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Rumores por crimsonShadow

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Notas del fanfic:

HISTORIA EN PERÍODO DE REEDICIÓN

 

Era la hora del receso y otra vez él estaba dentro del aula. Era un día espléndido de primavera, pero sabía que desde el patio no podría darse los lujos que sí desde su posición. Su blanco rostro se apoyaba en uno de sus brazos sobre el alfeizar de la ventana y sus ojos marrones observaban embobados hacia las canchas de volley. Un saque fuerte desde el fondo de una de ellas le confirmó que él era perfecto en absolutamente todo.

Su corazón se aceleró al verlo sonreír abiertamente al ganar la jugada, y se obligó a incorporarse levemente cuando sintió los ojos miel posarse sobre él, su dueño sonriendo ahora en gesto de saludo.

Una ligera brisa entró por la ventana alborotando su cabello castaño, trayéndolo nuevamente a la realidad, recordándole que podía haber hecho más que sonrojarse, pero era tarde ya que el chico rubio había volteado nuevamente al no haber finalizado el partido aún. Estuvo apunto de volver a perderse en sus movimientos cuando el ruido que hizo la puerta al chocar con la pared lo distrajo.

-¡Kamiil! -No hacía falta que se fijara quién era el que lo llamaba, ya que en el colegio eran unos pocos los que no lo apodaba ‘Madi' debido al legado que le había dejado la popularidad de su hermano. De todos modos volteó, justo a tiempo para recibir el cuerpo de su amigo que, literalmente, se le acababa de tirar encima.

Cuando el moreno vio hacia dónde estaba mirando Kamil anteriormente, soltó una risita abrazándose a su cuello-. ¿Enviciándote desde temprano? -preguntó algo mordaz, claro que sólo por molestarlo.

-¡Cállate! -le espetó algo molesto tratando de separarse en vano, luego soltando un suspiro respondiéndole la sonrisa-. Y quítate que me entorpeces el espectáculo.

Allan era su mejor amigo desde que tenía memoria. Habían sido vecinos desde siempre y, aunque en diferentes cursos, asistían al mismo instituto, lo que había ayudado a mantener firme la relación durante los dieciséis años de vida que tenían.

-No creo que sea el mejor modo de tratarme, Kami -le dijo falsamente dolido, acomodándose mejor sobre sus piernas aún rodeando su cuello-, y menos si quieres saber de algo que me enteré -concluyó Allan con tono misterioso pegando la nariz a la de su amigo.

-Ya no te creo cuando dices que algo es interesante, Al -le respondió divertido, sin apartarse ahora.

-¿Y si te dijera que se trata sobre Andy... y que te involucra a ti... sentimentalmente hablando? -preguntó por partes para darle más emoción según él, finalizando con una sonrisita al ver la mirada del otro.

-Dime... ¡Dime, dime, dime! -exigió el castaño lleno de nervios.

-Recuerdas a Nadir ¿verdad? -tras recibir un enérgico asentimiento, continuó-. Él oyó decir a tu amor que le gustabas -explicó el moreno, mirándolo fijamente por si acaso no había entendido la gran importancia del asunto.

-¿Qué... qué dices?

-Lo que oíste, Romeo. Por fin has logrado hipnotizarlo de tanto mirarlo -bromeó.

-¡No! Quiero detalles de la conversación -dijo el castaño al borde de la desesperación, sin poder ocultar el brillo en su mirada.

-Según me dijo, lo escuchó hablando con un amigo en los vestuarios.

-¿Y cómo fue? ¿Qué dijo? -No. No era posible. Alguien como Andrew jamás se fijaría en él. Ni siquiera sabía que le gustaran los chicos. Aunque si lo pensaba... gestos como la sonrisa de hacía un momento se habían dado antes- Vamos a hablar con Nadir, seguro que tu exageras como siempre -le criticó el de ojos marrones, aunque interiormente emocionado.

