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CIERRA LOS OJOS por lyra

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Notas del fanfic:

No pensaba publicar el fic por capitulos, pero me ha quedado muy largo y lo he decidido cortar por dís, por eso puede parecer que el final de un capitulo es muy brusco....

Puede que me haya enrollado en los dos capitulos primeros, evidentemente lo mejor está al final, pero hasta el lunes no se podra leer...

¡¡¡Muchas gracias a mis fieles lectoras!!!!

Os dedico este fic, a todas las amantes de TOKIO HOTEL...

Tumbado en la cama cierra los ojos y suspira. De solo pensarlo le daba dolor de cabeza, más al oír a su hermano hablar y hablar sin parar sobre los planes para celebrar su 19 cumpleaños.

Se muerde los labios para aguantarse las ganas que le estaban entrando de gritarle que se callara de una vez. …l no quería ninguna fiesta, no tenía nada que celebrar.

-¿Me estás escuchando?-pregunta Tom en voz alta.

Gruñendo se da la vuelta en su cama y le da la espalda sin contestarle. ¡Pues claro que le estaba escuchando! Llevaba toda la vida haciéndolo.

Aguantando como su hermano le contaba que tal le había ido con su nueva conquista, donde lo habían hecho y lo bien que se lo había pasado. Le escuchaba con una forzada sonrisa en los labios mientras que e sentía morir por dentro.

-¡Bill!-le llama tirándole un cojín a la cara.

Ni por eso se inmuta. Recibiría los golpes que hicieran falta antes de desvelar su secreto. Se lo guardaría bien dentro, por mucho daño que le hiciera, pues más le haría si alguna vez saliera a la luz.

Cansado de que su hermano no le hiciera caso, Tom se tira encima de su cama y se le acerca, abrazándole por la espalda, poniendo la cabeza en su hombro y besándole en la mejilla.

-¿Qué te pasa? ¿No te emociona que cumplamos años?-le pregunta acomodándose sobre él.

-Para mí será como otro día más-le contesta en un susurro.

Se puso tenso al sentirle abrazarle con fuerza, más cuando le besó en la mejilla dejando allí su cálido aliento.

-Será como otro día más si no haces nada para evitarlo. Vamos, piensa en lo bien que lo pasamos el año pasado, este año será distinto, lo pasaremos genial-ríe Tom al recordarlo.

-Sí, el año pasado fue la pera. Muertos de frío en ese bar de hielo-recuerda con un resoplido.

Siente como su hermano le obliga a girarse y quedarse tumbado de espaldas, apoyándose en un codo y mirándole fijamente.

-¿Cómo puedes decir eso? Recuerdo que dijiste que era el mejor cumpleaños que jamás habíamos tenido.

Bill solo se encoje de hombros desviando la mirada, evitando que su hermano viera como se le iban llenando los ojos de lágrimas.

-No me hagas caso, me duele la cabeza y no sé lo que digo-se excusa con voz temblorosa.

-Estás raro, llevas así unos días y no me lo quieres contar. Pensaba que entre nosotros no había secretos-le dice dolido.

Espera a que su hermano le conteste, que le dijera que eran imaginaciones suyas…pero solo guarda silencio y continúa sin dirigirle la mirada.

-Está bien, no me lo cuentes. Guárdate tu maldito secreto, quédate ahí solo sufriendo en silencio-se da por vencido.

Se levanta de la cama deprisa y coge su cazadora, saliendo su la habitación sin dar un merecido portazo, dejando a su hermano tumbado en su propia cama, y muy solo.

Siente como sale de la habitación y solo entonces da rienda suelta a las lágrimas que sentía acumularse en sus ojos. Tenía mucha razón, su secreto estaba maldito. ¿Quién en su sano juicio e enamoraría de su propio hermano?

Se gira de nuevo, quedándose de costado, cogiendo una almohada y abrazándola bien fuerte, enterrando en ella la cara. Cierra los ojos y aspira profundamente, respirando el aroma de su hermano, que penetra en su cuerpo y le hace estremecerse.

