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La enfermera Shuichi por ale-chan

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Notas del fanfic:

es mi segundo fic, el primero gusto! espero q este tambien sea de su agrado.

grax por los comentarios, me hicieron muy feliz.

kisses ^^

pd: los personajes no son mios, los tome para crear esta mini historia ficticia... insisto, ojala fueran mios T-T

 Era una de esas noches en las que la lluvia era incesante, una lluvia helada y molesta, de esas que parecen afectar hasta a los huesos. Exactamente eran las 10 P.M., y por la calle se podía ver una sombra deambulando, con paso apurado, para poder llegar a su departamento y dormir en su tibia cama junto a su koibito. Aquella persona estaba helada, totalmente empapada, con un cigarrillo apagado en la boca, y cargando una bolsa llena de bebidas.

 

-Maldito clima -refunfuñó tirando el cigarro en la calle- justo hoy tenía que llover así.

 

 

 

 

En el departamento se encontraba un joven nervioso, vigilando a cada rato la cena que con tanto esfuerzo había preparado.

 

-¿Dónde estará Yuki? -se preguntaba a cada momento, con aire preocupado pero ansioso- afuera está terrible…

 

De pronto se escuchan pasos aproximarse y el forcejeo de la puerta, con intentos para abrirla.

 

-Ya llegué… -escuchó de repente el pelirosa, quien acudió rápidamente a recibir a su escritor.

 

-Pero Eiri… ¡estás empapado! ¿Dón…? -no pudo acabar de hablar, el cuerpo de Yuki cayó bruscamente al piso- ¿Yuki?... ¡respóndeme Yuki! -gritaba desesperado Shuichi, apartando las bebidas que se encontraban esparcidas por el suelo.

 

-Ya no grites… -murmuró Eiri agitado- sólo… haz algo... -y pronto cerró los ojos, siendo la mirada preocupada de Shuichi lo último que vio.

 

 

 

 

 Ahora el ambiente era tranquilo, no se escuchaban las gotas de lluvia caer. Yuki sintió un extraño aroma en el aire… hechicero pero molesto. Pronto empezó a oír voces, y pasos de ir y venir.

 

-¿Yuki-san? -sintió que le murmuraba una voz femenina muy agradable, que desprendía un aliento fresco y delicioso.

 

-¿Mmm…? ¿Dónde estoy? -preguntó intentando levantarse, pero un dolor en el pecho lo detuvo.

 

-Se encuentra en el hospital, ayer un jovencito lo trajo muy desesperado… comenzó a gritar pidiendo ayuda por todos lados -respondió la doctora con tono gracioso, Yuki no contestó, sólo sonrió- pero no se preocupe, dijo que vendría en cuanto acabe unos ensayos…creo que un hombre estaba apuntando su cabeza en ese momento…

 

-Dígame, ¿qué es lo que tengo? -preguntó indiferente, mirando hacia la ventana.

 

-Bueno, una terrible neumonía… no es bueno andar vagando por la calle cuando llueve de esa manera, y menos durante el invierno. Deberá quedarse unos días aquí, luego le recetaré unos medicamentos y ya estará bien.

 

-Gracias… -susurró observando las enceguecedoras luces.

 

 

 

 

Ya habían pasado tres días y Yuki no tuvo ni señales de Shuichi... “¿qué es lo que le habrá sucedido?” Pensaba apenado el escritor, ya aburrido de no estar con el pequeño. Lo cierto es que al pelirosa lo tenían aprisionado en los estudios, haciéndolo ensayar y cantar sin parar… ¡durante tres largos días! Sus crueles compañeros no le creían acerca de la delicada situación de Eiri, pensaban que era sólo una mentira creada por él con la excusa de así no ensayar… Shuichi sentía que iba a enloquecer si no veía a su amado escritor.

 

Pero Yuki en verdad se sentía mal, y eso le parecía estúpido… ¿era un nuevo sentimiento?... no, sólo le parecía extraño el hecho de que era la primera vez que se sentía triste por la culpa de Shuichi. Cerró los ojos dispuesto a dormir.

 

-Shuichi… -murmuró con la voz entrecortada, y una lagrima solitaria que recorría su mejilla derecha- ¿por qué?... yo… te necesito.

