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PROBANDO EL PECADO, SABOREANDO LA PENITENCIA por yurievna

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Notas del fanfic:

PUES BIEN, ES MI PRIMER FIC, ESPERO LES GUSTE, ASÍ QUE ESPERO QUE ESCRIBAN MUCHOS COMENTARIOS PARA QUE PUEDA ENRIQUECER ESTA HISTORIA, Y BUENO, GRACIAS POR LEERLO.

Notas del capitulo:

BIEN, SIMPLEMENTE EL ENCUENTRO...

Los gemidos se escuchaban sensuales por toda la habitación, el pudor entre ambas, en cuanto a la intimidad, nunca había existido; se conocían a la perfección, sus gustos y preferencias, y el sexo era fantástico, diferente, único.

Las manos se abrazaban simbólicamente, representaba que estarían unidas para siempre, ahora lo comprendía… el movimiento de caderas se aceleraba…

Ella dormía junto a su cuerpo, hermosa, inocente, exhausta, en su cuerpo aún quedaban pequeñas gotas de sudor como vestigio de su reencuentro. ¿Cómo había sucedido todo? ¿Cómo es que una mujer “sin moral“, como ella misma se calificaba, había logrado ser amada? Y no por cualquiera. ¿Cómo?

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Rebeka Korgialaz se había encontrado en un punto confuso, no lograba reconocer su vida. Sus padres habían muerto hace seis meses y todo el peso del apellido Korgialaz pasaba, supuestamente, a los hombros de Zoé Korgialaz, su hermana mayor y ella sería su apoyo en lo que hiciese falta, por seguirla en la cadena de hermandad; mientras que las mellizas Renée y Daphne continuaban sus estudios. Pero las cosas no resultaron como se habían previsto, no del todo, Zoé no cumplía y su frase favorita era “¿De qué preocuparse? Tenemos las cosas resueltas”, así que las responsabilidades las adoptó Rebeka que aún era muy joven, así que por su propia decisión, trasladó todo a Moscú, donde un asesor de confianza la respaldaría, su abuelo materno. Había optado por dejar a sus hermanas, a Zoé en Grecia, la ciudad natal de los Korgialaz y a sus hermanas pequeñas en un internado en Inglaterra, en donde no les afectaría la nociva actitud de la hermana mayor.

Definitivamente, Rusia era el lugar que le hacía sentir en casa, era el origen de su familia materna, los Morozov, además de que, Rebeka era la única de las cuatro hermanas que había nacido ahí. Ahí se había formado académicamente y conocido a sus dos mejores amigas, Svetlana y Anya, quienes la aconsejaban y brindaban todo el apoyo que podían. Las familias de las tres chicas, mantenían relaciones cordiales, tanto en el área laboral, como en la personal. Eran de las familias más antiguas en la nación y mantenían una amistad igual de longeva.

Anya y Svetlana venían observando el deterioro de Rebeka, estudiaba y se encargaba de las decisiones, se encargaba de la dediciones y debía ocuparse de que a su familia no le faltara nada, de que a su familia no le faltara nada y de asuntos sociopolíticos, de asuntos sociopolíticos y de las decisiones. Su amiga había envejecido veinte años en seis meses. Cierto día, ambas chicas habían decidido encender la vida de su amiga, se conocían, conocían a Rebeka y sus gustos, fue la primera en experimentar el sexo, con chicos y chicas, con hombres y mujeres, incluso con las duras instructoras académicas y de eso, ahora no quedaba nada más que el recuerdo.

 Tatyana era de aquellas chicas que siempre tendrían la atención de la sociedad, por un lado era vista con ojos conquistadores, personas deseosas de poseerla; por otro, los ojos inquisidores de los moralistas. Tatyana era una chica que negociaba con su compañía cuando debía hacerlo, cuando la agencia se lo pedía. cuando no estaba en servicio, era Olya Temnikova, la simple Olya, que en algún momento, había sufrido las inclemencias de la vida, hambre, pobreza e injusticias. Pero al reconocer a Tatyana dentro de ella, todo había cambiado. Tatyana estaba satisfecha, Olya sufría de soledad.