Levanta una mano y la lleva a su mejilla, limpiando las lágrimas que bajan por ella. Pero es un trabajo inútil, al momento bajan más y más. No puede evitar llorara por lo que sabe que nunca tendrá. El amor de su hermano. Valor para confesárselo.





-Mamá, salgo a dar una vuelta-e despide Tom asomándose a la cocina.

-¿Ya habéis hablado de la fiesta?-le pregunta Simone secándose las manos.

-Pregúntaselo a tu hijo pequeño, no parece que quiera celebrar ninguna fiesta ni mañana ni nunca-le dice resoplando.

-¿Habéis discutido?-pregunta preocupada.

-No ha hacho falta, ha sido culpa suya. Está muy raro, desde que hemos venido se ha pasado los dos días cabizbajo y sin ganas de nada. Solo de cerrar los ojos y pasarse el día dormido-le explica a su madre.

-¡No exageres!-ríe Simone.

-Sube a mi habitación, le he dejado tumbado en mi cama. Verás como ya se ha dormido.

-¿Estará enfermo?-pregunta ya más seria-Demasiados conciertos, os he pedido que no abusarais.

Tom ve como su madre sube las escaleras y se muerde los labios arrepentido de haber tratado así de mal a su hermano. Estaba enfermo y no se había enterado.

Decide dejar el paseo para otro día y echa a correr escaleras arriba, entrando en su habitación en el momento en que su madre se sienta en la cama al lado de su hermano.

-Bill, cariño-le llama tocándole el hombro.

Medio dormido como está, protesta en sueños hundiendo más la cara en al almohada.

Pero eso no detiene a Simone, dispuesta a averiguar si su hijo se encontraba enfermo. Le pone las manos el los hombros y le obliga a darse la vuelta.

-¿Qué pasa?-protesta Bill con los ojos cerrados.

Antes de que pueda reaccionar, su madre ya le ha puesto su mano en la frente asustada al ver su cara sonrosada.

-Tom, tráeme el termómetro-le pide a su hijo mayor.

-Mamá, que estoy bien-protesta de nuevo ya con los ojos abiertos.

Pero eso no convence a su madre. Coge el termómetro que su otro hijo le tiende y tras agitarlo se lo pone en los labios para acallar sus protestas.

Mientras espera a que pase el tiempo recomendado, le palpa la garganta en busca de alguna inflamación, sabiendo que es de ella de la que siempre se queja y cuida con esmero debido a su trabajo.

Pasan 5 minutos y coge el termómetro, poniéndolo ala luz para verlo mejor.

-38º y medio, lo sabía-dice Simone sacudiendo la cabeza.

-¿Por qué no dijiste que te sentías mal?-le reprocha Tom sentándose al otro lado de la cama.

Bill se encoge de hombros. No se notaba enfermo, debió de subirle la fiebre al no dejar de pensar en su hermano. Su propio cuerpo se rebelaba contra él. Si pensaba mucho en lo que no debía, caería enfermo de inmediato.

Simone se pone enseguida manos a la obra. Le pide a su hijo mayor que vaya a la cocina a por un analgésico que le bajara la fiebre al menor, mientras coge una manta y le tapa para que no e enfríe.

Tras ayudarle a tomarse el medicamento, se levanta de la cama y corre las cortinas para dejar la habitación en penumbras, echando a su hijo mayor de su propia habitación para que su hermano descansara más tranquilo.


De nuevo a solas y sintiendo que se le cierran los ojos, va cayendo dormido en un profundo sueño suspirando.

Se encontraba tan solo… En dos días cumpliría 19 años y no encontraba a nadie que quisiera estar a su lado.

De los dos secretos que atormentaban su vida, uno ya lo había desvelado. Cuando cumplió los 18 confesó su homosexualidad a su familia, quien la aceptó de buen grado.

A su hermano no le sorprendió la noticia, siempre lo había sospechado, pero nunca le hizo preguntas, dándole el tiempo necesario para hallar el momento adecuado.

Ese era otro motivo por el que se encontraba tan solo. Le daba miedo la reacción del público y por eso pidió que nadie revelara su secreto. Aparte de su familia, lo sabían sus compañeros del grupo y un estrecho círculo de fieles amigos.

