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Mi Última Olimpiada por AthenaExclamation67

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Mí Última Olimpiada
By AthenaExclamation67


- Buenos días – decía el moreno tras besarle los labios a su adorado rubio para sacarle del sueño que le privaba de ver sus preciosos ojos.

El rubio despertó como casi siempre hacía, enroscado al cuerpo del moreno con brazos y piernas, literalmente se podía decir que casi dormía encima de él, cosa que al otro no le importaba demasiado, todo lo contrario, le encantaba despertar a Hyoga, verle como aún se sonrojaba cuando rozaba sus labios para despertarle.

- Buenos días Ikki – respondía al tiempo que le devolvía tímidamente con una suave caricia el beso.

Solo le era necesario ese pequeño gesto e Ikki ya se encendía, tocaba el cielo cada vez que Hyoga se animaba a besarle.

- Sí, perfectos… - acotó Ikki para besarle más profundamente iniciando un pequeño juego matutino.

Hyoga se sonrojó, vio como los ojos de Ikki desprendían ese brillo especial. Ese que solo él conocía y que precedía a una serie de caricias y besos excitantes. Preludio de un gran momento apasionado.

Ikki, jugó con el cordel que sujetaba el precioso pantalón de seda que usaba Hyoga para dormir, consiguiendo deshacer el nudo completamente y deslizando su mano al interior.

- Ikki… - jadeaba al sentir el contacto de las yemas calientes sobre tan sensible parte de su cuerpo – deberíamos guardar fuerzas – añadió con la voz entrecortada.
- Ni hablar de eso – contestaba bajando con besos hasta la entrepierna y sacándole el pantalón – no podré tocarte mientras dure nuestra competición. Voy a grabarme cada centímetro de tú cuerpo, cada sensación mientras te hago el amor para poder recordar sin detalle – seguía colocándose prácticamente encima – serán las peores horas de mi vida, tu en tu habitación, yo en la mía, no se si podré resistir la tentación de correr la distancia durante la noche para ir a hacerte una visita – añadía para después besarle.

El rubio se sonrojó más aún, solo el pensar que Ikki podía entrar a escondidas como un ladrón para robarle el aliento mientras se amaban, le hacían perder el control.

Ikki sonrió al ver el rubor, acarició con una de sus manos los mechones alborotados de Hyoga y lo beso entornando sus ojos para luego cerrarlos mientras se deslizaba deliciosamente a su interior. Mientras se hacía dueño de sus entrañas, embistiéndole, procurando un gran placer para ambos, dichoso de saber complacer a su rubio, a ese mismo que había conocido en la última olimpiada y del que ya jamás consiguió separarse.

- Ahhh… Hyoga – gemía sintiendo el espeso fluido del rubio derramarse sobre sus cuerpos. Entrando en él por última vez, dejando que el suyo se liberase en su interior, dejándose caer sobre Hyoga que lo recibía encantado sobre su pecho, recostándose a su lado a los pocos minutos liberando así a Hyoga de su peso para poder recobrar ambos el aliento que les faltaba.

“Te Amo”

Se dijeron al unísono mientras descansaban del feliz momento.

No era un secreto para ninguno de sus amigos que se amaban, desde la olimpiada de Athenas, en la que empezaron las miradas, seguidas de citas y finalmente el amor, olvidando cualquier temor, uniendo sus vidas, convirtiéndolas en una sola, compartiendo y amándose, sufriendo las separaciones de las concentraciones deportivas o de los largos entrenamientos. Hasta que una rápida visita al registro civil, cambió eso y se establecieron ambos en la misma ciudad. Japón. Lugar de residencia de Ikki y desde ese día, desde que consiguió la doble nacionalidad, también el de Hyoga.

********************

- Vamos perezoso – sonrió mientras Hyoga reposaba del momento de pasión – debemos tomar un avión.

Se levantaron y tras prepararse, partieron a la nueva olimpiada, encontrándose con sus respectivos entrenadores en el aeropuerto y despidiéndose para poder concentrarse solo en la competición.

Llegaron cada uno por un lado diferente, todo estaba perfectamente organizado, a ambos les gustaba, más bien les excitaba la idea de enfrentarse aunque indirectamente. Eran excelentes deportistas, conocidos a escala mundial, la competición estaría muy reñida, solo cabía esperar el resultado final, ambos sabían que estarían en el podio, eran los mejores de su disciplina, lo único que desconocían era el pedestal que les tocaría ocupar, el color del metal que podían ganar.

