Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Noche de Bodas por crimsonShadow

[Reviews - 9]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

HISTORIA EN PERÍODO DE REEDICIÓN

 

 ººNoche de Bodasºº

---------------------------

 

 

 

-Leslie... ya olvídalo ¿quieres? -comenzó a hablar una chica de largo cabello negro dirigiéndose a su amigo sentado a su lado-. Deja de babear con cuanto chico se te pase por delante y consíguete novio -le espetó con falso tono duro.

El rubio la miró de reojo sonriendo de lado para luego volver la vista al centro del salón donde varias parejas bailaban el vals.

Tanto Nataly como Leslie estaban allí aquella fresca noche de sábado debido a la boda de la hermana de éste. Él yendo por obligación y Nataly por su parte, mejor amiga y compañera de universidad, no solo por hacerle apoyo moral al ojimiel sino que también desde hacía bastante estaba empecinada en conseguirle pareja definitiva. Tenía el ligero presentimiento de que algo bueno saldría de esa boda...

-Pero ya sabes como es esto, Nat. Sólo salen conmigo para tener sexo... -expresó algo enfadado- ni que tuviera un cartel de neón en el rostro que diga "soy fácil" -se quejó, soltando un bufido.

-Pero sí quieres hacerlo... no sé a qué le haces tanto drama -debatió ella, quizá tratando de hacerlo entrar en razón. Media universidad habría dado cualquier cosa por al menos cruzar palabra con alguna de  las parejas que había tenido su amigo, a los cuales desechaba como si fuesen descartables.

-¡Claro que quiero! -dijo con algo de fastidio, cruzándose de brazos y luego bajando la voz a pesar de estar bastante alejados del resto- Claro que quiero -repitió- ¿qué chico normal de 19 años no querría? No me mantengo virgen porque sí, ¿sabes? -explicó, ahora su tono volviéndose extrañamente soñador- Ya sabes... espero al indicado -terminó con el codo apoyado sobre la mesa y la cabeza ladeada sobre su mano derecha mientras que con un dedo de la izquierda recorría el borde de una copa de vino blanco que sabía no bebería.

-¡Eres muy lindo, Les! -casi gritó la morena abrazándose con fuerza a su amigo-. Pero es que si sigues volando tan alto te dolerá la caída -dijo por molestar, aunque con algo de preocupación de lo inocente que podía ser en ocasiones el rubio.

-Ya cállate -soltó desganado aunque respondiéndole el abrazo -verás como consigo a alguien que me ame. Te demostraré que existe el amor de más de una noche.

En ese preciso momento, y arruinando el discurso semanal del amor idealizado de Leslie, la novia hizo petición a todas las mujeres solteras de acercarse para tomar el ramo, y en cuestión de segundos el salón fue llenándose nuevamente de  cuchicheos emocionados, los cuales se habían apaciguado al oír a la hermana del rubio.

-Les... esta es tu oportunidad de demostrarme que no te equivocas -le apremió Nataly-. Ve y si consigues el ramo dejaré de meterme en tu vida amorosa, lo que incluye que deje de organizarte citas a tu espalda.

-Estás loca -señaló el ojimiel con una risita-. Busco novio a largo plazo, no casarme -dijo mirándola incrédulo.

-Idiota. Es solo simbolismo. Ahora ve y colócate detrás. He visto a tu hermana lanzarle cosas a Johann y tiene una puntería horrible -aconsejó con total seguridad.

-¿Y tú no irás? -preguntó él extrañado.

-Muy joven aún -se justificó y luego lo empujó levemente señalándole una dirección para que no se perdiera.

La verdad, dudaba que ese ramo de flores se acercara a su amigo, pero el pobre era tan despistado a veces que no se había percatado del par de ojos que lo había estado mirando con profundo enamoramiento desde hacía días. Mirada equivalente a cual observa un precioso tesoro, demasiado maravilloso para el alcance de la mano de un mortal.

 

 

 

Sólo un par de miradas se posaron en él, pero poco le importaba. Tenía perfectamente asumida su sexualidad ante todos y, aunque el propósito de estar ahí distaba de lo que seguramente se imaginaban, no le molestaba que lo observaran.

Al momento en que su hermana lo vio, le lanzó un beso y movió los labios como diciendo ‘suerte' sólo consiguiendo que hiciera un gran esfuerzo por contener la expresión de fastidio.

Al instante de que el arreglo floral comenzara a girar en el aire, Leslie se arrepintió de estar ahí. Su amiga había tenido razón. El objetivo se dirigía hacia atrás, más atrás de donde se acumulaban las jóvenes que, cual si fuera su presa, comenzaron a dar pasos hacia esa dirección también.

