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Luz y Oscuridad por Broken Dreams

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Notas del fanfic:

Es una historia entre dos amigas con algunas diferencias y dificultades y de cómo se desarrolla su historia.

Notas del capitulo:     Se me ocurrió cuando estaba aburrida y sin nada que hacer, espero que os guste. La historia a veces está contada en tercera persona, pero otras en primera, siendo contada desde el punto de Hikari, esto se debe a que en algunos momentos necesitaba escribir de alguna de las dos maneras. Por ésto, en algunos párrafos empiezan hablando en tercera persona, y una frase después pasa a primera. Espero que os guste.   Dejadme algún regalito ^^      Naoko  

Hikari atravesó corriendo el patio. Como siempre, llegaba tarde, y para colmo a primera hora le tocaba inglés, no soportaba a la profesora, era de lo más espantoso. Todavía había gente en el pasillo, pero la profesora estaba apunto de llegar. Atravesó corriendo un cúmulo de gente proveniente de la clase de al lado, sin echar mucha cuenta a las personas que la saludaban. Por fin llegó a la clase, soltó su mochila en el suelo y se sentó de malos modos en la silla. Estaba al final del aula, su compañero de mesa iba a faltar, por la sencilla razón de que siempre faltaba a primera hora. Ella era la única de su antigua clase que había caído en esa nueva, a excepción de una antigua amiga suya. Pero su amiga se había ido distanciando de ella poco a poco, con mucha suerte le decía “hola”, cuando antes se pasaban horas enteras hablando. Hikari sacó uno de sus cuadernos y empezó a dibujar sin muchas ganas, era lo que más le relajaba, las personas que ellas dibujaba eran tal y como querría que fuesen en la realidad.  No se dio cuenta de que Ankoku – su antigua amiga- se acercaba sola a su mesa.

 

- Hi! Hikari- la chica no levantó la vista de su cuaderno. No tenía ganas de hablar y menos con alguien que la había dejado tirada por irse con las más “cool” de la clase.- Verás se que hace tiempo que no hablamos, pero… ¿podría llamarte esta tarde?- preguntó Ankoku desviando la mirada.

 

- Claro.- dijo sin muchas ganas, pero esta vez mirándola a los ojos, intentando expresar la cantidad de sentimientos que se le pasaban por la mente en ese momento.- Antes no tenías que pedir permiso…

 

- Hikari yo…- Midoki se acercó a Ankoku y la interrumpió agarrándola del brazo.

 

- Vamos Anko! Kashi está apoyado en la barandilla y lleva una camiseta ajustada!!- dijo Midoki ilusionada. Hikari no sabía por qué se interesaban tanto por ese tío, ella no le veía nada interesante. Ankoku le dirigió una mirada apenada, como si pidiese permiso en cierto modo, como única respuesta, Hikari bajó la mirada y volvió a sumergirse en sus dibujos y pensamientos.

 

- Hikari…

 

- Venga!!- insistió Midoki, que tiraba con fuerza del brazo de Ankoku. Al fin se fueron. Al poco rato llegó la profesora, la hora fue pesada y muy aburrida, más de una vez la profesora me dirigió la palabra y le respondí sin ganas, algo simple, que diese por zanjada la conversación. Por fin se acabó la hora, podría estirar las piernas.

 

- ¡Qué atasco, por Dios!- dijo Eric al entrar en clase, esperando justificarse delante de la profesora. Me miró, me sonrió y se dirigió a nuestros asientos.

 

- Menos mal que ya se ha acabado la clase- dije estirándome.

 

- No seas exagerada, a mi me encanta esta hora.- dijo cerrando un ojo y sacando la lengua un poco a la vez, una expresión que hacía que pareciese un niño chico. Salí de clase y me dirigí al cuarto de baño. Se refrescó la cara y el cuello, necesitaba algo frío, aunque fuese invierno. Volvió a clase a paso lento, cuando llegó rebuscó en su maleta hasta que halló lo que buscaba. Tras un poco de forcejeo con la mochila, pudo sacar el guante negro y rojo, el guante llegaba casi hasta el codo, y solo recubría hasta la mitad del dedo pulgar. Hikari sabía que en el instituto la criticaban por como vestía, pero a ella le importaba un bledo lo que dijese la gente de su forma de vestir. Se cruzó tres o cuatro veces más con Ankoku a lo largo del día, y cuando ella intentaba establecer conversación alguna con Hikari, aparecía alguna de sus amiguitas y se la llevaban a rastras. Tras cinco horas más de insoportables asignaturas, tocó el timbre que marcaba el final de las clases. Antes de que me fuese, Ankoku me agarró del brazo e hizo que me girase hacia ella.

