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LLEVAME AL CIELO por lyra

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Notas del fanfic:

Este fic lo escibi garcias a un juego que me propuso konoto (de la pagina de slash) en el que ella hacia de Bill y yo de Tom.
Hasta que entran en el baño, lo hemos escrito juntas, luego yo me encargue de ellos, mas que nada porque hasta allí llegó nuestro juego y después de varios meses y con su permiso lo redacté paar publicarlo.
Espero que os guste....y que os riáis un rato.

Bill suspira mientras se recuesta contra la pared del frío aeropuerto. Encoge las piernas y se las abraza con fastidio, pues llevaban casi 6 horas esperando un vuelo que parecía no querer despegar nunca.

Afuera la lluvia caía con intensidad, y parecía que no iba a dejar de llover en varios días. Debían regresar a casa. Los conciertos habían terminado pero allá les esperaban más actuaciones y entrevistas. Si no salían ese mismo día perderían una muy buena en el programa de mayor audiencia del país, como lo calificó David.

Otro, que en vez de estar allí con ellos se encontraba en su despacho bien abrigado mientras que ellos se morían de frío y también de hambre.

Tom pasea nervioso por la salsa de espera sin dejar de mirar el móvil, jugando con el para no tener que ver la cara de fastidio de su hermano. Por su culpa habían perdido el vuelo y ahora tenían que coger el siguiente, pero por culpa también del mal tiempo lo habían cancelado y ahora se encontraban allí encerrados.

Bill le ve pasar a su lado apresurado una y otra vez. Desde que perdieron el primer vuelo hará ya unas 5 horas no le había dirigido la palabra, desde que le había gritado y culpado por haberles hecho perder el avión.

Suspira de nuevo y se estira casi felonamente para desperezarse.

Tom levanta la mirada del móvil y ve como se estira su hermano. Se fija en sus ojos cerrados, en la sonrisa que ilumina su cara, en esos labios que se estiran al coger un poco de aire.

Deja caer el móvil porque al verle así un deseo cruzó su mente haciendo abrir sus manos y soltar el aparato, deseó ser ese aire que respiraba su hermano.

Bill escucha el ruido del móvil contra el suelo y abre los ojos arqueando una ceja. Se encoge de hombros y levantándose comienza a caminar por el largo pasillo de la sala vacía del aeropuerto, viendo a Georg desparramado sobre uno de los asientos.

Como era costumbre, Gustav no estaba por allí, seguro que se había buscado un rincón en el que poder estar solo, sabiendo que los gemelos se habían peleado lo más seguro era no ponerse en medio.

Tom se agacha a recoger el móvil sin dejar de ver caminar a su hermano de espaldas. No puede apartar la mirada de esas caderas moviéndose al compás de sus pasos.

Se levanta y se concentra en arreglar el móvil sin dejar de escuchar sus pasos alejándose de él.

Mientras Bill mira distraídamente las tiendas. La gran mayoría cerradas. Llega hasta una máquina de golosinas, saca unas monedas de sus bolsillos y observa la variedad de alimentos que hay en la máquina. No le apetece nada, más bien es por gula, y para tener algo que hacer.

Tom termina de romper el móvil y lo guarda en la mochila con enfado. Primero les hace perder el vuelo y ahora le rompe el móvil.

Si, ha sido él. Todo gira en torno suyo.

Como le odia por eso. Como le quiere por eso.

Ajeno a los pensamientos de su hermano, Bill se lleva un dedo a los labios mientras se decide entre confituras y unas gomitas. Elige las últimas, introduce la cantidad de dinero en la ranura y presiona el número, esperando a que el paquetito salga para poder tomarlo.

Tom se sienta en una de las sillas estirando las piernas. Dos sillas más allá Georg comienza a roncar con fuerza. Le mira con envidia, ojala pudiera él hacer eso, cerrar los ojos para no tener que ver a su hermano nunca más.

Bill sonríe al ver salir su codiciado paquete de gominolas y lo coge para abrirlo con cuidado, pues la última vez lo abrió con tanta euforia que los ositos de goma salieron disparados en todas direcciones y no pudo comer ninguno.

Camina a ciegas de regreso, con la vista fija en el paquetito mientras lo abre con esmero.

Tom cierra los ojos tratando de no oír, de no escuchar el ruidito que hace su hermano intentando abrir la bolsa de plástico. Le entran unas ganas enormes de quitársela de las manos para abrirla él y terminar así con tanto jaleo.

-Demonios….¡jodida bolsa!-maldice Bill bajo su aliento.