Por instinto de supervivencia dio también unos pasos hacia atrás con toda la intención de escapar de ese amontonamiento que se le iba encima, pero un ligero y descuidado empujón lo hizo trastabillar a mitad del escape. Por acto reflejo antepuso las manos delante de su cuerpo para así amortiguar el golpe de la caída que estaba seguro vendría. Golpe que nunca llegó. Al menos no contra el suelo.

 

 

 

-Excelente como siempre, Nataly - se felicitó la morena sonriente sin importarle quien había agarrado el ramo- Punto para mí.

 

 

 

Gritos entusiastas se oían de fondo, sumados a risas y a la música que aún sonaba, sin embargo para Leslie el tiempo pareció detenerse. Por un momento incluso olvidó respirar, cuando sus ojos se posaron sobre las profundidades azules que lo observaban. Le tomó unos segundos darse cuenta que estaba completamente recargado sobre el otro cuerpo que lo sostenía por la cintura, y sin despegar ni un segundo la mirada de la suya, como atraído por un poderoso imán, comenzó a separarse muy lentamente.

-Gracias... -murmuró percatándose en primer lugar de que el extraño le llevaba una cabeza de altura, luego analizando todo su rostro como si fuera lo más normal quedarse así de perdido mirando a alguien. Su cabello negro y brillante a penas llegando a sus orejas, cayendo un poco sobre su rostro de facciones fuertes, su piel canela y sus labios finos hacían un conjunto hermoso a su vista-. Yo... me llamo Leslie -dijo al reaccionar, tendiéndole una mano, tratando de sonreír sólo agradecido sin que se notara ese revoltijo de sensaciones y emociones que se habían apoderado de él en el mismo instante en que en que lo había visto a los ojos. Nunca había sentido eso antes, pero le gustaba. Le gustaba mucho.

El moreno se sonrojó ligeramente y sonriendo de lado le tomó la mano sintiendo un agradable escalofrío al tocar esa suave piel.

-Yo... -antes de que pudiera terminar de presentarse, un joven no mayor que el rubio se acercó a ellos parándose a un lado, haciendo una ligere reverencia ante Leslie.

-Disculpe la interrupción, sr. Carrighan. Ojalá tenga una buena noche -dijo con muchísimo respeto, luego volviéndose hacia su compañero y amigo, mirándolo apenado, como pidiéndole perdón. Sabía que lo odiaría por eso-. Theo, Blas te quiere en la cocina ahora -habló bajito, quizá tratando que sólo él lo escuchara.

El más alto de los tres se sonrojó esta vez muy notablemente y desvió la vista de los ojos miel.

Entonces Leslie bajó un poco la mirada concentrándose en su vestimenta. Ambos vestían iguales... el mismo uniforme.

-Lo siento... debo seguir atendiendo a los invitados -murmuró el ojiazul con notable vergüenza, mirándolo por última vez con un brillo extraño en los ojos y volteando, comenzando a caminar con el recién llegado hacia la parte trasera del salón.

Leslie se quedó unos segundos con la mirada perdida en esa dirección hasta que sintió que tiraban de su mano, y cuando volvió en sí, estaba caminando casi obligado por su amiga nuevamente hacia su mesa.

-Vamos, Les. Tienes una cara que matas -le dijo con la intención de molestar, mas que nada porque ella había notado el brillo en la mirada de su amigo al ver al otro. Brillo que últimamente no aparecía ya que tomaba con resignación cada relación, por lo que ahora, el verlo con ese gesto de tristeza le dolía.

Una vez que estuvieron sentados nuevamente, Nataly le tomó de las manos y lo miró con algo de culpa.

-¿Qué sucedió? -preguntó, imaginándose al moreno como uno mas de esos que sólo se acercaban al rubio para hacerle proposiciones indecentes-. ¡Lo siento, fue mi culpa! Yo te envié ahí porque vi como te miraba y creí que quizá...

-Es mesero... -fue todo lo que dijo el ojimiel mirándola de pronto y cortando su discurso de disculpa.

-... -la morena lo miró incrédula alzando una ceja-. ¿Y? ¿cuál es el problema? -preguntó dándose cuenta que no iba a decir nada más.

-Que es... mesero. Y creo que me gusta -dijo esto último como si fuera algo realmente horrible.

-Oh... creo que no hubiera esperado esto de ti, Leslie -respondió casi desilusionada-. Ni tu madre discriminaría a alguien por eso -casi lo reprendió.

-No... es que... quiero algo especial... y él... él es... -murmuraba el rubio con poco convencimiento y la mirada clavada  en una pequeña mancha de bebida sobre el costoso mantel blanco perla.

-¡Por favor, Leslie! -le reprochó ella, esta vez con enojo notable-. Las miradas que se dirigieron allá fueron todo lo especial que buscas y mucho más. No sé quien sea, pero el pobre chico lleva viéndote así desde que empezaron los ensayos, quizá desde antes -explicó ella tratando de no gritarle nuevamente  porque su amigo parecía que podría ponerse a llorar en cualquier momento.