-Me entristece que no confíes en mí, Kamil -fingió nuevamente estar dolido, besándolo fugazmente para luego levantarse de sus piernas, tirando de su mano para que lo siguiera.

Para suerte del castaño, que estaba que moría de la ansiedad, no tardaron tanto en hallar al amigo de Allan, quien se caracterizaba por estar con todo el mundo y con nadie a la vez. Siempre se enteraba de todo y era el típico referente de "lo sé de una fuente confiable".

-Nadir, cielo -habló el moreno, soltándose de su amigo para colgarse del cuello del otro como si no pudiese estar sin ese contacto-. A Madi está a punto de darle un ataque y no me cree lo que me has dicho -se quejó con él como si así fuera a castigar a Kamil en su defensa, riendo luego.

-Nadie más se enterará de esto ¿de acuerdo? -habló en tono bajo como si lo que iba a mostrarle fuese información confidencial-. A ti no te cobraré porque traes cupón de descuento -se rió también, refiriéndose al estorbo en su cuello, como solía llamarlo para hacerlo enfadar-. Ven -lo guió hacia un rincón bastante apartado para evitar que alguien más oyera aparte de ellos tres. Sacó su teléfono móvil y comenzó a apretar muchos botones-. Lo grabé empezado porque no sabía qué sería, aunque sí que valió la pena.

 

-Sí, sí. Lo prometo -dijo una voz.

-Recuerda que también dijiste que seguirías siendo mi amigo -secundó la voz, que Kamil reconoció como la de Andrew.

-Sí, hombre. Ya habla -animó la primera voz.

-Madi. Me gusta... y mucho -murmuró la voz del rubio.

-¿Bromeas? Pero si ni lo conoces...

-Lo sé. Sólo lo he visto un par de veces y nunca hablamos, pero podría ser amor a primera vista y... -la grabación terminó.

 

-¿Por... por qué lo detuviste? -preguntó extrañado el castaño.

-Creí que me descubrirían -sonrió Nadir, sin darle importancia a Kamil, besando la mejilla del moreno que le sonrió de la misma manera boba en que el de ojos marrones le sonreía a Andrew-. Te llamo esta noche -le dijo bajito luego alejándose.

-¿Estás más tranquilo ahora? -preguntó Allan a su amigo, volviendo a su cuello.

-¿Tranquilo? ¡¿Cómo quieres que esté tranquilo?! -Empezó emocionado el de ojos marrones-. Tú sabes más que nadie lo mucho que me gusta y... y... no puedo creerlo -finalizó, también abrazándose a él.

-Quizá debas acercarte tú primero -opinó, feliz por verlo así.

-Me conoces. Claro que lo haré, pero esperaré a que él me hable -informó sin poder evitar esa enorme sonrisa que se escapaba de sus labios.

En ese momento la campana anunciando el final del receso obligó a Kamil a frenar todo el discurso que estaba a punto de dar por la emoción que sentía.

-Nos veremos a la salida. Hoy te acompaño a casa si quieres -dijo el moreno mientras se despedía con la mano, y sólo para avergonzarlo más, agregó gritando- ¡Y procura prestar atención en clases!

Pero ni siquiera eso consiguió sacarlo de ese estado de sopor en el que se hallaba.

Las horas pasaron extremadamente lentas para el castaño, que miraba perdido hacia las canchas ahora vacías, recordando esa sonrisa y las veces en que sus miradas se cruzaron. ¡Y él que pensaba que era por alguna coincidencia divina! Aún no podía creerlo del todo, y si no lo hubiera oído él mismo, aún dudaría enormemente de la veracidad de aquellas palabras.

 

Con toda la adrenalina que sentía en su cuerpo, fue el primero en salir del aula al terminar las clases, corriendo para buscar a Allan y así poder descargar todo ese entusiasmo, pero no vio, debido a la velocidad, que otra persona iba a pasar justo cuando dobló el corredor, consiguiendo sólo terminar en el suelo.