Se pelea con la bolsa que no se deja abrir mientras se sienta al lado de un dormido Georg ignorando sus ronquidos.

-¿Te echo una mano con eso antes de que te rompas una uña?-gruñe Tom con los ojos cerrados.

-Puedo yo solo, gra…ahg!!-se queja Bill viendo como se le dobla una uña en su intento de abrir la bolsa de las narices.

-¡Ja! Lo sabía.

Tom se levanta sin dejar de sonreír y de un tirón le arranca la bolsa de las manos y la abre sin esfuerzo.

-Gracias-le dice Bill entre dientes de mala gana.

Toma la bolsa de sus manos sin apartar la mirada de su uña lastimada.

-De nada, princesa-le responde Tom sin dejar de sonreír.

Bill le patea la espinilla mientras se mete una de las golosinas en la boca como si nada.

-¡Idiota! Encima que te ayudo-gruñe saltando sobre un pie y agarrándose el otro con las manos.

-Claro, macho man-pronuncia masticando el osito de goma mirándole sin inmutarse.

-Espero que se te atragante una de esas malditas chucherías-le dice apretando los dientes por el dolor-Pareces un niño chico comiendo esas cosas con tu edad.

-¿Y qué? Al menos yo no bebo como si el mundo se fuera a acabar para luego vomitar hasta mis pulmones en la mañana siguiente.

-Eso lo hacemos los mayores, quédate con tus gominolas.

-Como digas, borracho-dice poniendo los ojos en blanco.

Tom se aleja cojeando de su lado antes de que le diga algo de lo que tenga que arrepentirse más tarde, o hacer algo peor, de llegar a las manos, de cogerle por el cuello, de acercarse a esos labios que chupan esa gominola con tanta satisfacción…

-¡Joder!-exclama cuando se tropieza con la pata de la silla y cae al suelo.

Bill se inclina sobre el asiento y le ve caer. Se levanta y camina hasta donde se encuentra tirado todo lo largo que es.

-En serio, tan temprano y ebrio, fresita….algún día te va a dar cirrosis.

Le coge del brazo y le ayuda a levantarse.

-¿Te he pedido ayuda? Me sé levantar yo solito-gruñe Tom poniéndose de pies y soltándose de su mano.

-Si, se nota…..”Gracias Bill”-pronuncia con ironía caminado de vuelta a donde estaba.

Tom se vuelve a sentar en la silla en la que estaba con cuidado de no volver a caerse, no quiere hacer más el ridículo delante de su hermanito.

Bill sigue comiendo distraídamente, viendo a Georg que ronca ruidosamente. Sonríe de lado y se pone de pies.

-¿No puedes estarte quieto un segundo? Me marea verte de arriba a abajo todo el tiempo. ¡Siéntate de una vez y termina tus malditas golosinas!-le grita enfadado.

-Pues cierra los ojos y no me veas.

Coge una botella de agua que está al lado de su hermano y la abre.

-Esa agua es mía, no bebas por ella que me la llenas de babas-gruñe de nuevo.

-¿Quién dice que quiero tus microbios?

Se vuelve y mira como el bajista está con la cara al techo y favorablemente con la boca abierta. Sonríe con malicia y procurando no despertarle le echa lentamente el contenido de la botella en su boca.

-Pareces un niño, siempre haciendo travesuras-le dice sin poder evitar sonreír.

“Niño malo”-piensa para sus adentros.

Bill ríe disimuladamente esperando que el bajista vuelva a roncar de nuevo, atragantándose con el agua, despertando de golpe y escupiendo la mayor parte del agua mientras que él suelta una carcajada.

Tom no puede evitarlo y a pesar de su enfado ríe como su hermano al ver a su amigo medio ahogado.

Bill ve la cara eufórica de su hermano mientras le taladra con la mirada. Con altivo gesto levanta la mano y señala con un dedo a su hermano gemelo ante la furiosa mirada de Georg.

-No mientas, ha sido tú-le grita dejando de reír.

-Se está riendo-le explica a Georg-el primero que lo niega, es el primero del que no deberíamos confiarnos.

-No le creas ni una palabra, se está comportando como el hermano pequeño que es. ¡A ver cuando creces un poco!

Bill sonríe y le saca la lengua.

Al ver que ninguno de los dos parecía decir la verdad, aunque si la dijeran ni les creería, el bajista les da un golpe en la cabeza a ambos con sus nudillos.

-¡Joder! que eso duele un rato largo-grita Tom frotándose la coronilla.

