..xXx Assassine xXx..
A veces me pregunto...
Si somos un recuerdo.
Veo tu rostro empañado tras las memorias que hemos formado juntos. Cuando solías decir "te amo". Antes de que todo comenzara, de nuevo, como una espiral incabable. Huías a cada rato, escondiéndote de ti y de mí. Huías tan lejos que no podía alcanzarte. Y volvías, derrotado. Tus ojos que todo cortaban eran peligrosos.
Pero no importaba, ni siquiera ahora importa.
Tan sólo quedan los retazos de placeres, ocultos y desmembrados.
Pero si te vas, de nuevo, y marchas y huyes, ¿cómo podré sobrevivir?
Si eres tú... mi asesino.
Me has asesinado tantas veces, y continúas haciéndolo, cada noche y cada tarde.
Mis ojos no se cansan de mirar el cuchillo que todo destruye, el dolor que todo lo mortifica. Pero eres mi asesino, y me matas a cada momento. Una vez y otra, y no me importa porque sé que aunque te vayas, volverás. Regresarás y aquí estaré, tras la ventana de nuestra habitación, esperándote.
Eres mi asesino, y la cruda y fría realidad que me golpea no hace sino abrir mis ojos al candente dolor que representas. Acércate, tan sólo un poco, y mátame de una vez. Es gracioso decirlo, o tal vez irónico, pero lo necesito tanto. Tienes que matarme porque eres mi asesino. Y no quiero verte partir una vez más, porque siento que no lo soportaré.
Sólo tú...
...eres mi asesino.
xXx
Dejo los documentos a un lado. Levanto la mirada. La ventana abierta me recuerda lo mucho que te extraño, y el viento que mece mis cabellos y que me trae el aroma del desierto. Te siento venir, desde lo más hondo de mis memorias, y tu presencia se hace casi tangible y toda mi necesidad se vuelve contra mí. Nunca pensé que llegaría a sentir esto. Nunca imaginé que llegaría a sentir. Pero antes no estabas tú, y ahora sí.
Ahora estás presente, a todo momento, aún cuando no estás.
Suspiro y agacho la mirada, harto de todo lo que me traumatiza. A veces quisiera abrir los ojos y saber que estarás aquí, que nunca más te irás, que tendré la seguridad de que eres... todo para mí.
Y llegas entonces, con tu perfección hecha persona. Tocas quedamente la puerta, como si no supieras que no necesitas anunciarte. Y te veo. Entras lentamente, con la mirada que todo lo cautiva, y el cuerpo que todo atrae. Me obligo a mí mismo a contemplarte mientras me condeno en silencio y me obligo a no pensar en ti. Pero es tan difícil teniéndote tan cerca...
-He regresado de mi misión, Gaara-sama- dices mientras sonríes.
Tu luz no hace sino herirme, y el pensamiento de que juegas conmigo. ¿Es divertido acaso?
Colocas el reporte frente a mi escritorio.
No respondo cuando llamas mi nombre porque aún ahora intento recordar el momento exacto en el que comencé a caer por ti. ¿Cuándo fue? No puedo recordarlo. No sé si fue antes de casi matarte o después, cuando comprendí que eras mi completo opuesto y, al mismo tiempo, mi complemento perfecto.
-Gaara-san...
Alzo la mirada cuando ya estás demasiado cerca. Cruzas mi línea de fuego sin importarte todo lo que provocas en mí. El desconcierto, la añoranza, el deseo, la ilusión...
Mi asesino. Eso eres.
-¿Sucede algo?- preguntas suavemente.
Una de tus manos intenta acercarse a mi rostro. Dudas un segundo, no lo suficiente, y tus dedos vendados tocan mi mejilla. Mi corazón no lo soporta, ni la debilidad que has creado en mí ni la falta de reacciones a las que sometes mi cuerpo. ¿Por qué no estoy satisfecho? He obtenido todo lo que he deseado. Soy el Kazekage de mi aldea, tengo el respeto de mis aldeanos, poseo amigos que me aprecian e incluso te tengo a ti, tan cerca, tocándome. ¿Qué es lo que me falta?
Tú.
Te tengo pero no te tengo por completo. Estás aquí y finges ser mi amigo cuando sabes perfectamente que deseo algo más, mucho más.
-No- respondo escuetamente.
Espero que te marches, como siempre.
Pero esta vez permaneces, en silencio, mirándome fijamente. No quiero mirarte a los ojos, porque siento que podría perderme en ellos.
-Estás actuando muy extraño, Gaara-kun- y ahora me llamas de forma afectiva, más personal.
Aprieto los puños ante la impotencia de no poder decirte todo lo que pasa por mi cabeza, hacerte partícipe de los estragos que causas en mi rcorazón. Así que tan sólo me inclino a un lado y con mi mano aparto la tuya que aún descansa sobre mi rostro.
-No me toques...- murmuro.
Tus ojos se abren de desconcierto. ¿Estás dolido? No, no lo estás. Estás más que acostumbrado al rechazo.
Te apartas de mí y te diriges a la puerta. Antes de irte, como siempre, me contemplas.
-A veces querría que fueses un poco diferente- mencionas.