-Lo... lo siento -murmuró el de ojos café, sobándose la pierna golpeada al caer.

-Descuida ¿te encuentras bien? -le preguntó esa hermosa voz que escuchaba por segunda vez en el día. Levantó la cabeza rápidamente para, en efecto, encontrarse con un ¿sonriente? Andrew que le tendía una mano.

¿Destino? No lo sabía, pero no iba a desechar esa oportunidad, por lo que, aunque algo rojo, aceptó su ayuda, incorporándose y notando que el ojimiel le sacaba algunos centímetros de altura.

-Gracias. Y sí, estoy bien. Fue solo un golpe -habló el castaño, con una sonrisita bailoteando en su rostro.

El rubio rió ante la contagiosa y algo incomprensible felicidad del otro, volviendo a tenderle la mano.

-Soy Andrew -le dijo con un extraño brillo en la mirada.

-Kamil -le devolvió el gesto-. Casi todos aquí me dicen Madi porque así le decían a mi hermano, pero yo lo odio -objetó enfurruñado, con extraña confianza.

-Te diré Kamil, entonces -contestó Andrew, sonriendo con los ojos más brillantes aún.

El castaño se sentía en un sueño. ¡Todo era tan increíble!

-Y... ¿hacia donde ibas? -preguntó Kamil, luego de unos segundos en que no hicieron más que mirarse, incapaz de seguir sosteniendo su mirada.

Andrew no iba a admitir por nada del mundo que lo estaba buscando a él para ver si se animaba y le hablaba, por lo que, algo sonrojado, trató de pensar en algo rápido.

-Buscaba a un amigo.

-Yo también -explicó bajito, sintiendo que le temblaban las rodillas por verlo así-, para que me acompañe a casa -agregó de forma inconsciente.

-Yo te acompaño -propuso rápidamente, más sonrojado aún, desviando la mirada.

Más feliz de lo que se había sentido en mucho tiempo asintió enérgicamente.

-¡Claro! Si... si no tienes nada que hacer -murmuró esto último, dándose cuenta de lo tonto que había quedado probablemente.

-Tengo toda la tarde libre -informó el rubio también feliz, sintiendo que tenía un peso menos encima.

 

 

Pero eso sólo fue el principio.

Los días pasaron y por cosa del azar se encontraban en cada lugar del colegio, hasta que resolvieron comenzar a almorzar juntos.

Los días fueron semanas y Kamil aún no podía creerlo. Pasaban casi todo el tiempo juntos y no solo porque él quisiera sino que Andrew también lo buscaba, y eso lo hacía sentirse extremadamente bien aunque ninguno hubiera hablado sobre sus sentimientos aún.

Las semanas fueron meses. Meses preciosos en los que el castaño había llegado a conocer a la hermosa persona que habitaba en ese cuerpo que tanto le gustaba. Podían pasar horas hablando en cualquier lado y de cualquier cosa. Asuntos sin importancia y que los hacían reír largamente o temas serios, incluso llegando a contarse sus problemas. Así fue como Kamil se enteró de los conflictos familiares del otro, que lo llevaban a aplicarse tanto en los estudios.

Sintió que lo quería. No sólo le gustaba sino que lo quería. Mucho... Tanto que el único paso que faltaba para amarlo completamente era que le dijera él mismo lo que sentía por él. Se había acostumbrado a su efusividad, a sus abrazos y muestras de cariño, pero sólo con palabras podía dejar a su corazón en paz.

Hasta que el día pareció llegar.

Andrew había estado actuando extraño desde hacía bastante. El castaño creyó que se debería a los exámenes, pero incluso habiendo terminado él seguía igual.

Aquél jueves soleado lo estaba esperando a la salida del instituto con expresión por demás nerviosa.

-¿Estás libre hoy? -le preguntó el rubio ni bien lo vio. Lo había estado esquivando por días, pero ya no podía más con aquello.

