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UNA NUEVA VIDA por lyra

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Pasea nervioso por la habitación que ya considera como suya. La casa es nueva y también los recuerdos.

Se asoma a la ventana y le ve de nuevo, se esconde tras la cortina para que no le vea, pero como si le hubiera presentido levanta su mirada y le saluda con la mano sonriendo.

Bill le devuelve la sonrisa pero no se atreve a saludarle. Por miedo. Cree que es pronto para eso, para abrir su corazón y que entre en el ese sentimiento que creyó perder una vez.

El amor.

-¿Bill? ¿Puedo pasar?

Corre hasta la puerta y abre para dejar paso a su padrastro, quien le mira antes de entrar, como pidiendo permiso.

Nunca entrará en su habitación sin llamar, por si le trae algún recuerdo doloroso, hasta que no se haya recuperado del todo. Aunque cree que ese día nunca va a llegar.

Bill le mira con timidez y le deja pasar. Sabe que puede confiar en él, y le agradece que siempre llame antes de entrar, aunque él no sepa el motivo.

-Han traído este paquete para ti-dice Gordon tendiéndoselo.

Bill lo coge sonriendo y lo abre rasgando el papel con las manos. Es de Gustav. Durante ese tiempo que se han tomado de relax, como así lo califica la prensa, se ha dedicado a recorrer el mundo y desde cada rincón del planeta le manda sus saludos.

Abre la caja con impaciencia y saca de ella una de esas bolas de cristal con nieve en ella. La da la vuelta y la agita hasta que la nieve comienza a caer cuando la pone derecha de nuevo. Sonríe mientras la observa y la agita más para que la tormenta de nieve se transforme en un vendaval.

-Gustav sabe como hacerte sonreír-dice Gordon ilusionado al verle tan feliz.

-No es el único-dice sin darse cuenta.

Gordon le aprieta el hombro con cariño y le deja solo para que siga disfrutando del regalo. Baja a la cocina y se reúne con su mujer, a la que abraza besándola en el cuello.

-¿Y eso?-le pregunta al verle sonreír.

-Me lo ha contagiado Bill. Últimamente sonríe mucho, y eso es muy bueno.

-Si, se acabaron las lágrimas, pero no las pesadillas.

-¿Todavía tiene?

-De vez en cuando, pero ya no me llama a gritos desesperado en mitad de la noche. Ahora tiene a otra persona que le sabe comprender y consolar mejor que yo.

-Tom siempre ha estado muy unido a él, es normal que le llame y le cuente sus males.

-Lo sé, pero es mi niño pequeño, y le echo de menos. Que me abrace pidiendo mi consuelo, aunque dedo estar agradecida de que ya se encuentre mejor. Que haya dejado atrás el pasado.

Gordon la abraza y hace que descanse la cabeza en su hombro. Así no puede ver la expresión de sus ojos. No ve en ellos que el pasado siempre perseguirá a su hijastro, porque está marcado para el resto de su vida y su mujer nunca lo sabrá.




Sale de su habitación y corre a la de su hermano, en la que entra sin llamar todo excitado.

-¡Mira lo que me ha mandado Gustav!-exclama sonriendo.


Tom deja el libro que estaba leyendo y le mira mientras lo esconde bajo la colcha de la cama. Ver a su hermano tan contento le hace sentirse muy satisfecho. Ve en sus ojos la alegría que un pequeño objeto le ha dado.

Mira su expresión y le recuerda a la misma que tenía cuando eran pequeños y todavía ni había comenzado su infierno. A veces Bill se mostraba como si fuera todavía ese niño de 13 años que no sabía lo que era el miedo.

Su padre mató su espíritu a esa edad, y ahora que se sentía libre es como si hubiera vuelto a nacer, como si partiera desde donde lo dejó.

Alarga la mano y coge el regalo que Bill le enseña. Lo agita de la misma manera que hizo él y sonríe al ver la nieve caer.

-Florencia-dice al ver la fachada del palacio Pitti en medio de la nieve.

-¿Cómo sabes que viene de allí?-le pregunta extrañado.

-Porque tienes un hermano muy listo-dice riendo.

Bill ríe con él y se sienta a su lado en la cama. Tom le atrae con un brazo y le hace tumbarse, sonriendo al ver que se recuesta sobre él sin miedo.

Eso era algo con lo que soñaba que llegara algún día. Que su hermano dejara de temblar cada vez que él le mirara o tocara, que se dejara abrazar como antes sin llegar a pensar que lo hacía para hacerle daño.

Suspira y cierra los ojos disfrutando de su compañía, de su proximidad. Peter le dijo que llevaría tiempo, pero estaba convencido de que Bill saldría de todo ese y volvería a ser el de antes.

Sobre todo porque cree que no sabe su secreto, que piensa que estuvo tanto tiempo en la clínica por sus trastornos alimenticios, cuando la verdad iba más a allá. Estaba allí para recuperarse y tratar de volver a olvidar que su padre abusó de él.

Solo Peter sabía su secreto, o eso era lo que él creía. No sabía que él y Gordon lo conocía. Que no le habían dicho nada a su madre para no hacerla sufrir.

Tampoco sabía que detrás de todos los obsequios que recibía de Gustav estaba él. Se lo pidió el día que vino a despedirse. Le dijo que a Bill le haría mucha ilusión. Gustav aceptó encantado, haría todo lo posible por ver de nuevo a Bill contento.

Le escribía a Tom en secreto, preguntaba por él y le decía lo que le había comprado. …l le sugirió lo de la bola de nieve, sabiendo que Bill sonreiría al verla.

Y había acertado. Esa sonrisa que tanto esfuerzo había logrado conseguir era su mejor regalo.

-¿Que hacemos hoy?-le pegunta acariciándole el pelo.

