La noche de ese lunes, con el pretexto de que iría a ver a Fernanda, su novia; Ángel salió de casa luego de cenar. Su verdadero rumbo fue una cafetería que estaba frente a un Kiosco en el parque de Piedras Negras.
Era un lugar agradable, muy tranquilo, olía a café y a tabaco, no era un olor que molestara, hasta resultaba dulce al olfato. Alex estaba cantando en un pequeño escenario en frente de todas las mesas; y al verle entrar una singular sonrisa salió de su rostro. Ángel se sentó en una mesa situada en el centro, pues en las mesas junto al escenario vio sentado a Carlos, la pareja de Alex; quien se extrañó al ver tan peculiar sonrisa por parte de quien cantaba. Había un espejo junto a la barra de la cafetería, y reflejado en él se veían las mesas del fondo. Fue ahí donde Carlos vio a Ángel, sonriendo muy especialmente mientras veía cantar a Alex. Decidió dirigirse hacia él, lo que preocupó a Alex pero él debía seguir trabajando. Al verle acercarse, Ángel también se puso nervioso, pero, haciendo uso de sus fuerzas para disimularlo, se limitó a decir:
-hola Carlos, qué alegría verte aquí.
-si, bueno… vine a ver a Alex, por lo regular vengo cada lunes; ¿te importa si te acompaño? – le pidió sonriente, aparentando también que nada pasaba.
-claro que no siéntate ¿puedo invitarte algo?
-no gracias, ya tomé café y la verdad quiero dormir – le dijo riendo agradablemente.
-ya veo.
-canta bien ¿no? – preguntó Carlos mientras miraba a su amado Alex.
-si, muy bien, pareciera todo un profesional. – contestó con una mente perdida en un bello recuerdo de no hace mucho. – Carlos tú… quieres mucho a Alex ¿verdad? – escuchar la pregunta con ese tono angustiado, hizo que Carlos finalmente se diera cuenta de lo que pasaba.
-si, le amo mucho, casi desde que lo vi la primera vez cantando en esta misma cafetería.
-vaya… qué lindo – expresó con un tono deprimido, y al ver tal reacción a su respuesta, Carlos agregó luego.
-pero ¿qué es el amor sino el deseo de felicidad para aquel al que amas?
-¿a qué te refieres? – preguntó Ángel extrañado con tal idea.
-cuando amas a alguien, lo primero que te viene a la cabeza es ese pensamiento que dice “quisiera estar con él durante el resto de mi vida” pero, la verdad decir esto es en cierto grado egoísta, porque nunca se sabe concretamente lo que piensa la otra persona, puede que piense lo mismo, pero también puede que no lo haga; por lo que, para mí el amor es simplemente desear la máxima felicidad a esa persona, aunque esa felicidad la encuentre con alguien más – le explicó.
-hacer eso es algo muy noble y… hermoso…
-para mí es la muestra más sincera de amor. Tú te has enamorado de Alex ¿no es cierto? – por respuesta a esto, Carlos obtuvo una mirada sonrojada y apenada. – No tienes por qué ponerte así eso es algo muy normal – le dijo sonriente.
-pero tú…
-ya te lo he dicho, yo deseo que Alex sea feliz, y si la felicidad la encontrará contigo o con alguien más, pues no puedo retenerlo a la fuerza conmigo. Además, puedo notar que él siente lo mismo por ti, las miradas que te dedica desde que te vio en la fiesta de ayer son igual o más intensas que las que me dio a mí cuando nos conocimos.
-pero no estás…
-¿celoso? Jajaja, si tal vez un poco, pero también estoy contento con la idea de que ál pueda encontrar la felicidad.
-¿seguro?
-si, además me iré tranquilo sabiendo que lo dejo en tus manos.
-¿te irás? – preguntó Ángel sorprendido, pero Carlos ya no contestó. Pidió a una de las meseras le prestara un papel y un bolígrafo, cuando terminó de escribir en el trozo de papel, dobló la nota y la entregó a Ángel.
-cuando termine de cantar, por favor dásela.
-pe… pe… pero…
-no te preocupes, sólo entrégasela, y Ángel… sean felices. – tras decir esto, Carlos volteó a ver a Alex, quien a su vez le miraba desde el escenario. Sonrió muy gentilmente para el cantante, y con un movimiento en su mano le dijo “adiós” luego se fue. Después de esa noche, Alexander jamás volvió a ver a Carlos.
Cuando terminó de cantar, Alex se fue a la mesa en la que estaba sentado Ángel.
-hola – le saludó deprimido por lo que había pasado con Carlos.
-no tienes por qué sentirte mal, te dejó una nota para mí ¿no es cierto? – le dijo sentándose con él.
-si, toma – contestó dándosela. Alex leyó lo que Carlos había puesto ahí, y sonrió dulcemente después. - ¿qué dice? ¿Está enojado? – mostró la nota al preocupado chico quien sorprendido vio lo que la nota decía: “te amo mucho como para retenerte conmigo. Cuídate y sé feliz”
-él se iba a ir ¿sabes? Mañana parte a Londres, consiguió una beca para estudiar allá; aunque yo le decía que iba a esperarlo hasta que volviera, él me dio que no lo hiciera, que buscara a alguien más para ser feliz. Supongo que saber que te encontré a ti le dio las fuerzas para irse tranquilo y contento; él es una persona muy buena.
