Jure no matar a nadie mas de nuevo, no se volvería a derramar sangre por mi culpa. Te hice esa promesa aquel día, mientras las campanas resonaban en nuestros oídos. Era hora de partir, tú misión ya estaba terminada. Habías matado al demonio, y mira que ni siquiera usaste aquella arma que te dieron.
Te despediste con una sonrisa de alivio en tus labios y comenzaste a correr felizmente de regreso entre los rosales. Un sordo ruido se oyó a la lejanía, y tu cuerpo se desplomo. Corrí hacia ti, aún estabas consciente. Tu mano derecha apretaba ligeramente tu pecho, en un vano intento de detener la sangre. Una expresión dulce en tus ojos y una sonrisa que quedo grabada para siempre en tu rostro…
Nuestra promesa se ha roto, estás muerto por mi culpa. ¿Pero quien te mando a servir a la Iglesia?... ¿por que dejaste que te utilizaran?... ¿por que no aceptaste cumplir esta misión? Era tan sencillo como tirar del gatillo, pero preferiste hablar conmigo.”La violencia solo atrae mas violencia”, no había día que no escuchara esas palabras, pero no me quejaba, al menos eso me permitía seguir oyendo tu voz, calmante para mi podrida alma y corazón. A pesar de que era muy frio contigo, siempre me visitabas, y no importaba cuanto te ignorara…tú no te ibas hasta que anochecía. Sin darme cuenta, termine necesitándote.
Soy cruel, por que deje que siguieras a mi lado, como un perro fiel. Por más frio que fuese contigo, por más callado que me mantuviera sin hacerte caso seguías ahí, sonriendo y platicándome de cualquier cosa que se te viniera a la mente. Ahí fue cuando supe varias cosas, en primera, tu nombre era Joshua y en segunda que eras el sirviente mas fiel de la Iglesia. Cuando supe esto pensé en irme, ya no dejar que me encontraras…pero me mostraste ser diferente a todas esas personas, el oro ganado te importaba muy poco.
Pequeño tonto, en el mundo humano no se puede ser ingenuo o inocente, a menos que quieras que los demás te aplasten como una cucaracha. Aún así tú seguiste con esa actitud, a la vez que seguías visitándome. ¿Por que lo hacías si ni siquiera te había dicho mi nombre?
“Todas las personas siempre tienen bondad en su corazón”, creías fervientemente en eso. Así que me hace pensar que confiabas en mí ciegamente, confiabas en toda persona ciegamente.
Ahora te tengo entre mis brazos, tu mano libre intenta débilmente tocar mi rostro. Algunas lágrimas se derraman por tus mejillas.
-Dime tu nombre…quiero saber el nombre de la persona de quien me enamore…
Tus ojos perdieron su brillo, las lágrimas quedaron a medio camino y aquella mano se rindió sin haber logrado su objetivo. El día había llegado…el último ángel terrenal había muerto. Y lo peor de todo, es que su muerte también acabo conmigo…sus lágrimas fueron más dañinas que la propia arma.
No tiene caso continuar con la promesa que le hice, todos los humanos moriran.Sus doce guardias están ya muertos, ustedes mismos los mataron. Doce ángeles repartidos alrededor del mundo…Joshua, tú fuiste uno de ellos. No te preocupes, ellos ya no te necesitan…por que ya están muertos.
Cierto, aunque es tarde te diré mi nombre, no lo olvides…”Astaroth”