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La diferencia entre el sexo y el amor por LoveShonenai

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Notas del capitulo:

Eiri visita a Shuichi a media noche....algo más tiene que pasar entre ellos mientras que la gente esta durmiemdo verdad?

Bueno, este es el decimo episodio, es más emotivo y erótico -jejeje *¬*- disfrutenlo!

La Diferencia entre el sexo y el amor 

Capítulo 10: Susurro enamorado 

“Eiri, bésame”   

¿Por qué había pasado esto? ¿Qué había hecho la pobre y hermosa criatura para merecer tan cruel y despiadado castigo? Si, si había hecho algo…amarlo a él. El amar a Uesugi Eiri había sido su peor maldición. El que su amado Shu-chan llegara a amarlo, enfureció a los dioses, y éstos le castigaron envolviéndolo en la oscuridad, quizás, eterna. 

- ¿Quién está allí? –pregunta un serio muchacho postrado en una cama. 

- Soy yo, Shuichi. 

- Eiri… ¿Qué quieres tan tarde? 

En efecto, era muy tarde. Después de lo ocurrido cuando el joven cantante pudo reaccionar después del coma, todo fue terriblemente doloroso para los presentes que se encontraban cerca de Shuichi. 

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- ¡Shuichi, ¿cómo que no ves?!

- Eiri, tengo miedo, no veo nada. ¿Dónde estás? –Al tratar de alcanzar a su amado, Shuichi, desesperado, cae al suelo.- 

- ¡Shuichi! –Eiri lo levanta.- ¿estás bien? 

- ¡No puedo ver! Tengo miedo… 

- Mi hijo…Dios mío… ¡¿por qué tiene que pasar todo esto?! –Dice llorando su madre.-

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- Quería ver como estabas…-Eiri seguía en el mismo lugar.- 

- Bueno, no es muy común recibir visitas de madrugada, ¿verdad? 

- Lo siento. ¿Te incomodo?. 

- Es mejor que te vayas. Quiero estar solo. 

- Te estás haciendo mucho daño, Shuichi. Llevas casi una semana aquí encerrado tu solo… 

- Vete, Eiri. Y, por favor, deja de llamarme así. 

- Puedes decir lo que quieras, yo no me apartaré de tu lado. 

- No te engañes, aunque me quieras así como lo profesas, en cualquier momento te cansarás de mí y me abandonarás. 

- Te amo, Shu-chan, y eso está más que claro. 

- Yo también te amo…-de repente, el muchacho rompe en llanto, expresión que oprime fuertemente el corazón del escritor.- Pero…mírame. ¡Mirame! Estoy ciego…-Eiri se acerca a su amado pelirrosa.- Ya…no podré ver tu hermoso rostro, no podré verme reflejado en esas orbes doradas que tanto me gustan de ti. Ya jamás podré tocar tu cuerpo y sentirlo mío noche tras noche, ya no podré… 

- ¡Claro que podrás! –Eiri lo abraza, entre lágrimas.- ¿Acaso piensas que te quedarás ciego para toda la vida? No me hagas reír. Si tu vista demora en regresar, yo te enseñaré a seguir adelante, porque ese no es impedimento para seguir viviendo con esperanza. 

- ¿Qué frase es esa? ¿Acaso es de una de tus novelas? 

- Shuichi… ¿qué dices? 

- Tenía que pasarme esto para entenderlo. Los finales felices solo existen en las novelas y en los libros de cuentos, nada más. Desde que comencé a vivir en ese infierno al que, difícilmente, podía llamar hogar lo supe, no nací para amar ni tampoco para ser feliz. 

- Shuichi, eso no es cierto. Yo también llegué a pensar lo mismo hasta que te conocí. Déjame estar tu lado, por favor. 

- A pesar de oír la verdad de mi propia boca, ¿aún quieres seguir a mi lado? 

- Hiroshi me contó como fueron las cosas en realidad Shuichi. Tu solo intentaste salvar a tu madre y a tu hermano. 

- Vaya, confiable amigo me tocó. Como sea, igual fue mi culpa y no merezco vivir. 

- Quien no merece vivir es ese maldito hombre al que alguna vez llamaste padre. 