 

Pero, ¿qué sintió en ese momento?, eran pasos que cada vez se hacían más cercanos y ruidosos. De repente, gritos… una voz chillona que pronunciaba su nombre.

 

-¡Yuki!, ¡Yuki!, ¿dónde estás, Yuki?

-Espere joven, no puede ingresar así, ya es medianoche.

 

-¡Déjenme pasar!, ¡quiero a mi Yuki! -insistía el cantante empujando a todo el personal. Se escuchó un fuerte golpe de puerta- jeje, los dejé atrás -dijo agitado, y puso cerrojo a la puerta. Se acercó a la cama, en donde Yuki fingía dormir- ¿Yuki? hey, despierta -exclamaba ahora bajito, al oído del rubio.

 

-¿Dónde… dónde estuviste durante este tiempo? -preguntó con tono de enfado, volteándose para mirar al menor. Shuichi empezó a sollozar y a hacer pecheritos. Se sentó al lado de Yuki y tomó una de sus blancas manos, la cual estaba muy fría. La rodeó entre las suyas y se la llevó a la boca para brindarle de aliento tibio y así poder calentarlo un poco.

 

-Gomene Yuki… hice todo lo posible para venir, pero me detuvieron y… -soltó las manos del rubio y se arrojó encima de él, abrazándolo fuertemente- ¡perdón Yuki! ¡Por favor, perdóname!

 

-En verdad… te necesitaba Shuichi -susurró Eiri acariciando los cabellos del pequeño- debía tenerte a mi lado -continuó, ahogando los sollozos.

 

-En verdad lo siento, fui un estúpido -agregó el cantante resignado, besando las mejillas acaloradas del mayor, tal vez producto de la fiebre- de sobra sabes… que siempre voy a estar, lamento tanto haberte fallado.

 

-No importa ya, me alegra que estés aquí -añadió Eiri en una sonrisa. Acarició los cabellos rosados y delineó los finos labios de Shuichi con su índice. El pequeño se acercó instintivo y unió sus labios con los del escritor- mi lindo Shu…

 

-¿No vas a castigarme, cierto? -cuestionó el pelirosa preocupado, mirando directamente los ojos dorados que tenía en frente.

 

-Claro que sí, has mejorado mi humor… sí o sí Shuichi será castigado -dijo por último, pausada y seductoramente.

 

Shuichi asintió y comenzó a quitarse la camiseta, pero en ese momento Yuki lo tomó por el brazo y con la mirada, le señala un uniforme de enfermera que estaba colgado en un percherito. El koibito bajó alegre de la cama, tomó el uniforme, y se dirigió detrás de las cortinas para cambiarse.

 

-¿Y bien? -preguntó Yuki luego de varios minutos de espera, y el menor no se hizo esperar más. Se presentó con un sensual atuendo que consistía en una camisa blanca simple, una falda del mismo color, medias largas y zapatillas; llevaba el cabello sujetado por dos coletas a ambas parte de la cabeza. Se acercó hasta el pie de la cama con una maléfica sonrisa, allí se subió y se aproximó a Yuki gateando, imitando a un gatito. Quitó las mantas que cubrían a su koi y se sentó entre las piernas abiertas  del mismo. Se besaron larga y ferozmente, logrando una casi guerra por quien metía más adentro la lengua y lograba explorar más, se intercambiaban saliva a cada momento, era un acto lleno de desesperación… de lujuria.

 

-Mi Shuichi luce precioso así -murmuró el rubio casi sin respiración, una vez que se separó de los labios del pequeño, seguidamente lo tomó de la cintura  y arrimó el cálido pecho a su rostro. Comenzó a desabotonar la camisa con la boca y luego a lamer el torso moreno del joven. Se detuvo especialmente en los pezones, donde empezó a morderlos y a pellizcarlos con frenesí. Los gemidos de Shuichi se presentaron rápidamente.

 

-¡Ya Yuki! ¡Para un poco! -rogaba el pequeño aferrándose a los cabellos dorados del novelista, quien no hizo caso y continuó, pero ahora lamiéndolos con dulzura.