Y el dolor que me recorre es casi insostenible. No puedo cambiar, no lo haré ni siquiera por ti. ¿Pero a ti qué puede importarte? Simplemente finges. Finges que no sabes que cuando me acerco a ti es porque necesito de tu presencia. Finges que cuando me tocas no sientes los escalofríos que me recorren. Finges que cuando te observo no eres capaz de contemplar el dolor, las ansias, el deseo por ti que me consumen... Simplemente actúas como si no supieras. Como si no fueses consciente de que te necesito, te deseo, ¡eres mi persona más importante!
Pero te marchas, y finges que no sientes las piezas de mi corazón destrozado que caen al suelo tras cerrar la puerta.
Pero lo sabes...
Lo sabes, y finges que no te importa.
Porque eres...
... mi asesino.
xXx
Abro los ojos lentamente. Te observo llegar. Es ya tan tarde que pensé estarías dormido. Yo no duermo, bien lo sabes. Tan sólo te observo. El color verde que nunca te abandona, el naranja que abraza tus piernas... Eres todo lo que compone a mi mejor asesino, el único. Y te acercas, delicadamente, y tus brazos envuelven mis hombros y tu aliento se funde con el mío.
Callado, con el corazón a punto de tocar su límite, yazgo yo.
No soy capaz de hacer nada, porque la inmovilidad me invade y el pensamiento de que no puede ser real. Pero aquí estás, y me observas con una sonrisa y acercas tu frente a la mía.
-Lo siento- dices calladamente. ¿Por qué pides disculpas? ¿Es que acaso me matarás de una vez? ¿Es esta la estocada final?
-No tienes porqué disculparte- respondo.
Y permanecemos en silencio. Aún siento tus brazos a mi alrededor, atrapándome. Entonces quiero corresponder la caricia, y mis manos como piedras se mueven hasta poder tenerte contra mi cuerpo. Me estrechas aún con más fuerza y besas tenuemente mis labios. ¿Por qué haces estas cosas? Si no me correspondes, ¿por qué me das esperanzas? ¿No ves lo que estás haciendo con todo esto? ¿No ves lo mucho que me duele?
No me engañes...
-Gaara, no sabes cuánto te quiero.
No es cierto.
-Puedo hacerme una idea- respondo mientras te dejo ir y me aparto de tus brazos y de tu falso cariño. Dices que me quieres, ¿pero significa eso algo? Yo te amo.
Sonríes nuevamente.
-No sabes nada- dices antes de marcharte.
Y tal vez tengas razón...
Yo no sé nada, pero cuando me llamas no puedo evitar ir tras de ti.
xXx
Te miro fijamente. Estás tan cerca que pareces un espejismo. Pero eres real...
Puedo tocarte, y sentirte.
Y gemir tu nombre y sentir tus manos recorriéndome. Eres real. Estás aquí, y tus ojos negros me confunden, y tus besos se esparcen por toda mi piel, lanzando pequeños embrujos de los cuales no puedo deshacerme. Tu piel perlada por el sudor se confunde con la mía, a pesar de que somos tan diferentes, pero en este momento, en este instante somo uno solo.
-Lee...
Un escalfrío me recorre, y nuestros labios se funden y quiero entregarte todo. Pero tú...
A pesar de que puedes adueñarte de todo lo que poseo, no lo deseas. No quieres tener todo de mí. ¿Por qué?
-Gaara...
Y sé que es el momento, puedo sentirlo, la sensación viajando por cada una de mis células. Cierro los ojos y me preparo. Nunca es lo mismo, nunca es igual, pero siento de pronto como si muriera. Me estás matando, y lo sabes. Lentamente, con cada beso y cada íntima caricia. El calor aumenta, nuestros movimientos, la fricción. Me estremezco, profundamente, no estoy preparado, y antes de darme cuenta, cuando todo se tiñe de blanco y casi no soy capaz de ver tu rostro, mis labios se abren y grito tu nombre en puro éxtasis.
Es entonces cuando...
... cuando cometo el peor error de todos.
Acerco mi rostro a tu cuello y susurro:
-Te amo.
xXx
Siempre has sido tú, desde el comienzo. La primera persona que me lastimó, que me hizo entender, que me hizo sentir humano. La primera persona a la que reconocí, a la que respeté, a la que deseé. Tenías que ser tú, porque nadie más podía tolerar las miradas, y los sentimientos y la arena. Sólo tú, con tu endurecido espíritu que brinda caricias tan blandas. Tú, quien sonríe levemente y alzas la mano diciendo adiós.
Y marchas, como siempre.
A tu próxima misión, lejos de mí.
Tan lejos que no puedo sentirte...
Y tal vez no regreses. Tal vez esta sea la última imagen que tenga de ti.
Pero sé que regresarás.
Volverás y me traerás los informes, y fingirás que nada ocurre y en la noche, cuando sólo la luna puede vernos, confesaré toda mi debilidad. Estarás de vuelta, sin embargo, porque es tu deber. Debes regresar a mí, y asesinarme lentamente con cada momento que pasamos juntos.
Eres mi asesino, tienes que volver.
Porque si murieras allá, si nunca más regresaras, entonces...
... me estarías matando.
Definitivamente.
Fin.