Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

La diferencia entre el sexo y el amor por LoveShonenai

[Reviews - 91]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo: Shuichi ha tenido un muy mal momento y ahora será el turno de Eiri para hacerle sentir nuevamente amado en un tierno y feliz carnaval de amor.

La Diferencia entre el sexo y el amor

Capítulo 12: Feliz Carnaval del amor

Ya había pasado más de una semana. No quería alejarse de él, no podía separarse ni un solo minuto de su adorada criatura. Aún no podía dejar de culparse por lo que le había pasado a Shuichi. Se sentía miserable, el peor criminal que pisase la tierra.

- ¿Doctor, cómo está Shuichi? –pregunta la madre de éste.-

- Igual, aún no deja que alguien pase a la habitación.

- Mamá, creo que deberíamos dejarle solo. A mi también me pone mal lo que está pasando, pero él necesita estar solo para pensar las cosas.

- Ese hombre tan despreciable. Aún siendo su padre ¿cómo pudo hacer algo así?

- Ese hombre no se detendrá hasta arruinar por completo a Shuichi…-dice Mika.-

- Eso no pasará nunca, no mientras yo esté a su lado. Yo le prometí un amor eterno a Shuichi y cumpliré mi promesa.

- Me sorprende que aún sabiendo lo que ha pasado, sigas queriendo estar a su lado, Eiri-san, muchas gracias.

- Yo entiendo como se siente, porque también pasé por lo mismo.

- ¿Cómo? ¿A usted también…?

- Si, así que puedo entender como se siente Shu-chan con todo esto.

- Muchas gracias por apoyar a mi hijo, estoy realmente agradecida contigo.

- Mientras usted siga queriendo ser mi suegra, no hay problema.

- Claro que si, como no.

- Eiri, llevaré a la madre y a la hermana de Shuichi a casa. ¿Seguirás aquí?

- Si, hermana. Cuento contigo.

- Bien.

- ¿Aún no saben nada de este tipo?

- No, pero no debemos perder las esperanzas.

- bien.

La hermana de Eiri se retira en compañía de la madre de Shuichi y de Maiko, su hermana, mientras que Eiri aun seguía cerca de la puerta de la habitación de Shuichi, sin valor para entrar.

- Quisiera verlo…y abrazarlo…

- ¿Por qué no entra usted y lo comprueba por si mismo?

- No puedo hacerlo ahora. Quizás él no quiera verme.

- Créame que en estos momentos, Shindou-san lo necesita más que nunca. –diciendo esto, el doctor se retira.

Eiri se arma de valor para entrar en la habitación, viendo claramente a un Shuichi totalmente rendido y devastado acostado en la cama. El solo verle así hizo que su voluntad flaqueara. Quiso alejarse de ahí, pero la voz quebrada de su amado lo detuvo.

- ¿Quién está allí?

- Soy yo, Shuichi.

- Pasa, Eiri…

- ¿En serio puedo?

- Pasa, por favor…

El joven escritor se adentró en la habitación, parándose al lado de la cama, viendo de espaldas a su amado cantante. Tomó aire lo más que pudo y empezó a hablar.

- ¿Puedes darte la vuelta?

- No quiero que veas lo horroroso e impuro que soy.

- Shu-chan, no te pido que olvides lo que pasó, se que te dejará un mal recuerdo, pero yo estoy a tu lado, no tienes que ocultarme nada.

- Soy un asco, Eiri. Yo mismo me asqueo de lo que soy. Ahora, jamás podré ser feliz. No tengo el valor para estar junto a ti.

- Shuichi…-el joven de cabellos rubios comienza a acariciarle los cabellos.- no sabes lo mucho que te amo…

- No me ames más, por favor.

- Eso debería decirlo yo, ¿sabes?

- ¿Por qué?

- En el pasado, también abusaron de mi, Shuichi.

- ¿De qué hablas? –Pregunta notoriamente sorprendido.- ¿Eiri?

- Esa es la parte de mi pasado que no conoces. La razón por la que maté a Kitazawa fue porque, junto a dos hombres, quiso abusar de mí.

- Eiri, yo no sabía eso…

- Me daba mucho temor contártelo. Al igual que tu, pensé que me dejarías, que sentirías asco de mi al saberlo.

El joven de ojos violetas se dejó abrazar por su amado escritor, quien lo sostuvo fuertemente como si de una pieza de porcelana se tratara. Shuichi no pudo evitar acomodarse en los cálidos brazos de Eiri, comenzando a llorar de una manera bastante penosa.

- Llora, amor. Llora todo lo que quieras. Yo estoy aquí y jamás dejaré que ese maldito vuelva a hacerte daño.