-¿Quedarnos así toda la tarde?-sugiere con los ojos cerrados.

-No sería mala idea, pero hace un día estupendo. Podíamos salir a dar una vuelta, a conocer algo del pueblo.

-Me da pereza levantarme, me siento muy a gusto así contigo-dice bostezando.

-Entonces de acuerdo, dejaremos el paseo para otro día.

Sabe que no puede insistir, que la medicina que toma su hermano le da siempre sueño, decide esperar a que se duerma para dejarle descansar más tranquilo.

Le abraza con fuerza mientras siente como se va quedando dormido lentamente, como su respiración se vuelve más suave y como suspira mientras sueña.

Pasado unos minutos, al ver que ya está profundamente dormido se levanta con cuidado y le recuesta mejor en la cama. Saca el libro que había escondido bajo la colcha y le tapa con ella. Se inclina y le besa la frente viendo como le sonríe dormido.

-Dulces sueños, hermanito-le susurra al oído.

Se levanta y echa las cortinas de su habitación. Va hacia la cómoda y guarda el libro en un cajón bajo su ropa interior. No quiere que su hermano sepa lo que está leyendo. Que vea que esconde un libro de psicología solo para poder entenderlo.

Entender porque un padre puede hacerle eso a su propio hijo. Entender como su hermano podrá seguir viviendo después de eso.




Baja a la cocina y se reúne con sus padres. Si, Gordon ya no es su padrastro, ahora ya es su único padre. Dejó de ser un extraño cuando le demostró que él protegería a su hermano, que lo hacía porque eran su familia y los quería.

-Está durmiendo-responde a la pregunta silenciosa de su madre.

Siempre es lo mismo. Le pregunta donde ha dejado a su hermano, que es lo que hace, y lo más importante, si ya se encuentra relativamente bien.

-Esas pastillas le hacen dormir todo el día, ¿no habría otras más suaves?-pregunta sentándose.

-Sabes que si Peter se las ha recetado es porque sabe que le harán mucho bien, aunque le dejen en ese estado-contesta Gordon mirándole.

Tom asiente en silencio. Sabe que en cierto modo son para que le hagan olvidar, para que pueda vivir en paz.

Empiezan a comer sin esperar a Bill. Saben que dormirá hasta muy tarde, que descansará su cuerpo para que no sienta dolor nunca más.




Bosteza sonriendo y se da la vuelta. No es la primera vez que duerme así de bien, y se estira en la cama muy contento.

-Buenas tardes, dormilón-le saluda su hermano.

Abre los ojos y sonríe al verlo sentado cerca de él.

-Lo siento, me quedé dormido y me perdí la comida-se excusa frotándose los ojos.

-Te he subido algo, por si te despertabas con hambre.

-Estoy hambriento-ríe incorporándose.

Tom se levanta y le pone la bandeja que ha subido en las piernas. Observa muy contento como su hermano devora la comida. Las pastillas además de darle sueño le han abierto el apetito, y sabe que después de comer no intentará volver a hacerlo.

Porque ya no hay ningún motivo que le provoque esa ansiedad que le hacía querer aliviar su estómago lleno.

Termina de comer y le retira la bandeja, viendo como sonríe de satisfacción.

-Ahora podemos dar ese paseo, si tú no estás cansado. Siento haberte robado la cama-le dice levantándose.

-Sabes que me gusta que vengas a ella, nunca te impediré descansar a mi lado.

Coge una sudadera y sale con su hermano. Pasan por su habitación y entra a por una chaqueta para él.

-Por si hace frío-le dice ayudándole a ponérsela.

-Que haría sin ti. Siempre preocupándote por mí-le dice besando su mejilla.

Bajan las escaleras y se despiden de sus padres, que están en el jardín.

Simone sonríe al verles juntos y muy felices.

-Bill está mejor cada día-le dice a su marido.

-David llamó esta mañana para preguntar por él-le dice Gordon conteniendo la respiración.

Sabe que su mujer piensa que es pronto para que Bill retome su trabajo, pero Peter le aconsejó que cuanto antes volviera a hacer su vida normal, antes se recuperaría.

-Solo han pasado unos meses, tengo miedo de que vuelva a recaer, que si yo no estoy para vigilarle vuelva a enfermar.

-Fíjate en Tom, no se separa de su lado nunca. Cuidará de él, y David no le quitará los ojos de encima. Puede empezar poco a poco, nada de largos conciertos.

-Me lo pensaré.




Atraviesan el jardín y giran a la derecha. Ante ellos se extiende una hilera de casas familiares, con los niños jugando en sus jardines y calles que se giran al verlos pasar con la boca abierta.

No porque los hayan reconocido, sino por sus maneras de vestir.

Tom destaca con su ropa ancha y las largas rastas rubias recogidas en una coleta bajo la gorra.

Bill a su lado parece más pequeño, con su ropa ajustada a su delgado cuerpo y el largo pelo negro alisado en esos momentos. Unas grandes gafas de sol cubren parte de su rostro. No se ha maquillado y procura que nadie le vea así.

Pasan por la casa que está al lado de la suya y Bill no puede evitar mirar hacia el jardín, en donde le vio desde la ventana, y sonríe al verle de nuevo.

…l se levanta la mirada al verlos pasar y sonríe también saludándole con la mano.

No puede evitarlo y le responde al saludo sin dejar de caminar.

-¿Le conoces?-pregunta Tom mirando hacia atrás.

-Solo de vista-contesta sonriendo más.

Tom se pone en alerta. Su sexto sentido no le ha avisado de que algo pudiera ir mal, pero él ha tenido una corazonada.

Vigilará más de cerca de su hermano. Y a ese chico también.

Porque no quiere que le vuelvan a hacer daño.

Porque no quiere verle llorar otra vez.

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