Verano de 1986, Minato-ku
- Takarai-kun vuelve a llegar tarde – dijo uno de los chicos que estaban esperando en el Acuario de Osaka, en pleno barrio Minato – Seguramente su madre lo ha vuelto a retrasar...
- Esperemos que no se haya vestido de chica – rió otro a lo que el resto lo corearon.
- No os riáis – le defendió una de las pocas chicas – sabéis que a Takarai-kun le da vergüenza que mencionéis ese tema...
- ¿Qué tema? – preguntó el recién llegado, sonriendo a sus amigos de esa característica forma algo perruna, y la muchacha, al verle, se quedó callada, notando cómo los colores subían hasta la raiz de sus cabellos.
- Vuelves a llegar tarde – le recriminó uno de los chicos - ¿Qué ha sido esta vez?
- Sólo fui al practicante... – dijo, pero al ver que ninguno entendía de lo que estaba hablando, apartó el pelo (el cual empezaba a ser demasiado largo) de su oreja derecha y les mostró el aro plateado que pendía de su lóbulo - ¿A que es guay?
- No, no lo es... Los pendientes sólo los llevan las chicas...
- Y esos músicos tan raros que están saliendo ahora...
- Pues yo también los llevaré – contestó Takarai Hideto, de 17 años.
- Cada día eres más raro, Takarai-kun... – comentó otro chica, a lo que él sólo sonrió.
- ¿Nos vamos? – preguntó a sus amigos, puesto que habían quedado ese día para visitar el acuario, pero cuando disponían a irse, Hide sintió un empujó que lo tiró al suelo. Se giró para ver a su agresor y encontró a dos chicos, uno que se había detenido a su lado y otro que había pasado de largo.
- ¡Ken! – gritó el primero a su amigo - ¡Tienes que disculparte! – refunfuñó, indignado por su amigo, que ni si quiera se había detenido, y tendió una mano a Hide para que se pusiera en pie – Perdona a mi amigo – dijo haciendo una reverencia.
- No te preocupes... No me he hecho daño – pero a pesar de eso, Hide miraba a los dos chicos bastante enfadado.
El chico hizo una segunda reverencia y un segundo después, corrió tras su amigo Ken. Hide los miraba mientras se alejaban, sin escuchar a sus amigos quejarse y reírse de él.
Verano de 1986, orillas del río Yodo - Deja de tirar piedras al río, Tetsu-kun – le regañó su senpai distraídamente.
- Me aburro...
- Toma – Ken le dio a su kouhai el cigarrillo que tenía en la boca, mientras seguía practicando en silencio los acordes con su guitarra.
- No fumo – dijo Tetsu, cogiendo el cigarrillo y apagándolo en la hierva, donde estaba sentado.
- Eh, eso es caro...
- Mejor, así dejas de fumar.
- No voy ha dejar de fumar porque a ti no te guste, Tetsu-chan – Ken revolvió el largo pelo de su kouhai, aun sabiendo lo que le molestaba eso.
- ¡Ken-senpai!
- ¿Qué te preocupa? – le preguntó, al ver que se había callado repentinamente, y eso no era propio de Tetsu.
- ¿Por qué no hacemos una banda, Ken-senpai?
- ¿No tienes suficiente con Byston Well?
- Me refería a una banda de verdad, y tocar nuestras propias canciones...
- Sigue con tus canciones de Dead End mientras, y cuando termines tus estudios decides.
- Pero yo ya he decidido lo que quiero ser, quiero ser músico, ¡para eso no me hace falta estudiar!
- Claro, Tetsu-chan... Pero termina tus estudios primero... – Y de nuevo, revolvió el pelo del menor, haciendole rabiar una vez más
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