- ¡No sabes cuanto lo odio! ¡No sabes cuanto soñé con matarlo!

- Shuichi…

- Lo deseo, deseo matarlo. Siempre, desde que me hizo eso por primera vez, soñaba que le mataba y que usaba las formas más crueles. ¡Quiero matarlo! ¡Quiero venganza!

- Lo se, amor, lo se. Pero no es bueno tomar venganza por tus propias manos, te corromperás como yo.

- Eiri, tengo tanto miedo de mi mismo. A veces siento que soy un monstruo…

- Nunca digas eso, tú no eres un monstruo. Tú eres…un hermoso ángel que vino a alumbrar mi vida.

- Tengo tanto miedo, Eiri. Tengo miedo de olvidar la belleza de tu rostro, no quiero olvidarlo.

- Verás que pronto te recuperarás, no te sientas mal, Shuichi. Yo estaré siempre a tu lado. Y verás que, cuando eso pase, ambos nos casaremos y seremos una familia muy feliz.

- ¿Aún quieres casarte conmigo?

- Lo ansío más que nunca.

- Eiri, te amo. Te amo tanto…

- Y yo a ti, mi querido Shu-chan…

- ¿En serio me amas?

- Si…

- Entonces sácame de aquí.

- No puedo hacerlo, tienen que darte el alta primero.

- Quiero salir de aquí, no tengo nada qué hacer. Además las heridas ya están casi sanadas.

- Pero tienes que estar atento en tu tratamiento. Aún tienes el problema con tu vista.

- ¿Shindou-san? –Le llama el doctor, entrando en la habitación.- Es hora de cambiarle los vendajes.

- Doctor, ya quiero irme a casa.

- Primero tenemos que ver si las heridas ya están sanando. Además hay algunas que no creo que sanen pronto.

- Las heridas de esa vez…ya no existen…-susurra el afligido cantante.-

- Esas ya no existen, milagrosamente. Pero aún quedan las heridas del corazón, joven. Esas serán difíciles de borrar.

- Lo sabemos, doctor –defiende Eiri.- Pero seré yo quien se encargue de ayudarlo a sanar completamente con respecto a eso.

- Bien, entonces tenemos que revisar las heridas. ¿Puede salir un momento, Uesugi-san?

- ¡No, no te vayas, Eiri! ¡Tengo miedo!

- Shindou-san, todo estará bien. Yo no haré nada en contra de su voluntad.

- Shu-chan, cálmate. Todo está bien. Confía en el doctor que te salvó la vida.

- Está bien, pero no te vayas a ir del hospital.

- Estaré aquí, no te preocupes.

Eiri se va de la habitación, mientras que el doctor retira con delicadeza las vendas del cuerpo de Shuichi, examinando el avance del cicatrizado de las heridas.

- Veo que están sanando más rápido de lo que pensé. Si sigue mejorando así, saldrá más rápido del hospital.

- ¿En serio? ¿Pero…y qué pasará con mis ojos?

- Tendrá que esperar una semana más para poder darle el alta. Tenemos que buscar una solución a su ceguera. No se preocupe, usted podrá ver muy pronto, lo prometo.

- Muchas gracias, doctor.

- No se rinda por lo que ha pasado, Shindou-san. Hay personas que lo aman bastante y que también sufren por su estado. No se de por vencido.

- Gracias, doctor, recordaré sus palabras.

El doctor sale de la habitación, mientras que Eiri aún seguía fuera de la misma, conversando con alguien mucho mayor que él. A juzgar por su semblante, no se encontraba nada contento.

- ¿Para qué has venido, padre?

- Para jalarte las orejas, Eiri. ¿En qué demonios estás pensando al querer casarte con ese niño sin mi consentimiento?

- Es mi vida y no necesito de tu permiso para casarme.

- ¿Crees acaso que él va a poderte dar una familia?

- Ahora mismo él y yo ya lo somos, padre.

- ¿Qué te ha pasado? Te veo tan cambiado, no pareces el Eiri de siempre.

- Las personas cambian cuando se enamoran, padre.

- ¿Pretendes decirme que estás dispuesto a casarte con él después de saber de donde viene?

- ¿Quién te lo contó?

- Mika quiso hacerme entenderlo, pero no le veo sentido. ¿Cómo pretendes casarte con un niño que, encima de todo, fue abusado por…?

- ¡Cállate, ni lo digas!

- No voy a consentir este matrimonio, Eiri.

- Conócelo y júzgalo después, padre. Verás que no es lo que tú imaginas.

- Está bien, quiero verlo ahora mismo.

- Entra a la habitación.

