El chico esbozo una mueca al escuchar eso y miró hacia la puerta, dudoso de abrirla, cosa que mantuvo alerta a  Sakura, no debía dejarlo pasar, ni a él, ni a nadie.

 

No obstante, no fue necesario que ninguno se moviese, pronto la puerta se abrió ante la expectación de ambos. Ambos retrocedieron inconscientemente ante la persona que había salido.

 

Un muchacho muy peculiar estaba frente a ellos. Lee lo observó con detenimiento.  Era probablemente más joven que él, cosa deducible por la ligera diferencia de tamaños. De piel nacarada, y profundos ojos verdes, aunado a ello su cabellera escarlata aumentaba su inusual presencia. Pero sin duda, lo más llamativo en él seguramente era la expresión tan extraña en su rostro. Mejor dicho, la ausencia de una expresión, una impecable impasibilidad rondaba su cara.  Era sin duda  hermoso, pero más que ello, era escalofriante. La primera impresión que tuvo Lee de él era algo confusa, una belleza sobrehumana con  una presencia casi malévola.  El extraño joven los miró, entonces su inexpresivo rostro al fin mostró una emoción. Fastidio.

 

- Muévanse - dijo agriamente -

 

                El joven pelinegro no lo creía posible, su voz era idéntica a su físico. Bella y cruenta al mismo tiempo. Lee estaba por hacerse a un lado y cederle un paso ante semejante muestra de autoridad, pero otra persona que no había sido vista irrumpió el denso ambiente.

 

- ¡No lo dejen salir! - dijo un muchacho castaño.

 

- Kankuro... - vociferó amenazante el pelirrojo.

 

                El de Konoha miró a la persona emisora de esa orden. Se trataba del mismo joven castaño que había visto la noche anterior, la misma ropa, los mismos ojos, desbordantes de miedo. Sí, era él...  ¿Kankuro? ¿Era ese su nombre? Su mirada retornó entonces al chico que trataba de hacerse paso entre él y Sakura. Pero este inusual joven, no logró dar un paso más. Lee tomaba fuertemente su muñeca, y por ello el joven ojiverde le dirigió una mirada terrible, desbordante de furia. Tanto así, que el muchacho pelinegro buscó apoyo en Sakura para no desistir de su acción; la chica le  indicó con la mirada que no debía dejarlo salir. Rápidamente el otro individuo que le había pedido que lo detuviesen, se acercó, tomó por un hombro al joven  de cabellos carmín y le miró furioso, jaloneándolo al interior de la habitación.

 

- ¡No puedes irte! ¿¡Me oyes?! ¡No puedes! - gritaba el castaño, lucía cansado, desalentado. El otro no le miraba, observaba el suelo únicamente, en un momento en que pareció cansado de los gritos, alzó la vista y el otro joven retrocedió un poco asustado.  Lee y Sakura hicieron lo mismo al verlo también. Ahora, más que frialdad, era casi maldad lo que fluía a través de él.

 

- "Esos ojos" - pensaba Lee, sintiendo algo  extraño  en su ser - "Parecen los ojos de un demonio" -

 

                En efecto, su mirada fulgurante de odio parecía decir que era capaz de asesinar a todos los presentes. El joven pelinegro se dijo asimismo exagerado por la interpretación que le había dado a la mirada del otro; pese a ello, Lee era mucho más acertado de lo que creía, pero eso lo sabría a su debido tiempo, quizás incluso... demasiado tarde.  

 

- Voy por Tsunade - dijo la pelirrosa - Lee, por favor no lo dejes salir - finalizo antes de que el muchacho pudiese reclamar.  El chico la miró una vez que esta hubo salido en busca de su maestra. Devolvió su atención al par de muchachos que discutían. El pelirrojo no cedía ni mínimamente en aquella mirada, el otro le observaba...  ¿Dolido?

 

- De este modo nunca vas a sanar - dijo más calmado Kankuro.  

 

Sin respuesta.

 

- Gaara, sabes que no me gusta decirte nada - Lee levanto la vista ¿Gaara? Así, que su nombre era Gaara...  Que extraño nombre. Kankuro continuó -  Pero si no te cuidas tu mismo de nada sirve estar aquí - dijo exasperado el mayor - Ya no halló como explicarte que estás enfermo, casi... -  corto de tajo sus palabras. Para nadie en esa habitación paso desapercibida la triste mirada que Kankuro había adquirido al recapacitar sobre sus palabras.

