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Hurt por Gadya

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Notas del fanfic:

Basado en lacanción homónima de Christina Aguilera (es que me encantaaaaaaaaa!!!) Gadya tirando abajo sus tabúes... es que por más que me guste el incesto, con  este par no puedo TOT

          Noche en el Santuario... los pasos resonaron, cansados, en la inmensidad del Templo de Leo, arrastrando penas vacías y recuerdos vanos del hombre que, por tantos años, lo había custodiado, ciego a la verdad que sus paredes le gritaban, perdido en la gran mentira de la historia, los rumores, y las palabras matizadas con la voz aguardentosa del Patriarca, el ser supremo de la Orden, la voz de Atenea, engañando a sus propias memorias…

 

          Un suspiro se coló entre sus labios, preludio de la tristeza que sus párpados cerrados se negaban a liberar, y sus ojos verdes, ocultos de la noche, vieron pasar mil imágenes perdidas, encarceladas evocaciones de un fantasma que, por tantos años, lo había perseguido, lo había torturado en su inconsciente, sabiéndolo culpable de un monstruoso secreto que no podía revelar.

 

 

            Seems like it was yesterday when I saw your face

            You told me how proud you were, but I walked away

            If only I knew what I know today

            Ooh, ooh

 

          Sus rodillas golpearon de lleno el frío suelo de piedra, cautivo de los recuerdos que, detrás de sus párpados, desfilaban, trayendo de regreso aquellas épocas felices, esas en las que, con sólo abrir los ojos, podía ver el rostro del hombre la que tanto estimaba, al que, de tanto admirar, había acabado amando, muy a su pesar, en contra de las leyes de los hombres... su confidente, su amigo, su Maestro, su hermano... su Aioros...

 

          Aioria gimió, y el dolor de tantos años escondido en su alma, escapó en aquel sonido, acompañando fugaces lágrimas, que, entre sus pestañas, se escurrían, mellando la inquebrantable magnificencia del León Dorado, devolviendo su ser divinizado, al plano humano al que pertenecía, y en su mente, como una lastimera película, la imagen de Aioros, riendo, abrazando sus 7 años por la espalda, henchido del orgullo que el pequeño le inspiraba. ¿Cuántas veces se lo había dicho? No lo sabía, pero en él, tan sólo una sonrisa de su hermano sonaba a profunda felicitación, a deseado premio por el esfuerzo. Lo adoraba, si, pero jamás se había permitido ver más allá de él, más allá del simple hermano, del recto maestro, del dulce compañero que, por las noches, custodiaba sus sueños con una sonrisa... Si tan sólo entonces lo hubiese sabido, si los dioses le hubiesen advertido de su partida, se habría permitido olvidar, por un momento, su estúpido rango impuesto, y soñar, soñar son su infantil candidez, para desaparecer los lazos rojos que le unían a él, e inventar otros blancos, puros, que los ataran para siempre

 

            I would hold you in my arms

            I would take the pain away

            Thank you for all you've done

            Forgive all your mistakes

 

          Sus manos horadaron la fina perfección de la columna que, cómplice, sostenía sus lamentos, conocedora ya del dolor del Señor de aquella casa, y las mil aberturas que, como cicatrices, se extendían sobre ella, fueron desgranando lentamente, cayendo sobre el ensortijado cabello del León, llenando de polvo su castaño orgullo, tan semejante al del hombre que tanta falta le hacía. Lo necesitaba, necesitaba tenerlo allí, junto a él, poder abrazarse a su cintura, tal y como, cuando niño, lo hacía, y en aquel abrazo, olvidar el tiempo perdido, los meses ahítos de dolor, el estigma de la traición, sobrevolando sus días como un cuervo inclemente. Tantos errores cometidos, tanto temor a los rumores, habían empañado la memoria de su hermano, y, con manos ensangrentadas habían pintado un macabro retrato que, por 13 años, había ocupado la mente de Aioria en el único deseo de limpiar, con su honor, el nombre de Sagitario el más recto de los Caballeros, la más perfecta de las ensoñaciones con las que, jamás, se hubiese consolado.