-Pues te jodes-contesta Georg volviendo a su silla.

-¡Aw!-pronuncia solo Bill sobándose el lugar agredido-Eres un cavernícola.

Tom mira con odio a su hermano y se sienta lo más alejado posible de ellos. Primero la espinilla y ahora la cabeza. ¿Qué es lo siguiente que le va a doler?

¿Su corazón?

-Está mejor así-dice Bill sentándose de nuevo en su sitio.

Era más entretenido molestar a Georg que verlo dormir y oírlo roncar como un león con laringitis.

-¿Sabes? Deberías hacer algo con tus ronquidos, no debe ser saludable.

Tom ríe por dentro al oírle meterse con Georg. ¿No le dijo que se jodiera? Pues el que se iba a joder ahora sería él. Que aguantar a su hermano. Al final seguro que terminaba pegándole.

-O tal vez lo haces a propósito para molestar a la gente, o son tus genes de cavernícola-ríe Bill ante su propia broma.

“Venga, pártele la cara de una vez, que se lo está buscando, te lo está poniendo a huevo”-piensa Tom divertido.

Bill abre la boca para seguir, pero un empujón le hace caer de la silla en la que estaba, pero no se fue solo, alcanzó a pillar la camiseta del bajista, llevándoselo al suelo consigo, quedando uno encima del otro.

-¡La madre que lo parió!-suelta Tom levantándose corriendo.

Se acerca a ellos y trata de quitar esa mole de encima de su hermano, y si de paso le pega una patada sin querer no lo iba a lamentar.

Bill trata de respirar y de quitarse de encima a Georg, pero el enredo de piernas y brazos no le deja.

-Suéltale Georg, que le vas a hacer daño-grita Tom tirando de su brazo.

-Que no se hubiera metido conmigo.

-Quita…de encima, animal….no puedo respirar-jadea Bill.

-¡Se acabó!

Tom suelta la bajista y le empuja con todas sus fuerzas logrando quitarle de encima de sus hermano, pero con el impulso cae sobre él y su cara queda peligrosamente cerca de la suya, sus labios están a punto de rozarse.

-Que gran ayuda-le dice Bill mirándole fijamente a los ojos sin poder despegarlos.

-Te quiero….digo lo siento-tartamudea Tom.

Bill se sorprende y arruga la frente.

Tom se levanta deprisa de encima y le tiende una mano para ayudarle, pero se lo piensa mejor y agachándose le coge por los hombros y le levanta del suelo sin esfuerzo.

Bill se tambalea un poco, teniéndose que agarrarse a él para mantenerse en pies.

-No tan brusco-protesta.

-De nada, simpático.

Le suelta de golpe antes de que ocurra otro accidente, como que se apodere de sus labios sin importarle que el matón de Georg les mire desde el suelo donde sigue sentado.

-Anda bestia, levántate-le dice Bill al bajista riendo y pinchando su espalda con la punta del pie.

-Sigue así y estarás en el suelo otra vez, y esta vez no te pienso ayudar.

-Nunca antes me habías ayudado-le dice mirándole.

-Creo que lo acabo de hacer, te he salvado la vida de morir aplastado debajo de ese gorila.

-¡Que estoy aquí!-dice Georg levantando la mano.

-Cavernícola, por favor, que aún no se ha desarrollado lo suficiente.

-Si, tienes razón-le contesta Tom riendo-la pelea me ha dado hambre, ¿me das una de tus gominolas?

Bill las señala tiradas por el suelo, en donde cayeron siguiéndole tras el empujón de Georg.

Tom se agacha y cogiendo una la limpia contra su camiseta y se la lleva a la boca sin dejar de sonreír.

-¡Cochino!-le dice Bill haciendo una mueca de desagrado.

-Cosas peores me he llevado a la boca-le contesta encogiéndose de hombros,

-¿Cómo que?-le pica.

-Si yo te contara….,pero no lo haré, eres muy pequeño para oír ciertas cosas.

-¿Para qué?-deja de hablar haciendo otra mueca de asco-¡no me lo digas!

-No pondrías esa cara de asco si lo hubieras probado-le dice con una pícara sonrisa.

-No, gracias-le dice empujándole.

-¿Y eso a que viene? Podrías dejar de pegarme-le dice frotándose el brazo.

-No te golpeé.

-Me has empujado, que es lo mismo.

-Claro que no, si te golpeara haría esto-le vuelve a golpear el brazo-En cambio, hice esto.