 

- ¿Casi qué? - replico el pelirrojo con eco amenazante.

 

- Pues... - su hermano no continuó, avergonzado ante el menor que le miraba con cansado. Para ambos era obvio lo que quiso decir.

 

- ¿Moribundo? - completo al fin, al ver que su hermano no se dignaba a hablar.

 

- ¡No! - grito Kankuro. Aterrado ante la sola idea - Pero... Sólo ten cuidado por favor - el mayor profirió un largo suspiró.

 

- Me da igual, de nada sirve estar aquí  -

 

                Esas palabras resonaron fuertemente en Lee. "De nada sirve estar aquí... "  Como una ráfaga el recuerdo de esa otra persona se hizo presente en él, el mismo rostro inexpresivo, el mismo sentimentalismo muerto, la misma aceptación...

 

*

 

Lee miraba fijamente a la mujer tras el escritorio. La rubia mantenía los dedos hundidos en su cabellera y con esa expresión tan característica que solamente era indicativa de malas noticias. Ella levanto la vista, dejando de lado el documento en sus manos. Eran exámenes recientemente hechos. Vio a Lee quien con angustiosa expresión sostenía la mano de otra persona a su lado.

 

- ¿Y cómo sigue? - cuestionó Lee mirando discretamente a su acompañante, quien demostraba mucha más calma - ¿Tsunade?

-

- Mal - dijo agriamente la mujer mientras giraba su silla hacia la ventana, miró al chico pelinegro quien lucía terriblemente decepcionado. Era costumbre de la rubia regañar a sus pacientes por no cuidarse lo suficiente y dejar que su condición empeorase gradualmente; sin embargo esta vez no lo haría. No había razón. Sabía a la perfección que Lee cuidaba de esa persona con todos sus esfuerzos, que nunca le dejaba un momento por protegerlo, lo sabía. Y también sabía, que era inútil. De todas maneras, su acompañante... iba a morir.

 

- Lo ideal sería internarte - murmuró la médico dirigiéndose a la otra persona, quien no dijo nada.  Lee no tardo en reclamar.

 

- ¿Internarle...  Tan pronto? - cuestionó Lee mortificado. Bajo la vista dolido por aquella verdad. El jovencito pelinegro sabía que ese día llegaría inevitablemente, pero no creyó que fuese tan rápido. Sostuvo con fuerza la mano de su acompañante. Lee no necesitaba escuchar más, o eso creyó. Internarle para él, quería decir  que debían comenzar a despedirse. 

 

- Voy a estar bien Lee - le dijo mientras limpiaba las lágrimas del otro -

 

Pero mentía, le mentía a Lee. Siempre lo hacía. Su calma y  aceptación eran forzadísimas.  Porque lo que en realidad cruzaba por su mente era: "Es inútil, de nada me sirve estar aquí" "Luchó una batalla terminada" Miró a Tsunade, cómplice de sus engaños, quien se negaba a desenmascarar la realidad. Ambos eran crueles, despiadados, porque prefirieron mentir y dejar vivir a Lee en su la ignorancia, reguardando una esperanza inexistente en él.  Mintieron esa y muchas veces más de que todavía existían posibilidades.

 

¿Podía ser más doloroso?

 

- ¡Yoshhh! - Dijo el chico limpiando sus lágrimas - Entonces, te internaran y verás que pronto podrás... No, ¡Podremos regresar juntos a casa!  ¿Verdad que podremos Tsunade? - dijo a la vez que sostenía ambas manos de la otra persona. La rubia observó la escena con un nudo en la garganta. Asintió ligeramente, mientras su mentira le estrangulaba en sus adentros. Lee sonrió - ¿Lo ves? Todo saldrá bien -

 

Sí  podía ser más doloroso.

 

El  infierno, apenas comenzaba.

