Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Dolce Vita por murasaki me

[Reviews - 7]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Hola!! Lamperougegirl de regreso con un nuevo proyecto! Espero que sea de su agrado. Trataré de actualizar lo más rápido posible ^_^

Notas del capitulo:

Primer capítulo, un nuevo proyecto mío.

-¿Así que piensas comenzar a narrar lo que pasó entre nosotros con lujo de detalles?

-Pues no del todo por que yo no sé qué hacen cuando no estoy, pero por lo menos lo que se refiere a lo que me involucra a mí sí.

-Ah, así que enfocarás la historia hacia ti

-No, por que también ustedes dos tiene relación conmigo

-Sí claro, lo enfocarás sólo hacia ti

-¡Que no!

-Deja de molestarla

-No te metas alitas de pollo, sólo es humana, ¿qué puede hacerme?

Emma se lanza sobre el demonio y comienza a jalarle el cabello.

-Como sea, mejor iniciamos... ^_^U

-"¡Hola, Emma al habla! Bueno, no. En realidad no. Déjame tu mensaje y tu nombre y en lo posible me comunicaré contigo"

-"¡Emma, necesito tu ayuda! Han atropellado a Faith. Ven pronto..."

 

 

Hola... mi nombre es Emma Winslet, me apellido como la actriz, sí, pero no tengo nada de relación con ella, qué más quisiera yo. En fin, podría decir que mi vida es aburrida de no ser por que mi nombre lo relacionan enseguida con la reconocida actriz por la película de Titanic. Fuera de eso soy una chica de 20 años completamente normal, de vida aburrida, como cualquier humano que no tiene dinero para gastar en lo que se le da la gana.

Mi vida consistía en estar ocupada estudiando, trabajando, estudiando, aprendiendo idiomas, estudiando, atendiendo mi casa, estudiando, alimentando a mi hurón, estudiando y más que nada estudiando. No soy nada especial, quizá lo único que me saca de lo que la gente llamaría "normal" es mi estatura. Sí... desgraciadamente soy más alta de lo que debería y por ello ningún chico se acerca a mí... además de eso mi cuerpo es... es... ¿cómo explicarlo...? Algo así como deforme, pero no del todo. Pues además de tener una estatura de titán, soy casi completamente plana. Mi piel es clarísima, ni siquiera las sombras de mi piel se ven de color rosado o algo similar, no. Son algo grises, como tirándole a tonalidades moradosas a veces. Como pueden ver, soy un completo fenómeno. A pesar de mi apariencia peculiar me considero una persona... amable, no muy amigable, que se irrita fácilmente, con poca paciencia... y de nuevo estoy dando malos puntos sobre mí... Qué puedo decir, como persona no soy perfecta... al fin y al cabo... soy humana.

 

-¡Emma! Pon atención -la voz de la profesora me distrajo de mis pensamientos humanos sobre mí otra vez en la clase -Emma tienes 20 años, estás en el 2 año de la Universidad y sigues perdiéndote en el espacio como cualquier estudiante de preparatoria. Ubícate.

 

-Maldita vieja loca. Me compara otra vez, debe ser su odio hacia mí, ya que a pesar de estar fuera de clase mentalmente todo el tiempo, siempre saco buenas notas. Eso debe ser...

 

-Emma. ¡Emma!

-¿Eh? Perdón, ¿dijiste algo? -la voz de mi amiga, Meer, me sacó de mis pensamientos.

-Shees... Emma, si sigues distrayéndote así no pasarás el año -dijo ella mostrando algo de preocupación en los ojos. No le di importancia.

-¿Qué harás esta noche? -me preguntó viendo mi falta de interés en el tema.

-No lo sé, hoy estoy cansada, realmente no he podido dormir bien los últimos días, sólo quiero eso más que nada por ahora.

-Bien, si cambias de opinión estaré con unos amigos en el antro de siempre.

-Francamente lo dudo, pero igual y tal vez te vea allí. Adiós.