 

          En su garganta, un grito quedó atrapado, como un nudo que, celoso carcelero, custodiaba la entereza del Guardián del Quinto Templo, y los morenos dedos que, frustrados, habían deshilachado el albo fuste, se perdían, ahora, entre la acanelada cabellera, intentando detener la avalancha de recientes recuerdos, de dolorosas verdades que, tercamente, se había negado, llorando el sacrilegio que, creía, manchaba la pura moral  del Centauro. Lo había visto, su imagen protegiendo  a la mujer que decía ser Atenea, y aquel tormento del pasado que por tanto tiempo había escondido en su alma, había renacido con toda su fúrica fuerza, a recordarle a aquel hombre abrazándolo, acunándolo, aconsejándolo, besándolo, con todo el cariño fraternal del que su niñez hubiese querido deshacerse.

 

            There's nothing I wouldn't do

            To hear your voice again

            Sometimes I wanna call you

            But I know you won't be there

 

          El frío suelo recibió dulcemente su frente, que, acompañada de ligeros mechones, buscaba asilo en su imperturbable pasividad, una forma de escapar a aquellos remordimientos que, poco a poco, torturaban su sempiterna calma, abriendo aquella caja de Pandora en la que, cuando niño, había guardado bajo llave todo el amor que sentía hacia él, el supuesto traidor, su adorado hermano. Recordó las noches en vela, ya con  8 años a cuestas, intentando deshacerse de aquel mundo de dolor que le significaba tan sólo oír  aquel nombre tan querido, sus días completos llorando la rabia de la traición a su confianza, de la mentira que había sido ese Aioros tan maravilloso del que, inocentemente, se había enamorado… escuchó su voz, perdiéndose en las olas rompiendo en la costa, llamando entre lágrimas al justo Caballero del Centauro, sin recibir contestación que confirmase sus vanas esperanzas de que todo no era más que un mal sueño; y perdido en las sombras, se vio, tendido en su cama, extrañando las manos cariñosas que, cada noche, le arropaban, despidiéndose del día con un simple beso, custodio de sus sueños, hasta el amanecer siguiente

 

         

 

            Ohh I'm sorry for blaming you

            For everything I just couldn't do

            And I've hurt myself by hurting you

 

-Aioros…-

 

          El nombre derrapó de sus labios, con sabor a amargura, y perdido en un mar incontrolable de llanto sin sentido, se enredó en el silencio de la noche, en la luz de las estrellas, en el sin sentido de una vida ciega de mentiras entretejidas con genial habilidad. Lo había visto, y caminando a la par de aquella jovencita de morada cabellera, había comprendido su fatal error, tanto tiempo de culpar a su hermano por todas sus desgracias, tantos años de frustración, de necesitar convertir en odio sin límites aquel amor que, por las noches, carcomía su interior, en el rostro del arquero bordado en sus sueños. Lo había sentido, su cosmos abrazando su alma, tan cálido como, durante la vigilia, le recordaba, y cada herida en su corazón, marcada a fuego por sus propias negaciones absurdas, había sangrado en muda disculpa hacia él, su adorado, su imposible amor callado por el tiempo, la distancia, la mentira, la traición, la muerte...

 

            Some days I feel broke inside but I won't admit

            Sometimes I just wanna hide 'cause it's you I miss

            And it's so hard to say goodbye

            When it comes to these rules

 

          El frío viento de la noche le revolvió la descuidada melena, acariciando sus húmedas mejillas con enfermiza dedicación, y en aquellos toques dulces, procuró sanar el quebrado espíritu del moreno muchacho, pegar con milagros inútiles, las delicadas piezas a las que se había reducido, finos trozos de cristal brillando en la eterna oscuridad de su sufrimiento. Aioria gimoteó, abrazando sus rodillas, mientras sus ojos nublado contemplaban la magnificencia de la luna llena esparciéndose por la extensa superficie de Historia que lo rodeaba, cárcel perdida en el tiempo, de nombre Santuario, y en sus sombras creyó adivinar una silueta, una figura que bien conocía, y que tanto mal le había hecho... el ánima de su hermano, caminando por aquellos parajes, territorios de la noche, atormentando su alma compungida, a base de recuerdos esparcidos por su vida, de culpas añejadas de filo implacable… su hermano, su verdugo, su inmortal amor de niño, madurado en quimérica pasión, paseándose por los escombros de su inútil vida, con aquella sonrisa que tanto dolor le había costado desterrar de su memoria

 

          Su rostro se hundió entre sus rodillas, escondiendo la ignominia de la evanescente imagen, no quería verlo y no quería que lo viera... le había fallado, era conciente, y el propio cariño que sentía por Sagitario, le impedía sostenerle la mirada a aquel fantasma, aunque más no fuera una jugarreta de su cansada mente, que cada noche luchaba por borrar su nombre de las huestes de memorias vanas.