 

*

 

Lee volvió al momento a la realidad. Observando al chico pelirrojo. La situación parecía repetirse frente a sus ojos; la misma habitación, el mismo destino marcaba a este muchacho irremediablemente. Bueno, al menos, este joven parecía reconocer su propia realidad. No se negó, ni negó a los otros la verdad, el pelirrojo lo aceptaba sin más.

 

-  "Él no es como tú, no comete los mismos errores que tú" - se dijo con cierto reproche el chico de gruesas cejas - "Él no miente" "No hiere" -

 

Tsunade llegó en ese momento, miró a Lee, quedando sumamente sorprendida por encontrarle ahí. La mujer vio atentamente la habitación. Frunció el ceño a la vez que una mueca se marcaba en su rostro.

 

A-17... 

 

De nuevo...

 

Le hubiese gustado hablar con Lee, saludarlo, incluso abrazarlo. Pero el otro chico que estaba en esa habitación no era cualquier persona, no podía darse el lujo de ignorarlo un solo segundo. Miró a su paciente. Ese joven pelirrojo le estaba dando demasiados problemas. Hizo una seña a Sakura, la pelirrosa comprendió. Tomó, con delicadeza incluso el brazo de su amigo y ambos salieron de ahí.

 

- Es mejor que no te acerques a este lugar - dijo la chica a Lee una vez fuera - Sé lo que significa este lugar para ti, pero esa persona tiene derecho a algo de privacidad, después de todo no le queda demasiado tiempo - finalizó. Lee le miró.

 

- ¿Entonces... nada se puede hacer por él? - dijo el pelinegro sintiendo lástima por el otro. Tan joven... sinceramente tan hermoso y sin embargo, tan irremediable - La medicina no ha avanzado mucho ¿Eh? -  repuso con disgusto el chico pelinegro. Sakura le observó algo molesta.

 

- Ese no es el problema - repuso ella, miró de nueva cuenta la puerta - Simplemente, no se puede salvar a quien no desea ser salvado - Lee tardó en contestar. Pero...  ¿Entonces? ¿Ese muchacho tenía salvación?   

 

- Pero... no todo está perdido ¿Cierto? - murmuró con un dejo de esperanza. Sakura identificó al momento su sentir.

 

- No - se acercó un poco más al joven - Pero Lee, te lo  digo por experiencia, lleva aquí ya un buen tiempo sin mejora. Se podría decir incluso que se niega a sanar -

 

El otro no dijo nada. ¿Por qué alguien se negaría a sanar? A vivir... Si la vida era lo único que los seres humanos tenían asegurado en este mundo, si ni siquiera se sabía con ciencia cierta si existía un alma que nos representase al morir ¿Por qué elegir la intrigante y engañosa muerte? ¿Qué podía tener de atrayente lo desconocido en comparación a la vida? ¿Qué?

 

                Lee observó de nueva cuenta la habitación, sereno y decidido. Si había una oportunidad, aunque fuese una mínima, él la buscaría, aún tuviese que ir en contra de todos. Pero ¿Por qué? ¿Por qué le importaba lo que fuese de aquel desdichado? Pues quizás, quizás por querer enmendar los errores del pasado, o tal vez porque sabía que no soportaría ver morir a alguien más en esa habitación, no lo sabía con certeza, pero quería hacerlo. Y no lo detendrían. Estaba por acercarse de nuevo a la habitación, cuando una voz le saco de su ensimismamiento.

 

- Hola - Se oyó tranquilamente. Tanto Lee como Sakura miraron a la persona.

 

Era un hombre de traje color marrón. No pudieron determinar su edad, evidentemente era mayor que ellos, pero el cálculo era difícil. El sujeto se acercó un poco más a los chicos con elegante porte y calmados pasos. Era increíblemente atractivo, la piel cremosa, los labios delgados, la seductora sonrisa. Poseía rasgos tan delicados como los de una mujer, sin embargo esos mismo en lugar hacerlo verse más frágil, sólo incrementaban su extraña belleza.  Vieron entonces otra persona que iba a su lado.

 

Probablemente su pareja. Una chica de edad más cercana a la de ellos, rubia, de ojos negros con un brillo esmeralda en los mismos. Una figura hermosa y provocativa envuelta en finísimas ropas negras y púrpuras, sus manos y cuello relucían variadas y extravagantes joyas. Se veía sin embargo triste, o esa fue la impresión que dejo en ellos. El hombre se acercó sonriente a ambos muchachos.