 

Me di la vuelta y caminé hacia el estacionamiento de la Universidad aún metida en mis pensamientos. Anduve hasta mi pequeño auto, un clio azul eléctrico algo viejo. Busqué un rato las llaves en mi bolsa, encontré envolturas de dulce, el recibo de un libro que había comprado hace 4 meses y la copia de mi boleta de calificaciones del mes pasado antes de tocar las llaves. Miré al cielo preguntándome si realmente había propósito alguno en que yo estuviera aquí, es decir, mi vida no tiene ningún chiste. Como vi que ninguna respuesta caía me subí al coche y encendí el motor.

 

-¡Buuu!

-¡Eres un...! Bien, ya me calmé, ¿qué acaso no tienes nadie más a quien molestar?

-No, eres mi presa favorita -un montón de confeti cayó encima del ángel de cabello café claro cubriéndolo por completo, quien se lo quitó algo molesto.

-Ya déjame, demonio. Tengo trabajo qué hacer.

-Qué curioso que menciones el trabajo. Yo también estoy haciendo el mío.

-No me digas que te enviaron a capturarme.

-Claro que no. ¿Quién dijo eso? No recibí órdenes de hacer eso, realmente estoy haciendo... horas extra.

-¡¿Horas extra?!

-Sí, y bueno, dejando eso a un lado, ¿qué haces? -el demonio deslizó sus dedos sobre la blanca piel de la espalda del ángel, incomodando a éste.

-No te voy a decir nada, y te digo que me dejes en paz -dijo el ángel retirando la mano del demonio de su espalda, que se acercaba cada vez más y más a su nuca.

-Ser egoísta es parte del trabajo de los demonios, no de los ángeles -dijo el demonio posando sus ojos escarlata en el cuerpo del ángel, que yacía echado.

-La falta de lealtad no es perdonada entre ángeles

Creí que una de sus reglas era saber perdonar... -dijo el demonio sentándose al lado del ángel que yacía en la misma posición sin dedicarle una sola mirada -Mira, no tengo nada en contra tuya, es la verdad...

-¿Porqué habría de confiar en ti? ¿Y desde cuándo hablan con la verdad los demonios?

-Hmmm... te crees listo.

-Eso me gusta creer.

-Bien, eres diferente a los mortales, son tan... fáciles de engañar... Mira, obsérvalos bien -el demonio bajó la mirada hacia lo que sería nuestro mundo, mirándolo con algo de repugnancia y a la vez un brillo de maldad en sus ojos. El ángel siguió la mirada del primero -¿No te parece tentador? Me refiero a cambiar algo en su mundo, causaría un gran alboroto, ¿no crees?

-Sé lo que intentas. No conseguirás tentarme a cambiar algo en el mundo de los humanos.

-¿Y quién dijo que ya quería hacer eso? -dijo el demonio pasando nuevamente su mano por la espalda del ángel -Lo dije antes, sólo estoy aquí por las horas extra... -para cuando dijo esto tenía preso al ángel de su cuello y colgando hacia nuestro mundo.

-¿Por qué no sacas tus alas y vuelas para salvarte?

El ángel apretó los dientes ante el cuestionamiento, ese demonio sabía bien que él no tenía alas. Una sonrisa se dibujó el en rostro del demonio y liberó el cuello del ángel, quien en un intento por no caer a nuestro mundo se sujetó de la pierna del demonio, causando que ambos cayeran.

 

-Glenn, ya llegué bebé, ¿dónde estás? -dejé el paraguas al lado de la puerta, aún escurría. Una lluvia tormentosa llegó de repente a San Francisco y por ahora lo único que escuchaba era el sonido de los relámpagos. Mi mascota se llama Glenn, es un hurón color blanco. Es tan flojo como yo, adora quedarse horas tendido sobre su hamaca, igual que a mí. Vivo en un departamento algo extraño, es chico, con una cocina bien equipada a pesar de que no la uso completamente. Mi cuarto no tiene cama, en vez de eso hay una hamaca que cuelga de una pared a otra. Pienso que es más cómoda que una cama. En fin, ése día, el destino decidió que para responder a mi pregunta, debía ir a la cocina y ver que el bote de basura vomitaba. En realidad, lo que yo más quería era acostarme en mi hamaca y jugar un rato sobre ella con mi hurón, para después dejar que el sueño hiciera su trabajo, pero no iba a estar a gusto sabiendo que el basurero reventaría en cualquier momento, así que tomé la bolsa, caminé hacia la puerta y me dio tanta flojera que no tomé el paraguas, al regresar a casa me bañaría. Salí del departamento dirigiéndome al callejón trasero, donde todos los inquilinos solíamos poner la basura.