 

-Está bien… -dijo deteniendo su acto y subiendo la falda de Shuichi- ahora quiero que me muestres como lo haces tú solito.

 

-¿Eh? ¿Doshite?

 

-Porque simplemente quiero ver que cara pones mientras te das placer tú mismo… ¡no debo darte explicaciones baka!

 

Shuichi sonrió con maldad  y levantó su corta falda blanca. Lentamente comenzó a masajear su propia erección, mientras separaba más las piernas. Los movimientos se hicieron rápidos, y pronto empezó a ayudarse con su otra mano.

 

-¡Ahh Yuki, Yuki!... -gritaba sin control, mientras hacía gestos provocadores a propósito, sólo para causar que su koi se excite más- me gusta mucho, mucho!

-Se nota… -apenas pronunció el mayor, sintiendo ganas de hacer lo mismo que su chico, pero de pronto el semen del peque manchó su camiseta- mmm… eso no está bien -dijo mirando su vientre.

 

-Ah Yuki, lo siento… es que no pude contenerme… -dijo agitado el cantante.

 

-Yaaa, deja de hablar -le interrumpió mientras lamía los dedos del pelirosa, que estaban chorreantes del semen, en cuanto acabó, se acomodó mejor apoyando su espalda contra el respaldar de la cama- ven aquí… quiero darte algo.

 

Shuichi se acercó lentamente, algo ansioso, mirando la entrepierna de Yuki.

 

-No seas glotón, ahora mismo te daré una vacuna… -dijo riendo y desatando sus pantalones. El pelirosa miró con inocencia, esa de la que ya no le quedaba mucho, y le dio la espalda, luego se sentó sobre él, haciendo que la dura erección del rubio entrara de manera brusca y dolorosa.

 

-¿Y… bajarás? -susurró, luego empezó a besar el cuello de Shuichi de forma lenta y tierna. Después tomó la erección del pequeño para así incitarlo a continuar con lo que empezó. En cuestión de segundos, Shuichi se derramó en la mano del escritor y notó que Yuki ya había entrado por completo en él. Entonces, ya muy desesperado, empezó a bajar y a subir como loco, estirando los brazos hacia atrás para aferrarse del cuello de Yuki, lo cual no le era muy difícil, ya que Yuki jalaba abruptamente de ambas coletas que el pelirosa se había hecho.

 

-¡Ay Yuki! Esto es muy… ahhh… ¡quiero más y más! -y mientras más gritaba, más hondas eran las bajadas salvajes que daba- ahhhh, no quiero parar, ¡no quie…! -pero aún así, lo hizo. Fue un orgasmo que jamás sintió, nunca Yuki había entrado tan profundo y tocado tantas veces seguidas aquel lugar que le producía un infinito placer. Podía sentir la erección de Yuki como nunca, tan dura y grande que le causaba más éxtasis que dolor. En el momento de su tercer orgasmo, su koi tuvo el primero y único, y fue dentro de su entrada, lo cual le encantaba a Shuichi, porque sentía una calidez inigualable… y se sentía tan delicioso escuchar gemir a Yuki en su oído.

 

-Oh Yuki… fue increíble, estabas tan adentro mío… -murmuró recostándose entre las blancas sabanas, manchadas se semen y de sudor… y claro que de lágrimas de Shuichi.

 

-Mjú… lo sé, tú estabas hambriento en verdad.

-Ay, es que no me puedo controlar… -dijo apenado- ¡ah Yuki! ¿Crees que nos hayan escuchado?

 

-Claro que sí, tratándose de ti…

 

-Ah, no seas malo, yo no tengo la culpa de excitarme tanto… ¡es tu culpa! -gritó tocándole la nariz.

 

-Yaaa… cállate baka… -susurró acariciando el sereno rostro de Shuichi- en verdad me hace feliz que estés conmigo… me la pasé muy mal sin ti… cuanto te amo idiota -y finalmente se dieron un beso muy diferente al primero, este era un beso lento y sensible, lleno de caricias, pequeñas lamidas en partes sensibles del cuerpo y susurros amorosos al oído- si vas a comportarte siempre así, caminaré todas las noches heladas de lluvia

 

-No digas eso… esta vez es mi turno.

 

Notas finales: espero q les haya gustado!

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