Bill le empuja y Tom le coge del brazo para no perder el equilibrio, pero falla y se cae al suelo arrastrándole en su caída. Ahora es Bill quien está encima suyo, con su cara bien cerca de sus labios.

“¿Me atrevo?”-piensa Tom jadeando.

Bill le mira con fijeza, sin atinar a despegar sus ojos de los ajenos.

Tom levanta una mano y solo le roza la mejilla por unos instantes.

“¡Me atrevo!”

Le coge por la nuca y le atrae a sus labios.

Bill le mira dubitativo cuando le acaricia la mejilla, más se queda estático y sin poder resistirse cuando le atrae hacia él, uniendo sus labios sin previo aviso.

Tom gime contra su boca, empuja con la lengua para apartar la suya de en medio y entrar en esa boca que aún conserva el sabor dulce de las gominolas que antes se comió.

Bill entre abre sus labios por inercia, manteniendo sus ojos abiertos como platos.

Tom al ver que le da permiso entra más en su boca y le atrae a sus labios para que ese profundo beso no termine nunca.

-Mmmhmm…..-gime Bill sin pensarlo en la boca ajena.

Tom comienza a bajar una mano entre los dos cuerpos, llega hasta la cintura de sus pantalones y la mete por ella en busca de su presa.

Bill al sentirle se separa de golpe, empujándole y mirándole. Se le queda mirando en silencio, aún con los ojos abiertos de par en par. No puede ni quiere creer lo que acababa de suceder.

Tom le mira extrañado desde el suelo, más extrañado consigo mismo por lo que ha hecho. ¿Un beso? Vale, lo acepta. ¿Meterle mano a su propio hermano? ¡Eso ya es pasarse!
-Lo siento-logra murmurar carraspeando un poco.

Bill se lleva una mano a los labios por inercia, rozando con la punta de los dedos la comisura.

-No sé que me ha dado, ha sido la caída, me golpeé la cabeza y vi estrellas-continúa Tom con sus excusas.

“Las vi cuando te besé”.

Se levanta deprisa del suelo y tras murmurar una tonta excusa se va corriendo a los servicios.

Bill levanta un poco la mirada viendo como Georg les mira de la misma manera sorprendido. Se queda medio sentado en el suelo, viendo por donde ha desaparecido su gemelo.

Se levanta aún bastante sorprendido, sentándose en los asientos de la sala de espera con la mirada baja. Mira a Georg de soslayo, como pidiéndole ayuda.

-A mi no me no me mires, yo estaba bien a gusto durmiendo.

-Gracias por el apoyo.

Se levanta y camina hasta donde se fue su gemelo avergonzado.

Tom entra en los servicios y se lava la cara con agua fría. Solloza contra sus manos mientras lava de su cara cualquier rastro que haya podido quedar en él de su hermano.

Termina de lavarse y tras secar su cara se dirige a la puerta, pero se queda con el manillar de la mano sin decidirse.

No sabe si salir o quedarse hasta que despegue el maldito avión. No puede volver con ellos, le da vergüenza lo que ha pasado, y con Georg de carabina. Suspira y decide salir a dar la cara.

Abre la puerta de golpe y se encuentra cara a cara con su hermano.

Bill se queda quieto mirándole, ahogando el gemido que casi sale de sus labios.

-¿Querías algo?-le pregunta Tom nervioso.

-Yo…solo…..-tartamudea.

-¿Acaso venías a por más?-le pregunta furioso.

Bill se le queda mirando sin decir nada, solo sonrojándose por sus palabras.

-¿O es que ya no te diviertes con Georg? Es eso, ¿verdad? Has venido a reírte de mí un rato, te ha parecido muy gracioso que tu propio hermano te besara en los labios, y hasta que casi te metiera mano.

Deja de hablar para tomar aire, dándole tiempo que le insulte, a que le diga que es un enfermo por lo que le ha hecho. Pero sus labios no se mueven solo el inferior lo hace para temblar de emoción.

-No te quedes callado, dime a la cara lo mal que me he portado.

Bill grita desesperado. No se le ocurre otra manera de que se calle que apoderarse de sus labios. Y eso es lo que hace.

Le empuja dentro del baño mientras se apodera de sus labios. Le empotra contra el lavabo sin dejar de meterle mano. Recorre su camiseta hasta que se la levanta por el borde y le roza los pectorales.

Tom se deja llevar por la impresión, o más bien por el susto. Nunca pensó que su hermano reaccionara de aquella manera tan salvaje. Pensaba que con lo mal que se había portado le daría una buena bofetada, pero en vez de eso le estaba metiendo la lengua hasta la campanilla.