“Bienvenidos a la modalidad del Pentatlón Moderno. Este, está a punto de comenzar, por favor, diríjanse a sus puestos y podremos iniciar la competición”

Los participantes se fueron hasta las dianas para realizar la prueba de tiro, la que se realizaba primero de esa modalidad de competición.

Por tandas, ejecutaron los disparos todos y cada uno de los candidatos, hasta que llegó el turno de ellos. Primero el de Ikki en el que casi todos fueron dianas, vigilado bajo la atenta mirada de Hyoga. Esta, era una de sus mejores especialidades.

Se fue hasta el puesto que le había tocado, cargó su arma de aire comprimido y cerró sus ojos para concentrarse. Inspiró fuerte y tras abrirlos y enfocar, disparó acertando justo en el centro de la diana. Así fueron todos y cada uno de sus disparos, entre gritos y vítores de los espectadores que veían incrédulos la precisión de Hyoga.

Se colocó en primera posición, la competición constaba de cinco pruebas, así que aún no se había decidido nada.

Ikki se acercó a felicitarle, sabía que era mejor que él en las competiciones de ese tipo, siempre lograba evadirse y concentrase al máximo para dar en el punto exacto.

- Bien hecho – dijo estrechando su mano y susurrando unas palabras a su oído que lo ruborizaron.

Caminaron al recinto dónde se celebraba la siguiente prueba y tras ponerse el uniforme y las protecciones correspondientes, empezaron a batirse en los combates de esgrima.

El primero fue Hyoga, se colocó en su posición al igual que su oponente y tras saludar poniendo la espada frente a su cara, la bajo y al oír la orden se colocaron en guardia…

El juez de la prueba dio la señal, Hyoga sostuvo su espada firmemente, analizando, pensando en la mejor estrategia para darle la estocada a que le proclamaría vencedor del combate. Vio como su oponente tomaba la iniciativa, adelantándose para atacar y sonrió al ver que le dejaba la guardia bajada.

- Grave error – pensó. Deslizo su pierna izquierda sobre el tapiz, agachándose ligeramente para esquivar el envite del oponente y con una rápida acción, remató la jugada – Touché – y se hizo una ovación en la sala. Estocada directa y enfrentamiento vencido. Al igual que los otros adversarios que eliminó con facilidad.

Hyoga sonreía feliz al lado de su entrenador, Camus, contento por la victoria, pero sin perder de vista a Ikki con el que rápidamente le tocaría luchar, así era la prueba, todos contra todos y que gane el mejor.

Ikki recibía las últimas instrucciones de Shaka, su entrenador, asintió un par de veces y se colocó sobre su marca, repitiendo las mismas acciones de Hyoga antes de que sus combates empezaran.

Su oponente era agresivo, decidido, no tuvo más remedio que esquivar satisfactoriamente las primeras estocadas, pero luego él atacó y gracias a su fuerza, consiguió que su rival perdiera la espada, dándole después la estocada necesaria que le dio la victoria de ese combate.

Cuando Ikki terminó, después de ganar con mayor o menor dificultad a cada uno de sus oponentes, les llegó el momento de enfrenarse.

Se saludaron tras situarse y sin ningún tipo de contemplación, se enfrentaron durante el minuto que duraba el combate, esquivando y tratando de lograr la estocada que les diera la victoria, pero sin lograrle antes de que el minuto llegara a su final

El combate había sido apasionante, muy reñido aunque quedaron empate, se felicitaron mutuamente y marcharon a los vestuarios para cambiarse.

- Que bien disimuláis – dijo Camus llegando con Shaka – si me entero que lo habíais planeado, me encargaré de que os descalifiquen a ambos – añadió riéndose sabiendo de sobras que no era esa la causa que ninguno de los dos se hubiera alzado con la victoria.

Hyoga seguía en cabeza, con la mayor puntuación, pero ahora le llegaba el turno de lucirse a Ikki, la prueba de 200m. libres de natación, algo en lo que se desenvolvía de un modo excelente.

Se colocaron sus respectivos bañadores reglamentarios, los mejores que podían existir, muy ajustados que dejaban sus glúteos perfectamente delineados.

- Espérame después, antes de cambiarte – dijo Ikki viendo como quedaban ellos solos en el vestuario – pienso arrancarte ese bañador con mis dientes – dijo al estar completamente solos y besándole tras inclinarse para poder capturar sus labios.