-Voy a tomar un poco de aire, Naty. No me esperes, quizá me vaya a dormir directamente -dijo con la voz algo quebrada, levantándose  y atravesando el salón para dirigirse a uno de los amplios balcones del hotel, que tenía una hermosa vista de la ciudad nocturna desde ese piso.

Su hermana había insistido en hacer una boda en grande, celebrando la fiesta en uno de los hoteles más importantes del distrito, con habitaciones reservadas para los invitados y así evitar correr riesgos en caso de tener que conducir en el deplorable estado en el que seguro quedarían.

Suspiró apoyándose en el barandal dejando que el viento despeinara su fino cabello. No podía dejar de pensar en lo que Nataly le había dicho. Era cierto, él no se fijaba en la clase social de la gente, al contrario, aborrecía a los que hacían esas diferencias. Además... se había sentido realmente diferente en los escasos minutos que lo tuvo enfrente. No se le iba de la cabeza la manera en que aquellos cálidos ojos lo miraban ni la forma en que se sonrojaban sus mejillas... A penas lo había visto,  ¡no podía gustarle al punto de estar conteniendo las lágrimas! Pero sino, ¿de dónde salía esa desilusión? ¿y por qué se desilusionaba? Nataly tenía razón, se había comportado como un verdadero idiota. Pero es que no podía dejar de imaginarse al indicado como un príncipe azul de cuento de hadas.

Suspiró nuevamente comprendiendo que había dejado pasar a una, posiblemente, única oportunidad. Si lo pensaba ahora, podía darse cuenta que en la mirada del chico no había nada reflejado de lo que sí había siempre en los ojos de los que se le acercaban casi a diario.

 

 

 

-Ann, necesito que me ayudes un momento. ¿Me la prestas por un momento, Paul? Muchas gracias. -Sin esperar a que ninguno de los dos respondiera, Nataly tomó a la hermana de su mejor amigo del brazo y la alejó lo suficiente como para que ningún entrometido escuchara- Emh... es sobre Leslie -le dijo antes de que hablara.

-¿Qué le sucedió? -preguntó algo alarmada dando un vistazo alrededor y no encontrándolo, dándose cuenta que era muy difícil que él se despegara de la morena.

-No te asustes... -comenzó para que no se alterara-. Verás... -sabía que Les la mataría si se llegaba a enterar que había hablado de eso con su hermana, pero realmente no quería verlo mal y tenía aun ese presentimiento de que el chico era especial, diferente al resto de trogloditas que se habían cruzado en el camino de su amigo, ¿y quién mejor que su hermana para aconsejarle y ayudarle?-. Supongo que entenderás por qué no voy yo -finalizó algo agitada por querer contar todo a la vez sin olvidarse de nada.

-Mi hermano tiene suerte de tenerte como amiga -respondió la rubia sonriente-. No te preocupes, yo me encargo -aseguró, y tras voltear haciéndole una seña a su recientemente esposo, salió hacia las cocinas.

 

 

 

 

La madrugada estaba trayendo consigo grandes descensos en la temperatura y no ganaba nada con quedarse ahí, más que un casi asegurado resfriado, por lo que con algo de resignación y pesar, se dirigió al interior del edificio nuevamente, esta vez por una puerta  lateral que evitaba tener que pasar nuevamente por el salón.

 

 

 

 

Ann entró en las cocinas y, recordando las referencias de Nataly, había un solo candidato posible: el único que no se había sorprendido al vela ahí ya que directamente no se había percatado de su presencia debido a que su mirada se encontraba perdida hacia el frente con la cabeza apoyada en sus manos y los codos sobre la barra alta donde se suponía se preparaban las bebidas para repartir.

Tratando de contener la risa y sin ser descortés, le hizo un gesto silencioso a todos para que siguieran con lo que hacían, y luego se acercó hacia el moreno.

Al percatarse de que tenía a alguien al lado, Theo se sobresaltó y más cuando vio quien era.

-Lo siento... yo... enseguida sigo con... -trató de disculparse levantándose de un salto del banquito alto en el que estaba. Pero con una sonrisa comprensiva, ella lo calló.

-Descuida... ¿cómo es tu nombre? -preguntó intentando que no se pusiera más nervioso de lo que ya estaba.

-Theo... Theodore -respondió algo inseguro.

-Theo. Uno de tus compañeros dijo que no te sentías muy bien -mintió ella pensando que era por una buena causa-. La gente comenzará a retirarse en unas horas así que puedes irte si lo deseas.

Él la miró algo susceptible, luego sonriéndole tímidamente.

-Muchas gracias. No dude en descontarlo, por favor -medio pidió, medio aclaró para que no pensara que quería aprovecharse de su buen gesto. Después de todo, no valía la pena quedarse si no podía servir a los invitados con la cara que tenía.