 

- Te llamo sobre las seis, ¿ok?- asentí con la cabeza, luego me giré y seguí mi camino. Al llegar a casa comí tranquilamente, hice mis tareas y después me enchufé al ordenador. Miré el reloj, eran las cinco y media. Hace un año me hubiese puesto muy nerviosa, dando vueltas por toda la casa. Sin embargo, ya me daba lo mismo si no me llamaba. Seguí sumergida en el ordenador. Sonó el teléfono, aunque no quisiese, me dio un vuelco al corazón. La mera idea de que todo podría ser como antes bastó para que desease que fuese ella. Tan solo eran las 17:35.No podía ser ella a no ser que quisiese desesperadamente hablar conmigo, cosa que realmente dudaba. Dejé que sonara tres veces antes de cogerlo.

 

- ¿Si?- pregunté intentando disimular mi entusiasmo.

 

- Hola Hikari, soy yo, Ankoku.

 

- Ah, hola.

 

- Verás esta mañana, cuando me interrumpió Midoki, quería decirte que…lo siento. Siento como te he dejado de lado este último año, pero tenía miedo, y no sabía como reaccionar. Opté por el camino más fácil. Pero ya me he hartado de fingir, ya va siendo hora de sincerarse un poco. Me he cansado de intentar engañarme a mí misma.- me quedé de piedra, Ankoku me estaba pidiendo perdón. Y a parte, reconocía el por qué.- Hikari, ¿podríamos quedar esta noche?

 

- Sí- contesté yo sin ni siquiera pensarlo. Luego me di con la mano en la cabeza, no tendría que ser tan impulsiva.

 

- ¡Genial! ¿Te parece bien sobre las nueve en mi casa?- preguntó ilusionada.

 

- Claro que sí.- al final me resigné, no podía contener todo mi entusiasmo, era superior a todo pensamiento de indiferencia.

 

- Me alegro mucho de poder rectificar en mi error, bueno te tengo que dejar, hasta luego.

 

- Sayonara.

 

 Apagué el ordenador y subí corriendo a mi cuarto. Aunque quisiese mostrarme indiferente y pasota, no podía evitar que una gran ilusión y esperanza de que todo se solucionase se apoderara de mí. Tenía que hacer algunas compras, así que salí de casa. Después de hacer todos los recados, volví sobre las ocho, tenía que darme prisa si quería llegar a tiempo, me duché en un momento y me fui deprisa a mi cuarto a vestirme. Cogí una minifalda negra con jirones simulados por abajo y una camiseta de mangas cortas con la espalda al aire, también negra. Me puse las botas, mis guantes y agarré mi bolso, -en el cual metí mi móvil, las llaves y un cuaderno con dos bolígrafos- que era del mismo color que los guantes. Peiné corriendo mi corto pelo, lo tenía un poquito por encima de los hombros, negro y muy mal igualado, mejor dicho, no estaba igualado, y con alguna que otra capa. Atravesé deprisa mi calle y me metí en la boca del metro, había mucha gente, pero podía colarme entre los huecos que quedaban libres sin ningún problema. Como se me había olvidado la cartera, donde tenía guardado mi pase para el metro, le mangué el suyo a un hombre que estaba en todo el cúmulo de gente, y con la confusión no se dio cuenta. Seguí a paso ligero y llegué justo cuando iban a cerrar las puertas del transporte, recorrí el largo pasillo abarrotado de gente, hasta que llegué casi al final del metro, donde nadie se sentaba y allí me senté yo.

  Me puse a pensar sobre lo que me había dicho por teléfono. Me dijo que se había distanciado de mí por miedo, miedo, ¿a qué? Y también que se había cansado de fingir e intentar engañarse a sí misma. Se me pasó una idea por la mente, pero la deseché por mi propio bien. “No dejes que vuelvan a aparecer esos antiguos sentimientos. Sabes que ella no lo comprendería. No te puedes permitir el lujo de mirar hacia atrás, sabes que no podrías volver sin pasar de nuevo por el dolor.” Me decía yo una y otra vez. Al cabo de media hora llegué a mi destino. Tan solo faltaban cinco minutos para las nueve y todavía me faltaban tres manzanas para llegar a su casa. Miré a ambos lados de la calle, sonreí y eché a correr. Hacía tiempo que no corría a esa velocidad, sentía como mis piernas tomaban el control, me encantaba esa sensación, no percibía lo que pasaba a mí alrededor. Justo cuando faltaba un minuto para las nueves, llegué a la puerta de su casa. Al tener los pelos mojados y haber corrido, se me habían puesto los mechones de punta. Me puse bien el bolso y llamé a la puerta. No tardó ni cinco segundos en abrirla, llevaba puesta una camiseta blanca, un tanto suelta, y una de sus mangas le resbalaba por el hombro, con unos pantalones cortos vaqueros, y unas babuchas de andar por casa.

