Capítulo Dos:
Un Secreto
¿Amor?
Pero… con su mamá y su papá no sentía de esa manera el amor que sabía que les tenía. Eran cosas completamente distintas, con ellos sentía como su pecho explotaba de calidez agradable –sobre todo cuando se dejaba hacer mimos por Mikoto- que no le molestaba en absoluto sentirla a cada instante. Con Itachi, eso era totalmente distinto, cierto era que sentía calidez, pero esa calidez le dificultaba el respirar, le dolía en lugares que ni siquiera eran tangibles por su pálidas manos, y tenía manifestaciones físicas similares a la de las niñas de la academia que no paraban de verle; ósea esos sonrojos extraños y esa vergüenza de la nada al ver a su hermano acercársele. Y le molestaba, le molestaba que de pronto y sin poder evitarlo haya empezado a sentirse de esa manera. Se sentía débil y expuesto.
Confuso, Sasuke expresó todas esas dudas a Itachi, quien apenas había acabado de enjabonarle y comenzó a lavarle el cabello. Sasuke cerró los ojos relajado ante el contacto.
—Es porque este amor es distinto Sasuke, este es amor de hermanos. Es especial y diferente —contestó restregando con fuerza el cabello para sacar el champú—. Es solo nuestro y de nadie más Ototo.
Sasuke sonrió sin entender a profundidad, simplemente porque la situación ameritaba que sus músculos se movieran. Itachi sabía que aún era muy pequeño para eso y por muy Uchiha que fuera hay cosas que simplemente no pueden evitarse, como el ser un niño sufriendo el amor platónico a los siete años de edad. O que el haya dejado esa etapa atrás y realmente estuviera enamorado.
—Así ésta mejor, enfurruñando como estabas te parecías al tío Makoto —Comentó para aligerar el ambiente, de nueva cuenta volvió a tomar la esponja y el jabón—. ¿Quieres refregarme la espalda?
Ya había perdido la cuenta de sus sonrojos, se sentía tonto ponerse de esa manera con su hermano, más no podía evitarlo. Se sorprendía a sí mismo admitiendo que Itachi era lindo, quizás la vergüenza de saber que algo no estaba bien aumentaba su nerviosa condición. No lo sabría jamás realmente.
— ¿Ésta bien así, hermano? —Preguntó frotando la esponja contra la piel de Itachi, miraba embobado algunas cicatrices que tenía en la espalda. Su hermano contesto con un “hump” conformista, sonrió satisfecho y comenzó a bajar por la espalda expandiendo el terreno lleno de blanca espuma—. Hace tiempo que no nos bañábamos juntos— comentó con nostalgia.
¿Cuándo fue la última vez que estuvo tan cerca de Itachi? Quizás hace tres o más años…No estaba seguro en verdad, pero desde que los deberes de su hermano como ninja aumentaron, su labor como su Aniki había disminuido dramáticamente. A veces, cuando todos dormían en la noche, Sasuke se dejaba llevar por esos recuerdos mezclando la alegría y la pena de no tenerlos más.
—Es verdad —contestó Itachi jugueteando distraído con su largo cabello—. Me alegra que lo recuerdes.
Se dio vuelta y le sonrió.
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Cuanto rato estuvieron allí tan cerca el uno del otro era imposible saberlo, solo era posible saber que fue bastante más que una ducha, por el denso humo que salía del cuarto y los golpes de Mikoto en la puerta que exigía que ambos salieran antes de que se derritieran.
—Sasuke —llamó Itachi mientras se ponía los pantalones, el chico le miró apenas logró ponerse la remera—. Esta conversación es un secreto ¿De acuerdo?
— ¡Sí! —afirmó asintiendo con fuerza, mojándose con la punta de su pelo húmedo.
Sin previo aviso, Itachi se acerco a Sasuke, quién creyó que le golpearía la frente como de costumbre lo hacía, y se asustó al no ver ninguna mano cerca de su rostro sino que el de su hermano rozando con un extraño cariño sus labios. Ya había perdido la cuenta, pero estaba seguro de que nunca en su vida se había sonrojado tanto como en ese día.
Contacto Maldito.
Ninguno fue capaz de resistir el reciente impulso que les invadía, Sasuke no entendía e Itachi recién comenzaba a adentrarse en ese mundo de la identidad sexual y de los gustos por otras personas. Fuera como fuera, buscaron más contacto. Lo querían. Lo necesitaban. Lo deseaban en ese preciso instante cuando sus cuerpos se confundían en uno solo.
Itachi se acerco otra vez a Sasuke, agachándose para quedar a su altura, le abrazo rodeando su cintura y le atrajó hacía sí, Sasuke confundido se dejo hacer. Ninguno pensaba, razonaba, solo se dejaban llevar por la mezquindad de los sentidos, quiénes reinaban en sus cuerpos y reclamaban solo sentir para ellos, por ellos. Eran solo emoción pura. Solo deseo. Solo Sasuke e Itachi encerrados en un baño lleno de humo.
Fue tímido, un contacto suave e inseguro entre ambos inexpertos, más Itachi por ser el mayor tomo control de todo. Despacio metió su lengua en la boca de Sasuke, juguetearon ambos dejando mandar al instinto, a su guía. Sasuke despacio y tímido rodeo a su hermano con sus brazos a la altura de sus hombros, dejando sus manitas reposar cerca de su pecho mientras que Itachi le envolvía cada vez más entre sus brazos, atravesando su cintura, envolviéndolo como un capullo.
—Nii-san… —murmuró cohibido cuando se separaron, sintiendo sus mejillas enrojecer con un extraño y reconfortante calor que comenzó a invadir su cuerpo.