El padre de Eiri decidió conocer personalmente a Shuichi y no dudó en entrar en la habitación de él. Con solo verlo de lejos, el joven parecía algo triste, pero saludable, descartando algunas vendas que cubrían partes de su cuerpo. Claro que, no sabía que Shuichi no podía ver.

- ¿Quién está allí? ¿Eres tú, verdad Eiri?

El padre del joven escritor se sorprendió al darse cuenta de que el muchacho estaba completamente ciego, por lo que no pudo evitar sentir pena.

- Si, Shu-chan, ya estoy aquí. ¿Te sientes bien? –le pregunta con una sonrisa el escritor.

- Si, muchas gracias. ¿Hay alguien más contigo, verdad? –Dice de repente poniendo un semblante serio.-

- ¿Cómo lo sabes? –pregunta sorprendido.-

- No puedo verle, pero si le siento. –Responde con una bella sonrisa.-

- Buenas tardes, Shindou-kun…

- Buenas tardes, señor. ¿Usted es…?

- Este señor es mi padre, Shuichi. Ha venido a conocerte.

- Ya veo. Lamento no poder saludarlo correctamente.

- No se preocupe. ¿Podrías dejarnos a solas, Eiri?

- Pero, Shuichi…

- No te preocupes, Eiri, está bien.

- Bueno, entonces les dejo solos.

Eiri se vuelve a retirar de la habitación, dejando completamente a solas a Shuichi y al señor Uesugi. La tensión del ambiente se notaba, hasta que el anciano decidió hablar.

- Me enteré por mi hija Mika que tienen la intención de casarse.

- Así es, Uesugi-sama.

- ¿Qué le ofrecerás a mi hijo?

- ¿Eh?

- ¿Puedes darle un hijo?

- Se que, quizás, no pueda. Pero él lo sabe y lo acepta.

- Bien. ¿No puedes pensar que él está contigo solo por pena?

- No, señor. Se que si él sintiera eso, me lo diría. Eiri jamás me oculta nada.

- Veo que mi hijo ha cambiado mucho y se que, en parte, es por tu influencia. Muchas gracias.

- No solo él ha cambiado, yo también lo hice.

- ¿A qué te refieres?

- Se que usted está enterado de mi pasado. Cuando huí de la custodia de mi padre; la familia que ahora me cuida, me acogió como su hijo. Gracias a todo lo que mi padre me hizo en el pasado, me volví una persona fría y dudosa del amor de las demás personas, hasta que volví a conocer el calor de un hogar. Fui cambiando y decidí apegarme a las personas que amaba para evitar sentirme solo, hasta que conocí a Eiri. Él me dio todo lo que necesitaba para ser una persona completa. Me hizo llorar, reír, pero lo más importante es que me hizo sentir amado como nunca. Se que usted no me ve con buenos ojos, pero le ruego que no juzgue nuestro amor.

- Entiendo. No digo ni diré jamás que eres una mala persona, Shindou-kun, porque amo las canciones que cantas y compones. Soy uno de tus más fieles admiradores.

- Muchas gracias…-dice algo sorprendido el pelirosado.-

- Solo quería ponerte a prueba. Veo que Eiri ha sabido elegir muy bien a su pareja. Gracias por ayudar a mi hijo.

- Ambos estamos agradecidos con el otro.

- Por ese hombre no te preocupes. Mika y yo haremos hasta lo imposible por atraparlo.

- Es cierto, tengo a alguien que puede ayudarlos con la investigación.

- ¿Quién es?

- Kanzaki Minato. Él trabajaba para mi padre.

- Ah, él. Ese joven ya no está ayudando a buscarlo, no te preocupes. Dentro de poco estará preparado para declarar ante la policía.

- Mina-kun…

- Vendré a recogerte cuando te den el alta. Quiero que pases unos días en mi casa para que te familiarices con nuestro hogar.

- Está bien, muchas gracias.

- ¿Me dejas darte un abrazo, Shuichi, hijo mío?

- Claro, para mi sería un honor.

Con extrema delicadeza, el padre de Eiri abrazó cariñosamente a Shuichi, quien se sintió muy a gusto estando entre los acogedores brazos de su futuro suegro. Una vez habiéndose separado, Eiri entró a la habitación, encontrándolos muy cariñosos.

- Muchas gracias, padre. –le sonríe Shuichi al mencionar lo último.

- ¡Oye, padre, deja de tratar a Shuichi así!

- Toca antes de entrar, niño maleducado. ¿Qué acaso no te enseñé modales?

- No se preocupe, padre. Eiri siempre hace eso cuando estamos en casa. Nunca toca la puerta antes de entrar.