- No me hables de él, no quiero saber nada de él. - Shuichi… 

- Déjame solo, Eiri, te lo pido. 

- Lo siento, pero no puedo irme de aquí. 

- ¿A qué te refieres? 

- Lo que pasa es que… me fue difícil burlar al guardia del pabellón y ya no puedo salir sin que me vea… -dice apenado el novelista. 

- Eiri, es peligroso que hagas eso. - Lo siento, pero era la única forma de venir a verte… -sigilosamente, aprovechando que su joven amado no podía verle, Eiri se acercó a él. 

- ¿Qué haces, Eiri? 

- ¿Eh? 

- No me subestimes que no soy idiota. No puedo verte, pero si puedo sentir tu cercanía. ¿Qué pasa? –pregunta al sentirse extrañamente observado por su visitante de media noche. 

- Es que… no puedo evitar verte y sentirme mal. Después de todo, esto es culpa mía, Shuichi. 

- No tienes que sentirte culpable de mi desgracia, Eiri. Este es el castigo que merezco por haberte hecho daño. 

- Eso no es verdad, Shuichi. Solo tratabas de protegerme. 

- ¿Por qué tienes que ser así?

 - ¿Así como? 

- No me hagas caso. Más bien quiero pedirte un favor… 

- ¿Un favor? ¿Necesitas algo? ¿Tienes hambre?

 - Solo quiero conseguir tu perdón…por haber roto tu corazón. 

- Ya no te preocupes por eso. Dejémosle en el pasado. Lo único que deseo ahora es cuidarte y ayudarte a que te recuperes. 

- No quiero tu lástima, Eiri. 

- ¿Y quién ha dicho que lo que siento es lástima? –Eiri acerca sus labios hacia el oído de su frágil objetivo, quien se estremece al sentir el tibio aliento de su amado invadir su sentido.- Vaya, aún te estremeces cuando invado tu territorio, ¿verdad?. 

- Deja de aprovecharte de mí solo porque no puedo verte, jovencito. 

- Soy mayor que tu, enano. 

- Es verdad, soy menor que tu. Después de todo…-antes de poder continuar, el pequeño esboza una pícara sonrisa.- Después de todo tu eres más viejo… 

- ¡¿Cómo me has llamado, condenado crío?! 

El talentoso escritor de novelas románticas no obtuvo respuesta de su amado cantante más que una de sus tan hermosas sonrisas que tanto extrañaba después de haber vivido tanto tiempo sin él y sin sus muestras de amor. Ahora lo entendía, Shuichi era su droga, e inconscientemente se había vuelto adicto a él. 

- Hace tanto que no sonreía de ésta manera. –dice el taimado cantante. 

- No me molestaría que lo hicieras más a diario ¿Sabes? 

- Eiri ¿puedo pedirte otro favor? …-susurra el bello cantante con un aparente sonrojo ante la vista inaccesible de Eiri.- El joven no responde, simplemente lo mira fijamente, como siempre lo hacía. Shuichi tomó este silencio como una respuesta positiva. - ¿Puedes besarme, Eiri? 

El ambiente se tensó, los sentidos de su pareja no parecieron responder a la vergonzosa pregunta. Antes de que el sonrojado cantante pudiera disculparse por pedirle algo tan fuera de lugar, su boca fue sellada por los labios carmines de Eiri.  Ambos, sin retenerse, se devoraron entre mojados y apetitosos besos cargados de esa pasión retenida por mucho tiempo.

El beso duró bastante rato, tanto que podrían sorprenderse de que ambos tuvieran tanta resistencia. A mediados de un minuto y media la excitante acción fue finalizada por ambos. 

- Tus besos han mejorado, pequeño. 

- Deja de llamarme pequeño, no me gusta que me llames así. 

- Aún eres un niño. 

- No lo soy. 

- Si lo eres. 

- No, claro que no. 

- Si, claro que si. 

- Que no. 

- Que si, enano. 

- Así que te parezco un niño… ¿verdad? –susurra el cantante en el lóbulo del oído derecho de Eiri, haciéndole estremecer. Sonriendo para sí, Shuichi comienza a lamer seductoramente a su rubio, provocando que este se quede callado.- ¿Un niño provocaría en ti esas reacciones? 