-No te preocupes por eso. Sólo tengo que pedirte un favor -dijo mirando alrededor y asegurándose que su mentira no iba a estar carente de fundamento.

-Claro, lo que necesite.

-Es que... no te lo pediría si hubiera otro -comentó casual-, pero camino hacia aquí me han pedido si no podía enviar una botella de champagne y dos copas para el patio principal... ¿crees que podrías...?

-Por supuesto... usted y su esposo me han dado empleo y según el contrato, mi horario no termina todavía -contestó sonriendo, aunque no podía evitar que el pesar que sentía desde hacía rato, se reflejara en su mirada.

La rubia cada vez estaba más convencida que ése era un excelente chico y más que perfecto para su hermanito.

-¡Muchas gracias, Theo! -asintió ella volteando y dando unos pasos, para luego voltear nuevamente con fingida pena-. ¡Qué tonta! Lo olvidaba...

 

 

 

 

El ojiazul caminaba por un pasillo para evitar el amontonamiento de gente con una bandeja en las manos, que contenía una cubeta llena parcialmente de hielo con una botella de excelente calidad, y dos copas de cristal.

Observó a través del ventanal que tenía enfrente pero no vio a nadie en todo lo que abarcaba el balcón. Salió de todos modos para asegurarse que no había nadie, incluso subiendo  las finas escaleras de madera y hierro que llevaban a la terraza. Pero no. Estaba desierto.

Estuvo tentado a quedarse ahí sentado, bebiendo él solo, esperando la llegada del inminente amanecer. Pero no podía darse esos lujos... simplemente no estaban hechos para personas simples como él. Además recordaba las instrucciones de la ex señorita Carrighan.

 

------Flash back------

 

-¡Qué tonta! Lo olvidaba, Theo. En caso de que... ya sabes... ya no haya nadie ahí... sé que no te corresponde, pero ¿no podrías  llevarlo hasta la habitación 304? Te quedaría de pasada al bajar para irte...

 

-----Fin Flash back------

 

Suspiró. Estaba en el último piso del hotel, tenía que bajar cinco para llegar a la habitación, pero era cierto, le quedaba de pasada, además de que DEBÍA hacerlo. Para eso estaba contratado después de todo...

Sin dudar entre las escaleras y el ascensor, se encaminó hacia este último, presionando el botón que lo llevaría al séptimo piso.

En cuestión de segundos ya se encontraba frente a otro extenso pasillo, éste mucho más lujoso que el anterior por el cual se había dirigido hacia el exterior desde las cocinas. Para su desgracia, la habitación que buscaba estaba en la otra punta, por lo que con algo de pesar comenzó a andar hasta que se encontró frente a la puerta de roble que en la parte superior tenía incrustado "304" en números dorados.

Con algo de incomodidad a sabiendas que si no se encontraban en el patio, seguramente interrumpiría algo, golpeó.

 

 

 

Hacía como quince minutos que se había acostado, pero definitivamente no podía dormir, ya que cierto par de ojos azules no se alejaban de su mente, la que le jugaba malas pasadas recordándole esa mirada herida. Cuando sus ojos por fin se hubieron cerrado, lamentablemente dando lugar a que su imaginación corriera poco convenientemente, el ruido de golpes en la puerta lo despertó de esa semi ensoñación en la que había caído.

Mitad molesto, mitad agradecido, se tomó su tiempo para levantarse y ponerse la bata blanca que había dejado sobre la cama al desistir de tomar un baño. Así que con paso pesado se dirigió a la puerta pensando que sería Nataly, pero cuando abrió, todo el sueño se le fue de golpe. Un terrible sonrojo se apoderó de sus mejillas y por instinto se ajustó mas la bata.

Por su lado, Theo, al ver quien abría, no pudo mas que intercalar un par de miradas entre el rubio y el número de la puerta comprobando que era el correcto, decidiéndose por fin en mirar el suelo, extendiendo la bandeja. Ya no tenía  ninguna esperanza. Pensar que por un momento había creído que alguien como él podría llegar a impresionar a alguien como el ojimiel... Apretó los dientes y tragó en seco intentando tranquilizarse, pero al ver que el rubio no hacía nada, levantó la mirada viendo confusión en sus ojos.

-Aquí está lo que ordenó -aclaró adelantando un poco más la bandeja pero sin atreverse a acercarse más. Realmente necesitaba irse de ahí.

-Pero yo no he pedido nada...

-La señora Lórenz dijo... -comenzó algo dudoso sin entender a qué iba todo eso. No iba a poder aguantar que gente así se volviera a burlar de él fingiendo que no lo hería.

-¿Mi hermana te envió? -preguntó Leslie incrédulo. Tendría una seria charla con ella, definitivamente, pero luego.

-Por favor... tome el recado de la señora y disfrútenlo -pidió sintiéndose cada vez peor.