Cuando estaba con ellos podía mostrarse tal y comiera, bajar la guardia y relajarse.

Estaba tan cansado de aparentar algo que no era, de vigilar sus palabras, sus actos,…el estrés estaba pudiendo con él y ya le hacía mella.

Todo por el bien del grupo…por su propio bien….

¿Por qué tenía que pagar ese precio tan alto? Estar solo el resto de su vida, no dejar que nadie le mostrara algo de cariño por miedo a su reacción…no dejar que su hermano e enterada de sus sentimientos por miedo a perderle…



-La fiesta se suspende-dice Tom tajantemente.

Simone le mira preocupada. Llevaba días hablando de montar una gran fiesta para celebrar su cumpleaños, y ahora se le veía tan abatido.

-Y no me pidas que vaya sin mi hermano, porque nunca lo haré. Donde vaya él, iré yo-dice mirando muy seriamente a su madre.

-Claro que no te iba a decir eso. Pensaba que si de aquí a entonces se encontraba mejor, tal vez se podía hacer algo aquí en casa-dice muy contenta con su idea.

-¿En casa? ¿Con vosotros?-pregunta no muy convencido.

-Tranquilo, nos iremos. Piénsalo bien, invita a Georg, Gustav, Andreas y a unos amigos más. Así Bill se sentirá más relajado, estando en un ambiente en el que no tiene que disimular todo el rato.

Tom piensa seriamente en las palabras de su madre. Siempre llevaba razón, y se daba cuenta antes que él si su hermano se encontraba mal o necesitaba espacio. Hacer la fiesta en la casa, con poca gente y que además eran de confianza…su hermano no se podía negar…

-Espero que se lo tome bien, dijo que nada de fiestas, y estando enfermo no estará más animado-dice sopesando los hechos.

-Entre los dos le convenceremos. Además, no es una fiesta, es solo una reunión de amigos-dice Simone sonriendo muy satisfecha.

Tom le devuelva la sonrisa y tras acordar que llamaría a sus amigos, sube a su habitación a por el móvil que se dejó olvidado. Abre la puerta sin hacer ruido, acercándose a la cama en la que su hermano descansa con los ojos fuertemente cerrados.

Cediendo a un repentino impulso, rodea la cama y se inclina para verle mejor. Arruga la frente al ver la expresión de su rostro, como sus labios están fuertemente apretados, en tensión…ni en sueños lograba hallar algo de paz, siempre en aleta por si alguien notaba algo.

-Descansa, yo velaré tu sueño…nadie te hará daño si yo puedo impedirlo-susurra bien cerca de su oído.

Pasa una mano por su cara, retirando un mechón de pelo que le impide rozar su mejilla con los labios. Los deja puestos unos segundos sobre su ardiente piel, sintiendo como si le quemara con fuego.

Se incorpora deprisa, llevándose una mano a los labios, sintiendo en ellos su calor… ¿era malo besara su hermano?

A él no se lo parecía, de hecho le apetecía hacerlo todo el rato. Cada vez que veía que era desdichado, que lloraba por algo…que lloraba por todo…

Decide dejarle seguir descansando y sale al pasillo a hacer unas llamadas. Tras ponerse de acuerdo con Georg y Gustav, llama a Andreas, sabiendo que era el que más ganas tenía de pasar una noche de fiesta con los hermanos, tanto meses sin verse,…

-¿A qué hora es la fiesta?-saluda Andreas muy contento.

-Depende-le contesta suspirando.

-¿Ha pasado algo?-pregunta preocupado.

Tom sonríe al escucharle. Siempre sabía cuando algo iba mal entre ellos, su madre decía que era el hermano que faltaba, algo así como el tercer gemelo. Sabía cuando sus hijos se encontraban bien y siempre les hacía reír cuando se encontraban mal.

-Es Bill, ha caído enfermo. Mamá ha dicho que si para entonces está bien haremos la fiesta en casa, depende de cómo pase la noche y de si se encuentra con ánimos-le explica por encima.

