¿A dónde nos lleva la vida?
Esperaba el tren, en una estación dejada de la mano de Dios, en una ciudad que me resultaba ajena y en la cual yo era un extranjero perdido en la inmensidad del gentío.
Una ciudad hermosa, encantada, y no estaba echa para mí, yo sabía que no debía ni estar allí.
El tiempo se condensó hasta tomar forma, me moví pesadamente al ver llegar el tren que me llevaría lejos.
Muy lejos.
Vuelvo a notar sobre mi miradas indiscretas…en momentos como este odio mis cabellos dorados y mis ojos azules, que ha tanta gente parecen atraer.
Ni me molesto en mirarlos, escoria, eso es lo que son.
Yo solo quiero la mirada de una sola persona en mí, pero jamás la tendré, no más, no ahora.
Me apresuro en tomar asiento, no me gustaría pasar el largo trayecto de pie, sería demasiado extenuante, el trayecto es largo, muy largo.
O tengo libros para ojear, solo un mp3 con unas pocas canciones, pero me basta y me sobra para evadirme.
El paisaje se difumina en la ventanilla del vagón antiguo, así me gustan los trenes, viejos y cómodos, sin la frialdad de los de ahora, demasiado funcionales para mi gusto, todo demasiado perfecto, colocado concienzudamente, carentes de asimetría, perfectos.
Como odio esa palabra…perfectos…yo nunca seré así…nunca.
Y es por eso que huyo, como un cobarde.
El paisaje verde, el cielo encapotado presagiando tormenta, perfecto para el día, parece concordar con las entrañas más profundas de mí alma, oscura y atormentada por sentimientos contrariados.
Bufo y emito un leve suspiro de enamorado, parezco realmente un imbécil así, la gente se reirá de mí, un tío que va vestido a lo heavy, y que suspira como una mocosa enamorada, que asco me doy.
No quiero que se acabe el viaje, así no tendré que pensar en que haré después, mierda…Que estúpido soy…
Soy tan insoportablemente gilipollas…
¿Porqué hago las cosas sin razonarlas primero?
Ahhh….sus labios sabían a nicotina…
Joder…deja de pensar en esas idioteces, Mihael, pareces una niñata de quince años recordando su primer beso bajo un muérdago.
Pero…sabía tan bien…lo que daría por tenerlo bien…¡JODER! ¡YA VALE! Soy demasiado cerdo, madre mía…¿Qué clase de pensamientos insanos estoy teniendo con Matt?
Dios mío, no se en que me he convertido.
-¿Qué soy?-susurro.
-La persona a la que amo.
Abro los ojos de par en par, la tableta de chocolate que sostengo entre mis manos cae estrepitosamente y estalla en el suelo.
Estaba solo…en medio de aquella estación, acababa de bajar del tren…era imposible…¿Cómo había averiguado a dónde iría? Y lo más importante…¿Cómo había llegado allí a la misma vez que yo?
Lo miré de arriba abajo, su camisa de rayas…sus habituales gafas sobre el cabello pelirrojo…
Sus palabras resuenan en mi mente…más de lo que él se imagina.
He sido muy infantil, soy consciente de ello, le beso y luego me escapo, creyendo que el no siente nada más que amistad por mí.
Pero ahora que devora mi boca con sus gentiles labios que me da a probar su lengua en la mía mientras me abraza con demasiada pasión, como una película de amor…
Si, ahora que lo pienso, esto es un maldito beso de película. Aquí, en medio de una estación enorme, en el centro de ella, las personas pasan alrededor nuestro pero es como si su existencia no fuera más que neblina circundante, alrededor nuestro, pues…estamos solos.
Me agazapo más a su cuerpo…Matt…solo Matt…mi Mail…
Una vez nos separamos, él me mira con los ojos desnudos, desprovistos de esas molestas gafas que se los cubren casi siempre, su mirada refleja ternura…casi puedo sentir como me derrito contra esta…Ahora si que parezco una maldita colegiala.
Pero…ahora que lo miro…esta muy ruborizado…casi del mismo color que su cabello, eso me causa gracia, esta muy cómico.
-¿Cómo has llegado hasta aquí Mail?-al menos quiero saber eso.
-En moto.-me responde simplemente.
-¿Y cuántas multas te han puesto? –fijo que ha venido al menos a doscientos por hora en la carretera.
-No me han conseguido pillar, aún. Ya sabes…que iría al infierno por ti.-de nuevo baja la cabeza avergonzado, Dios mío, si sigue así lo violaré aquí mismo.
-Mail…no quiero que pienses que…-empiezo, sin saber bien como explicarlo.
-Ya sé que esto es un juego Mello, solo eso, no te preocupes por mí, sabré aguantar lo que me hagas, soy así.
Mi rostro se desfigura en una mueca, lo ha entendido al revés, pero eso, es un punto a mi favor.
Sonrío, pero esta vez, de verdad, esta vez sin cinismos.
-No es un juego Mail…esto ha ido demasiado lejos, demasiado.
Él parpadea sorprendido, justo lo que yo quería que hiciese, Oh…eso es lo que adoro.
Me abrazo a él y lo beso, y lo beso más y más, no es que me guste tentar a la suerte, es que lo necesito, necesito devorarlo, como el respirar.
Él me corresponde y le pone muchas más ganas de lo que es aconsejable en público, lo malo, es que si seguimos así, la gente se escandalizará.
Bah…¡Al diablo con la gente!
En fin, me parece que llevamos más de cinco diez minutos enroscándonos el uno en el otro apenas sin respirar, hasta me falta el aire, pero ninguno de los dos quiere separarse, no ahora.
Ni tabaco, ni chocolate de por el medio, ni esos asquerosos videojuegos, hoy, solo por hoy esas cosas no existen, aunque formen parte de nosotros.
Tras estar casi un cuarto de hora comiéndonos la boca del otro, decidimos salir a la calle, con los labios rojos de tanto usarlos.
Subo en su moto.
Lo agarro por la cintura.
Llueve.
Pero es como si el frío del exterior, no me alcanzase. Cierro los ojos, recostándome en su espalda. Una sensación de paz me invade.
Al fin llegamos al apartamento, viaje de vuelta, pero seguramente más placentero que el de ida.
Al bajarme de la moto el se pone delante mió, muy serio, me repasa el contorno de la cara con sus manos, me acaricia la mejilla, sigue lloviendo.
Mis ojos se tallan en la cortina de lluvia que nos une y separa al mismo tiempo.
Esto parece el diluvio universal…es una tormenta terrible.
Mis ojos de lluvia lo miran cobijándolo bajo el paraguas de nuestros sentimientos entrelazados.
Al llegar a dentro me pasa una toalla.
Y me empieza a desvestir…lentamente…me besa el hombro, le beso la frente, lame mi pecho, y yo aspiro el aroma de sus húmedos cabellos por la lluvia.
Como había empezado todo esto…Ah…si, eso, ¿A dónde nos lleva la vida?
En mi caso, entre sus brazos.
Rainy eyes.