-¿"Disfrútenlo"? ¿Quiénes?

-Usted y... y su acompañante -murmuró el moreno oyendo luego la ligera risa del otro.

-¿Quieres pasar? No hay nadie -aclaró al ver la mirada indignada del moreno-. Trataré al menos de explicarte esto... -casi rogó. Sabía que no era ninguna señal del destino sino, simple insistencia de su amiga, respaldada por su hermana, pero no iba a cometer otro error.

-No creo que deba, señor... -su voz volvió a sonar algo quebrada.

-¡No me trates de ‘señor', tú seguramente eres mayor que yo! -le espetó divertido tratando de romper el ambiente, tomando con una mano la bandeja y con la otra jalándolo de un brazo para que entrara.

Una vez que la puerta estuvo cerrada nuevamente, toda la vergüenza que ya no sentía desde hacía tiempo se le vino encima consiguiendo que el sonrojo volviera.

-Amh... ponte cómodo -le indicó señalando en un movimiento general, toda la suite.

-Yo... -iba a decir "tengo que seguir trabajando", pero no iba a mentir.

-Antes que nada... gracias de nuevo y perdón por lo de esta noche... -murmuró viéndolo a los ojos y sonriendo de lado con pena.

Theo sintió como si su corazón fuese a salírsele del pecho de lo fuerte que latía.

-No se disculpe. La imprudencia fue mía -contestó también en susurro volviendo la mirada al suelo. Nunca se avergonzaría de lo que era, pero era en momentos como esos en los que una parte de él, lamentaba no ser alguien.

Leslie sintió una dolorosa punzada al oírlo hablar así y, actuando antes de pensarlo y arrepentirse, volvió a acercarse a él y, levantando el rostro para verlo a los ojos, alzó una mano para acariciarle la mejilla, seguidamente besando sus labios de forma rápida.

-Por favor no hables así. Me haces sentir mal... y puedes decirme Les -habló el rubio muy rápido, volviendo a sentir como su rostro ardía, sin atreverse a verlo, por miedo a que todas fuesen imaginaciones suyas y de Nataly, y que el moreno no se fijara en él realmente.

-¿Por qué... por qué hiz... hiciste eso... Leslie? -preguntó el ojiazul muy sonrojado con el corazón palpitándole muy fuerte, más todavía que antes.

-Es lo que sentía... -murmuró apenado-. Lo siento. Puedes irte si es lo que deseas...

-No quiero irme -contestó con voz suave pero sin moverse de su sitio.

El rubio alzó los ojos y lo observó con una tímida sonrisa.

-¿Quieres...? -ofreció, señalando la bandeja que el otro había traído.

-No quiero incomodar aquí...

-Si me incomodaras no te invitaría -le aclaró sonriendo, obteniendo la misma respuesta.

Con algo de esfuerzo trató de abrir la botella, hasta que Theo se acercó por detrás, tomándola de sus manos con delicadeza.

-Permíteme -le pidió, sonriendo con un aura resplandeciente a su alrededor y un brillo excepcional en las profundidades azules, consiguiendo el objetivo al instante-. Toma -dijo ofreciéndole una copa luego de llenarla parcialmente.

-Gracias -volvió a sonreírle, tomándola y rozando ligeramente su mano.

 

 

 

 

-¡Aries! -dijo el moreno cual si fuera un reto, seguidamente riendo.

-¡Capricornio! -contestó Leslie apresuradamente, añadiendo al instante- ¡Frambuesa!

-¡Ananá! ¡Bosque! -realmente se estaba divirtiendo demasiado. Quizá tuviera algo que ver con lo que habían seguido bebiendo al entrar en más confianza, pero es que realmente le caía genial el rubio. Mucho mejor de todo lo que se había imaginado.

-¡Montañas! Amh... ¡Bronceados!

-Leslie... -una vez Theo se hubo percatado de lo dicho, el sonrojo volvió con fuerza a su rostro y las palabras parecieron querer dejar de salir. Sin embargo, lejos de enfadarse, el ojimiel se rió encantadoramente.

-¡Eso es trampa! Yo dije "bronceados", no "Theo". No se valían nombres, además de que no seguiste con ninguna palabra -exclamó con tono triunfal el más chico- ¿Verdad o castigo? -preguntó, ahora mirándolo con una sonrisita desafiante. Bien que habían tomado bastante, pero estaba lo suficientemente conciente para no preguntarle las cosas por iniciativa propia.

-Mmh... Verdad -respondió algo dudoso.

Leslie entonces se dejó caer hacia atrás en la cama donde estaban sentados, tirando de los brazos del moreno para que cayera a su lado.

-¿Por qué trabajas aquí? -cuestionó colocándose boca abajo, pero volteando el rostro para verlo.