-me siento un poco culpable…
-no tienes por qué sentir eso, estoy seguro de que él lo comprende. ¿Te gustó el espectáculo?
-si, cantas muy bien.
-no creí que vendrías hoy.
-bueno yo… no aguanté las ansias.
-me alegra que vinieras. ¿Saben en tu casa que estás aquí?
-no, dije que iría a ver a Fernanda; pero creo que ya debería volver, ya es algo tarde.
-ya veo… vamos, te acompañaré.
Hacía frío; pero el brazo de Alex sobre los hombros de Ángel le proporcionaba calor.
-mira, esa es mi casa – le mostró Alex mientras pasaban frente a ella.
-vaya, no vivimos tan lejos el uno del otro – comentó con esa sonrisa que no se alejaba por ningún instante de su rostro.
-si, es una casa pequeña en comparación con la tuya, pero para una familia de dos está bastante bien.
-ya veo, ¿tu mamá trabaja?
-si, bueno… podría decirse – contestó.
-¿podría decirse? ¿Qué significa? – contestó riendo con lo anterior.
-ella es pintora. Seguido vende sus cuadros en la carretera, los turistas los compran mucho durante las vacaciones; también elabora anuncios publicitarios en una empresa para una crema facial; entre ella y yo nos mantenemos, yo gano 1500 a la semana en la cafetería y ella gana lo suyo, somos muy felices así.
-vaya, suena interesante; una familia de artistas.
-¿y tú? Alex me contó que tus padres te habían enviado al extranjero pero no me dijo el motivo.
-ah… eso, sucede que ellos cuando éramos niños habían decidido que mi hermano y yo estudiáramos en el extranjero, Adrián les convenció de no enviarlos a cambio de que él heredara el puesto de mi padre en la empresa al morir él además de ello, les pidió que lo inscribieran en escuelas públicas y no privadas. Y yo… yo quiero convertirme en fotógrafo; pero a mis padres no les parece la idea; llegué con ellos al acuerdo de que yo estudiaría en el extranjero hasta la secundaria, pero que haría aquí la carrera que quiero y que jamás me metería en todo el embrollo de la empresa de mi padre.
-vaya… suena muy difícil ser hijo de una familia rica.
-si, a veces lo es.
-¿entonces serás fotógrafo?
-si, es lo que más me gusta; de hecho mira – Ángel le mostró una cámara digital que siempre cargaba con él en el bolsillo de su chaqueta. – Esta cámara es para mi lo que tu guitarra es para ti – le dijo. – la compré en una tienda allá en el extranjero, no me la dio alguien importante o especial, pero para mí representa mi futuro como fotógrafo.
-serás un gran fotógrafo entonces – le dijo sonriendo muy cálidamente.
-si, y esta será mi mejor obra – contestó tomando sorpresivamente una fotografía a Alex. – Si, sin duda será mi mejor fotografía – dijo una vez más mirando la imagen en la pantalla de la cámara.
-avisa cuando hagas eso, no soy muy fotogénico.
-¿no eres fotogénico? Si casi la mitad de las chicas de mi clase se mueren por ti.
-claro que se les olvida lo lindo que soy cuando recuerdan que soy homosexual. – aludió riendo en burla por todas esas chicas.
-¿tu… madre cómo toma este asunto?
-pues ella… al principio se sorprendió, pero no lo tomó mal ni nada por el estilo, para ella no dejo de ser su hijo y me apoya sea cual sea el camino que elija.
-debe ser una persona agradable.
-cuando quieras te la puedo presentar, ella también conoció a Carlos, supongo que le sorprenderá saber que ahora salgo contigo, pero ella ya sabía que Carlos se iba a ir.
-me encantaría conocerla un día. Ojala mis padres pudieran tomar este asunto con la misma tranquilidad de tu madre.
-bueno, algún día encontraremos el modo de decirles, no te preocupes; por ahora, yo estoy muy feliz con estar contigo así como estamos ahora.
-disculpa que tenga que ser a escondidas.
-es emocionante ¿no crees? – le dijo deteniendo sus pasos bajo una farola que alumbraba con duras penas la nocturna calle.
-si… creo que sí lo es – contestó haciendo que la distancia entre ellos fuera nula nuevamente con un dulce beso. Beso con el cual ambos podían sentir cómo sus almas se volvían una sola, y era transportada a una extraña y lejana tierra en la que sólo existían ellos dos, sin gente preenjuiciándolos ni críticas lastimeras. – a partir de aquí seguiré yo solo, ya está cerca y mi casa y si los vecinos me ven le dirán a mis padres – le dijo saboreando aún es sus labios ese cálido beso.
-está bien, te veo mañana entonces – le dijo con otro beso para la despedida.
-hasta mañana – ambos chicos dieron la vuelta y fueron cada uno a sus casas. Alexander mientras caminaba, pasaba delicadamente sus dedos por sus labios, era como sentir que los labios de Ángel aún rozaban los suyos; con una emocionada sonrisa en su rostro siguió su camino. Ángel mientras caminaba iba contemplando la fotografía que había sacado de Alex, la mirada y la miraba como esperando que la imagen cobrara vida para estar un rato más con él.