 

            Would you tell me I was wrong?

            Would you help me  understand?

            Are you looking down upon me?

            Are you proud of who I am?

 

          Sintió la leve ventisca nocturna sisear por entre sus piernas, arrastrarse como una vil serpiente, hasta el interior de su Templo, y sus manos golpearon con fuerza el piso de antiguo granito, desdichada entrada por la que, tantos años antes, los áureos pies de Sagitario se habían paseado, regañando su infantil comportamiento con fingida molestia, y sus ojos, cansados de guardar formas, derramaron aquellas lágrimas que venían reteniendo, grietas definitivas en la imagen fabricada del León. Se había equivocado, lo sabía, y casi podía escuchar la voz de su hermano, teñida de decepción, reprochando su ingenuidad, remarcando sus errores, terribles faltas manchadas de mentiras, de sangre inocente y ojos rojos ocultos tras una máscara. Y a pesar de tanto daño, no podía evitar el cada noche preguntar entre sueños por su opinión… por aquellas palabras que, tan afanosamente, necesitaba oír

 

-Dime que aún estás ahí, Aioros- susurró, como cuando dormía –Dime que no te he decepcionado.-

 

            There's nothing I wouldn't do

            To have just one more chance

            To look into your eyes

            And see you looking back

 

          Apoyó su frente contra sus rodillas, obligándose a no ver el horizonte, vestido de luto por la muerte del arquero... habían pasado ya 13 años, un nuevo aniversario de su partida teñida de falsas historias, empero, su corazón había albergado absurdo deseo de verle una vez más, de oír su risa cantada y reflejarse en aquellas pupilas verdes alumbrando sus memorias vacías de vida...  estúpida fantasía creada a la luz de la luna, al calor del hierro de la espada sagrada cortando aquel añorado cuerpo en la febril reconstrucción de la fatídica muerte del Centauro, ridículas ideas alimentadas con el infantil candor del niño enamorado que, aún, llevaba dentro.

 

          Si tan sólo pudiese verlo una vez más… qué cosas no daría por tenerlo de regreso! Sería capaz de bajar la luna manchada de sangre divina, enfrentar al Soberano de la muerte sin dudar si alguien le jurase que, así, Aioros volvería a sonreírle bajo el sol de verano. Por él regresaría el tiempo, borraría con lágrimas cada error cometido, cada falta, cada duda, y el deseo imperioso en su ciega adolescencia, de cortar cada lazo que le uniera al falso traidor. Si tan sólo regresara, ya no sería su hermano... si tan sólo regresara, ya no ocultaría el “te amo” que llevaba haciendo pausa desde que se hubiese marchado.

 

            Ohh I'm sorry for blaming you

            For everything I just couldn't do

            And I've hurt myself, ohh

 

          El llanto afloró, rebelde, en su garganta, molesto de aquella obstinación que luchaba con mantenerle cautivo, y amargamente se entregó a  él el vencido muchacho, desplegando su bandera blanca a la noche cruel, que jugaba a devolvérselo en las sombras. Aioros había muerto, y sin importar cuánto se esforzara por  retenerlo en su vida, no quedaba nada de él, más que su Cosmos enredado en su propia Morada, y su propio deseo de no dejarlo partir. Se sentía abandonado, solo, y en el propio silencio que su falta de compañía había impuesto como regla inapelable, dejó escapar un grito ahogado, inequívoca señal de su martirio a escondidas, marca visible de las heridas escondidas, que, a pesar de los años, seguían abiertas.