Un Lunes por la mañana había recibido una orden especial, un cliente quería un trato especial, el nombre del cliente Svetlana Timoshenko, quien había pedido hablar con la servidora, en este caso Olya. Habían tenido una charla por teléfono, debía encontrarse en el club “NIZ BRILLANTOV”, atenta debía reconocer a una chica, elegante, de cabellos oscuros y ojos verdes, Olya consideraba que sería de lo más difícil, podría haber gran cantidad de chicas con esas características, pero Svetlana le dijo que sería todo lo contrario.

Pues bien, Tatyana había hecho aparición en el club, un lugar solo para niños ricos, se acomodó en la barra y esperó atenta. Había mucha gente, no le agradaba el lugar, no lograba reconocerla, se volvió para pedirle al cantinero otra copa, mientras pensaba que sus clientes cada vez eran más complicados. Antes de darle un sorbo a su trago, percibió un aroma frutal, agradable y volvió su vista a la izquierda, una chica de no más de veintiuna años, con cabellos negros ondulados, vestía elegantemente a la moda, sus facciones era perfectas. La chica notó el análisis de Tatyana y le devolvio la mirada, sus ojos se enfrentaron confundidos, el par de ojos verdes más hermoso que había visto, pero tan melancólicos. Era ella, debía ser.

- Hola - Dijo amistosamente Tatyana, mientras le brindaba una de sus mejores sonrisas.

- Hola - Rebeka le devolvió el saludo, un poco desganada.

- ¿Vienes sola?

- Por lo visto sí - Rebeka bebió sus vodka.

- También yo

 

La morena miró atenta a la chica. Una mujer bella, castaña, de enormes ojos castaños, lucían seductores, un cuerpo escultural y unos labios tan sensuales, resaltados por el gloss. Fue cuando recordó las palabras de sus amigas: “si llegas a conocer a alguien, no le digas que no, no te arrepentirás”. Rebeka sonrió divertida, le habían contratado compañía, le habían rentado sexo.

 

- ¿Qué es tan gracioso? - preguntó Tatyana.

- Algo que recordé. Así que también vienes sola. ¿Me acompañas?

- Seguro.

- ¿Cómo te llamas?

- Tatyana y ¿tu?

- Rebeka

 

Ambas chicas se dieron la mano, pero hubo algo que incomodó a Olya, una calidez en aquella delicada y manicurada mano, algo que hacía desaparecer la soledad.

 

La conversación no se hizo esperar, se sentían a gusto, era agradable, Tatyana se perdía en la inmensidad de los melancólicos ojos de Rebeka, mientras que Rebeka se daba cuenta de que se sentía en confianza y sin un peso encima. Mientras la noche avanzaba, la distancia entre ambas se acortaba, en todos los sentidos.

 

- ¿Me acompañas? - Pidió Tatyana

Rebeka la miró, era verdad que esta chica era interesante y muy hermosa y… por su posición no podía, no debía involucrarse con una mujer de su clase, no podía acostarse con una mujer que vendía su cuerpo, definitivamente no…

La oscuridad invadía la lujosa habitación, Rebeka se encontraba encima de Tatyana, la besaba profundamente, mientras sus manos iban de arriba abajo, la castaña se aferraba al cuerpo de la griega, sus manos en el rostro de porcelana y sus piernas se enredaban en su cintura. Sus lenguas libraban una batalla, mientras las traviesas manos se ocupaban de deshacerse de las estorbosas prendas, pronto ambas quedaron totalmente desnudas. Tatyana se dejaba acariciar por las suaves manos de su acompañante, cada roce era excitante, cada beso encendía las células de su cuerpo y su olor era embriagante. Rebeka jugaba con las sensaciones, besaba su boca, besaba esos sensuales labios que sabían a gloria, lamía su cuello, mordía sus senos, jugaba con sus pezones, seguía bajando, prestó atención en el ombligo, sus manos recorrían las largas y ejercitadas piernas, besaba su vientre, los muslos, Tatyana se estremeció al sentir el aliento de Rebeka tan cerca de su sexo, era el momento, la griega besó, lamió aquel excitado punto, que emitía la calentura desbordada, el orgasmo se acercaba, sus músculos empezaban a contraerse, la morena apresuró la tarea, pero fue detenida.