Hyoga no sabía donde meterse de la vergüenza que sintió con esas palabras mientras veía como su moreno macizo salía a la piscina para tratar de realizar el mejor tiempo de todos los concursantes.
Sonó el pitido que daba la salida a la primera tanda de nadadores en la que se encontraba Ikki, que saltó y empezó a nadar todo lo rápido que pudo. Pataleando con fuerza en el agua, llegando el primero y con un muy buen tiempo después de recorrer la distancia.

Hyoga ya sabía l tiempo que debía batir para poder continuar a la cabeza para la clasificación final, debía conseguir ser rápido en el agua para no quedar rezagado, solo quedaba la prueba del salto ecuestre, la que más le gustaba, pero sabía que Ikki era más rápido que él en la carrera de campo través, así que tenia que conseguir salir antes que él en la carrera después que hicieran el recuento de puntos y se decidieran las posiciones de salida.

Ahora se preparaba para la salida, justo antes de que el pitido sonara, alguien salió en falso y tuvieron que repetirla.
Sonó el pitido nuevamente y esta si fue buena, se zambulleron en el agua los participantes de la ultima ronza y nadó Con todas sus fuerzas, intercambiando estilos con cada giro y ganando la ronda igual que Ikki había hecho.

Rápidamente se giró y vio los resultados, quedando muy satisfecho del resultado ya que el tiempo que había utilizado fue suficiente para mantenerle a la cabeza, tratando de conseguir la ventaja que deseaba.

- Vaya… parecías pez en el agua – le dijo Ikki acercándose con una toalla – has mejorado mucho en esta prueba – añadió recibiendo una sonrisa del rubio como agradecimiento mientras iban a cambiarse y a pasar después el rato libre que tenían entre esa prueba y la siguiente.

Entraron nuevamente a los vestuarios, pero algo sucedió en el camino a sus taquillas. Hyoga fue secuestrado por Ikki que se lo llevó a los baños donde e encerraron y lo hizo suyo tal y como le había dicho.

Sin darse cuenta, los minutos del descanso habían transcurrido y se prepararon para la siguiente prueba, mirándose de reojo mientras se cambiaban y se ponían el uniforme, Ikki con una gran sonrisa en su cara y Hyoga algo apenado temiendo que les pudieran haber escuchado, aunque no por ello dejó de disfrutarlo.

- Pero… ¿dónde estabais? – exclamó Shaka – llevamos una hora buscándoos.
- Ya te diré yo dónde estaban. Solo hace falta verles la cara y sale uno de dudas – acotó Camus.

Les comunicaron que había llegado su turno de probar el caballo, de acostumbrarse a él antes de que empezara su turno en los saltos y se los llevaron del vestuario casi jalando sus orejas por indisciplinados.

Ikki tuvo que ir el primero y en cuanto montó al caballo pudo otra lo nervioso que estaba, cosa que no impidió que ejecutara todos los saltos de una forma espectacular ante la ovación de la gente.

Cuando Ikki bajo de su caballo, corrió hasta Hyoga para advertirle.

- Ve con cuidado, los animales están muy nerviosos, aquí hay demasiada gente – le explicó.
- Entiendo – contestó Hyoga y se subió al caballo alerta por si llegaba a suceder algo imprevisto.

Hyoga empezó su prueba con total normalidad, salvó los obstáculos sin ninguna dificultad, sintiendo como el caballo se relajaba y le obedecía, disipando algo la preocupación y disfrutando de su prueba favorita, enfilando la barrera del salto doble el cual saltó de un modo extraordinario.

Mientras, Ikki miraba atento sin perder detalle hasta que Shaka reclamo su atención por unos segundos para motivarle.

- Muy bien Ikki, sigue así – le decía cuando escucharon los gritos de asombro de la gente. Seguro que Hyoga había realizado el triple de una forma espectacular. Pero se equivocaron.
- ¡¡HYOGA!! – se oyó gritar a Camus que corrió a su lado, seguido de Ikki y Shaka en el momento que vieron lo que había sucedido.

Cuando Hyoga se preparaba para realizar el último salto, algo asusto al caballo y lo lanzó por encima de la tanca, llevándose un golpe muy fuerte en el costado.

Ikki estaba muy preocupado, Hyoga parecía estar bien, al menos eso decía, pero algo contusionado en el lado izquierdo y magullado.

- Estás bien… ¿seguro? – preguntaba una y otra vez Ikki.
- Sí, no te preocupes. Ahora concéntrate y gana el pentatlón por mí – pidió antes de que lo subieran a la ambulancia, tras besarse y decirse el uno al otro cuanto se amaban.

Hyoga convenció a Ikki para que se quedara, él ya no tenia opciones pero Ikki estaba ahora el primero, era imposible que le arrebataran el oro.

