Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Priestess For Fate por Sora_Heavy

[Reviews - 11]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Priestess For Fate---> Sacerdotisas por destino

Notas del capitulo: Si os llega a gustar... Dejad comentarios por favor :)

En un lugar de noche apartado de todo, había dos figura, una de un muchacho y otra la de un gato. Estas figuras corrían lo más rápido que podían, mientras que la figura del muchacho se agarraba su brazo herido. 

Detrás de ellos, se podía ver una criatura persiguiéndoles. El gato cayó al suelo cansado. 

-¡Gin! –Paró de golpe el muchacho.
-¡Corre! –Chilló el gato. 

De repente, una luz intensa salió de una joya que tenía incrustada en su frente. 

-¡No! ¡Gin espera! –Chillaba el muchacho desapareciendo junto a la luz, extendiendo su mano para alcanzar al gato. 

En cuanto desapareció la criatura se abalanzó sobre el gato atacándolo sin piedad. 

-Por favor sacerdotisa de la Luna… ¡¿Dónde estás?! –Pensó el gato antes de ser atacado. 

-¿Eh? –Una muchacha de unos 10 años, cabello melena negra y ojos marrones estaba en su habitación preparando sus cosas. 

Mientras preparaba las cosas, había sentido que alguien la reclamaba. 

-Será imaginaciones mías… -Se dijo para si misma, para coger su mochila e ir bajando las escaleras.- Me voy a la escuela mamá –Le dijo a su madre.
-De acuerdo, ves con cuidado hija –Le sonrió su madre.
-Vale  

La niña salió de su casa en dirección a su escuela; iba vestida con una camiseta larga azul cielo, un vestido naranja y los típicos zapatos marrones. 

Mientras caminaba, iba metida en su mundo, pensando aún en el porqué pensaba que alguien la reclamaba. Estaba tan metida en sus pensamientos, que no se dio cuenta que alguien se acercaba por detrás de ella. 

-¡Cuidado pringada! –Chilló un niño haciéndole la trabanqueta e irse corriendo. 

La niña cayó dándose en la cara, en cuanto cayó, se puso de pie enseguida, limpiándose el polvo de su ropa. Dio un largo suspiro y bajó la mirada triste. El infierno estaba apunto de empezar. 

Nada mas salir de su casa, los niños y las niñas de su clase siempre iban a por ella para avergonzarla, reírse de ella y utilizarla; nunca ha tenido a nadie que la defendiera o le limpiara sus lágrimas. 

La niña se iba odiando más, ya que por culpa de su timidez no podía defenderse y por eso se metían con ella, así que alzó la vista y empezó el día entrando en la sala apartándose de todo, intentando hacer oídos sordos de las risas de los demás. 

El día fue pasando con las clases junto a sus compañeros que en cuanto podían se reían de ella -cualquier excusa era buena-, le levantaban la falda, le pedían los deberes para así copiarse de ella y después romperlo delante de su cara… Y muchas cosas más que no se podían imaginar. 

El día y la tarde ya había pasado, así que el atardecer se iba hiendo ya; la niña iba caminando solitariamente y tristemente, no pudo aguantar más y empezó a llorar mientras comenzó a correr. 

-Sacerdotisa… ¿Dónde estás?  

La niña paró de golpe al oír una voz, así que empezó a mirar por todos lados, viendo que nada había allí. Se limpió las lágrimas y empezó a caminar, pero volvió a escuchar esa voz pidiendo ayuda. 

Esta vez si que estaba segura que no era su imaginación, así que echo a correr siguiendo la voz, adentrándose a un pequeño bosque apartado de la ciudad. 

En cuanto entró en el bosque, se encontró a un pequeño gato negro echado en el suelo y herido. En cuanto lo vio, corrió hacia el para cogerlo con cuidado. Cuando lo cogió, se fijo que tenía una joya plateada incrustada en la frente. 

El gato había sentido que lo elevaban, así que fue abriendo lentamente sus ojos verdes, fijándose en la niña. 

-Tranquilo, te llevaré a un veterinario –Dijo con una sonrisa y llevándoselo de ahí. 

El gato se la miró un buen rato, para cerrar los ojos tranquilamente y quedarse dormidos en los brazos de esa dulce niña. 

Al llegar al veterinario, un hombre de cabello corto naranja y con ojos rojizos cogió al gato y lo curó rápidamente. En cuanto lo curó, dejó pasar a la niña. 

-Este gato a recibido alguna paliza, no se si será de su dueño o algún niño gracioso… Pero menos mal que pudiste traerlo, de momento tendrá que dormir esta noche aquí –Le informó.
-Gracias doctor y… ¿No sabes si tiene dueño verdad?
-No, pero si lo tiene… Pobre gato… Estaría mejor que lo cuidaras tu, además –Acarició al gato.- Tampoco tiene collar alguno, así que no tendrá –Miró a la niña.- Esta noche me quedaré a su cuidado, de momento tu ves a tu casa, que ya es tarde, así que pásate mañana para ver su estado ¿De acuerdo? –Le dijo con una sonrisa.
-De acuerdo. Muchísimas gracias –Le agradeció con una reverencia y yéndose del lugar. 

En cuanto llegó a su casa, le contó a su madre lo sucedido. 

