HOLA
I've been alone with you
Inside my mind
And in my dreams I've kissed your lips
A thousand times
Suspiró quedamente, apoyado contra la pesada columna de su Templo, y sus cabellos azules se desperdigaron en la dulce brisa matutina que acariciaba su blanca piel con parcimonia, como dada mañana. Otra vez la misma historia, el mismo momento, la misma estúpida ansia de cada día de sólo verle pasar sin siquiera decirle nada ¿Cómo podría? Si ni siquiera sabía su nombre. Muchas veces había soñado ya con su sonrisa; despierto, incluso, la evocaba, deseoso de besarla, de tenerla, de adueñarse de ella sin preámbulos que coartaran sus imposibles fantasías, pero así como llegaban, esos sueños se marchaban, recordándole dolorosamente su vaga condición de ilusiones, conduciéndolo, una y otra vez, a este único momento en el día en que, por unos minutos, aquella figura añorada se hacía real en su presencia, dedicándole una simple sonrisa de buenos días, escondida tras los pasos alborotados de un infante de gran parecido.
I sometimes see you
Pass outside my door
Los pasos resonaron en el profundo silencio del Templo, junto al bullicio que el pequeño destilaba en cada acción, y la divertida carcajada de aquel muchacho lo hizo despertar de sus cavilaciones, justo a tiempo para encontrarse con la sonrisa perdida de cada mañana, esa que, sin saber su ubicación, él le dedicaba, como un mudo agradecimiento por permitir su paso sin siquiera deteneros un instante. Un momento, un suspiro, una imagen que, congelada en su mente, de repetiría a lo largo del día impidiéndole pensar con claridad, entorpeciendo su entrenamiento en la más estricta soledad con su compañía sempiterna, acelerando las horas hasta el día siguiente en que volvería a verlo… y de nuevo el vacío, el inmenso vacío que acompañaba sus horas como custodio de aquel Antiguo Templo.
-Diablos- musitó, golpeándose levemente la cabeza contra el gran pilar que, silencioso, lo ocultaba del vacío del vestíbulo.
Se odiaba, se odiaba a sí mismo por ser tan cobarde, por dejarle marchar como cada mañana sin siquiera preguntarle su nombre, sin presentarse o desearle buenos días, sin siquiera ofrecerse a acompañarle en aquel camino que marcaban los inquietos pies del alborotado crío que lo apuraba escaleras abajo.
Hello!
Is it me you're looking for?
I can see it in your eyes
I can see it in your smile
You're all I've ever wanted
And my arms are open wide
Because you know just what to say
And you know just what to do
And I want to tell you so much
I love you
¿Por qué nunca salía de la oscuridad? ¿Por qué siempre se ocultaba? Si tan sólo bastaba una simple palabra para iluminar su mirada, un simple “hola” de sus labios que lo acompañase durante las horas que restasen hasta el nuevo día... Cuatro letras, un saludo, y el deseo de decirle que lo amaba impreso en la mirada, hasta que pudiese leerlo. ¿Por qué todo era tan difícil? Si a cada paso que daba en su Santuario podía verlo… sus ojos, su sonrisa, sus palabras arrastradas en el aire viciado del Templo, todo lo señalaba… era él, él era lo que siempre había buscado, lo que siempre había soñado cuando los adultos hablaban de amor, y ahora lo dejaba escapar, como siempre, atesorándolo solo en sus memorias, jugando a imaginarlo el resto del día como única forma de tenerlo.
I long to see the sunlight in your hair
And tell you time and time again
How much I care
Sometimes I feel my heart will overflow
Sus pies marcaron el camino que, minutos antes, los pasos de aquel curioso joven habían delineado, siguiendo su rastro hasta la entrada del Templo, y su mirada azulina, vacía de sentido, continuó aún más el largo sendero, hasta perderse en la cabellera castaña que ostentaba, a lo lejos, los reflejos del sol de la mañana, deseando poder caminar a su lado también, inventando en su mente mil y un escenas deseadas, más sonrisas que pudiera atesorar bajo la luz cálida del día.
El pequeño castaño caminaba sonriente, girándose cada tanto, gritando estridentemente entre risas, para que el viento llevase su nombre a través de las Doce Casas, acompañado por una reprimenda que, entre risas, el mayor no se privaba de darle. Apoyado en la columna de la entrada, el peliazul aguzaba el oído, intentando descifrar entre la brisa las palabras del niño, desmenuzando su voz infantil en busca de una palabra, unas cuantas letras con las cuales llamar a aquel muchacho en sus noches de sueños anhelantes, una forma de invocarlo en su mente y confesarle, en secreto, que lo amaba, que oculto entre los pilares de su Templo, había caído rendido a su presencia.
Hello!
I've just got to let you know
Because I wonder where you are
And I wonder what you do
Are you somewhere feeling lonely?
Or is someone loving you?
Tell me how to win your heart
For I haven't got a clue
But let me start by saying I love you
-¡Apúrate, Aioros!- gritó el chiquillo, volteando risueño hacia el moreno, y la luz del sol matutino confesó al viento su parentesco, revelación arrastrada con parcimonia hasta los oídos quinceañeros escondidos entre la piedra…
Aioros… un nombre, su nombre, y un eterno derrapar de sonidos de sus labios jóvenes, llamándolo entre las sombras…
Hello!
Is it me you're looking for?
Becuase I wonder where you are
And I wonder what you do
Are you somewhere feeling lonely?
Or is someone loving you?
Tell me how to win your heart
For I haven't got a clue
But let me start by saying I love you
-Aioros…- susurró su voz cansada, apenas asomándolo afuera del Templo –Hola, Aioros… mi nombre es Saga… quizás hoy pueda acompañarlos…-
La ventisca cómplice se llevó sus palabras, mezclándolas en el eterno polvillo ático mientras, a lo lejos, el par de hermanos alcanzaba ya la Casa de Tauro… y Géminis quedó desierto en la ágil carrera que su dueño emprendió escaleras abajo.