-Tal vez pueda ayudar en eso… ¿te acuerdas de mi amigo Connor?-le pregunta con una sonrisa-Pues… ¡sorpresa! Ha salido del armario, y por la puerta grande. Ya sabes que conoce el secreto de Bill, pues me ha pedido que le hiciera un favor, ya me entiendes…

-Quiere que le prepares una cita con mi hermano-ríe Tom encantado-Me cae bien Connor, Bill estará en buenas manos. Invítale a la fiesta, entre todos haremos que Bill se divierta.

Tras acordar la hora y prometerle que en la fiesta habría al menos una chica, cuelga el móvil satisfecho y baja a contarle a su madre los planes.

-¿No crees que es mejor preguntárselo?-dice Simone preocupada-Tal vez no quiera ver a nadie en ese sentido, nunca ha hablado del tema.

-Mamá, no hace falta que diga nada. Se le ve muy triste, y solo. Sus apagados ojos piden a gritos encontrar a alguien, y como él no lo busca…pues nosotros lo haremos.

-Connor. Es un buen muchacho, y bueno, es guapo. Bill no podrá negarse-acepta Simone.

Tras acordar la gente que invitarían, Simone comienza a preparar la cena con una sonrisa en los labios. Habían decidido no decirle nada a Bill, para que estuviera más relajado en la fiesta.

-Hola a todos-saluda Gordon al entrar en casa.

Se dirige a la cocina y saluda a su mujer con un beso en la mejilla tras sonreír a su hijastro mayor.

-¿Y Bill?-pregunta buscándole con la mirada.

-Está descansando, tiene algo de fiebre-le explica Simone.

-Pobre, espero que se recupere para la fiesta-se compadece.

-Ya no habrá fiesta, solo una reunión de amigos-le aclara Tom sonriendo.

Gordon le mira sin comprender, más todavía cuando Simone ríe por lo bajo.

-Luego te lo explico.

Terminan de hacer la cena y le preparan una bandeja al enfermo, que Simone sube mientras deja a su marido poniendo la mesa ayudado por u hijo mayor.

Entra en la habitación donde descansa el cantante, dejando la bandeja en la mesilla y sentándose en la cama. Sonríe al verlo dormido con una mano bajo la mejilla. Pone la suya en su frente y sonríe al no sentirla tan caliente, más cuando ve como su hijo va abriendo los ojos poco a poco.

-Perdona-se disculpa apartándole el pelo de la sudada cara.

-No estaba durmiendo-le dice con voz ronca.

-¿Te duele la garganta?-le pregunta preocupada.

Bill niega con la cabeza y se da la vuelta en la cama echando la manta a un lado. Sentía mucho calor y eso le agobiaba.

-Quítate la ropa, estarás más cómodo-le dice Simone.

Pone sus manos en el borde de la camiseta de su hijo y tira de ella hacia arriba, sacándosela por la cabeza y dejándola a un lado de la cama.

-¿Mejor?

-Algo. Le he robado la cama a mi hermano-dice sonriendo.

-Dormirá en la tuya, no te preocupes por eso ahora-le contesta desabrochándole los pantalones.

Bill levanta las caderas para ayudarla. En esos momentos se encontraba muy atontado como para hacerlo él mismo. Una vez medio desnudo, mira la bandeja que su madre le había subido y niega con la cabeza.

-¿No quieres comer nada?-pregunta Simone preocupada.

-Tengo el estómago revuelto-le contesta arrugando la frente.

-Te la dejo por si luego te encuentras mejor-le dice levantándose de la cama.

Entra en el baño y al rato vuelve con una toalla mojada en agua que pasa por la cara y pecho de su hijo pequeño.

-Mmmm…-gime Bill con los ojos cerrados.

-Así estarás más fresco-dice dejándosela sobre la frente.

Se inclina para besarle en la mejilla y sale de la habitación para dejar que siga descansando.



-¿Cómo se encuentra?-pregunta Gordon a su mujer cuando regresa a la cocina.