 

-¡¿Qué crees que haces?! ¡Suéltame!

-No, si me voy vienes conmigo.

-¡No! ¡Déjame! ¡Si caigo al mundo de los mortales perderé todos mis poderes!

-Lástima, debiste pensarlo antes de arrojarme.

 

Las frías gotas de agua de lluvia tocaron el cuerpo desnudo de ambos seres. Sus miradas confundidas se encontraron, los ojos del demonio se abrieron mucho, entendió lo que pasaba, estaban cayendo a la Tierra, no, ya estaban en la Tierra, ahora no podría salir de ahí nunca. La idea lo hizo estremecerse intentó librarse de los pensamientos que lo inundaban, pero era en vano. Su mente procedía imágenes de cómo tendría que vivir ahora, qué debería hacer y lo peor de todo, ahora podía envejecer y... morir.

 

-¡No! Me reuso, ¡me reuso a morir! -gritó desesperado ante la idea.

-Cálamte -le ordenó el ángel, tratando de ver en qué dirección iban, dónde caerían, cuando logró ver a través de las gotas de lluvia el barandal de un balcón, como pudo se puso del lado donde estaba el demonio, alejándolo del barandal, siendo él quien resultara lastimado por éste. Chocaron con algunos tendederos colgantes entre los edificios y los muros de los mismos hasta azotar fuertemente en el suelo.

-¡Ah! ¡Eso duele! -se quejó el demonio. Dirigió su mirada al ángel, que se encontraba en el suelo sin moverse, tampoco se quejaba del dolor como el demonio, lo que le extrañó al primero. El cabello café empapado cubría el rostro del ángel casi en su totalidad.

 

 

Abrí la puerta y la fría ventisca me hizo estremecer un poco, me apresuré a dejar la basura en el gran contenedor de junto a la pared cuando escuché algo extraño. Pude visualizar a través de las densas gotas un par de cuerpos cayendo desde lo que pensé que sería el techo de alguno de los edificios, me aproximé para ayudarles y entonces me quedé congelada. Ambos desnudos frente a mis ojos. Eran una pareja de hombres pero, ¿por qué estaban desnudos? ¿Qué hacían bajo tremendo aguacero desnudos? Uno de ellos se levantó frotándose la cabeza, sentí la sangre fluyendo por mi cuerpo con rapidez invadiendo mi cara.

 

-¿Quién eres? -me preguntó el que se frotaba la cabeza. No podía ni despegar los labios. Él se paró. Mi presión sanguínea aceleró hasta entrar a la quinta velocidad, la cabeza me daba vueltas. Claro, desde hace rato había dejado de respirar, para ser más exactos, desde que me di cuenta de que ambos estaban sin ropa, -¿Piensas responder o no? -me volvió a hablar, no entendí una sola palabra. El zumbido del agua cayendo era aturdidor y las imágenes en mi mente demasiado recientes como para poder razonar, trataba de calmarme interiormente, por lo que no sé cómo me veía en el exterior. Debió ser un gesto completamente en blanco por que él se aproximó a mí examinando mi actitud ante la situación. Me miró de arriba abajo y luego se miró a sí mismo, evité a toda costa bajar la mirada, me concentré en sostener su mirada, por un momento me cautivaron sus ojos color escarlata. Eran tan hermosos, me di cuenta de que su piel era clara, muy, muy clara. Su cabello era negro, tan negro como la noche. Era increíblemente hermoso, por un momento pensé que era una alucinación de tanta belleza frente a mis ojos. Pero no, de haberlo sido no habría tenido frío y los escalofríos no habrían engarrotado los músculos de mis brazos y piernas.