-Sí. Estás raro, Andy... ¿te encuentras bien? -preguntó preocupado, aunque internamente aliviado de que le hablara nuevamente.

-Es que... necesito que hablemos, Kami -susurró mirándolo a los ojos.

-¿Quieres ir a mi casa? -habló el castaño algo dudoso, y al recibir un quedo asentimiento comenzó a caminar, sabiendo que su amigo lo seguiría.

El camino fue en total silencio. Un silencio tenso, incómodo para ambos, hasta que llegaron a destino.

-Siéntate -ofreció el de ojos marrones, indicándole los sillones de la sala-. ¿Quieres tomar algo? -El rubio volvió a negar, sentándose cabizbajo en el primero que se presentó ante él.

Al verlo tan decaído, Kamil fue a sentarse a su lado y le pasó una mano por los hombros.

-Anda. Dime que te sucede -lo animó en tono ameno para que no se sintiera presionado-. Hace días que estás así y no me agrada verte mal.

-Gracias. Enserio -murmuró, abrazándose a él fuertemente.

En ese momento la puerta se abrió, dejando entrar a un joven bastante parecido a Kamil, sólo que más alto y claramente mayor, con una bata de medicina.

Se acercó sin problema a ellos, le besó la frente a su hermano y sacudió el cabello del otro.

-Salí temprano porque tengo una reunión en veinte minutos -explicó apresuradamente, quitándose la prenda blanca y colgándola en el respaldo de una silla-. Te quiero. Nos vemos en la cena -dijo dirigiéndose nuevamente hacia la puerta-. Adiós -se despidió del amigo de su hermano y se fue.

-Es mi hermano, no te preocupes por él. Sabe que me gustan los chicos -terminó en su mente, algo divertido por la reacción de Andrew, que al oír la puerta abrirse, se soltó del abrazo sonrojándose mucho. Era en esas ocasiones en las que no parecía el mayor de los dos.

-Lo que quiero decirte es... es bastante personal ¿hay alguien más que pueda interrumpir? -preguntó ya arrepintiéndose de ir a confesarse ante él.

-No. Mis padres llegan muy tarde y mi hermano se suponía que también -explicó en tono de disculpa.

-Me gusta alguien -dijo rápido y bajito como si así fuera más fácil.

-Oh... -fue toda la respuesta del castaño. Se había imaginado la escena millones de veces, pero eso no se acercaba en nada.

-Es... es un chico, Kami -siguió murmurando, mirándolo fijamente pero con miedo.

El corazón del de ojos mas oscuros comenzó a palpitar fuertemente contra su pecho y luchó contra la sonrisita que se le quería escapar.

-Entiendo -respondió, por fin sonriendo aunque mucho mas controlado de lo que en verdad quería. No se esperó para nada el nuevo abrazo que le dio el rubio, aunque le respondió con ganas.

-Hace tanto que quería decírtelo... -admitió ya mucho mas tranquilo-. Tenía miedo -confesó.

-¿De qué? -preguntó bajito, acariciando los suaves cabellos.

-De perderte. De que no quisieras seguir siendo mi amigo por esto. Creí que me odiarías...

-No puedo odiarte -murmuró el castaño-. ¿Vas a decirme quien? -preguntó ya sin retener su sonrisa aunque debido al abrazo, Andrew no pudiera verla.

-Creí que sería muy evidente -soltó una risita-. No quiero perderte por nada, Kamil.

-Eso no sucederá -le respondió totalmente seguro, abrazándolo más fuerte, con el corazón a mil.

-¿Me lo prometes? -pidió, refugiándose en ese abrazo.

-Claro que sí, Andy. Puedes decírmelo... -aseguró. Ya no lo aguantaba más, necesitaba oírlo. Necesitaba...

-Tu hermano.

 

 

Fin

Notas finales: ...

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