Vicio # 4: Cambio.
“Epilogo II.”
La primavera seguía en curso. Sasuke podía ver que efectivamente la primavera era la estación para buscar pareja o sólo procrear descendencia. Todas las criaturas del bosque habían sido tocados por el periodo de celo, menos él; sólo él no sentía esa necesidad.
Se suponía que algo en él debía cambiar: tenía que entrar en celo y buscar una compañera para aparearse. Pero nada. Él no sentía el más mínimo síntoma.
Tal vez, se decía él, era a causa de que no hubiera hembras de su especie por los alrededores, y las gatas monteses…eran muy salvajes para su gusto.
“Además ese estúpido de Sai está por allí, grrrrr.” pensó encrespándose de tan sólo recordar a aquel gato montes engreído; siempre se metía con él por ser un felino nacido en cautiverio.
¿Y si había algo mal en él? También solía preguntarse aquello.
Recordaba que tanto la colonia como su dueño, solían decir que su hermano no buscaba tener descendencia, porque había algo mal en él en cuanto a sus tipos de parejas. Nunca le explicaron bien el asunto, pero…¿Y si su hermano le había contagiado aquel mal?
- ¿Crees que haya algo mal en mí?—preguntó asustado a su compañero. Se encontraban tomando un descanso para bajar el almuerzo.
- No, estás perfecto dattebayo.—le contestó el kitsune sumamente embelezado.
Sasuke bufó. Desde hacía dos días su amigo venía con ese comportamiento. Lo miraba sólo a él, le hablaba sólo a él; en vez de voltear a ver a las hembras de su especie, quienes le coqueteaban descaradamente; era como si él se hubiera vuelto lo único en su mundo.
“¡Malditas zorras, largo!” dijo para sus adentros, mientras emitió un leve gruñido acompañado de una mala mirada, estos dirigidos hacía dos zorritas que estuvieron a punto de acercarse, pero que desistieron en el último momento y sólo se quedaron a la distancia.
- ¿Uh? Tú tampoco.—murmuró mientras volteó hacía Naruto—Tampoco has cambiado. Entonces tú tampoco has entrado en celo.
- ¿De qué hablas, baka? Estoy justo en medio de ese asunto ttebayo.—sonrió libidinoso sin dejar de mover su cola de forma inquieta.
El por qué aún no le había saltado al neko encima, y se venía conteniendo, era debido a que hacía días había entrado en etapa de cortejo con él, pero Sasuke al parecer no se enteraba y solamente veía sus regalos, y mimos como amistosos…Ciertamente, el minino se estaba ganando que le “atacase”.
- ¿En serio?—inquirió mirándole con desconfianza—¿Y por qué no estás tras hembras? Entiendo que las conejitas también te gustan, pero ni a ellas…
- Te equivocas. Sí estoy en busca de pareja…ahora mismo…gatito.—le dijo cerca de una oreja, antes de comenzar a lamérsela.
- ¿Ahora mism…? Eh, Naruto ya me bañé en la mañana, no…—ronroneó—…no necesito que me limpies.
- ¿Quién dijo que te limpiaba?
Ante ese comentario socarrón, el neko se separó del zorro. El último sonrió malicioso; al parecer ya había comenzado a comprender su comportamiento.
- No soy una hembra, ni siquiera soy un zorro, dobe.
- Baka, eso lo sé muy bien, pero Gaara tiene razón al decir que soy un zorro desviado.
- No importa. Debes buscar una hembra de tu especie, con la cual puedas tener cachorros.
- ¿Ese es tu rechazo?—interrogó lamiéndole la mejilla—Si yo hiciera eso…¿Estás conciente de que no podríamos seguir viviendo juntos?
El felino lo miró detenidamente. Sí, ya sabía eso de antemano; y sí, estaba aliviado de ver que Naruto no volteaba a ver a las hembras.
- Entonces pensé…—le susurró otra vez cerca en su oreja peluda, la cual no paraba de moverse inquieta, al igual que su cola negra.
- Pensaste…—ronroneó extasiado, dejándose llevar.
El astuto zorro sabía el punto débil del felino, por lo que cuando notó que desistía aprovechó para recostarlo en el pasto y posicionarse sobre él; ya el minino no se le iba a escapar.
- …Sasuke no debería de marcharse nunca si lo convencía de que fuera mi mujer.
Ante esas palabras el neko gruñó molesto y arisco, pero Naruto no desistió, no retrocedió a pesar de que el otro le estuviera clavando las uñas y se encontrara encrespado.
- ¿Quieres un cambio, o no?—le dijo antes de atacar de nuevo una de las orejas peludas.
- ¿Un…cambio?
El felino volvió a ronronear con intensidad. Sus orejas eran su punto débil, sí, pero debía de admitir que le encantaba cuando Naruto se las limpiaba; y justamente era al único que dejaba que se las acariciase.
- Yo te ofrezco este cambio, ¿Lo aceptas?
Sasuke se quedó pensativo bastante tiempo. Esa calidez que sentía al tener al cánido encima no sólo era física.
Visualizó a Naruto haciéndole aquello a alguna de esas zorritas merodeadoras y lo entendió: él tampoco quería separarse de Naruto, y por sobre todo, NO quería verlo con ninguna hembra, macho o alien; Si se convertía en su “mujer” esos problemas quedarían resueltos.
El zorro sonrió complacido cuando el neko lamió su rostro. Ya sabía que su minino no le diría nada con palabras, como también sabía que a pesar de la diferencia de especies y de la igualdad genérica, encontrarían la manera de salir adelante. Se tendrían el uno al otro y eso era lo importante.