 

- Disculpen jovencitos - murmuró con suavidad - ¿Habitación A-17? - Lee se estremeció al escuchar el número. Sin mirarlo a los ojos Sakura señalo tras ellos - El hombre miró la puerta, sonrió - Gracias - vio a su compañera y ambos entraron a la habitación.  Lee miró anonadado a Sakura ¿Sólo así había dejado pasar a ese extraño? El pelinegro estaba por entrar también cuando el brazo de la chica le impidió seguir.

 

- ¿Por qué a él lo dejaste entrar sólo así? - cuestionó. La pelirrosa le lanzó una fría mirada. El otro pareció calmarse con ello.

 

- No tienes ni idea de quién es ese hombre - murmuró  gélidamente. Lee no dijo más, miró de nuevo aquel sitio vetado para él y a Sakura que se alejaba lentamente ¿Pues quién era ese hombre? ¿Qué estaba pasando?

 

- Vámonos Lee - dijo la pelirrosa

 

- Pero... -

 

- Vámonos... ahora- dijo aún más crudamente. Lee le siguió, algo sorprendido, pues hacía mucho que no escuchaba ese tono salir de ella. Echó una última mirada a la puerta mientras se alejaba. Tenía sin saber porque, un mal presentimiento.

 

*

 

Gaara miraba con sorpresa a sus invitados, no creía verlos tan pronto. Mejor dicho, no creyó que ese hombre les encontraría tan pronto.

 

- Ustedes... - murmuró Kankuro algo impresionado también. Bajo la vista sin embargo al querer mirar a ese individuo. El hombre recién llegado sonrió ante la humildad de ese gesto, le hizo una seña al joven castaño, indicándole que le siguiese. El menor de los Sabaku quiso interferir, pero la joven recién llegada lo retuvo. El pelirrojo hizo la mano de la mujer a un lado, mirándola resentido. Pero ella no cedió.

 

- Déjame pasar... Temari - Ella le observó molesta ¿Por qué insistía en interferir? Aunque ellos fuesen hermanos, nada podían hacer... Los tres jóvenes Sabaku le pertenecía a ese hombre, nada podían hacer, se podría decir en cierto modo, que era su condena y su bendición a la vez. Tsunade por su parte vio malhumorada como aquel sujeto se llevaba al mayor de los Sabaku, incluso su autoridad en el hospital era menor por la presencia de ese hombre. Bufó en protesta.

 

*

 

El sujeto recién llegado y el mayor de los Sabaku salieron pronto. En cuanto hubiesen cerrado. El mayor acorralo al chico castaño contra la pared.

 

- Te extrañe Kanku-chan ¿Por qué escapaste de nuevo? - paso sus dedos por el rostro del otro - Sí sabes que siempre te encontraré - finalizo sonriente a la vez que acariciaba delicadamente los mechones castaños. Y a pesar del acoso de sus actos y sus palabras, no parecía disminuir así el "amor" de ese individuo por el mayor de los Sabaku. Kankuro únicamente cerró los ojos. Al parecer nunca podría librarse de este sujeto, no importaba a donde fuese, donde se escondiera, él siempre lo encontraría. No se podía decir que lo odiará, ni siquiera que le desagradase, sólo, estaba ahí. Ahora más que nunca terminaba de convencerse, de que jamás sería libre. Apretó los puños al sentir las heladas manos del otro acariciarle bajo la camisa.

 

Una vez más...

*

Notas finales:  

Fuego de juventud, es el nombre de una canción viejísima y muy poco conocida, ¬¬ obvio, ne? pero muy linda;  (Gaara: Vaya título ¬¬ /Lee: A mi me gusto ^^' Yoshhhhh!!!) Je, je el nombre de este fic gritaba "Lee" a más no poder XD, Ohhh Lee y Gaara ya se conocieron (aunque no se vio mucho interés entre ellos -_-U ¡Pero ya se conocieron! XD) ¿Y quién será el extraño hombre tan cariñoso con Kankuro? Je je ¡a que no adivinan! XD, Weno los dejo y mil gracias por leer!!

Bye, bye ***


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