—No digas nada, Sasuke —acalló colocando un dedo en su boca—. Este es nuestro amor, así se aman los hermanos, así nos amamos nosotros. Es nuestro secreto.
Nuestro. Ni de mamá. Ni de Papá. Ni siquiera de Shisui o de Naruto. Solo nuestro y de nadie más.
—Secreto… —murmuró embobado tocando sin querer sus labios con las manos, se sentía en el cielo.
Quería preguntar porque debía quedar así, quería saber porque si era amor de hermanos sus padres no podrían saberlo, pero algo dentro de él lo impedía; algo decía que así estaba bien y que hay cosas de la que sus padres no deben enterarse. Jamás.
El tiempo pareció avanzar a gran velocidad, estuvieron harto rato allí sin moverse, completamente rodeados por los brazos del otro. Protegiéndose, queriéndose como nunca antes lo habían demostrado. Pero nada dura para siempre, y nuevamente se vieron interrumpidos por la mano de su madre, quién preocupada porque nadie salía nuevamente golpeo la puerta con fuerza. Se separaron y regresaron a su tarea de vestirse, haciendo como si nada ocurría, aunque las miradas sonrojadas y llenas de vergüenza delataban lo contrario.
Itachi terminó de vestirse y acomodar su ropa, aún tenía su cabello suelto, se acercó a un espejo y comenzó a cepillarlo. Sasuke acomodaba sus calcetas y giró para ver que hacía su hermano. Y recordó su regalo que estaba olvidado en su habitación, lanzó una exclamación audible que provocó que Itachi le mirara con duda en la cara; se disculpó y dijo que le esperara allí y luego salió corriendo. Regresó al cabo de un rato con una enorme sonrisa en la cara, Itachi le esperaba en el mismo lugar sujetando con elegancia el cepillo en una mano.
— ¿Qué sucede Ototo-kun? —Preguntó con curiosidad ante la gigantesca y avergonzada sonrisa de Sasuke.
Con toda la rapidez que poseía, se abalanzo sobre Itachi y le atrapo en un suave y gentil abrazo gritando a todo pulmón ¡Feliz Cumpleaños! Pasada la momentánea sorpresa de tener a tu hermanito abrazándote como si se acabara el mundo, Itachi le correspondió el gesto y le acarició el cabello con cariño. Sasuke dejo de abrazarle la cintura y le mostró un pequeño paquete de colores brillantes; Itachi reparo en que la escena era demasiado similar a la utopía familiar con la que soñaba a menudo…Sobre todo ahora que realizaba trabajos como ANBU; sacudió la cabeza alejando esos pensamientos de su mente obligándose a recordarse y centrarse en su querido y pequeño hermanito menor que aún sostenía el paquetito con ilusión.
Tomó el paquete de sus manos, Sasuke se quedó estático esperando a que lo abriera. Dio vuelta el obsequio y lo abrió.
Enarco una ceja, y no pudo evitar sonreír.
— ¿Te gusta?
—Justo lo que necesitaba, Sasuke —dijo sin borrar su sonrisa, esas sencillas palabras hicieron que Sasuke olvidara su recato ninja y saltara como un niño pequeño e inmaduro, fuera de lo que sería el comportamiento de un Uchiha. Pero allí, en la privacidad del cuarto de baño esos detalles cínicos de familia no importaban. Después de todo eran hermanos, allí y donde fuera.
No importaba que se dejaran ver cómo eran realmente. Sasuke un niño con complejo de inferioridad que quería alcanzarle, y el, un niño obligado a ser un adulto antes de tiempo. No era justo…
Para ninguno.
— ¿Hermano? —Preguntó mirándolo con sus grandes ojos negros—. ¿Te lo colocarías para mí?
Se permitió botar la máscara del hijo perfecto que solía llevar a todas partes y dejo que una de sus más tiernas y cariñosas sonrisas adornara su rostro. Con extremo cuidado junto su cabello a medio secar y se lo tomo en su típica cola, luego miró a Sasuke para que este opinara como le quedaba.
—Se te ve muy bien, Aniki…Promete que lo usarás siempre.
Sasuke extendió su dedo meñique frente a Itachi, de nuevo el pensamiento utópico le asalto la mente, pero por ahora era mejor ignorar. Ignorar y aunque en ese instante dejarse llevar y ser quien debería haber sido desde siempre.
Itachi. Solo Itachi.
—Claro, lo prometo —acto seguido cerro su juramento apretando el dedo de Sasuke, quién parecía estar satisfecho con todo eso.
Salieron del baño dejando un rastro de humo detrás de ellos.
—Hermano… —titubeó Sasuke, Itachi distinguió nerviosismo en su voz.
— ¿Hump?
—Me gusta tener este secreto contigo.
Volvieron a besarse, esta vez con menos timidez y con mayor dedicación, ya pasada la primera vez, sentir los labios del otro eran algo maravilloso.
Dejando atrás con el humo un secreto que solo los hermanos conocen, y que es descubierto es las tardes aburridas de sol o después de los entrenamientos cuando Itachi le ofrece a Sasuke ducharse con él. La perfecta máscara de cinismo frente a sus padres, quienes inocentemente creían que la relación fraternal entre ellos estaba mejorando y se enorgullecían de ello.
Ja…
Si supieran.
Si tan solo supieran el amor de hermanos que ellos compartían. Itachi siempre sonreía ante este pensamiento y Sasuke le secundaba al comenzar a comprender lo que de verdad significaba lo que hacían, porque no le molestaba en absoluto.
Porque a ambos, hacer eso fuera de su amor, era ir en contra de las reglas de sus padres y del Clan. Era una distinción que les hacía únicos.
Y felices.
Continuará.