La imagen estaba un poco desvanecida... La chica peliroja de ojos negros frente a ella no dejaba de llorar.
-¡Estoy sola en esto! ¡Sola! ¿Entiendes? ¡Sola!
"no lo hagas... estoy contigo"- Suponía decirlo, pero se quedaba en su mente, aunque ubiese gritado ubiese sido igualmente inútil.
-Y tú solo me haces todo más dificil, solo no entiendes...¡por qué no te largas de aqui!
"no lo hagas... estoy contigo; no lo hagas, estoy contigo"- Se repetía.
Comenzaba a desvanecerse, a desaparecer... Otra vez.
-Giselle, ¡ya levantate!- encendió la luz del cuarto- hora de ir a la escuela.
Me levanté lentamente. Ahora las cosas eran asi, levantarse a las 7a.m. e irse a la escuela. Empezar otro dia igual que ayer, o antes de eso... o antes de eso.
Yo soy del tipo de chica normal... en una escuela normal, con amigos normales, calificaciones normales y todo ese tipo de cosas que me enreda contar, pero ustedes entienden. Vivo con mi madre y mi hermano en una casa en el centro de Londres. Mis padres se divorciaron cuando cumpli 11, ahora tengo 16. Soy un poco solitaria y silenciosa.Y ya estoy por empezar mi nuevo dia de escuela.
Me duché y volví a mi cuarto para vestirme. Una falda gris, una blusa blanca, chaleco negro, calcetas, zapatos... y obviamente mi collar, una cruz egipcia sostenida por una tira de tul sostenida en mi cuello. Abrí las cortinas y miré hacia afuera, mis ojos color miel se iluminaron y mi cabello negro brilló al encontrarse con la luz artificial de las calles a esa hora, en que el amanecer aparecía lentamente.
Me senté en la mesa sola, observando con cierta melancolía mi taza de café. La casa parecía desierta, estaba silenciosa, esceptuando los ruidos ligeros que venian del cuarto de mi madre, de vez en cuando, que se arreglaba para ir a trabajar. Mi hermano ya había salido, quién sabe dónde, quién sabe cuándo, quién sabe con quién... Cómo el decía, ya estaba grande para manejar su vida solo, y si lo estaba, o eso se suponia, con 23 se supone que estás grande y puedes manejar tu vida ¿No?.
No tenía apetito, tomé mi café y volví a mi habitación para ordenar mis cuadernos en mi bolso y salir de allí; era triste que mi propio hogar me produjera melancolía, melancolía por saber que no podía hacer nada, por saber que no contaba con nadie, por saber que seguiría siendo igual.
Caminé lentamente por la calle en dirección a mi escuela. Cuando llegué allí la gente se veía alegre, se juntaban en grupos, conversaban, se reían, jugueteaban... Caminé hacia mi salon. Lamentablemente yo parecía no formar parte de esa alegre realidad.
Me senté en mi banco.
"¡...Sola!"
Me sobresalté. Fué como si ubiese aparecido frente a mi. ¿Qué mierda era eso? ¿Qué queria de mi? ¿Qué esperaba que hiciera?
Cruzé los brazos sobre el escritorio y apollé la cabeza entre ellos. Ya no quería ser culpable de ella, ya no quería seguir viendola. ¿Qué era? ¿De dónde habia salido? ¿Fué un sueño, un recuerdo, una pesadilla, una premonicion...? Lo que fuera, no quería verlo denuevo. El miedo se atribuía al temor a lo desconocido. Yo tenía miedo.
-¡Buenos días!
-¿eh? ah... buenos días, Kat- dije sonriendo.
Era una chica delgada, de piel blanca, el cabello corto café claro y ojos del mismo color.
-¿Me acompañas al baño?
-Vamos.
Ibamos caminando hacia el baño, cuando en la puerta del salón se aparece Thomas.
-¡Kat!, buenos días. Luces... muy... linda hoy.- dijo nervioso.
-¡Graaacias, Tom! Eres muy dulce- ella sonrió y lo abrazó- ¿nos acompañas?
-¡Claro!... eh... -se volteó hacia mi- Buenos días, Giselle.
-Buenos días, Tom.- le respondí con una pequeña sonrisa.- eh... creo que iré a comprar algo, ustedes sigan, luego los veo, ¿bien?
-Como digas, ¡hasta luego!- respondió mi amiga.
Subí las escaleras hasta el ultimo piso, estaba vacío y oscuro. Solía ir a refugiarme ahí. Avancé hasta el gran ventanal y me dí cuenta de que había alguien ahí. Me quedé de pie. De pronto la persona que estaba ahí se volteó y me miro con una expresion serena y misteriosa a la vez.
Ella.
Su cabello era pelirojo y sus ojos negros.
"...¡por qué no te largas de aqui!"
Me quedé fría. Era ella.
No podía estar allí por nada.
¿Quién era?