-No... No creo que te interesen esas cosas realmente -murmuró en respuesta. Era más fuerte que él. No podía evitar sentir vergüenza estando al lado de alguien como Leslie.

-Vamos Theo... Quizá no pregunte porque me interese sino porque me importa -le dijo, acariciando una de sus mejillas y luego tomando una de sus manos para colocarla bajo la almohada donde apoyaba su cabeza, envolviéndola con las dos suyas-. Quizá yo no haya tenido una mala vida... ¿vas a juzgarme por eso? -preguntó sinceramente, sintiéndose algo dolido de repente.

-Verás... mi padre nos abandonó cuando yo tenía 8 años, antes de que el más pequeño de mis hermanos naciera. Somos 5 en total, pero ahora uno trabaja y vive por su cuenta, yo soy el mayor. Siempre tuve que ayudar a mamá en todo y aún así iba al colegio, y como yo era el único al que podía enviar, todas las tardes me encargaba de enseñarle a los más grandes lo que aprendía cada día... -el moreno hizo una pausa como si le costara hablar de eso. Entonces el rubio presionó suavemente su mano para darle fuerzas-. Cuando cumplí 17... mamá murió de cáncer. Realmente tuve que esforzarme para que no me quitaran a mis hermanos ¿sabes? Convencí a nuestro supuesto padrino para que se hiciera cargo ante la ley, aunque  era yo quien hacía todo. Conseguí tener las mejores notas en mi colegio, pero tuve que abandonar el último año ya que uno de mis hermanos se había enfermado gravemente. Perdí un año en tiempo, pero por la fecha, dos de estudio. Terminé el año anterior de cursar y conseguí una beca completa en la facultad de gastronomía donde estoy actualmente -de pronto suspiró, dándose cuenta que había hablado demasiado y que todavía no respondía a la pregunta que Leslie le había hecho-. No lo sé... me enteré de la fiesta y le rogué a mi mejor amigo que me consiguiera un empleo aquí ya que era una oportunidad excelente y porque... realmente necesitaba el dinero -dejó salir al parecer hundiéndose en sí mismo-. Al cumplir los 21 cambiamos los papeles y ahora estoy legalmente a cargo de ellos. Sé que nunca podré darles la vida que tú tienes, pero esforzándome, al menos consigo que no les falte nada...

Leslie se percató de cómo los azules ojos brillaban con un dejo de tristeza, y en un impulso irrefrenable, se lanzó a abrazarlo. No podía creer lo que acababa de oír. Era un ser hermoso por fuera y aún mas hermoso por dentro. Era pura humildad, amor y dedicación. De pronto sintió la imperiosa necesidad de besarlo, y el grado de alcohol ingerido funcionaba como bonus de confianza, por lo que así lo hizo, entregando todo su amor y pasión en aquél gesto. Sin embargo, con extrema delicadeza, el moreno se separó  de él, mirándolo con algo de tristeza y los ojos aún algo aguados.

-No quiero que hagas esto por lástima, Les... hace mucho que me gustas ¿sabes? Y ahora que te conozco... eres mucho mejor persona de lo que esperaba de un ‘niño rico' -dijo Theo acariciando ahora él su mejilla, casi meditando consigo mismo-. Supongo que tienes razón y te prejuzgué también... por eso no quiero que me tengas lástima -susurró deslizando los dedos por su suave piel hasta llegar a sus pálidos labios.

-¡Eres un idiota, Theo! No estoy haciendo esto por lástima -le explicó el rubio, algo acalorado por lo que iba a decirle-. Si quieres hablar de lástima... nunca he estado con nadie. Tengo 19 años y espero al adecuado... -ahora era su turno de sonrojarse-. Por primera vez siento que no me equivoco al pensar que ese eres tú -le susurró acercándose y besándolo brevemente para luego volver a perderse en aquellos profundos océanos.

-Enserio me gustas -le dijo en el mismo tono del otro-. ¿Pero cómo sabes que soy quien esperas? Te mereces a alguien mejor que yo. Alguien que pueda darte lo que vales...

¿Acaso Theo no comprendía que lo hería diciéndole aquello? Con el ceño fruncido corrió el rostro para que ya no lo acariciara.

-Yo elijo que lo seas -le espetó-. Yo quiero que seas el indicado. Pero si realmente crees que no me mereces ¿qué esperas? ¡vete! -Realmente se sentía herido, rechazado. Sin embargo, al ver como, con expresión derrotada, el mayor se disponía a levantarse, lo tomó del brazo casi con desesperación y los ojos llorosos-. Por favor... no te vayas, Theo. Siento haberme comportado así al principio, pero puedo jurarte que nunca me había sentido así por nadie -sonrió afectadamente el ojimiel, tomando una de sus manos y posándola en su pecho-. Nunca latió así por nadie... no quiero perderte sin haberlo intentado al menos.