Sube sus manos que había dejado quietas a su costado y le acaricia la espalda. Las sube más arriba hasta rozar las puntas de su pelo. Tira suavemente de él hasta conseguir que abra su boca, entonces se apodera de ella expulsando su lengua.

Es su turno. El ya se ha divertido un rato y ahora le toca a él probarlo. Le lame el labio inferior y entra en su boca con gran pasión. Acaricia ese piercing que cada vez que sonreía se asomaba travieso entre sus dientes, allí solito prendido en esa lengua tan suave y rosada.

Bill cierra los ojos y gime contra su boca. Saca las manos de su camiseta y las lleva hasta sus mejillas, acariciando esa cara que es igual que la suya, notando como su piel se pone tensa bajo sus yemas.

Siente que las rodillas le flojean, si no coge aire pronto se caería a sus pies, aunque dudaba que su hermano le dejara caer.

Se aferra a su cuello y levanta una pierna enroscándola en las suyas. Frota su entrepierna contra la suya, la siente ponerse dura y palpitar contra él.

Ahora es el turno de Tom de gemir. Sabe que si sigue así acabará con una buena erección provocada por el roce del cuerpo de su hermano. Saca la lengua de su boca y le separa la cara con las manos.

Ve como la echa hacia atrás ofreciendo su dulce cuello, sobre el cual se inclina y deja húmedos besos.

-Tenemos….que…parar….ya….-dice tras cada beso.

-Siempre me cortas la diversión-suspira Bill bajando la pierna.

-¿Es eso lo que has hecho? ¿Divertirte a mi costa?-le pregunta enfadado.

-Solo quería saber porque me habías besado, y ahora lo veo con claridad.

-¿Y que es lo que ves?

-Lo mucho que de mí te has enamorado.

Tira de su camisa y le acerca a sus labios. Vuelve a besarle para que vea que él también siente lo mismo.

Tom le abraza fuertemente y se entrega a ese beso sin hacer caso de la voz que les llega desde un altavoz.

Pero su hermano si la ha escuchado y se separa de él lentamente.

-Es nuestro avión. Despegará en media hora y hay que ir a embarcar.

-¿Para que quiero un avión si tú ya me has hecho volar?-susurra Tom contra sus labios.

-Si seguimos así el cavernícola vendrá a buscarnos-le dice con una sonrisa.

Tom gime de frustración y le suelta para que se arregle la ropa. No sabe como lo ha hecho pero tiene la camiseta subida hasta la mitad del pecho. Besa su vientre antes de que se la baje del todo y le da una mano.

-¿Listo?

Bill asiente y coge su mano. Salen del baño y en cuanto llegan a donde Georg les espera se sueltan despacio.

-¿Ya lo habéis arreglado?-les pregunta sonriendo de oreja a oreja.

No le contestan. Cada uno va a recoger sus mochilas y se preparan para subir a ese avión que tanto tiempo se ha retrasado.

-¿Me he perdido algo?-pregunta Gustav al verles las caras.

Acaba de venir de donde quiera que se hubiera metido. Georg le mira y sonríe como diciendo “si yo te contara”, pero viendo la expresión de los hermanos decide callarse, guardará su pequeño secreto.

Además, solo ha sido un inocente beso, ¿o es que se van a pasar todo el vuelo besándose?

Se dirigen a la puerta de embarque y por fin suben al avión. Cada uno ocupa sus asientos. Lo gemelos se sientan juntos como de costumbre. Se abrochan los cinturones y se quedan mirando esperando a que le avión despegue.

-Aquí estamos otra vez-le dice Tom sin dejar de sonreír.

-¿Aquí? ¿Dónde?-le contesta sin comprender.

-A punto de volar otra vez.

Estira una mano y le roza el labio. Bill sonríe y besa ese dedo antes de que lo retire. Les espera un largo vuelo, pero saben que hacer para combatir el aburrimiento.

Sus miradas se desvían al baño del avión. Bill asiente pensando que en cuanto el avión despegue se va a poner malo de repente, y su hermano le acompañará al baño para ayudarle.

El avión comienza a rodar por la pista. Cada vez coge más velocidad disponiéndose a despegar.

Los gemelos se cogen con fuerza de la mano. Están nerviosos por el despegue, porque saben que una vez en el aire volverán a sentir como sus cuerpos flotan por el cielo, volverán a sentir en sus labios el roce de los de su igual.

Volverán a sentir que se quieren y que nunca más se van a volver a pelear.

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