-No está tan caliente como antes, pero no ha querido comer nada-explica Simone sentándose a la mesa.

-Es normal, mañana estará mejor-le asegura Tom.

Comienzan a cenar mientras hacen planes para la “reunión de amigos”. En vista de que los “echan” de casa, Gordon invita a su mujer a cenar fuera esa noche.

-Os podéis quedar, no hace falta que os vayáis-les dice Tom sin muchas ganas.

-Sabemos que estaréis mejor sin nosotros. No os preocupéis por vuestra madre y por mí, pasaremos una buena velada, hace mucho que no lo hacemos-le tranquiliza Gordon.

-Pero volved a tiempo, cuando saquemos la tarta y los regalos, no podéis faltar-les pide Tom.

Simone asiente y dando por finalizada la cena comienza a recoger la mesa ayudada por su marido, mientras que su hijo mayor prepara en otra bandeja dos vasos de leche y unas galletas.

-Seguro que a esto no se puede negar-le dice a su madre con una sonrisa.

Comienza a subir las escaleras con cuidado de no derramar la leche por el camino. Entra en su habitación, encontrándose a su hermano medio dormido, además de medio vestido.

-Servicio de habitaciones-bromea con una sonrisa.

Bill abre del todo los ojos y se la devuelve, incorporándose en la cama al ver que se sienta a su lado con una bandeja en sus rodillas.

-Pensé que a lo mejor te apetecía-le dice tendiéndole un vaso de leche.

Suspira y lo coge, bebiendo despacio sin dejar de mirar a su hermano, quien devora una galleta tras otra.

-¿Dónde vas a dormir esta noche? ¿Quieres que me vaya a mi cama?-no puede evitar preguntar.

-Quédate, me iré a tu habitación-le contesta tras tragar con esfuerzo.

-Te pareces a Georg comiendo-ríe por lo bajo.

-Se nota que ya te encuentras mejor si ya te ves con fuerzas para meterte con tu hermano mayor-le pica guiñándole un ojo.

-Cuando quieras, no me das miedo-le reta sacándole la lengua.

-Esperaré a que te encuentres bien del todo, no quiero que luego digas que te gané haciendo trampas-le responde imitándole.

Simone entra en la habitación y sonríe al ver a su hijo pequeño más animado. Coge el termómetro que dejó en la mesilla y se lo tiende para que se lo ponga en los labios, cuya sonrisa no pierde en ningún momento.

Mientras esperan a que pasen los 5 minutos recomendados, Simone abre la cama y le ayuda a meterse entre las sábanas, mientras que su hijo mayor se va desnudando y poniéndose su pijama.

-Casi 38º-dice Simone con el termómetro en la mano.

-Ya me encuentro mejor, no sé que me ha dado-dice Bill con sinceridad.

Y era verdad, en cuanto dejó de pensar en su hermano comenzó a sentirse mejor y su cuerpo dejó de rebelarse contra él.

-De todos modos te he subido un analgésico, para que pases mejor la noche-le dice su madre tendiéndoselo.

Bill lo coge y se lo toma con el resto de la leche que le quedaba.

-Y no te preocupes por la fiesta, la hemos suspendido-le explica Tom soltándose el pelo.

-¿Y eso? ¡Con lo ilusionado que estabas!-pregunta asombrado-No lo hagas por mí, sabes que me da igual no ir.

-Pero a mí no. Es nuestro cumpleaños y debemos celebrarlo juntos-le dice mirándole fijamente.

-Hemos pensado que si mañana estás bien, lo celebraremos en casa. Solo con los amigos más allegados-le dice Simone, marcando las palabras “amigos allegados”.

Bill suspira como respuesta, mientras permite que su madre le arrope. Estaba enfadado consigo mismo. Por estar enfermo, por obligar a su hermano a celebrar una fiesta íntima cuando sabía que se moría por pasárselo a lo grande,…por tener que reducir el número de invitados para que él se sintiera cómodo y relajado…

-Bill, no me importa-dice Tom seriamente.

No había que ser un genio para saber lo que estaba pensando su hermano en esos momentos, su triste mirada hablaba por sí sola.