A pesar de la bebida, a pesar de la hora y la falta de sueño, Theo pensó que la sinceridad en la mirada de Leslie era casi palpable. Tratando de no pensar que podría salir herido, se acercó lentamente, cauteloso sobre sus rodillas hasta posarse delante del rubio, volviendo a besarlo tan suavemente como la situación lo requería, acariciando levemente su espalda sobre la bata hasta que sus manos rodearon su cintura.

Al sentir eso, Leslie rodeó su cuello, jugando con su cabello y profundizando el beso, sintiendo mil descargas recorrer cada célula de su cuerpo ante ese contacto que, con él, sentía tan íntimo. No obstante  no podía dejar de pensar que arruinaba el momento al desear por instantes, que se diera todo un poco más rápido,

Sin retenerse, bajó sus manos hacia el torso del moreno, quitándole con facilidad la corbata, seguidamente comenzando a desabrochar su camisa.

-Tranquilo... -le pidió el mayor en un quedo susurro, sonriéndole con una hermosa expresión. Pausadamente y sin despegar sus ojos de los miel que lo observaban con cariño y anhelo, terminó de quitarse la camisa, procediendo a quitarle la bata, quedando así en ropa interior.

El ojimiel no pudo evitar ese agradable escalofrío que atacó cada fibra de su cuerpo. Nunca había llegado a más que un par de caricias con los otros. Pero sabía que todo eso que estaba sintiendo no era sólo por ser la primera vez, sino que el hecho de estar junto a ese hombre que conocía a penas desde hacía unas horas, pero a la vez sentía cercano desde siempre, le daba un entorno mágico a la situación.

Un jadeo se escapó sin permiso de sus labios al sentir como los labios del mayor se apoderaban de su cuello con delicadeza mientras que sus manos acariciaban su pecho. Sin soportar el quedarse quieto, cruzó ambos brazos tras su cuello, enredando nuevamente los dedos en las suaves hebras azabaches, acercándolo más a él. Se fue dejando caer hacia atrás arrastrando a Theo sobre sí y luego se separó a penas unos centímetros para mirarlo fijamente, sonriéndole. Sabía que quizás aceleraba mucho el asunto, pero no podía evitarlo. Había esperado mucho por encontrar a alguien especial para él, y no solo lo había encontrado, sino que era muchísimo más de lo que esperaba y además le correspondía.

El moreno le respondió con una tierna sonrisa y las mejillas sonrojadas. Realmente le gustaba Leslie. Le gustaba mucho más de lo que podía expresar. Cuidando de no aplastarlo, volvió a inclinarse sobre él dejando un suave beso sobre su mejilla, luego arrodillándose sobre él con una pierna a cada lado de su cadera y, con manos temblorosas desabrochando los botones de su pantalón.

Leslie soltó un jadeo de anticipación primero mirando fijo a los ojos azules, luego siguiendo los movimientos de esas manos con una irreprimible sonrisa. Sin poder contenerse, se incorporó como pudo y detuvo al moreno, siguiendo él con la tarea de quitarle aquella prenda. Estaba nervioso. MUY nervioso, sí, pero también feliz, ansioso.

Theo se sonrojó más aún al sentir esas cálidas manos rozando su intimidad y aquellos suaves labios jugando con su cuello. Necesitaba besarlo.

Pronto ambos se encontraron en ropa interior nuevamente acostados, esta vez Leslie sobre Theo, besándose y tocándose tanto como sus cuerpos y  la descoordinación de movimientos debido a la excitación, les permitían.

-A... aguarda -pidió jadeante el menor, sin embargo siendo él quien no dejaba de besar sus hombros.

-¿Qué sucede? -preguntó bajito el ojiazul, entendiendo perfectamente que se hubiera arrepentido. Cuando lo vio levantarse, su corazón dolió, pero no era culpa de Leslie el querer que algo tan especial sucediera con otra persona.

Antes de que pudiera seguir con esa ilación de pensamientos, el rubio salió de la puerta que suponía daba al baño, con su rostro más sonrojado que antes, pero con una insinuante sonrisa que aún así dejaba al descubierto algo del nerviosismo que sentía todavía.

Cuando llegó a la altura de la cama, dejó caer un frasquito transparente con una etiqueta que daba indicaciones en francés.

-Es... es un aceite para masajes, pero creo que servirá. -La sonrisa del menor creció un poco más y sin dejar de mirarlo, con la respiración más agitada que antes, se quitó la última prenda que lo cubría, dejando así toda su fisonomía expuesta a aquellos ojos que lo observaban con deseo y sin duda, amor.

Nunca había visto así el cuerpo de otro hombre, pero le gustaba. No recordaba imagen más hermosa que la de Leslie en aquél momento, sonrojado y anhelante. Sin pensarlo demasiado, se incorporó sobre sus rodillas para ponerse a su altura, atrayéndolo por la cintura para unirse a él en un profundo beso.