El apuesto rubio se quedó completamente callado al sentir la calidez de la lengua de Shuichi seguir con su recorrido en su frágil punto. 

- Shu-chan, detente… 

- No puedo verte, pero… todavía quiero seguir amándote, Eiri… ¿me lo permites? 

- Ya te dije que si, mi bello cantante. 

El talentoso vocalista sonrió complacido ante la respuesta de su escritor, refugiándose entre sus acogedores brazos. El albino de ojos dorados, invadido por la ternura de su amado, correspondió su abrazo, rindiéndose ante la calidez corporal de su niño. 

- Eres tan hermoso… 

- ¿Tanto como un ángel? –le pregunta Shuichi con un extraño aire de nostalgia. 

- No, no creo que piense en ti de esa forma… 

- ¿No? –preguntó algo decepcionado. 

- No –al ver el gesto terriblemente lastimero que Shuichi había puesto en su hermoso rostro, el escritor prosiguió. – A mi parecer… -antes de proseguir, Eiri acaricia la suave piel de Shuichi por debajo de su camisón- eres mi perfecta escultura de la auténtica hermosura… Eres tan hermoso… que superas la perfección de La Venus. 

- Ah…-gime el pelirrosa al sentir las manos del escritor recorrer su espalda.- eso es demasiado… 

- Sabes que no te he mentido, Shuichi…-dijo para después comenzar a besar lentamente el hombro del cantante. 

- Por favor, Eiri, no lo hagas. El doctor me ha dicho que no debo hacer esfuerzos… 

- Vale, no continuaré…-en el rostro del escritor se armó un gesto que solamente Shuichi podía identificar. - ¿Eiri, estás molesto? 

- No, no lo estoy. -A paso lento, Shuichi comenzó a palpar sus ojos y se dio cuenta que sus sospechas eran ciertas.

- Si lo estás. –el rubio le mira con extrañeza. Se sorprendió de que lo notara a pesar de que su rostro luciera extremadamente taimado. –Cada vez que te enfadas, cierras duramente los ojos, como ahora. 

- Solo tú me conoces a la perfección, Shuichi. ¿Qué haré contigo? 

- ¿En serio… deseas pasar la noche conmigo? -

 Shuichi…-el rubio le vuelve a abrazar. –Te deseo, pero no quiero que empeores… 

- Pues, hay un pequeñito problema…-dice pícaramente el ojivioleta.- Yo también te deseo, Eiri… 

- Shuichi… -embriagado por aquellos hermosos ojos violetas que, a pesar de estar aún cegados por la oscuridad, mostraban un excesivo grado de lujuria y pasión.- 

Lentamente el joven de ojos dorados acercó sus labios a los de su pareja y agradeció que en ese momento, Shuichi no lo viera (ya que, de lo contrario, su “sañoso rubor de muchachita adolescente enamorada” lo delataría) 

- Eiri, espera… 

- ¿Qué sucede, Shu-chan? ¿Pasa algo? 

- No, es que… 

- ¿Tienes algún problema? 

- ¿Me amas? 

- ¿A qué viene esa pregunta? Sabes la respuesta. 

- Entonces eso quiere decir que no eres hetero y que solo me amas a mí… ¿verdad? 

- ¿Te digo un secreto? 

- Si, dime… -menciona emocionado como un niño, el de los ojos violetas. 

- No puedo decirlo, es un secreto… 

- ¡Ah! Vamos, Eiri… 

- Mi hermoso tontuelo… -lo abraza- Desde el primer momento en que te ví, caí rendido a tus pies.   

- ¿Eso es un sí? 

- ¿Y tu qué crees, mi bello pervertido? ¡Ahora ven aquí y no me hagas esperar! 

El muchacho de las orbes violetas no se hizo de rogar y, prácticamente, se rindió ante el aura de deseo que emanaba de su aún prometido.

El ojidorado escritor comenzó a descubrir en completa parsimonia los delicados hombros de su pequeña criatura. 

- No volveré a dejarte nunca más…-le susurra Eiri a su acompañante. 

- ¡Ah! –gime el cantante al sentir los pequeños mordiscos de Eiri apoderarse de su cuello. -¿A qué te refieres? Ah…

-su pregunta se ahoga en un pequeño gemido al sentir las cálidas manos del novelista recorrer su desnudo pecho. 