 

-Mortal, di algo, haz algo.

-E-Emma...

-¿Emma?

-E-es mi nombre, Emma Winslet -contesté tan rápido que sentí que no sonaban todas las palabras.

-Dime, ¿dónde estoy?

-En San Francisco, yo... yo vivo dentro de este edificio -dije señalando el edificio a mi derecha -tú y tu acompañante pueden...

-¿Mi acompañante? Él no es mi acompañante -me dijo señalando al chico que estaba en el suelo. Desde hacía rato había llamado mi atención, ya que no se movía, sólo estaba ahí. Un escalofrío recorrió mi espalda. ¿Y si el sujeto frente a mí lo había asesinado? Lo miré a los ojos fugazmente y rápidamente me coloqué al lado del que estaba en el suelo. El moreno sólo me miró, no se movió, no dijo nada, sólo estaba ahí parado. Mis manos temblaron, aún no sé si fue por frío, por la presión de la mirada de aquel sujeto sobre mí vigilando cada movimiento que yo hacía, o porque el chico al que estaba viendo, dejando a un lado el hecho de que estaba desnudo, tenía una buena parte del rostro bañado en sangre.

 

-¿Q-qué le pasó? -le pregunté al tipo estatua detrás de mí. El sujeto sólo se encogió de hombros, me di cuenta cuando lo miré, pero inevitablemente mis ojos se toparon con aquello que desde un principio habían evitado. Una vez más me ruboricé y sentí mareo, rápidamente volví la vista hacia el chico inconsciente, si es que lo estaba.

-¿Quieren quedarse en mi departamento unos momentos, en lo que él se recupera y... bueno, consiguen algo de vestir...?

-Sí, te sigo

-Pero... ¿lo vas a dejar aquí? -pregunté dirigiendo una mirada nuevamente al chico de cabellos claros.

-Sí, ¿por qué habría de llevarlo conmigo?

-Pues por que está herido. Cualquiera con sentido común y buena voluntad haría eso -dije tratando de justificar mi pregunta y de darle una respuesta convincente. No funcionó. Siguió negándose a llevarlo, por lo que tuve que utilizar un poco más la cabeza y se me ocurrió amenazarlo.

-Si no me vas a ayudar por las buenas será por las malas.

-¿Es una amenaza? Cariño, soy experto en eso -me dijo pasando su pálida mano sobre mis cabellos.

-Pues por más experto que seas esta condición tendrás que aceptarla quieras o no.

-Bien, te escucho -me dijo sonriendo, mostrando unos dientes blancos y perfectos.

-Tienes que venir y ayudarme, por lo menos a llevarlo a mi departamento. Después te podrás marchar si lo deseas.

-¿Por qué haría eso?

-Porque si no, le diré a la policía que quisiste abusar sexualmente del chico y como él intentó defenderse lo tiraste de un balcón y al intentar salvarse se agarró de ti y ambos cayeron.

-¿Es todo?

-S-Sí

-Bien, nos vemos después. Era una buena amenaza, habría funcionado con cualquier mortal -me contestó con la más mínima preocupación. Me dio la espalda y caminó por el callejón.