Sonriendo dentro del beso y sin importarle si le haría o no daño, Leslie se dejó caer sobre Theo, consiguiendo que ambos cayeran de nuevo sobre la cama, seguidamente girando para que el mayor quedara sobre él.

-Quiero hacerlo... estoy seguro de que seas tú -informó el ojimiel mientras acariciaba su mejilla, luego bajando por su cuello, su torso, finalmente llegando a su entrepierna, tocando con cautela, explorando, conociendo, quizá sin saber que con su curiosidad estaba poniendo al límite al moreno. Por fin dejó eso quitándole también la ropa interior. Se tomó su tiempo en tocar y observar, absorto en todas esas sensaciones totalmente nuevas para él-. Te quiero, Theo -murmuró levantando su cadera para rozarla con la del otro.

El moreno sintió como si sólo esas dos palabras le alcanzaran para ser feliz el resto de su vida, sin embargo no pudo evitar su acotación.

-No digas eso ahora, Les. Quizá no sientas lo mismo por la mañana -dijo, más para sí que para el rubio, prometiéndose no volver a hacer comentarios así, para evitar arruinar ese momento aunque, sinceramente, dudaba que algo pudiera hacerlo.

-Tonto. Ya verás como te equivocas -le respondió el menor, sonriendo sugestivamente, para luego besarlo con fuerza, cerrando las piernas alrededor de su cintura. Separando una de sus manos del cuello del ojiazul, tanteó sobre la cama hasta dar con el frasquito de aceite de rosas, para luego tendérselo-. Si... si no te gusta hacerlo puedo intentar yo -avisó Leslie al notar la fijeza con la que el moreno observaba lo que serviría como lubricante.

-No es eso -dijo sonriendo, tomando el envase y vertiendo lentamente el líquido sobre una de sus manos.

El ojimiel al verlo hacer eso no pudo evitar morderse el labio inferior. Era conciente de que tenía las hormonas demasiado alteradas, pero la adrenalina que sentía sumada a las expresiones del mayor, no lo ayudaba en nada.

-También es mi primera vez -murmuró el moreno sin desviar sus ojos de los de Leslie. Definitivamente su leve sonrojo y el brillo de sus ojos no mentían.

El rubio al oírlo, comprendiendo que no mentía, se lanzó a sus brazos sin importarle que el frasco se volcara abierto sobre las sábanas, tirando de él para que cayera nuevamente sobre su cuerpo, volviendo a cruzar las piernas en su cadera.

-También... también te quiero, Les...

 

 

 

Leslie abandonó aquél pacífico sueño cuando su algo adolorida cabeza le indicó que había dormido suficiente. Sonrió sin abrir los ojos. ¡Estaba tan a gusto así!, recordando cada hermoso momento vivido la noche anterior. Estiró un poco más uno de sus brazos con intención de saciar esas ‘ganas de abrazo' que sentía, pero su corazón dio un salto al notar que no había nadie a su lado y la cama estaba fría.

Agudizó el oído pero no oyó el ruido de la ducha, sintiendo seguido unas enormes ganas de llorar. Así lo había querido, no podía quejarse ahora... no podía culpar a Theo.

¿A quién quería engañar? Estaba hecho pedazos. Realmente había creído que el moreno era especial. Que era el indicado para entregarle eso tan íntimo para él. Pero al parecer no vivía en la época en que eso tenía la importancia que él le daba. Nataly había tenido razón. El golpe dolía. Mucho.

Ahogando el llanto en la almohada, no percibió el sonido de los pasos amortiguados en la alfombra de la habitación, sólo percatándose de la otra presencia al sentir el colchón hundirse a su lado. Antes de que pudiera reaccionar, unos cálidos y fuertes brazos rodearon su espalda haciéndole estremecer.

-Te dije que no te dejaría, Les... -murmuró la suave y profunda voz del ojiazul sobre su oído, luego besándole dulcemente el hombro-. Tuve que esperar a que despertaras, lo siento... pero mira...

El rubio no quiso ver lo que Theo le mostraba, sólo se giró de medio lado  abrazándose con fuerza a su cintura, obteniendo caricias sobre su cuello y cabello, y susurrantes palabras de amor, hasta que se tranquilizó y alzó la mirada para verlo a los ojos.

-Todavía te quiero -le dijo sonriendo abiertamente, percatándose del carrito repleto de opciones para de desayunar. Ahora que lo pensaba, sí tenía hambre y bastante. No pudo contener una risita de satisfacción que contagió al otro, tirándolo sobre la cama colocándose sobre él, llenándolo de besos y cosquillas que lo hacían reír más aún.

Podía no haber conseguido el ramo, podía no casarse jamás, era un hecho y no le importaba, pero aquella iba a quedar como una noche que jamás olvidaría. Su perfecta noche de bodas.

              

Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).