- Eres mío y de nadie más. Jamás te cederé a nadie… 

- ¡Ah, Eiri! ¡No te… detengas! –decía embriagado de deseo, Shuichi al sentir como su albino recorría sus pezones succionándolos con sus tibios labios y su cálida lengua. 

Eiri se sentía en lo más alto del cielo, eso era lo que los hermosos amatistas del cantante provocaban en él, con ese incesante brillo de lujuria, tan o más hermoso que las piedras preciosas. Esos cautivantes ojos violetas que le hacían perderse en otro mundo. 

- Ah…Eiri, amor…nos pueden escuchar… ¡Ah! 

- No te preocupes. No hay nadie más despierto, solo los guardias de turno en la entrada del hospital. Están muy lejos así que no nos oirán –diciendo esto, sus besos comenzaron a descender hasta el miembro de Shuichi, depositando pequeños besos y mordidas leves. 

- E-Eiri… 

- Shu-chan, no te resistas. Se que te gusta también. Gime todo lo que quieras… deléitame con esa hermosa voz que tienes… 

- ¡Ahhh! Eiri, no te… detengas… 

Embriagado por la hermosa voz de su niño repitiendo una y otra vez su nombre, Eiri volvió a subir hasta el rostro enrojecido de Shuichi, besando sus labios con extrema pasión, el cual fue muy bien correspondido. Luego fue bajando lentamente hacia su cuello, lamiéndolo como si de un apetitoso dulce se tratara, dejando pequeñas marcas en él y arrancándole varios suspiros a su presa.

Sus labios fueron descendiendo hacia su tórax. Shuichi no pudo más con la ola de calor que se había producido en él y comenzó a retirar la camisa de su escritor y éste, emocionado, le hace más fácil la tarea, ayudándole a desvestirse.

Poco después, la ropa de ambos fue cayendo hacia el suelo dejándolos completamente desnudos, Eiri encima de Shuichi. Antes de poder continuar con su placentera labor, Eiri miró fijamente el cuerpo de su amado niño, quien, al sentirse observado, se sonrojó bastante. 

- Aún te sonrojas cuando miro tu cuerpo…-sonríe el escritor. 

- Tengo miedo…de no poder ver el tuyo nunca más… 

- Lo verás, te lo prometo…Ahora, déjame ayudarte…-sin comprender el comentario de su amado, Shuichi sintió como sus manos eran guiadas por las de su rubio hacia el pecho de éste. - ¿Sientes los latidos de mi corazón, Shu-chan? 

- Jamás…había escuchado los latidos de tu corazón. Esta es la primera vez… 

- Solo cuando estoy contigo, mi corazón puede ser capaz de detenerse y volver a latir rápidamente… 

- Eiri… -sonrojado hasta un punto límite, Shuichi, entre torpes intentos, ubicó la espalda de Eiri y la rodeó con sus manos para después abrazar al ojidorado y apoderarse de sus pezones, provocando varios suspiros en Eiri. 

- Shu-chan… ¡ah! no te detengas… 

El pequeño siguió abasteciéndose de Eiri, sin dejar de arrancarle varios gemidos y suspiros cargados de deseo. Continuando con su tarea, Eiri siguió con su objetivo. 

- Mi pequeño, tu cuerpo me encanta. ¿Qué puedo hacer? Cada vez que me apodero de ella, quiero poseerla eternamente. Me encanta, que te veas tan frágil. 

- ¡No te burles de mi! –su exclamación fue olvidada al gemir nuevamente por los besos de Eiri.  

El escritor volvía a recorrer el pecho de Shuichi, explorando con sus labios el tórax de su compañero, para después seguir descendiendo hasta su abdomen, depositando mojados y excitantes besos. Sonriendo, el albino siguió bajando sus labios hasta atrapar las caderas de su amado. Siguió su camino besando sus muslos y volviendo a ascender, atrapando nuevamente las caderas de Shuichi para después darle ligeros besos al desnudo miembro de su víctima. 

- ¡Ah! Eiri, ahí…sigue… 

El joven no esperó más para metérselo entero a la boca, robándole un sonoro suspiro al hermoso y joven cantante. 