- ¡Oye, Shuichi, no lo apoyes!

- Pero es cierto, no tienes respeto por tu pobre novio que te quiere tanto –dice Shuichi soltando falsa lágrimas.-

- ¡Oh Dios mío! ¡Pobre de mi Shuichi! ¡Que animal te tocó como prometido!

- ¡Oye, soy tu hijo, no me hables así!

- Por cierto, Eiri. Cuando le den el alta a Shuichi, quiero que se vengan unos días a pasarlo en casa.

- ¿Shuichi, aceptas?

- Claro, me gustaría ir.

- Bueno, si Shuichi quiere, está bien.

Una vez habiendo hablado y aclarado cosas, el padre de Eiri y ahora también de Shuichi se despidió de ambos para después dejarlos completamente solos.

- Tu padre es una muy buena persona…

- Es solo un anciano…

- Eiri, ¿te quedarás aquí conmigo?

- Si, ya mandé a pedir una cama para que la pongan aquí. ¿No te molesta, verdad?

- Quiero…pedirte un favor…

- Haré lo mi querido me diga…

- Quiero…que me hagas tuyo…

- ¿Qué? –Pregunta notoriamente sorprendido.- ¿Qué has dicho?

- ¿No quieres?

- No es que no quiera, pero… ¿estás seguro?

- Por favor, Eiri. Quiero quitarme esta horrorosa sensación del cuerpo…Te lo ruego, no me desprecies.

Sin pensarlo dos veces, Eiri abrazó a Shuichi de una forma poco común a muchas veces. Esta vez lo que transmitía era tanto amor como deseo, deseo y más deseo. El joven cantante no pudo resistirse más y se dejó a merced de su amante.

“Besé a Shuichi como hace mucho no lo hacía. Extrañaba tanto tenerlo en mis brazos, saborear la exquisitez de su cuerpo que ya no podía aguantar el hacerlo mío.”

- Espera, Eiri…

- ¿Qué pasa, amor?

- Es que…estoy tan sucio, tan impuro…

- Óyeme bien, no hay nada en este mundo más puro que tu cuerpo…

“Las palabras de Eiri me reconfortaron como nunca. Dejé que mi amado siguiera con su tarea de hacerme suyo. Me sentía tan, extrañamente, bien, que no podía pedirle que parara.”

“Shuichi era tan delicioso como siempre. Sus labios, su mentón, su cuello, su pecho, su ombligo, su punto G, todo en ese hermosa criatura era una enorme tentación para estos ojos mortales. Mientras yo me entretenía con su punto débil, él me deleitaba con la hermosa melodía de sus gemidos, con esa voz tan bella que siempre me estremecía cada vez que cantaba en mis oídos, era una canción tan preciosa, como él.”

“No podía parar de gemir. El placer que Eiri me hacía sentir era tan enorme, tan hermoso. Me hacía tocar lo más alto del cielo, me hacía sentirme amado nuevamente.”

“Mientras yo me encontraba encima de él, haciéndolo mío, Shuichi comenzó a arañarme la espalda de una manera realmente sensual mientras gemía más y más de placer. Él no quiso quedarse atrás y comenzó a jugar con mi parte más sensible: el lóbulo de mi oreja derecha. Estaba mordisqueándolo y lamiéndolo tan provocativamente que no pude evitar gemir con fuerza, haciendo que mi pequeño bandido riera de emoción. Sin embargo, él no paró en lo absoluto. Al contrario, siguió su recorrido, atrapando mi cuello con sus labios, lamiéndolo lentamente y haciendo pequeños círculos en mi espalda con sus dedos.”

“Eiri no paraba de hacerme suyo. Estaba tan feliz, me amaba tanto que no le importaba lo que hubiera pasado, él solo deseaba estar a mi lado, amándome siempre como solo él sabía hacerlo. Lo amo tanto, Dios mío, que moriría de placer en estos momentos.”

“Ya casi acabábamos, deleitándonos el uno del otro. Sólo él podía provocar tales reacciones en mi, solo él podía hacerme perder la cordura, solo él podía volverme completamente loco.”

- Te amo tanto, Eiri…-decía el pequeño mientras dejaba escapar pequeñas lágrimas de sus ojos.- Tanto…

- No llores, mi pequeño. Yo también te amo…

- Hazme tuyo siempre, nunca me sueltes.

- Nunca te soltaré.

“Y así, ambos celebramos nuestro reencuentro apasionado después de mucho tiempo. Shuichi y yo celebramos nuestro feliz carnaval del amor.”

Notas finales:

Bueno amigos, espero seguir contando con su apoyo!

Gracias.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).