-Bueno, no pensemos en eso ahora. Dejemos que descanse-dice Simone despidiéndose de su hijo pequeño con un beso en la frente-Llámame si necesitas algo.

-Me quedaré un rato más, solo hasta que se duerma-le promete Tom a su madre.

-Vale, pero no le canses-concede besándole también en la frente.



-No me parece justo-dice Bill cuando su madre les deja a solas-Querías una gran fiesta, y por mi culpa…

-Vamos a grandes fiestas casi todas las noches, me apetece pasar un tarde a solas con nuestros amigos-le corta Tom levantando una mano.

-Pero es nuestro cumpleaños, deberíamos celebrarlo con algo especial, no como si fuera un día más-insiste.

-Vaya, veo que ya has cambiado de opinión-sonríe Tom al recordar lo que le había dicho escasas horas antes.

-Sigo pensando lo mismo, lo digo por ti ya sabes que yo…

-¡Eres un cabezota!-le vuelve a cortar.

No lo puede evitar y suelta una carcajada al ver la expresión malhumorada de su hermano. Se deja caer en la cama y se tumba a su lado, quien se gira de costado para poder mirarle de frente, olvidándose de su enfado cuando le contagia su sonrisa.

-Lo vamos a pasar genial, te prometo que te vas a divertir y luego me lo agradecerás-le dice sonriendo más abiertamente.

-Me das miedo, ¿qué has hecho?-pregunta dejando de sonreír.

-Nada. Cierra los ojos y duérmete antes de que mamá me riña-le ordena tocándole la nariz con un dedo.

-Vas a hacer que me suba la frente-protesta frotándose la nariz con una mano.

-Ya me callo…

Se quedan mirando unos minutos, hasta que Bill siente como se le van cerrando los ojos poco a poco. Suspira y acomodándose mejor en la cama de su hermano los cierra del todo y va cayendo en un profundo sueño sin poder evitarlo…como tampoco puede evitar pedir soñar con su hermano.

Oyendo como la respiración de su hermano se va haciendo cada vez más suave, levanta una mano y la pone en su frente, cerrando los ojos al notarla todavía caliente.

“Por favor, ponte bien mañana…te prometo que te divertirás, que nunca más te haré enfadar…”-reza con fuerza.

Todavía resonaba en su cabeza la discusión que tuvo con él cuando pensaba que no le escuchaba, como le echó en la cara que sabía que tenía un secreto y como se enfadó porque no se lo quería contar…cuando la verdad era que se encontraba mal y sin ganas de hablar.

Abre los ojos y suspira. Lo mejor era que le dejara descansar antes de que viniera su madre y le sacara de la cama por una oreja. Tras comprobar que le dejaba bien arropado, le besa en la mejilla y se levanta despacio para no despertarle. Sale de su habitación y entra en la de su hermano.

Se sienta en la cama y no puede evitar abrir el primer cajón de la mesilla, donde sabe que guarda su neceser de maquillaje, y con el de la mano entra en le baño. Lo abre y sonríe al ver como cuida sus pertenencias.

Saca el estuche de sombras negras y lo abre, pasando un dedo sobre ella hasta que se le queda negro. Se lo lleva a su ojo derecho y cerrándolo lo pasa por su párpado, riendo al ver el resultado.

No tenia ni idea de cómo maquillarse, y en eso admiraba a su hermano. Con el paso de los años había aprendido con mucho esfuerzo y el resultado era asombroso.

Cuando tenían un concierto, le gustaba ver como se maquillaba en el backstage, como su cara reflejaba la concentración necesaria hasta quedar satisfecho con el resultado.

Sonríe al recordar la de veces que su hermano le había pillado mirándole fijamente mientras se maquillaba, y como le sacaba la lengua por el espejo hasta que reaccionaba y avergonzado desviaba la mirada.

Sin dejar de sonreír, se limpia la cara y guarda las cosas tal y como estaban, volviendo a dejar el neceser en su sitio y acostándose en al cama de su hermano dispuesto a dormir con un ojo abierto por si su hermano le necesitaba.

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