- Te amo, Eiri 

Lentamente, como lo prefería Shuichi (y él también, ya que detestaba las prisas y la rudeza con su amado) Eiri fue iniciando de manera pasiva su invasión en la intimidad de Shuichi, arrancándole un pequeño grito de dolor, acompañado de varias lágrimas por parte del pequeño. 

- Lo lamento… -dijo para después besar los hermosos ojos de Shuichi.- ¿Te dolió? 

- No te preocupes, ya se está pasando. Continúa… -le responde con una hermosa sonrisa.  

- ¡Ah, Shu-chan! 

- ¡E-Eiri! La penetración se tornó aún más rápida y profunda. Eiri tomó la espalda de Shinji entre sus brazos y lo sentó encima de él, haciendo más cómoda la invasión en la parte íntima de su pequeño y amado cantante.

Excitado, el joven de cabellos rosados dirigió sus manos hasta la parte trasera de Eiri, apretándola fuertemente, provocando que éste se adentrara aún más 

- ¡Ah! ¡Eiri, ya… no puedo! 

- ¡Vamos, amor, acabemos juntos! 

- ¡Ah, me estoy mojando! –grita Shuichi ante tal excitación. 

- ¡Ya, ya casi, Shu-chan! ¡Ah, me correré! 

- ¡Hazlo, Eiri, córrete en mi! 

El jovencito se deleitó con sentir la calidez de la semilla de Eiri dentro de su ser. Cansados, ambos cayeron uno encima del otro en la cama, con la respiración muy agitada. 

- Shu-chan…perdóname…terminé aprovechándome de ti… 

- No te preocupes, está bien. A mi también me gustó –dice el vocalista, esbozando una inocente sonrisa que enloqueció al escritor. 

- Shu-chan, te amo tanto… 

- ¿P-podrás decir…lo mismo dentro de muchos años en adelante? 

- ¿A qué te refieres? 

- Cuando estemos abuelitos y acabaditos… ¿me seguirás amando? 

- Tu quizás estés…acabado, pero yo no… 

- Tonto, Eiri…Responde a mi pregunta. 

- ¿P-Pues tu qué crees? De otra manera, no te hubiera dado esto… -dice el escritor para tomar delicadamente la mano izquierda de Shuichi, colocando el hermoso anillo nuevamente en su lugar, el dedo anular del cantante. 

- No, no puedo aceptarlo… 

- Pequeño tonto…esto solo puede ser para ti… 

- Eiri…pero, ¿en verdad me amarás para toda la eternidad? ¿Aún después de que estemos muertos, me amarás? 

- ¿Por qué estás tan inseguro? 

- Porque hay muchos matrimonios que se separan después de unos pocos años de haberse casado… 

- Quizás no haya nada seguro en este mundo, mi Shu-chan, pero estoy completamente seguro que yo jamás dejaría de amarte…así que no dudes… 

- Te amo, Eiri, como no tienes idea… 

- Y yo a ti, mi revoltoso cantante…-le responde para después volver a besarlo, pero ésta vez con ternura. 

Cuando sus respiraciones se hubieron normalizado ambos se miraron nuevamente a los ojos y Shuichi, lentamente, se acurrucó entre los cálidos brazos de Eiri, rogándole a Dios que jamás nada pudiera separarlos. 

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  “Kiss shining hitomi ni kuchizukete” 

Un susurro identificado como una hermosa canción hizo que sus brillantes ojos dorados se abrieran lentamente de par en par, buscando a la persona que emitía esa preciosa melodía. 

“Toke dasu hanabira mo jama ni naru” 

Sus ojos se quedaron estupefactos al presenciar una angelical visión frente a sus ojos. Claramente vio a un ángel parado frente a la gran ventana de la habitación, cantándole a un pequeño pájaro sostenido en su pequeño dedo índice. 

“Make me shining irozuku shigeki no hate ni Kagayaki hajimeta maboroshi”

Sin duda su hermoso prometido tenía una voz preciosa y única. Tan cautivadora o más que el de una diosa. A paso lento se acercó a su objetivo y le sorprendió con un delicado agarre en la cintura. El pequeño dejó ir a la pequeña ave y volteó a ver a su compañero. 

