Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

... un cuento ... por broken black dreams

[Reviews - 2]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

“Golpeo ligeramente la puerta (...su puerta...), temiendo despertarlo. Pero la realidad es otra, él nunca duerme, no importa cuan cansado diga que está nunca duerme. Por eso lleva esas ojeras tan notorias, recuerdo que la primera vez que lo vi esas ojeras me asustaron, le daban un aspecto terrorífico.

 

Tal vez, ahora que lo conozco, le dan un aspecto más bien misterioso y atractivo. No importa cuantas veces haya visto sus profundos ojos negros, siempre hay algo nuevo en ellos, siempre cambiantes y provocadores (...siempre provocándome...).

 

Golpeo otra vez y me quedo esperando, mirando la oscuridad que hay en el pasillo y en el resto de la casa, imaginándome que estará haciendo a estas horas de la noche.

 

-Adelante.- recibo por toda respuesta.

 

Giro el picaporte lento y abro sigilosamente sin saber porqué. Entro y la habitación está tan oscura como sus ojos.

 

-¿Qué pasa?- dice y prende el velador de su mesita de luz.

 

Asemeja una aparición estando allí, pálido como un muerto con ese cabello negro azabache contrastándole. La luz encendida ilumina sus facciones y me invita a ir hasta donde está y apagarla. Sentado en la cama de la forma extraña en la que lo he visto sentarse desde siempre, con las piernas encogidas e inclinado levemente hacia delante.

 

Me mira de nuevo preguntando con la mirada. No puede pedirme que reaccione de inmediato, sencillamente me pierdo en la negrura inmensa de sus orbes y me dejo llevar, me hundo en pensamientos y recuerdos, me inundo de aquellas sensaciones que quise olvidar y de aquellos sentimientos que deseo conservar para siempre (...deseo conservar su amor...).

 

-No puedo dormirme.- le contesto y agacho mi rostro, ocultando mi mirada.

 

Aun no entiendo porqué me sonrojo cuando está cerca, me cuesta demasiado sostenerle la mirada. ¿Cuánto tiempo hará que vivo acá? ¿Tres, cuatro años? Aun me siento como el primer día (...como la primera vez que lo hicimos...), me dio el lujo de vivir en esta casa pero no puedo evitar sentir que no encajo del todo en su vida.

 

Mueve su mano derecha de su rodilla y con su dedo índice me indica que me acerque, que me acueste a su lado.

 

(...sé que en tu cama tampoco voy a conciliar el sueño...)

 

Camino apaciblemente rodeando la cama mientras él se acomoda, acostándose con los codos flexionados y las manos bajo la cabeza. Mira el techo, pero sé que sigue cada uno de mis pasos hasta que llego a su lado, hasta que me acuesto y me acurruco contra él. Descanso mi cabeza sobre su pecho (...adoro descansar sobre su pecho...). Es como si todo esto fuese una especie de ritual, todo lo que hacemos es un ritual de convivencia.

 

Su cuerpo es calido, pero su ropa está fría. Con mi pie acaricio su pierna por sobre el jean y éste está tan frío y áspero que me gustaría quitárselo. Por el contrario su remera es suave, está desgastada por lo que ya no tiene esa aspereza de la ropa nueva. Aunque, a pesar de todo, preferiría que tampoco la llevase puesta, su nívea piel es mucho más suave (...y muchísimo más apetecible...) que cualquier tela.

 

Baja sus brazos para rodearme y abrazarme. Es casi hipnótico estar así, sentir su respiración acompasada, el subir y bajar de su pecho. Se está tan bien, me siento querido cuando estoy con él.

 

Las horribles memorias de mi infancia ruedan por mi mente sin motivo. Odio que vuelvan aquellos recuerdos en este tipo de situaciones. Recuerdo todo el tiempo que viví en la calle, sin techo ni comida. Fue tan espantosa esa época, fue tan triste pasar por todo aquello.

 

Mi progenitor nunca fue el mejor padre, pero al menos lograba mantenernos. Era policía, uno honrado, hasta que en un asalto dos tiros en la cabeza lo mataron. Mi madre fue ama de casas toda su vida, desde chica sólo le enseñaron eso y no pudo conseguir trabajo, se arruinó bebiendo descontroladamente. Mi hermanita y yo quedamos solos, ambos ingresamos en un orfanato y ella tuvo la suerte de ser adoptada enseguida, cómo no iba a serlo si era apenas una bebe (...¿qué será de la pequeña Sayu-chan?...). Pensando que podría encontrar la familia que había adoptado a mi hermana y convencerlos de que me adopten también, huí del orfanato. Pasé meses en la calle por aquel estupido arrojo de irme, resignado quise volver y me encontré con que el orfanato había sido clausurado.

 

Sin lugar adonde ir vagué, pasando hambre, frío, soledad, enfermedades, hasta que me encontró. Hasta que generoso me ofreció su casa (...y su cama...) para estar.

 

-¿Qué pensas?- murmura.

 

-En nada...- le miento.

 

Una sonrisita se pasea momentáneamente por su rostro antes de que sus manos se muevan, sujetándome y acostándome, literalmente, encima suyo.

 

-Elle-sama...- lo nombro juguetón e intrépido.