 

- Llegas justo a tiempo, tan puntual como siempre.- me dijo sonriendo, se veía a la legua que estaba muy nerviosa. Entré y solté el bolso en el suelo, me giré para dirigirle la palabra, pero antes de que yo pudiese decir nada, se me echó a los brazos y me abrazó con fuerza. No sabía que hacer, estaba dolida y confusa por como se había comportado conmigo, pero la echaba mucho de menos. Acabé por corresponderle el abrazo. “Lo pasado, pasado está” me dije.

 

- Te he echado de menos- dije en un susurro, deseando por una parte que no se hubiese enterado.     

 

- Yo a ti también, aunque se que ha sido por mi culpa.

 

- Por cierto, ¿por qué te separaste de mí por miedo? ¿A qué tenías miedo?- Ankoku sonrió y se volvió hacia el salón.

 

- ¿Tienes hambre? ¿Has comido?- preguntó ella como si nada.

 

- Pues la verdad es que tengo un poquito de hambre, con las prisas se me ha olvidado comer.- Ankoku marcó un número de teléfono muy deprisa.

 

- Si, hola, querría una pizza familiar. Sí, doble de queso, jamón York y carne, ah y pimientos- Hikari negó con la cabeza muy deprisa- no, con pimientos no. Sí, a la calle Shinikawi, número ocho.- colgó el teléfono y me hizo señas para que me sentase en el sofá con ella.

 

- ¿Ahora me vas a contestar?- pregunté yo impaciente.

 

- Después de la pizza, no quiero quitarte el hambre.

 

  Estuvimos hablando durante mucho tiempo, había olvidado lo bien que me sentía hablando con ella, todas las preocupaciones desaparecían. Se nos fue la noción del tiempo, y nos habíamos olvidado de la pizza. Hasta que sonó el timbre, era nuestra comida. Ankoku se levantó tan corriendo que se tropezó y se agarró a mí, haciéndome caer también al suelo, me había caído encima de ella y no parábamos de reír. Nuestras miradas se cruzaron durante un instante, hasta que lamentablemente le recordé que la pizza seguía esperando. Ella se levantó, pero yo me quedé en el suelo, boca abajo, con la cabeza apoyada en las manos y parte de las piernas en alto. Ankoku abrió la puerta, el repartidor era muy joven, alto y moreno, le dijo cuanto era y ella se dirigió a la cocina para coger el monedero. El joven tendría que estar interesado en Ankoku, pues se asomó a ver si estaba acompañada. Cuando su cabeza asomó por el salón, divisó a Hikari en el suelo, sonriéndole y saludándole con una mano. El chico se asustó y se echó hacia atrás; después de haber cobrado la pizza se fue. La comida se acabó en un instante y, después, subimos al cuarto de Ankoku.

 

- Me alejé de ti porque tenía que aclarar y ordenar mis ideas. Necesitaba intentar comprenderme. Creía que si te dejaba de lado y te olvidaba, problema solucionado. Pero al parecer me equivoqué.

 

- ¿Y qué conclusión has sacado de todo esto? ¿Has podido ordenarte mentalmente?- estábamos sentadas en el suelo, yo tenía la espalda apoyada en la pared y Ankoku estaba enfrente mía.

 

- Sí, he llegado a una única conclusión…- Ankoku se acercó a mí y me beso lentamente, yo no sabía como reaccionar, en el pasado había soñado tantas veces con ese momento…Al final la correspondí, ella me aprisionó aún más contra la pared. Nos separamos un poco para poder coger aire.

 

- Mmmm…si que estaba buena la pizza- dijo relamiéndose los labios con la lengua.

 

- ¿Ese era tu gran dilema?- pregunté atónita, ella me sonrió.

 

- No sabía como ibas a reaccionar, era una niña chica y para mí, enamorarme de una chica era algo nuevo.- no supe qué contestar, ella se levantó y salió del cuarto.

 
Notas finales:

 Éste es solo el primer capítulo, dejadme algún comentario si alguien lo a leido, onegai. Sayonara, kisus!


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