- Buenos días, Eiri… ¿dormiste bien? 

- Si. Pero desperté al oírte cantar. 

- Lo siento, no quise incomodarte. Pensé que estaba cantando muy bajo, creí ser cuidadoso. 

- ¿Ahora le cantas a las aves? 

- No, lo que pasa es que esa pequeña ave estaba toqueteando en la ventana. Lo ayudé a entrar y le canté una pequeña canción. Al parecer estaba abandonado. Cuando sentí que ya tenía la fuerza para volar, le dejé ir.

- ¿No tuviste dificultades para moverte?

- No te preocupes, estuve tanto tiempo encerrado y aproveché para practicar un poco, así que ya me conozco todo los rincones del cuarto. 

- Ya veo… -De pronto sintió como su pequeño le había abrazado fuertemente.

- ¿Shu-chan? 

- Perdón, solo déjame estar así… un poco de tiempo… 

Lo sentía, lo suponía, a su pequeña molestia color rosa le sucedía algo. Y pudo confirmarlo después de sentir como las lágrimas de Shuichi mojaban su camisa. 

- ¿Por qué estás llorando? 

- No puedo evitarlo, me dio mucha pena que estuviera abandonado… 

- Ay, pequeño, eres tan sensible…-le corresponde el abrazo a su pequeño. 

- ¿Te molesta? 

- No, para nada. ¿Shu-chan? 

- ¿Qué pasa? 

- ¿Qué canción era la cantabas? 

- Es una de las canciones de Sakuma-san… 

- La canción sonaba mucho mejor con tu voz… 

- Vamos, no digas esas cosas… 

- Por cierto…el loco ese del conejo no ha venido a verte… ¿o si? 

- Si, vino hace dos días… 

- Ya veo. ¿Shu-chan, podrías cantarme…esa canción? 

- Claro –responde sonriendo, mientras que acerca sus labios al oído de Eiri y empezando a entonar esa parte de la canción. 

Kiss shining hitomi ni kuchizuketeToke dasu hanabira mo jama ni naru“Make me shining irozuku shigeki no hate ni Kagayaki hajimeta maboroshi”

Esa era su demostración de amor. Ese fragmento, por más pequeño que fuese, significaba mucho para Eiri. Porque tan solo con esa pequeña frase, podía sentir todo el amor y la pasión que su adorado Shuichi sentía por él. Ese era su susurro enamorado.

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Notas finales:

Yuki: Oye, mujer, no tenías porque ponerlo con detalles 

D-chan: Oie, mira, ya me colmas Yuki-san. Es mi historia y además ia te pagué por el derecho de edición. 

Shuichi: Claro, porque después de todo es nuestra historia

 D-chan: Si, si, Shuichi-kun, ya lo sé Xd 

Shuichi: Fueron momentos tan difíciles aquellos, ahora sigue que Eiri y yo vamos a… 

Yuki: ¡Shu-chan, no debes contar lo que sigue! 

Shuichi: Oops, gomennasai!  

Yuki: Oye Shu-chan, que tal si vamos a comer algo? Me muero de hambre…-dice poniendo cara de pervertido Xd. 

Shuichi: ¿A dónde vamos? ¿A qué restaurante quieres ir? 

D-chan: Baka Shuichi-kun 

Shuichi: Dime, dime… 

Yuki: Al que está en nuestra recámara… ¿qué tal? Además tengo la comida perfecta frente a mis ojos.

Shuichi: ¡Oh, Eiri-chii pervertido! Y

uki: ¿De quien es la culpa, ah? 

D-chan –tosiendo-: Weno Weno… ¿Ya, no? 

Ambos: Lo siento.  

Well, mina-sama, este es décimo capítulo de mi fanfic de Gravitation. Deseo de todo corazón (y rezo xD) que les haya gustado. La pequeña parte de esa canción que cantó Shu al pajarito Xd y después a Eiri es de “Shining Collection” de Nittle Grasper.

Esta es la traducción: 

BRILLANTES BESOS, nos besamos en mis ojos,Fusionando los lejanos pétalos de las flores en nuestro camino.

HAZME BRILLAR, transformando los más excitantes colores

En el primer brillo de una visión. 

 

Hasta otra! (esperen la continuación)          


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