-T-te... -al notar que un sonido salió de mi garganta se detuvo y me miró de reojo - ¡Él te salvó, ¿cierto?! -fue lo único que se me ocurrió decirle. Se quedó parado unos momentos, sin mirarme, levantó un poco el rostro, como buscando una respuesta en el cielo lluvioso al igual que yo lo había hecho en la tarde. Se dio la vuelta y caminó de regreso. Esta vez me importó poco lo que mis ojos vieron. Tomó en brazos con una facilidad increíble al chico y me siguió sin decir una palabra. Me apresuré para evitar explicaciones con los vecinos sobre el por qué de dos acompañantes empapados y sin ropa alguna. Entramos y lo primero que hice fue guiar al moreno a mi alcoba para que dejara sobre la hamaca al muchacho. Fui corriendo al baño por toallas. Le di una al moreno para que se secara y cubriera su cuerpo con ella e hice lo mismo con el par que yo tenía en las manos, sequé al chico en la hamaca y lo cubrí con la toalla seca. Salí como rayo a la cocina para sacar algo de alcohol y unas gasas para limpiar su herida. Cuando regresé abrí con mis manos aún temblando el frasco de alcohol y empapé un algodón con él. Quité el cabello que cubría su rostro para poder limpiar con mayor facilidad. Respiraba, para mi alivio aún respiraba. Suspiré sintiendo una gran paz en mi interior. Terminé de limpiar, para mi sorpresa la herida era muy pequeña para la cantidad de sangre que había salido de ella. Quizá había dado en algún músculo.

 

Estaba muy agotada, tenía frío y sentía que el cuerpo se me haría pedazos en cualquier momento. Por todas estas razones, debí haberme quedado dormida en la silla que utilicé para sentarme a curar las heridas del chico herido, porque lo único que recuerdo después de eso es un cálido "gracias".

 

 

La mañana era fresca, muy cálida para mi gusto. La humedad de la lluvia de la noche anterior y el sol brillando fuertemente daban producto a ese efecto tan desagradable para mí. Abrí los ojos con algo de flojera, caminé por el pasillo descalza, sabía que me enfermaría por la empapada de la noche anterior, por qué no enfermarse bien de una buena vez. Le di vueltas un rato a lo sucedido de la noche anterior, el chico de ojos escarlata y el herido en la cabeza, ¿habrían sido producto de mi imaginación? Sí, quizá. Sólo un sueño. Aluciné por los gases del basurero seguramente y sólo me había mojado al dejar la basura, salí de la cocina y recorrí con la mirada mi departamento. Todo estaba normal. Como siempre. Nada fuera de su lugar, el desorden que yo conocía estaba como siempre mi departamento sólo tenía dos habitaciones así que pensando que todo había sido producto de mi imaginación no fui a revisar el cuarto que debía estar vacío. Mala decisión. En las escaleras que llevaban hacia éste estaban sentados ambos, el de pelo negro y ojos escarlata y el de cabello claro. ¡¿Por qué demonios seguían desnudos?! Mi taza de té se resbaló de mis manos ante lo que mis ojos contemplaron. Con una velocidad asombrosa el chico que según yo debería estar hospitalizado por una semana la atrapó y me la devolvió con una sonrisa. Ahora no me ruboricé, todo lo contrario, la sangre huyó de mi rostro, a pesar de que la sangre se aceleró. Me tambaleé un poco por lo que el muchacho me sujetó de los hombros. Sus ojos eran increíbles, de color lavanda, era tan hermoso. Su piel clara relucía con el sol. Quise decir algo, pero las palabras no llegaron ni a mi garganta. Me aparté de él y lo miré confundida, dirigí una rápida mirada al que seguía sentado en la escalera. No había sido una ilusión. Todo había sido real, ahí estaban los dos, ¡sonriéndome! ¿Qué demonios estaba pasando? La respuesta llegaría en unos minutos después. Cuando recobrara la conciencia. Por ahora yo estaba desmayada...

 

Notas finales:

-¡Eres un desalmado, lo ibas a dejar solo, con la cabeza rota desangrándose!

-Yo no sé cómo es que te llegó la idea de que los demonios teníamos alma

-Pues no te creo que seas un demonio ¡Y ponte algo de ropa!

-¿Cabeza rota?

-Tú también ponte algo, ¿¿qué no tienen sentido común?! ¡¿No ven qeu soy una chica?! ¡Por Dios, al menos dense la vuelta!

-¿Cuál es tu problema?

-Es...>//////<

Bueno, espero sus reviews, dependiendo de ellos me apresuraré a actualizar, jajajaja, no es cierto. Pero si espero que me dejen sus comentarios para progresar.

Hasta la próxima


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).