 

Sé que adora que use ese tono, le da la sensación de pensar que no soy menor. Es cierto, nos llevamos una gran cantidad de años. Yo apenas tengo 13 y él tiene cerca de 25, maneja la empresa más poderosa de todo Japón y yo soy un simple niño sin hogar al que acogió.

 

Pasea sus ávidas manos por toda mi espalda, abrazándome, casi constriñéndome. Paso mis manos por su cuello para estar más juntos aun, si es posible.

 

(...necesito que me haga sentir amado...)

 

Sin esperar nada acorto la distancia y lo beso. Sus labios son lo más dulce que haya probado y no me canso de explorar su boca, no me canso de permitirle explorar la mía. Nuestras lenguas bailan juntas un vals exquisito y celestial.

 

Cuando me quedo sin oxigeno me baja y vuelve a colocarme a su lado, no sé porqué. Respiro agitado mirándolo sonrojado mientras me sonríe tiernamente (...adoro sus sonrisas...).

 

-Light-kun.- me nombra.

 

(...suena tan bien en su voz...)

 

-¿Qué?- pregunto acurrucándome contra su pecho nuevamente.

 

-Solamente quería decirte que el lunes me voy.-

 

No es lo que dijo sino cómo lo dijo.

 

-¿Adónde Elle-sama?- pregunto intentando parecer calmado.

 

-A Estados Unidos, un asunto de negocios.-

 

No digo nada (...no sé qué decirle...). Me aferro más fuertemente a la camiseta blanca que tengo a mano y cierro los ojos conteniendo las lágrimas.

 

-No puedo llevarte. Lo sabes, ¿no?-

 

Sólo asiento (...no quiero que se vaya... ...no quiero que me deje...).

 

-¿Cuánto tiempo Elle-sama?-

 

Repetir “Elle-sama, Elle-sama” no hará que se quede, pero no puedo evitar mostrarle que es todo en mi mundo diciéndole así.

 

-Es posible que un par de años, tengo que hacerme cargo de la nueva adquisición de la compañía.-

 

Supe en ese instante que ya no lo vería por mucho más tiempo del que me decía. Pero no importa (...voy a esperarlo...).

 

-Voy a extrañarte... Elle-sama...- las lágrimas empiezan a escaparse sin remedio.

 

-Yo también, mi pequeño Light-kun.-

 

Me abraza fuerte, dulcemente. En este silencio nos estamos prometiendo entregarnos el uno al otro a seguir amándonos durante las ausencias.

 

(...nunca voy a olvidarlo... ...voy a amarlo aunque jamás regrese...)”

   

-Te faltó la parte en que te hice mío toda la noche, Light-kun.- dice un hombre treintañero, de cabellos negros y mirada oscura.

 

-¡Te dije que no lo leyeras!- lo regaña otro hombre, un joven veinteañero.

 

Ambos están en la cocina de un pequeño departamento. El pelinegro lee unos archivos de Word en una laptop sentado en la mesa mientras que el más joven, de castaños cabellos, prepara café.

 

Sirve en dos tazas distintas el líquido, en una pone ocho cubitos de azúcar y se la entrega al otro. La taza sin dulce es para él mismo.

 

-¿Vas a enviar este cuento para tu columna en el diario?- le pregunta el mayor al verlo sentarse a su lado.

 

-Mmm... no sé...-

 

-¿No te parece muy raro? Tus personajes llevan nuestros nombres, ¿no pensas que alguien pueda sospechar?-

 

El menor ríe unos momentos. Sin entender mucho eso, el otro se dedica a tomar de su café extra dulce.

 

-¿Acaso el poderoso CEO de Lawliet Corp. tiene miedo de que alguien se entere de que se acostaba con un menor de edad?-

 

-No te burles Light, podría arruinar mi reputación.- refunfuña.

 

-No te preocupes, no creo utilizar esa historia en ninguna publicación. Fue sólo un desahogo, ¿sí?-

 

El pelinegro se queda callado, mirando el contenido de su taza como si súbitamente fuese realmente algo interesantísimo.

 

-¿Tanto sufriste durante el tiempo que no estuve?- preguntó al fin, pasando la mirada a su compañero de vivienda y algo más.

 

-La verdad es que sí, pensé que nunca más iba a volver a verte. Sentí que no iba a poder volver a amar a otra persona.-

 

-Perdóname.-

 

-No.- dice seguro el castaño que toma la laptop y la aparta del alcance del mayor.

 

-¿Qué? ¿Por qué?- alega asustado.

 

-Porque no tengo nada que perdonarte, hiciste lo que tenías que hacer y eso es todo.-

 

-A costa de tu sufrimiento.-

 

-Elle, me salvaste de pasar el resto de mi vida en la calle, soy yo el que tiene que pedir disculpas por ocasionarte los problemas.-

 

Comparten una sonrisa de milésimas de segundo antes de percatarse de la hora. Las 6:30 a.m.

 

-Me tengo que ir para la empresa.- dice el pelinegro dejando la taza a un lado y levantándose.

 

-Ok, yo también me estoy yendo para la editorial.- y también se levanta para juntar y lavar las tazas.

 

-Bueno, nos vemos a la noche.-

 

El mayor se acerca y le da un apasionado beso.

 

Se despide contestando torpemente el beso, ya que lo ha tomado desprevenido.

 

La puerta finalmente se cierra y el castaño está solo nuevamente. Sonríe.

 

-Tal vez sí publique el cuento...- susurra al aire.

 

Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).