 

- Espera - Tatyana se incorporaba y colocaba encima.

 

Besó a Rebeka, podía saborearse en aquella delineada boca, lamió sus labios, pasó sus manos por el sedoso cabello moreno, mientras sentía unas cariñosas caricias en su espalda. Sus manos pasaron del cabello al cuello, a los hombros, a sus pechos, tan suaves, que no dudó en romper la pasión del beso, por dar un especial cuidado a ese par; la respiración de Rebeka se aceleraba, sentía una humedad especial en su sexo. Los labios de Tatyana regresaron a los suyos y fue cuando sintió una mano ahí abajo, tímida, fue un impulso lo que la obligó a abrir las piernas para facilitar el trabajo de la castaña, sintió tanto placer, tal vez provocado por un largo periodo de celibato, sentía esa sensación inexplicable que tanto le gustaba sentir, ahogados gemidos se lograban escuchar, mientras su cuerpo se movía al compás que la mano experta de Tatyana le marcaba, una lengua descubría el cuello de la griega, de la clavícula a la barbilla y fue ahí donde se le ocurrió algo. Tomó la mano de Tatyana y la retiró. La castaña la miró algo decepcionada, Rebeka la recostó y una vez más se colocó encima de ella, separó sus piernas, besó su sexo y se colocó en medio, ambos sexos se encontraron, se sintieron, fue una sensación tan placentera; Rebeka inició con el movimiento, tímido, lento, mientras clavaba sus ojos verdes en los castaños, la excitación invadió con más fuerza ambos cuerpos. Olya miró la escena, Tatyana había desaparecido, acarició las piernas de la griega, miró su rostro, sus cabellos ondulados caían graciosamente, haciéndola ver como una diosa, una diosa griega le hacía el amor; sus respiraciones se aceleraban, al igual que los movimientos de ambas caderas. Olya acariciaba el rostro de la morena y esta atrapó los dedos de la rusa con los labios, los lamió, los saboreó y los besó. Aquella candente escena, hizo incorporarse a Olya, tomó la cadera de Rebeka y la trajo más a su cuerpo, mientras los movimientos se desenfrenaban, la morena se aferró a su cuello y una vez más sus bocas se encontraron, fue un beso húmedo y lujurioso. Rebeka había logrado sentarse a horcajadas sobre su amante, sin separarse ni un poco, mientras Olya se aferraba a los perfectos glúteos de la morena. El orgasmo se acercaba, los gemidos se habían transformado en gritos ahogados en la boca de la amante, los movimientos eran más agresivos, se podía sentir el sudor recorrer las espaldas, separaron sus bocas, para que sus ojos se encontraran, justo antes de que el orgasmo invadiera cada célula, sus rostros reflejaban la sensación, sus frentes se juntaron cansadas, se escaparon un par de sonrisas satisfechas, las respiraciones estaban aceleradas. Dejaron pasar un momento para que todo regresara a la normalidad, no se movieron. Volvieron a mirarse, Rebeka analizó el rostro de su acompañante, era un rostro tierno y a la vez seductor, lo acarició y lo besó calmadamente, mientras Olya trataba de descifrar lo que recién había pasado. Nunca había sentido nada por el estilo y al pensar que después de aquello, nunca volvería a ver a su diosa, la castaña sintió una punzada en el corazón, lo que la obligó a abrazarla con fuerza, a memorizar su cuerpo, a impregnar su cuerpo con su aroma…

Notas finales: GRAX POR LEERLO

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