 

           Unos pasos resonaron en la entrada, visitas indeseadas que Aioria ignoró, preso del dolor de recordar sus penas, y sin pedir permiso, una evanescente mano se posó en su cabeza, a pasearse en su rebelde melena, y jugar entre sus indefinidos bucles como cuando era un niño.

 

            If I had just one more day

            I would tell you how much that I've missed you

            Since you've been away

            Ooh, it's dangerous

            It's so out of line

            To try and turn back time

 

-Ya no llores, pequeño-

 

              La voz cantarina resonó en sus oídos, teñida de fraternal preocupación, trayéndolo de regreso a la realidad, apenas aliviada, de sus condenas impuestas. Los ojos de Aioria, despuntaron su brillo esmeraldino empañado de tristeza, y sorprendidos, se posaron en la figura que, sonriente, se alzaba frente a él, como traído de sus recuerdos a sublimar su agonía.

 

-Aioros…- dijo casi en un susurro,  ahogándose el nombre en su garganta, preso del sollozo que se negaba a soltar. Frente a él, la evanescente sonrisa de su hermano iluminaba la oscuridad de la noche, como traída de sus recuerdos.

 

          Aioros… un nombre, y su dolor, cristalizado en penas de mil noches entregado a la búsqueda de un perdón inalcanzable, su mentira disfrazada, rigiendo sus 20 años consagrados a la Diosa, su amor, condenado por las leyes de los hombres, disfrazado de falsa deuda, de honor destruido y promesas vanas,  y el camino que había guiado sus pasos por entre la oscuridad de su tiempo ciego de rumores, convirtiéndolo en lo que, ahora, era, el Custodio del Imponente Templo del León … Aioros… su ley prohibida, su regla única en su universo personal, construido a fuerza de retazos de memorias perdidas, retocadas y vueltas a extraviar, censuradas por el cruel castigo de la oscura leyenda de su nombre… Aioros, sus errores, sus disculpas inventadas, y sus besos en pausa, esperando unos inertes labios que, algún día, los reclamaran. Aioros… su maldición, su precio a pagar por haber querido jugar a ser un dios, y olvidar la sangre que corría por sus venas, para atreverse a amar por 15 años al único ser que le estaba vedado.

 

-Aioros…- volvió a sollozar, y abrazando la fantasmagórica imagen de su hermano, lamentó sus pasadas faltas, buscando la total absolución de una melancólica sonrisa –Aioros, lo siento tanto…-

 

          La espectral mano del Centauro simplemente permaneció en su cabello, consolando el llanto del muchacho, que, entre inconexas frases, suplicaba el perdón de aquellas orbes cristalinas, un  indulgente olvido de sus errores, de las insultantes negaciones que, a lo largo de los años, habían escondido bajo llave su mayor orgullo, su intachable hermano, un dulce olvido de aquel amor que había marcado a fuego al arquero en su alma…

 

-Aioria…- murmuró la lejana voz, aún con sus yemas acariciando la hirsuta melena, y tomó entre sus manos el moreno rostro de Aioria, obligándole a mirarle por última vez. Sus fantasmales dedos recorrieron las adultas facciones de su hermano, secando, a su paso, los ríos de pena que aún las marcaban, y apenas rozando sus labios, despuntaron una sonrisa, la absolución total por la que Aioria tanto había rogado. La sonrisa se convirtió en caricia, la caricia en beso, y el beso en helado recuerdo que guiara la vida del león hasta que, por fin, volviesen a encontrarse. Un leve roce, un gesto mudo, la silenciosa confirmación de que, sus sentimientos, habían llegado a destino, y la blanca despedida con la que el arquero decidió quedarse por siempre en los recuerdos de su vedado deseo –Déjame partir, Aioria…-

 

          Déjame partir… una frase, una súplica, y en el corazón de Aioria, el mudo deseo de seguir adelante, ya sin penas que le ataran. Abrazó el cuerpo etéreo de su hermano, intentando retenerlo un poco más, aunque sabía que ya no sería posible, y en silencio, lo vio partir, esta vez, ya sin regreso.

 

            I'm sorry for blaming you

            For everything I just couldn't do

            And I've hurt myself by hurting you

Notas finales:

Y aquí se termina el fic... hacía mucho que no hacía algo así,  medio depre... como siempre... virus no, que la computadora...  es mía!! XP


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