Camus se fue con Hyoga mientras que Shaka trataba de calmar a Ikki.

Anunciaron las posiciones de salida y efectivamente, Ikki debía ir el primero en la prueba. Salió veloz cuando le dieron la salida. La preocupación corría por sus venas. Saltó los obstáculos que había y recorrió la distancia que le separaba de la meta ganando la competición y también la medalla más preciada.
Solo espero a la ceremonia de entrega, pensaba regalarle la medalla a Hyoga. Subió al podio, recibió el metal y cuando termino el himno nacional de su país salio disparado sin hacerse fotos ni entrevistas.

Salió corriendo del estadio, seguido de Shaka que lo acompaño y subieron al taxi que les llevó al hospital donde se encontraba Hyoga, deseaba verle, saber como se encontraba, por más que Hyoga dijera que estaba bien, la caída de un caballo no era para ponerse a reír.

- Habitación de Hyoga Naumov por favor – pidió a la recepcionista del hospital.
- ¿Camus? – susurro Shaka sorprendido al ver su cara.

Camus se les acercó a ambos mientras negaba con la cabeza, dejándolos muy preocupados.

- Camus… ¿dónde está Hyoga? – preguntó Ikki empezando a desesperarse.
- Ikki… - inspiró fuerte Camus, buscando el valor para poder continuar – hubo una complicación…

“Flashback”

La ambulancia transportaba a Hyoga hasta el hospital cuando repentinamente empezó a toser, expulsando algo de sangre por su boca, revelando la gravedad de la caída.

Hyoga sufrió una hemorragia interna, al caer del caballo, se rompió dos costillas, con tan mala suerte que se le clavaron en el bazo y lo estallaron. Para cuando los médicos quisieron detenerla, era demasiado tarde y Hyoga llego al hospital con una parada cardiorrespiratoria.

Su cuerpo se colapso antes de poder empezar a sentir cualquier dolor, antes de que pudiera expresar el dolor interno que sentía. Hicieron todo lo que estuvo en sus manos para salvarle, pero la hemorragia era muy intensa y cuando el cuerpo de Hyoga mostró la evidencia ya era demasiado tarde.

“Fin Flashback”

En ese instante, después de escuchar las palabras de Camus, sus pupilas se dilataron y su corazón murió. En su alma ya solo tuvieron cabida el dolor y la desesperación.
Desesperación por no poder estar junto a Hyoga, por no sentir su presencia, amargura y desolación por la terrible pérdida. Perdida injusta más que cualquiera, impotencia la no haber podido ayudarle, un gran dolor por no acompañarle en sus últimos minutos, por no haber podido despedirse de él.

Ikki no lloró, no comió ni tampoco durmió en esa primera y terrible noche de las que pasaría solo. Rechazaba la compañía de cualquier persona, incluso la de su hermano pequeño que trató por todos los medios que se desahogara. Ikki solo se abrazó a la almohada que Hyoga usaba, estirándose en la cama que ellos dormían, donde se amaban, donde se miraban, donde se sentían inmensamente felices, tratando de grabarse para siempre su olor, olor que ya jamás olvidaría.

Un precioso funeral se celebró al día siguiente. No faltó nadie, familia, amigos, entrenadores y conocidos de todas partes que fueron a rendirle homenaje a ese gran deportista, pero por encima de todo, a su bellísima persona a la cual la fatalidad le arrancó la vida.

Tras la ceremonia y antes de dar sepultura al cuerpo de Hyoga bajo la estatua de un gran cisne blanco, rodeado por el verde pasto, Ikki rogó que lo dejar a solas. Había llegado el momento de la amarga despedida.

- Te fuiste tan rápido… - repetía una y otra vez, levantando la tapa del ataúd, viendo a su hermoso ángel dormir placidamente – ahora despertarás… ¿no es así mi vida? – añadió empezando a colorar, esperando a ver si el milagro sucedía.

Ikki sabía de sobras que tal cosa jamás sucedería, y solo pudo hacer algo que el propio destino le privó apartando a Hyoga a si de su lado. Sacó la medalla de oro de uno de los bolsillos de su americana negra y la puso entra las manos frías de Hyoga, llorando desconsolado, dejando un calido beso en sus labios, despidiéndose de él, pronunciando unas últimas palabras y acariciándole las mejillas que ya jamás volverían a sonrojarse.

- Hyoga… Aquí te entrego mi alma, mi corazón y mi vida que serán tuyas por siempre. Amor… espero volverte a encontrar algún día…



- Fin-

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