Todo paso tan rápido...las cosas no salieron como yo esperaba. Que coraje me dio verte en esas noticias insensibles y amarillistas. Matt! Mi Matt tirado en el asfalto...cubierto de balas... bañado en sangre. Sentí que algo se desprendía de mí. Pero el objetivo estaba marcado. Ella, la mujer despreciable estaba en la parte trasera del camión como acordado. Entonces todo fue silencio.
El frio del viento apenas se sentía y todo se detuvo. Perdí el control del vehículo como si ni siquiera me importara sostener el volante. Los ruidos ensordecedores del metal retorciéndose. Cuando me corazón se hubo detenido supe que era el final. Deje mis parpados pesados rendirse ante todo. Kira había ganado. Near había ganado. Matt estaba muerto y todo se había ido al diablo. Mi frente se estrello contra el tablero y el cielo se nublo por completo.
No sé cuánto tiempo paso pero pareció un segundo que duro eternidades. Cuando abrí los ojos no podía creer lo que veía. Te acercaste a mí con aquella sonrisa fresca de siempre. No tenías ni un solo rasguño. Bendije al mismo cielo al que había escupido hacia un rato. Todo había sido un sueño. Quizá seguía soñando. Tú me sostenías entre tus brazos... como aquella vez. Me llevabas contigo. Me subiste a tu auto que parecía recién salido del garaje. Ni la sombra de aquello que alcanzaba a divisar borrosamente perforado por cientos de balas de algún alto calibre en medio de una calle que ya no podía recordar.
Tus ojos eran de un verde tan intenso que sentía que me desfallecía. Querías hablarme... pero tus labios solo me ofrecian una calida sonrisa. Donde estaba tu voz? La necesitaba. Sentí la horrenda urgencia de saber si no era el cielo en donde estaba y todo esto no era más que un sueño.
Nos movíamos. Recuerdo haber preguntado en mi mente hacia donde íbamos pero en realidad no importaba. No me importaba para nada porque solo quería estar contigo. Justo cuando pensé que jamás volveríamos a estar juntos. Entonces me recargue en el asiento mirando hacia arriba por la ventana abierta del clásico rojo. Allá afuera el cielo era del azul oscuro más hermoso que alguna vez hubiera visto. Las Llamas a lo lejos casi no se veían. Todo era como aquella vez. Solo que ahora había una niebla muy espesa que borraba todo aquel dolor de mi cabeza. Por un segundo divague sobre aquellos astros testigos de nuestra huida.
Volví a cerrar los ojos. Me costó mucho trabajo porque tenía mucho miedo. Temía que si los cerraba todo volvería a ser como antes. Temía volver a verte inerte en aquella cama de concreto. Entonces volvieron a mi mente aquellos buenos tiempos. Fue cuando sentí que mi voz se aclaraba en mi garganta. Entonces pude nombrarte. Era algo débil puesto que creo que no podías escucharme aun. Pero yo quería decírtelo. Aunque me callaras enojado diciéndome que no hablara mas. Desee escucharte molesto diciéndome esas palabras. Pero no ocurrió. Solo volteaste a verme de nuevo. Con aquellos ojos que podían iluminarlo todo. Asentiste y continuaste tu camino. Con cierto tono melancólico mi voz escapo de mis labios y me perdí en mis recuerdos.