-Pobre gatito… Bueno, sino tiene collar quiere decir que no tiene dueño, así que te lo puedes traer a casa –Le dijo con una sonrisa.
-Gracias mamá –Dijo emocionada abrazándola.
-De acuerdo, venga prepárate que la cena ya está –Le dijo amablemente.
-¡Vale! –Subió hasta su habitación para dejar su mochila en el suelo. 

Al dejarlo, sintió un escalofrío recorrer su espalda y una voz pidiendo ayuda. 

-Otra vez esta sensación… -Acto seguido el teléfono sonó, para ser descolgado por su hermana pequeña.
-¡Shiori! Un hombre pregunta por ti –Le informó su hermana pequeña.
-¿Un hombre? –Se preguntó curiosa para coger la llamada.- ¿Diga?
-¿Shiori? Soy el doctor Kyo, quería pedirte si podías acercarte a la clínica
-¿Ahora? ¿Le pasó algo al gatito? –Preguntó curiosa.
-Tu solo ven –Le dijo el doctor para colgar. 

Shiori miró el teléfono extrañada para colgar e informar a su madre. 

-Vale, espera que le digo a tu padre que te acompañe
-No hace falta, ya iré yo sola –Dijo cogiendo su chaqueta.
-Vale… Ves con cuidado –Dijo preocupada.
-Vale  

Al salir de su casa, se fue corriendo hacia la clínica, para ver como esta estaba destrozada. Así que se preocupó y entró sin pensárselo dos veces.  

Al entrar, se encontró al doctor tumbado en el suelo y los trozos del techo encima de el. 

-¡Doctor Kyo! –Exclamó ella intentando ayudar al hombre a salir de ahí.
-No… Llévate al gato de aquí… Esa criatura va a por el… -Le dijo soltándose de su mano.
-Pero…
-Nada de peros… ¡Venga!  

Shiori lo miró no muy convencida, así que se adentró para buscar al gato negro, pero al entrar, no vio rastro de el. 

-Gatito… -Susurraba mientras lo buscaba. 

Al fijar su vista por la ventana, pudo ver al gato tirado en el suelo, así que salió a través de la ventana para acercarse al gato. 

-Gatito… ¿Estás bien? –Preguntó preocupada mientras lo cogía en brazos. 

El gato, al oír su voz se fue despertando poco a poco para fijar sus ojos verdes a los ojos cafés de la niña. 

-Por fin te encontré… Mi sacerdotisa lunar  

La niña le miró sorprendida. 

-¿Un gato que habla? Y ¿Sacerdotisa lunar? No entiendo nada…
-¡Cuidado! –Exclamó el gato al ver como la criatura que la había atacado iba a por su sacerdotisa. 

Shiori se fijó en aquella horrorosa criatura, para chillar y cerrar los ojos fuertemente. Pero al ver como no recibía ningún daño, fue abriendo los ojos, para ver como un niño estaba frente a ella, con una katana en su mano derecha parando a la criatura.  

El niño giró su cara para mirar al gato. Al girar la cara, se pudo ver como tenía el cabello corto negro, al igual que sus intensos ojos. Iba vestido con unos pantalones largos negros, junto a una camiseta de manga larga también negra y llevando una camiseta azul clara debajo de la negra. 

-Te tardaste mucho –Le dijo el gato.
-Calla. Me enviaste demasiado lejos de aquí –Al hablar, Shiori pudo comprobar que era una niña.- Llévate a la chica de aquí –Le dijo a su gato.
-Vale. Por aquí sacerdotisa lunar –Le dijo el gato corriendo del lugar.
-¡Espera! –Exclamó la chica corriendo tras el.
-Bueno, mi herida se curó ¿Seguimos con nuestra lucha? –Dijo la ojinegra a la criatura para darle un puñetazo en su rostro.- Pero primero sígueme, no quiero destrozar nada más –Le dijo mientras empezaba a elevarse y alejarse del lugar. 

La criatura en cuanto vio que se iba, se fue corriendo tras ella, destrozando todo lo que se encontraba por su camino. En cuanto estuvieron lo bastante lejos de la ciudad, la ojinegra paró en seco para acariciar su katana. 

La criatura al ver que se había parado, no dudó en abrir su boca para lanzarse a ella y comérsela, pero en un abrir y cerrar de ojos, la hoja de la katana se iluminó como la luna e hizo un tajo en el aire para cortar por la mitad a la criatura. 

Al ser cortado, este iba desapareciendo junto con el viento. La niña suspiró para medio girar su cuerpo. 

-Ya podéis salir –Dicho eso, Shiori salió con el gato entre brazos.
-¡Bien! ¡Uno menos! –Exclamó alegremente el gato.
-No te alegres tanto –Dijo fríamente para que su katana se volviera en un peculiar collar, una piedra plateada. 

Shiori miró confusa y sorprendida a la ojiazul, cosa que notó como esta fijó su vista a los ojos cafés de ella. 

La ojicafé empezó a sentirse nerviosa por esa mirada profunda, para notar como esta arrodillaba una rodilla en el suelo e inclinaba su cabeza cortésmente. 

-Mi nombre es Makoto, protectora lunar, es decir, tu protectora. Sacerdotisa lunar –Informó para volver a fijar su vista a la niña confusa. 

Continuará………  

Notas finales: Después de esa noche confusa, Shiori pide una explicación sobre los protectores, las sacerdotisas y el gato que habla.

Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).